Músicos, ¿qué opciones tenemos para actuar de manera legal?

Todos los músicos, clásicos o no, solemos actuar y trabajar de formas muy distintas. Una de ellas son los típicos bolos o conciertos que nos salen ya sea para una sala, un local, un hotel, un ayuntamiento, una boda…etc. El problema de este tipo de trabajos es que el que contrata no siempre nos da de alta como trabajadores, dejando en nuestras manos las responsabilidades con seguridad social y hacienda. No todos los músicos tienen la posibilidad de hacerse autónomos, ya que el trabajo que sacan de estos bolos no es suficiente para mantenerse. Sin embargo, hay otras opciones.

En Gran Pausa no somos expertos en el tema. El objetivo de este post es simplemente dar algunas nociones para todos esos músicos a los que les preocupa este asunto. Para ello nos hemos estado documentando y os resumimos aquí algunas informaciones de utilidad.

Para una información más ampliada, recomendamos leer este post, del que hemos extraído gran parte de nuestros datos.

Primero conoce el sistema

Antes de explicar las distintas opciones, tienes que entender cómo funciona a grandes rasgos el sistema laboral a la hora de pagar impuestos y demás.

Cuando una persona trabaja, en este caso actuando, está realizando dos tipos de actividades, por un lado laboral y por otro económica, ya que percibe dinero por ello. En el ámbito de lo laboral, debemos rendir cuentas ante la Tesorería de la Seguridad Social. En el ámbito económico, a Hacienda. Dependiendo de la forma en que trabajemos, si por cuenta ajena, como autónomos, como sociedad…etc tendremos unas obligaciones distintas con cada entidad.

Tesorería de la Seguridad Social
  • Régimen de Artistas
  • RETA (autónomos)
  • etc…
Hacienda
  • IRPF
  • IAE
  • IVA
  • etc…

Opción I: Integrarse en el régimen especial de artistas

Los músicos pueden darse de alta en este régimen. Una vez hecho, la Tesorería de la Seguridad Social nos dará un Talonario de Justificantes de Actuaciones. Con este talonario, rellenaríamos un justificante por cada actuación, una copia se la queda el que contrata y otra, nosotros.

Impuestos

Al final de año, cotizaremos en la seguridad social según lo que hayamos trabajado, al igual que cualquier otro trabajador que paga lo que responde a la seguridad social a través de su nómina. No tenemos que pagar IVA, de eso debe encargarse el que contrata. Sí que tendríamos que pagar IRPF, y hacer la declaración de renta si estamos obligados a ello, repetimos, como cualquier trabajador normal. Lo ideal con respecto al IRPF es que os lo retenga la empresa en el mismo pago. El tanto por ciento que se suele pagar es del 15%.

Opción II: Constituir una Sociedad Civil o Comunidad de Bienes

Una Sociedad Civil, es la unión de al menos dos  socios con la intención de realizar una actividad que puede ser o no económica. Para establecerla se firma un contrato privado. También debemos registrarnos en Hacienda. Tras los trámites se obtiene el NIF provisional con el que ya se puede abrir una cuenta corriente a nombre de la sociedad, facturar a través de ella o recibir facturas

Con respecto a la Seguridad Social, es recomendable de nuevo darse de alta en el Régimen Especial de Artistas. No es necesario darse de alta en el RETA (Autónomos). Según leemos en Absolutorio: “[…] Las normas del RETA establecen que “se entenderá como trabajador autónomo aquél que realiza de forma habitual, personal y directa una actividad económica a título lucrativo”. […] En numerosas sentencias, especialmente traer a colación la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de octubre de 1997, que viene a igualar el requisito de la habitualidad al percibo de cantidades equivalentes superiores al salario mínimo interprofesional y mencionar la recogida en  se fija que los ingresos (la contraprestación) deben ser inferiores al Salario Mínimo Interprofesional.”

Impuestos
  • IAE: Es el impuesto que debemos a pagar como sociedad que realiza una actividad económica.
  • IVA: Este impuesto debemos añadirlo al precio de nuestro trabajo en nuestras facturas, según el tanto por ciento que corresponda.
  • IRPF: Este impuesto va sobre el pago a cada artista que forme la sociedad.

