Porto molts dies donant voltes a una crònica que vull escriure sobre el II Congreso Nacional de Música ConEuterpe que va tenir lloc els dies 28, 29 i 30 de maig a Sanlúcar de Barrameda, i no sé com fer-ho. Mandra..? Falta d'idees..?
Voldria que fos un resum només per mi, un recull de tot el que allí hi vaig veure i hi vaig viure, perquè la meva memòria és molt curta i m'agradaria poder recordar-ho tot a un cop de clic.
Se m'acut començar amb un fragment d'una cançó de Lluís Llach: Venim del nord, venim del sud, de terra endins, de mar enllà i no creiem en les fronteres si darrera hi ha un company amb les seves mans esteses ...
I això és el que m'hi vaig trobar: moltes mans esteses de companyes i companys procedents de tot arreu que, com jo, bojos per la música, hi van compartir coneixement, molt de coneixement, però sobretot amistat molta amistat, i companyonia, molta companyonia (vegeu algunes de les fotos que em vaig fer alguns dels que ens hi vam trobar)
Molts han escrit i els seus escrits (Olga Veiga, Juan Carlos de Miguel, Ángels Alsasua, JuanMa Diaz ...) recullen perfectament l'ambient que s'hi va respirar i la màgia que poc a poc es va anar creant entre tots els que allí estàvem.
Una idea comuna però, "sense música no hi ha educació". De fet la conferència inaugural es titulava justament així: Sin música, ¿hay educacion? i va córrer a càrrec del gran Fernando Trujillo.
Una menció especial a la meva companya de fatigues, la Mar Serón, la "chiqueta", amb qui vam presentar la ponència "Móviles y tablets en clase de música". Ens vam conèixer a Múrcia en el I Congrés ConEuterpe i des d'aleshores no hem deixat d'estar en contacte gràcies al nostre claustre virtual que són les xarxes socials.
Esta semana en nuestra sección de Lesiones de un… le toca a los contrabajistas. En estos post vamos a identificar sólo algunas dolencias que son propias de unos y otros instrumentistas. Si crees que sufres alguna de estas lesiones es importante que consultes con un médico.
Si quieres aprender más sobre lesiones y ejercicios p
Se realizan pequeños excesos que repetidos en el tiempo provocan una inflamación del tendón. También sobreviene por tensiones. Puedes notarlo en los dedos o la muñeca.
Reposo.Una vez pasada la lesión, fortalecer la zona y realizar estiramientos.
Tendinitis de Quervain
Es una inflamación de los tendones de muñeca en la base del pulgar.
Reposo- Una vez pasada, fortalecer la zona y realizar estiramientos.
Puedes sobrecargar tu espalda cuando realizas demasiados esfuerzos o estudias con una mala postura. También puede pasarte por el transporte del contrabajo.
Calor en la zona y estiramientos. Yoga y Pilates, ideales para problemas de espalda.
Codo de tenista
Lo reconocerás porque te duele el codo en su cara exterior. También puedes notarlo en el antebrazo o la muñeca. Es más común en el brazo derecho.
Disminuye el tiempo de estudio y fortalece la zona con ejercicios cuando notes que el dolor va disminuyendo.
Codo de golfista
Con esta lesión te dolerá el codo en su cara interior. También es propia del brazo derecho.
Disminuye el tiempo de estudio y fortalece la zona con ejercicios cuando notes que el dolor va disminuyendo.
Pinzamiento del nervio cubital
Te dolerá el meñique o incluso el anular. Puede que se te duerman y te hormigueen. También notarás malestar en el antebrazo.
Estira el antebrazo para liberar el nervio atrapado. Puede que la causa desaparezca, pero el dolor nervioso puede durarte varias semanas después, no te asustes por ello.
Sentirás dolor y hormigueo en los dedos y el antebrazo. El nervio mediano se pinza por un mal movimiento de muñeca o se irrita por un roce continuo, así que vigila que no estés haciendo nada brusco con ella mientras tocas.
Estira el antebrazo para liberar el nervio atrapado. Puede que la causa desaparezca, pero el dolor nervioso puede durarte varias semanas después.
Heridas en los dedos
Esto suele ocurrir en la mano derecha por la práctica recurrente del pizzicato. En la mano izquierda es menos frecuente porque se suelen tener callos que protegen las yemas de los dedos. Si no tienes callos en los dedos, es más probable que sufras pequeñas heridas
No fuerces y sigas practicando con heridas. Intenta proteger los dedos con tiritas. La mejor solución es desarrollar callos de manera progresiva, practicando.
Cervicalgia/dolor en la parte superior de la espalda
Es una lesión muy común en contrabajistas. Estos dolores sobrevienen por la postura, la sujeción del arco, la tensión acumulada por el cansancio… Estos factores provocan malos hábitos, como subir los hombros al practicar, lo cual da lugar a contracturas y dolores.
Aplica calor seco en la zona. Intenta vigilar tu postura y practicar deporte para mantener tu espalda fuerte.
¡¡Recuerda!! El mejor tratamiento es la prevención. Ponerse a tocar sin calentar es un gran error. Obsérvate mucho, cuida tu postura y tus crispaciones mientras tocas. ¡Mantén tu musculatura fuerte!
Os presento un interesante trabajo que ha realizado Ángel Rodríguez en el Conservatorio Profesional "Tomás Luis de Victoria"(Avila) con sus alumnos de 2ª de Enseñanzas Profesionales.
