Archivo de la etiqueta: técnica
Las tablas de digitaciones
El post sobre la digitación en la tuba y el bombardino se ha convertido en uno de los más vistos del blog. Todos los días varias personas llegáis aquí a través de los buscadores con la esperanza de encontrar las digitaciones para los distintos tipos de tuba, y por ello he confeccionado estas tablas que pongo a vuestra disposición en formato .pdf. Podéis descargarlas clicando sobre el tipo de tuba:
Tuba en Sib (sist. compensado) | Tuba en Do (4 válvulas) | Tuba en Mib (sist. compensado) | Tuba en Fa (5 cilindros) | Bombardino en Si bemol (sist. compensado) |
Tuba en Sib (no compensado) | Tuba en Do (5 válvulas) | Tuba en Mib (no compensado) | Tuba en Fa (6 cilindros) | Bombardino en Si bemol (no compensado) |
Artículos Relacionados
¿Buscas digitaciones para tuba? Están todas aquí, publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.
Si, garbanzos. Para estudiar. Con tu instrumento. Parece una broma, pero no lo es. Además de metrónomo, afinador y lápiz, cuando me pongo a estudiar suelo tener diez garbanzos preparados . Yo uso garbanzos, pero lo mismo sirven alubias que céntimos o cualquier otro objeto pequeño del que sea fácil conseguir una decena. Enseguida entenderéis por qué.
En nuestra vida diaria estamos adquiriendo y dejando hábitos continuamente y sin darnos cuenta. Habitualmente pensamos que un hábito es algo físico, pero en realidad son una cuestión mental: Empezar a vestirse por los pies es un hábito, pero pensar “yo no sirvo para esto” también. En el fondo son lo mismo, porque se trata de mensajes u órdenes que nuestra mente utiliza en el día a día para funcionar.
El estudio de un instrumento musical también se basa en hábitos: Mantener una postura correcta, respirar eficazmente, relajar nuestro cuerpo y en especial algunas partes -como la garganta y la musculatura labial en el caso de los instrumentos de viento-, evitar hinchar los carrillos, mantener una actitud positiva frente a una pieza compleja…. son algunos de los hábitos que debemos incorporar a nuestra manera de tocar para hacerla más eficiente y por tanto progresar.
Generar un hábito
El hábito se basa en la repetición y automatización de patrones de comportamiento: un comportamiento que ahora hacemos conscintemente se convertirá en un hábito en el momento que el que esté incorporado a nuestra lista de “cosas que hacemos sin pensar”.
Algunos estudios afirman que en 21 días es posible cambiar o adquirir un hábito, entendido como la incorporación y automatización de ese comportamiento. Es posible que muchos hábitos relativamente sencillos sean automatizados en esos 21 días, pero también es seguro que otros necesitarán meses de actividad consciente y en cambio otros serán cuestión de unos pocos días.
¿Y los garbanzos?
Todos nos hemos encontrado estudiando con ese pasaje enrevesado, que por algún motivo se resiste a ser tocado sin hacernos perder la paciencia. En realidad, lo único que debemos hacer es cambiar el hábito que tenemos en la manera de tocarlo por otro más eficiente. Así de sencillo.
Sencillo, pero no inmediato. Ya hemos dicho que la repetición es la clave. Repetición y constancia: varias repeticiones a lo largo de varios días. Aquí entran en juego nuestros amigos los garbanzos y la templanza para saber que no será cuestión de un momento y por tanto no perder los nervios porque “no me sale”.
Los garbanzos sirven para marcar las repeticiones que hacemos del pasaje en cuestión; o de un ejercicio concreto o de todos ellos. Como con la mayoría de cosas, cada maestrillo tiene su librillo, y las posibilidades de usar los garbanzos para contar diez son muchas. Combinando la repetición con otras pautas de estudio podemos hacerlo mucho más ameno y efectivo. El reto consiste en mantener el listón bien arriba, haciendo cada repetición igual o mejor que la anterior y fijandonos mucho (sobretodo al principio) en qué estamos haciendo bien para incorporarlo a nuestro repertorio de “cosas que hacemos que deben convertirse en hábitos”. Os dejo algunas ideas:
- Podemos simplemente hacer el ejercicio o tocar el pasaje diez veces y pasar a otra cosa.
- Podemos marcarnos el reto de hacer el ejercicio o tocar el pasaje diez veces seguidas tal y como nos gustaría tocarlo. Si la novena vez no nos sale así volvemos a contar desde el principio.
- Podemos tocar el ejercicio o tocar el pasaje diez veces lento antes de hacerlo a mayor velocidad.
- Podemos tocar el pasaje diez veces de atrás hacia delante para tener mayor flexibilidad mental y comprobar que, en el fondo no es tan difícil.