Otras opciones: Asociaciones o Cooperativas

Según leemos en el blog Absolutorio:

“[…] en las contrataciones esporádicas o “bolos”, los organizadores incumplían sistemáticamente las obligaciones de dar de alta a los músicos en la Seguridad Social  y de practicar la retención correspondiente.
[…]Dada la mencionada complejidad del sistema laboral, éstos optaron por la contratación mercantil o prestación de servicios. En consecuencia, los músicos se veían obligados a darse de alta en el régimen de autónomos y/o a formalizar de alguna manera la situación de las formaciones musicales para poder facturar sus actuaciones. Por diferentes motivos ambas fórmulas resultaban prácticamente inviables para los músicos, con lo cual se generaron diferentes prácticas irregulares que suponían un riesgo muy alto, tanto para los organizadores como para los propios músicos.[…]”
Cooperativas

Las cooperativas de facturación se han convertido en un parche para solucionar la precariedad laboral de los músicos que viven de bolos. Se trata de una organización que se constituye como cooperativa para tener beneficios fiscales y a través de la cual los músicos facturan. Ellas se encargan de cotizar a la Seguridad Social, hacer la retención de IRPF y pagar a los músicos. Funcionan como un a especie de intermediario. Para conocer más, lee este post.

Asociaciones

El tema de las asociaciones es bastante complejo. Muchos músicos se han establecido en este tipo de agrupaciones para poder trabajar. Sin embargo, hay que señalar que las asociaciones sin ánimo de lucro se caracterizan precisamente porque deben constituirse sin ánimo de lucro. Entre los requisitos, encontramos por ejemplo que no pueden repartirse beneficios entre sus socios. Para más información, leer este post.

Aunque el marco legal no sea muy flexible ni adaptativo con nuestra situación como artistas, siempre debemos atenernos a él. Lee esta noticia sobre una inspección de trabajo que te ayudará a comprender la situación.

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Vídeo – Las redes sociales para acceder al público joven

Este año he dedicado parte de mi tiempo a un trabajo enmarcado en el Máster de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Extremadura. Durante este tiempo he investigado cómo las redes sociales pueden usarse como instrumento para llegar a nuevas generaciones de público más joven. Pronto escribiré un post basado en mis hallazgos, que creo que pueden aplicarse a cualquier institución cultural.

Mientras tanto, os dejo la presentación que realicé de este trabajo el pasado viernes. Lamento que la calidad de la imagen no sea la idónea, pero espero que disfrutéis del contenido.

Si tenéis poco tiempo y queréis ir al grano, también podéis ver este vídeo en el que he recopilado las conclusiones de mi trabajo.

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He terminado mi carrera, ¿y ahora qué?

Esta es una pregunta que muchos nos hacemos una vez acabamos el Superior en el Conservatorio. Pasamos cuatro años centrados en superar exámenes, aprobar todas las asignaturas, obtener el nivel y finalmente graduarnos. Todas estas cuestiones nos ocupan lo suficientemente la cabeza como para no pensar en nada más. Sin embargo, una vez obtenido el título es cuando empieza lo bueno. Ahora es cuando tenemos que forjarnos una carrera y tomar decisiones que nos acercarán a un futuro que no teníamos porqué tener pensado.

Como ya hemos hablado en otras ocasiones, la situación laboral no es la más propicia. Tanto en el mundo de la cultura como en el sector joven, las cifras apuntan a que conseguir un trabajo no es precisamente fácil. Según datos de la EPA (encuesta de población activa), el paro juvenil en Abril ascendía al 45%. Crisis y cifras aparte, la realidad laboral está difícil, pero no imposible.

Para leer más sobre situación laboral te recomendamos leer estos post:

¿Qué hago ahora? ¿Qué opciones tengo? = ¿Qué es lo que quiero?

Vamos a la pregunta que nos hacemos en este post. ¿Qué hago ahora? ¿Qué opciones tengo? Muchos músicos, de manera casi automática, siguen el camino que siguen los demás. O bien se ponen a hacer pruebas, o se meten al CAP o Máster Pedagógico…etc. Ya sabemos, las opciones típicas. Sin embargo, el Conservatorio no nos especializa en un itinerario concreto, y por ello me temo que muchos músicos no se plantean qué les gusta antes de lanzarse a seguir este o aquel camino. Antes de nada hay detenerse un momento, y preguntarse ¿Qué es lo que más me gusta? ¿De todas las posibilidades que tengo, cuál me atrae?

