El bosque sería demasiado aburrido si solo cantaran los pájaros que mejor lo hacen

El valor de la música y del canto es de sobra conocido. La música nutre la mente y dota al cerebro de estímulos que otras actividades no provocan.
El canto, debido a que la fuente emisora es el propio cuerpo, supone un estímulo adicional a la actividad cerebral ya que intervienen tanto la mente como el cuerpo y todo el sistema perceptivo. 

Sinceramente creo todas las personas pueden cantar bien, eso no quiere decir que todas tengan las condiciones adecuadas para dedicarse profesionalmente a una carrera artística. Sin embargo todas pueden acceder al disfrute que la música provoca y a su sensación de bienestar.


Una vez, una catedrática de lenguaje musical del Conservatorio Superior de Madrid manifestó, y concuerdo con ella, que todos los niños, con un desarrollo mental y personal normal, pueden estudiar perfectamente música hasta el cuarto curso aproximadamente de cualquier carrera de música de conservatorio. 

Mi experiencia como docente me ha permitido observar caras de felicidad cuando personas de cualquier edad consiguen cantar de una manera libre y se dan cuenta de que su voz tiene más posibilidades de desarrollo de lo que ellos mismos pensaban y creían, indepedientemente de la edad. 

Me sabe muy mal que en otros tiempos hicieran callar a los niños que no poseían una facilidad a priori. Estoy convencida de que, con un poco de paciencia, hubieran descubierto su voz y podrían haber cantado felices.

Por otro lado en los centros educativos muchas veces se pretende que todos los estudiantes de canto tengan un perfil exclusivamente de intérprete y se olvidan de que el sistema requiere buenos profesores de música que tengan recursos vocales suficientes para poder hacer un trabajo coherente y satisfactorio. 

Por lo tanto dejemos que en el "bosque del canto" canten todas las "aves" que deseen hacerlo.