Y así hasta el infinito….
¿Algo que añadir? Tu opinión es importante, deja tu cometario un poco más abajo.
Si te han gustado mi blog y este artículo te sugiero que te suscribas a la lista de correo para recibir cómodamente las novedades. También agradeceré que compartas este contenido a través de tus redes sociales.
Artículos Relacionados
Garbanzos para estudiar (cómo generar hábitos de estudio), publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.
No voy a hablar de cine, aunque reconozco que este artículo viene motivado por un vídeo que me llegó ayer a través de las redes sociales y me hizo caer en la cuenta que el asunto de los efectos sonoros a través del instrumento siempre me ha interesado. Tanto como para haberle dedicado el trabajo de fin de carrera al tema. El vídeo en cuestión era este:
En clave de humor, el protagonista del video nos enseña como con algo tan sencillo como un patito de goma podemos crear efectos muy impactantes. La imaginación de cada uno es el arma más poderosa a la hora de inventar estos juegos que pueden añadir mucho interés a nuestras interpretaciones, sobretodo cuando tenemos muchas opciones de añadir una fuerte carga escénica a la actuación. De hecho, desde hace varias décadas y cada vez más, los compositores incluyen sonidos y efectos que van más allá de las notas.
Los efectos básicos
Muchos de estos efectos surgen en el mismo momento en que cogemos el instrumento por primera vez y vienen propiciados por la propia curiosidad humana. ¿Quien no ha probado alguna vez?:
- Soplar a través del instrumento sin emitir notas, creando un efecto de viento.
- Tocar la boquilla sola.
- Hablar o emitir sonidos a través del instrumento como si fuese un megáfono.
- Retirar una o varias bombas de afinación y combinar -o no- ambos timbres.
- Tocar con las válvulas a medio recorrido.
Otros efectos habituales
Confesemos: todos lo hemos hecho. Además de estos “clásicos básicos” hay otros efectos que no son tan evidentes pero sí aparecen con frecuencia en multitud de composiciones. El ejemplo más claro son los multifónicos que se consiguen combinando el sonido propio del instrumento y la voz. Otros efectos que se usan con frecuencia en la composición contemporánea:
- Bending: que consiste en variar la afinación de una nota, ascendente o descendentemente.
- Frullatto: se consigue pronunciando la letra /r/ al mismo tiempo que emitimos la nota, y provoca una vibración similar a un picado extremadamente rápido.
- Glissando: si, vale, si hablamos de este efecto nos viene un trombón a a cabeza, pero no por no tener vara no podemos hacerlo. Para facilitar su ejecución se pueden mover rápidamente las válvulas o dejarlas a medio recorrido.
Tuba preparada
¿Os suenan las obras para piano preparado popularizadas por John Cage? ¿Por qué no hacer lo mismo con nuestro instrumento? De hecho, el video que sirve de introducción a este artículo muestra una preparación y extraer las bombas otra. Las posibilidades de preparar nuestro instrumento son infinitas:
- Añadiendo elementos similares al silbato del patito de goma, como matasuegras o trompetillas.
- Nos podemos poner en plan más pro y utilizar boquillas de saxofón, clarinete, contrafagot, fagot u oboe. ¡Los sonidos emitidos son muy, muy extraños!
- Con una bolsa de plástico o un parche de instrumento de percusión adecuadamente colocado sobre la campana conseguiremos un kazoo.
- Verter agua en una de las tuberías también puede crear un efecto muy sorprendente.
Y si en lugar de preparar el instrumento utilizamos elementos externos:
- Colocando un barreño con agua, introducir y sacar la campana.
- Enfocando la campana hacia un ventilador en marcha.
- Podemos unir varios instrumentos y conectarlos con mangueras a las distintas válvulas del instrumento base.
Toc, toc
Los percusionistas lo saben: cualquier cosa, percutida con gracia, se convierte en un instrumento de percusión. Así:
- Con la palma de la mano sobre la boquilla conseguimos un efecto similar a un bombo.
- Si en lugar de la palma de la mano usamos una lámina de plástico rígido sobre la boquilla convertimos nuestro instrumento en algo similar a una darbuka.
- El vacío que resulta de extraer repentinamente una bomba provoca un pop.
- Y al extraer lentamente la bomba provocamos un sonido de aspiración.
- Podemos percutir distintas partes del instrumento, como el borde de la campana, la propia campana, el cuerpo…. Con el dedo desnudo o con objetos como anillos, dedales, etc…. O directamente con baquetas de diversas caracterírticas.
- Podemos raspar el borde de la campana como si de una copa de cristal se tratase. Distintos materiales (cerámica, metal, pizarra, cristal…) producirán distintos sonidos. Este efecto requiere bastante tiempo de entrenamiento para aprender a producir el sonido.