Para respondernos, debemos conocer primero las opciones que tenemos. Incluso podemos tomarnos un tiempo para explorarlas, probar y descubrir cuál nos llena. Nadie nos empuja a que empecemos ya un camino, a hacer esto o aquello. Nadie más que nosotros. En realidad, tienes todo el tiempo del mundo para conocerte y descubrir TU opción. Que otros compañeros hagan audiciones no significa que tú tengas que hacerlas, y este ejemplo se extiende a todo. Se trata de encontrar tu camino personal.

Una vez nos hayamos decidido por aquello que más nos apetece, nos llena, nos hace felices o nos gusta, debemos empezar a andar ese camino. Algo no se consigue si no se va a por ello con todo lo que se tiene. Una vez me dijeron que cada día me preguntase: ¿esto que estoy a haciendo/voy a hacer me conduce a conseguir lo que quiero en la vida? Me parece una buena manera de seguir un objetivo. Cada decisión y cada esfuerzo vertido tiene que estar orientado a nuestros sueños y objetivos de futuro. Sino, es malgastar energía y tiempo.

Todos nos podemos equivocar

Aunque hayas tomado una decisión, un camino que seguir, es posible que cuando lo empieces te des cuenta de que te has equivocado. Que quizás no sea la opción que más te guste, la indicada para ti. A lo mejor descubres que no te merece la pena el esfuerzo que implica, no te recompensa o simplemente no es lo que esperabas. Pero el mundo no se acaba, porque siempre puedes cambiar de opción. Lo primero que debemos tener en mente es que el tiempo no debe preocuparnos. Tenemos muchas oportunidades de encontrar nuestra opción, y no es malo equivocarse.

Sectores a los que optar

No quiero hablar de opciones laborales muy concretas, porque creo que el mundo de la música es muy amplio y no tiene techo ni cinturón. Sin embargo, este post no estaría completo si no hablamos de los grandes sectores a los que podemos acceder los músicos:

La interpretación

Esto es muy amplio. Como ya sabrás, puedes optar por formar parte de una orquesta, ser solista, montar un grupo de cámara… Otras ideas que quizás no habías pensado: crear proyectos escenográficos diferentes, especializarte en un estilo concreto de música (como orientarte al mundo de la música antigua o la contemporánea), tocar en eventos…etc. La música interpretada ofrece un abanico muy amplio de posibilidades, y como hablábamos en este post, en la innovación creo que está la clave del futuro profesional en este sector.

La pedagogía

Este es un mundo que puede dar mucho de sí en la música. Creo que, en cuanto a técnicas pedagógicas aplicadas, hay todo un horizonte por descubrir. Las salidas laborales parecen reducidas (oposiciones para conservatorios/institutos/colegios, escuelas de música), sin embargo, como ya hemos dicho, en la innovación puede estar la clave. La combinación de pedagogía y escena ya está siendo un éxito, pero puede haber muchas más opciones que un músico con vocación de enseñar seguro que sabrá explotar.

La labor social

La música es un lenguaje universal que puede tener aplicaciones en muchos ámbitos: desde la medicina, hasta la inserción social. Ya hablamos sobre las posibilidades en este post. Es un sector en el que la música puede ejercer un papel prominente.

La gestión y producción cultural

Desde la gestión de empresas culturales, el marketing, la representación de artistas, la organización de eventos o conciertos… etc. Un mundo poco conocido por músicos, pero en el que podrían tener un papel principal.

La investigación

Aunque como apuntaba en este post, faltan departamentos de investigación en los Conservatorios, es un sector necesario y que puede ofrecer mucho al conocimiento sobre los músicos y todo su mundo.

Combinar música con otras especialidades

Muchas otras especialidades pueden mezclarse con la música. Por ejemplo, la salud y la música van de la mano. Todo músico conoce los riesgos laborales a los que se enfrenta, desde lesiones a problemas emocionales, todos relacionados con nuestra carrera. Un músico que se especialice en psicología o fisioterapia podría ser de gran ayuda para otros y para los avances en este sector.

En definitiva: descubre qué te gusta, reconoce tus opciones y ¡lucha por tus objetivos!

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Conoce lo que tocas, e interpretarás mejor

Cada vez que montamos una nueva pieza, ya sea en solitario, en música de cámara o en orquesta; hay todo un universo histórico y estilístico detrás que debemos conocer. Cada pieza pertenece a un momento dentro de la vida de su autor, a un momento dentro de su estilo musical y a un momento dentro de la historia. Entender y conocer estos datos nos dará una visión mucho más amplia de lo que la pieza significa.

¿Qué debemos tener en cuenta?

La partitura es la primera clave

En la partitura tenemos las primeras pistas sobre el contexto de nuestra pieza. No sólo nos ofrece los datos más obvios, como autor, fecha de composición, título…etc. Si manejamos la edición adecuada, y ésta es fiel a la grafía del compositor; los matices, las direcciones y las articulaciones que indica ya nos estarán ofreciendo una información amplia sobre el estilo en el que debemos movernos.

Crescendos y diminuendo, varias f o p, puntos o líneas, ligaduras… Cada figuración y cada indicativo que incluye la partitura pertenece a un momento musical en la historia, y nos pone enseguida en contexto.

Claves históricas para interpretar con estilo

En el mundo de la música, cada vez se es más fiel al gusto musical de cada época, a las ideas de cada compositor… en definitiva, al estilo. Y tocar dentro de estilo implica conocer el momento histórico en que la partitura fue escrita. Esto no sólo se refiere a conocer e interpretar según la etapa musical de la obra: clasicismo, romanticismo, barroco… Son términos muy amplios para hablar de interpretación. Aunque hablemos de clasicismo, no será lo mismo interpretar una obra de 1756 que una de 1783. Estudiar las características interpretativas que regían en los años de la obra que tenemos entre manos hará nuestro trabajo interpretativo mucho más fino, marcará la diferencia.

Autores distintos con distintas almas

Los compositores que escribían música dentro de un estilo y de una etapa musical también tenían su propia visión del mismo, su propio sonido. Para darle aún mayor profundidad a nuestra interpretación, debemos entender cómo es la música del autor en cuestión. El momento de su vida en que la escribió, qué situaciones pasaba, cuáles eran sus modelos a seguir… etc.

De esta forma, no es lo mismo el Beethoven de la Primera que de la Séptima Sinfonía. Cada autor vive una evolución que se refleja en su música. Todas estas características personales harán que veamos más allá del forte y el piano para dar una nueva calidad interpretativa.

Obras con historia propia

Muchas composiciones están inspiradas en historias literarias, fábulas, mitos, historias reales, poemas… Es un gran error desconocer la trama de estas historias que dan vida a la música que vas a interpretar. Al conocer la historia podremos descubrir qué motivos o temas musicales describen a qué personajes o situaciones: la muerte, el destino, la juventud, tragedia, amor… etc. También nos ayudará a crear el ambiente propicio: una historia inspiró la partitura, y nosotros debemos descodificar esa música para que al público le llegue la historia.

¿Por qué nos puede ayudar?

En general, cada pieza tiene su propia historia detrás, en la que confluyen situaciones políticas, económicas, sociales, culturales, detalles personales del compositor, inspiración, gusto musical de la época… Conocer todo el contexto nos dará una perspectiva más acertada, y unos argumentos más sólidos para defender nuestra interpretación.

Gracias al contexto, le estaremos dotando a nuestra interpretación de un punto de profesionalidad más allá del puro instinto y la estética que cualquier músico pueda tener.

Si quieres tener un libro de referencia sobre historia de la música, te recomendamos Historia de la Música Occidental

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Cómo y por qué debemos estudiar lento

La mayoría de los músicos habrán oído por parte de sus maestros las palabras “estúdialo lento”. Pero la impaciencia a veces nos puede, la práctica lenta nos resulta “fácil”, y tendemos a subir la velocidad demasiado pronto. La razón es que muchos músicos no saben gestionar el estudio lento, no saben qué hacer para beneficiarse de él, y se limitan a poner el metrónomo lento e ir subiendo puntos sin más.

La principal razón por la que debemos estudiar lento es que este tipo de estudio nos ayuda a observarnos. Cuando tocamos a un ritmo rápido, puede parecernos que la obra o el pasaje nos sale. Sin embargo, puede que las apariencias nos engañen y, al tocar a cierta velocidad, no seamos capaces de reconocer pequeños detalles y errores que pueden acentuarse con el tiempo hasta finalmente grabarse en nuestra interpretación, restándole calidad.

¿Cómo identificar el tempo lento con el que debo comenzar a estudiar?