Esta es una muestra de la variedad de efectos que se pueden conseguir de nuestro instrumento sin recurrir a la tecnología, algo que por otro lado nos abre las posibilidades hacia un universo paralelo de combinaciones. Por supuesto, todos estos efectos son aplicables a cualquier instrumento de viento-metal, y animo a quienes habéis llegado hasta aquí a experimentar con ellos y buscar vuesro propio lenguaje interpretativo.
Si te han gustado mi blog y este artículo te sugiero que te suscribas a la lista de correo para recibir cómodamente las novedades. También agradeceré que compartas este contenido a través de tus redes sociales.
Artículos Relacionados
Efectos especiales (sin hacer una lista concreta), publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.
Los artistas en general y los músicos en particular somos peculiares: Toda nuestra actividad gira en torno al hecho de hacer Arte, algo que en un mundo tan obsesionado con que todo lo que hacemos sea útil resulta superfluo, absurdo e irracional; incluso habrá quien dirá que es -directamente- una pérdida de tiempo.
¿Para qué sirve el Arte, entonces? ¿Qué función cumplimos los artistas en la sociedad? Estas y otras muchas preguntas similares nos golpean (o deberían golpearnos) al plantearnos cuál es la finalidad de nuestra actividad artística, especialmente si hemos hecho de ella nuestra profesión. A este respecto debo recomendar encarecidamente La utilidad de lo inútil, un breve ensayo que pone de manifiesto la agresividad de nuestra cultura hacia todo aquello que no sea productivo. Abro fuerte, lo admito, pero la propia inercia de nuestro entorno nos empuja a una rutina en la que obviamos la finalidad de lo que hacemos, y cuando eso ocurre podemos llegar a la paradoja de convertirnos en autómatas, máquinas que hacen las cosas sin pensar para qué las hacen.
La técnica: un medio, no un fin
Tal vez la música sea el arte en el que la capacidad técnica (o la falta de ella) sea más evidente y menos excusable, especialmente cuando tocamos en conjunto, algo que ocurre con bastante frecuencia. Por este motivo, cualquier buen músico que se tenga por ello o quiera llegar a serlo intentará mejorar sus habilidades técnicas, primero recibiendo consejos y/o sugerencias de profesores y posteriormente bajo su propio criterio.
La técnica instrumental es, como la mayoría de habilidades manuales, una actividad ilimitadamente perfectible, es decir, que siempre podremos tocar mejor de lo que estamos tocando ahora. Esta característica hace que los músicos seamos perfeccionistas por naturaleza. Y críticos, ya que sin sentido crítico sería imposible identificar los aspectos técnicos que necesitamos mejorar. Por estos motivos, la necesidad de perfeccionarnos técnicamente suele centrar -incluso monopolizar- nuestra atención cuando nos ponemos a estudiar con nuestro instrumento. A menudo la meta de nuestras sesiones de estudio es llegar a tocar más notas, más rápido, con mejor sonido y con más facilidad.
La búsqueda de la perfección técnica es un objetivo necesario y loable. Cuanto más depurada sea nuestra técnica menos tendremos que preocuparnos de ella, tocaremos con mayor seguridad y confianza en nosotros mismos, podremos acometer obras más exigentes (que no por ello más difíciles) y nos podremos permitir el lujo de utilizar nuestra energía a otras cosas cuando tocamos.
¿Otras cosas? ¿Qué otras cosas? Música
La Música, en mayúsculas, va mucho más allá de una técnica depurada. Vuelvo al principio: la música es un arte, uno de esos medios creativos que tenemos los seres humanos para transmitir todo aquello que sentimos, que nos ocupa y nos preocupa. Nosotros, músicos, tenemos la oportunidad de expresarnos a través de ella, haciendo que quien nos está escuchando sienta lo mismo que nosotros. Y todos y cada uno de nosotros estamos capacitados para ello, tenemos en nosotros mismos los recursos necesarios
Lo que diferencia a un gran músico del que no lo es no es tanto la técnica como la capacidad de “hacer música”, de transmitir algo con su interpretación; muchos grandes cantantes fuera del ámbito clásico carecen de técnica y sin embargo son muy capaces de emocionarnos. Cuando ese algo está se nota, el espectador puede sentirlo, la música los intérpretes y el público se funden en una “piel de gallina colectiva” y el ambiente se vuelve tan denso que casi se puede palpar; se produce algo ancestral, casi mágico. Esa sensación la he sentido muchas veces personalmente, tanto como espectador como desde el escenario. Eso, para mí, es hacer música.
Artículos Relacionados
Hagamos Música, publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.