Nos enfrentamos a una nueva pieza, cogemos el metrónomo y lo ponemos a un tempo cómodo. Pero, ¿cuál es el ideal para empezar a trabajar? En el libro Practicing for Artistic Success: The Musician’s Guide to Self-Empowerment, Burton Kaplan  habla de tempo lento y control. El tempo de estudio ideal es aquel en el que podemos controlar todo lo que hacemos: afinación, movimientos, respiración…etc.

Para averiguar cuál es este tempo cómodo, primero ponemos el metrónomo a una medida que pensemos que nos puede servir y probamos. Si ocurre algún error en este tempo, bajamos un poco el metrónomo y volvemos a probar hasta que logremos tocar la pieza sin error alguno. Ése será nuestro tempo cómodo, del que debemos partir.

Ese tempo cómodo es el que nos permitirá digerir cada uno de los componentes de la música, pudiendo atender a todos ellos a la vez sin ansiedad ni descontrol: calidad del sonido, afinación, articulaciones, dirección de la música…etc.

¿Por pasajes o con la obra entera?

Seguramente te preguntarás cuál es la mejor opción, si trabajar pasajes complejos a un tempo más lento que el resto de la obra o trabajar la obra completa al mismo tempo, aunque haya partes que te cueste menos controlar. Cualquiera de las dos opciones puede ser válida.

Por un lado, podemos descubrir dentro de la obra qué pasajes traen más dificultades técnicas o musicales y trabajar sobre ellos lentamente y de manera aislada. Para ello, podemos utilizar diferentes articulaciones, observando con calma cuáles son los problemas que nos impiden tocar ese pasaje cómodamente: ¿hay algún fallo de coordinación? ¿se trata de la afinación? ¿el fraseo no funciona?… Una vez solucionado el problema y trabajado de manera lenta y concienzuda, podemos introducirlo con el resto de la obra.

Sin embargo, también cabe la posibilidad de trabajar la obra por completo a los mismos niveles de tempo. Sobre ello, me resulta muy interesante la forma de trabajar que describe Natalia Lomeiko en The Strad: Toco cada sección lentamente, trabajando en la afinación, el carácter y construyendo mi tempo. Subo la velocidad gradualmente. Algunos pasajes necesitarán más tiempo que otros hasta que salgan a mayor velocidad, pero no subo la velocidad general la pieza hasta que esté lista para tocar todo a esa velocidad. Para mí, esto hace que el proceso de aprendizaje sea mucho más rápido; y me ayuda a estar segura de que no hay secciones de la pieza que me asusten. Si subo la velocidad de toda la pieza, excepto en una sección difícil hasta que me salga como el resto, es más probable que me asuste esa sección cuando tenga que tocar a la velocidad final.

Busca los errores, pregúntate por qué y busca soluciones

Trabajar lento no consiste simplemente en tocar lento, ir subiendo el metrónomo, y esperar que todo mejore por arte de magia. El objetivo de tocar lento es identificar los problemas que te impiden tocar más rápido el pasaje o la obra en concreto.

Una vez identificado, debes entender por qué es un problema, qué estás haciendo de manera incorrecta, o por qué te cuesta más ese pequeño fragmento o nota. Cuando comprendas esto, busca soluciones, maneras de trabajarlo y mejorar solo ese pequeño error que te impide subir de tempo.

Tienes que ser como tu propio profesor, observarte, corregirte y ponerte deberes para mejorar.

¿Cuándo subir el tempo?

Si has tocado un par de veces lento la obra o el pasaje y subes el tempo porque crees que ha sido suficiente, estás equivocado. El aprendizaje necesita su tiempo, necesitas varios días para asumir todo lo que estás corrigiendo, interiorizar cada detalle de la interpretación que quieres que salga de tu trabajo. El cerebro necesita tiempo para comprender, automatizar y utilizar todo el trabajo que estás haciendo.

Según Shelly Trampoosh en The Strad, debes mantener este tempo lento y cómodo durante cuatro días antes de aumentar la velocidad. Para Maxim Rysanov, con tres días es suficiente para que el cuerpo asuma cada movimiento y respiración. Después sube la velocidad poco a poco, hasta que a la semana de estar trabajando, ya puede hacerlo en el tempo final.

Sean dos, tres, cuatro, queda claro que la práctica lenta tiene que mantenerse durante varios días para que sea efectiva.

Recomendamos el libro: Practicing of Artistic Succes

También puedes leer este artículo de The Strad

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