Cada uno de los alumnos ha escrito una variación sobre la Zarabanda de Haëndel con Noteflight y este es el resultado final. Podréis escuchar el tema y a continuación la variación de cada uno de los alumnos. ¡Excelente trabajo! ¡Enhorabuena!
Nuestro autor invitado Guillermo Názara nos ofrece un genial artículo sobre el musical Cats. Podéis seguirle en Twitter @MrNazara y en su canal de Youtube y leer más artículos e información sobre musicales en la revista digital que dirigehttp://primerafilarevista.com
Aquella noche comprendió que su vida estaba acabada… La fama y el lujo que la habían acompañado durante años se habían desvanecido por completo; ya no eran más que un fugaz recuerdo en su memoria, una fantasía intangible que ya nunca más se tornaría en realidad. El miedo y la angustia se habían apoderado de ella; no solo por el olvido del público, sino por el odio y el rechazo que los que tiempo atrás fueron sus amigos ahora profesaban hacia ella. Estaba sola y no tenía a dónde ir. Con el rostro empapado en lágrimas, bajo la gélida luz de una farola, se hacía una y otra vez la misma pregunta: “¿Qué ha sido de todo lo que yo conseguí ser? ¿Qué ha sido de Grizabella, la gata del glamour?”.
Andrew Lloyd Webber se había quedado fascinado con aquella trágica historia, olvidada en un viejo montón de papeles que la viuda de T. S. Eliot conservaba en el deshabitado escritorio del poeta. Ambos se habían reunido a petición del compositor, quien tenía intención de convertir la obra del autor galés en un espectáculo que estrenaría en el West End londinense. No obstante, ni la popularidad y el éxito que el músico británico había cosechado con Evita y Jesucristo Superstar ni la pasión que este sentía por los versos de su marido servirían para encandilarla; no autorizaría nada que supiera que su esposo habría desaprobado. Prueba de ello era la carta de rechazo que el propio Eliot escribió a los directivos de Disney, quienes también se habían interesado por sus peculiares felinos.
Sin duda, Lloyd Webber se enfrentaba al mayor reto de toda su carrera, no solo por la necesidad de escribir una partitura que convenciera a la reticente viuda de Eliot, sino por el enorme cúmulo de infortunios que esta producción estaba condenada a sufrir. El apoyo y el entusiasmo que había disfrutado durante la creación de sus anteriores musicales habían sido sustituidos por la desidia y la desconfianza; todo Londres estaba convencido de que el apodado como “rey Midas del teatro musical” se había vuelto loco. Hasta Trevor Nunn, el director, dudaba que la obra pudiera tener una buena acogida. Estaba convencido de que Lloyd Webber acababa de tener su primera mala –si no, pésima- idea para un show; y, lamentablemente, le había tocado a él lidiar con ella.
Ajeno a las constantes críticas que su obra recibía incluso antes de haber visto la luz, Andrew se centró en componer la partitura más ambiciosa que jamás había escrito hasta la fecha. Después de haber experimentado con una interminable lista de estilos musicales, que comprendían desde enérgicas canciones de rock duro hasta sugerentes tangos argentinos, el autor estaba convencido de que había llegado la hora de reunir todos sus registros en una única pieza; y los gatos de Eliot, únicos y completamente dispares entre sí, eran la perfecta excusa para llevar a cabo ese proyecto.
Después de largas y agotadoras semanas frente al piano, Lloyd Webber logró poner “nota y final” a la música que decidiría el futuro de un show como nunca antes había hecho otra composición. Si a la esposa del fallecido poeta no le convencía, todos los esfuerzos habrían sido en vano. No obstante, en aquel momento Andrew estaba más preocupado por uno de los solos que había escrito.
Aunque ya lo había creado hace años para una posible adaptación de Sunset Boulevard, obra maestra del cineasta Billy Wilder, hacía días que el artista temía haber plagiado a algún otro autor; probablemente, Puccini. Vacilante y presa de los nervios, Andrew decidió salir de dudas preguntándole a su padre, quien durante años había sido director del Royal College of Music de Londres. Tras interpretarla en el piano, Andrew preguntó exaltado: “¿No te suena a algo que ya hayas escuchado?”. Muy a su pesar, este asintió rotundamente.
Andrew no sabía cómo reaccionar; sus mayores temores acababan de hacerse realidad. Aquella pieza reflexiva y melancólica, quizás uno de las mejores melodías que jamás había puesto sobre papel, no era más que una imitación de lo que otro ya había concebido años –si no, siglos- atrás. Poco esperaba en ese momento la contestación que su padre estaba a punto de darle: “Hijo mío, esto suena a diez millones de dólares”. Se trataba de la mundialmente conocida Memory.
En aquel instante, cualquier atisbo de inseguridad en su obra se disipó por completo. Andrew se había dado cuenta de que la partitura estaba lista para que ser puesta a prueba. Había llegado la hora de averiguar si aquellos versos infantiles que habían pasado de puntillas por la Historia de la Literatura se convertirían en reclamo para miles de espectadores en las bulliciosas calles de Covent Garden. Acompañado de un pequeño elenco de actores y cantantes, Andrew organizó un concierto en su casa de campo de Sydmonton, cuya invitada de honor era la responsable de decidir el destino del musical.
Apenas hicieron falta unos minutos tras la función para que esta se acercara al compositor para darle un rotundo ‹‹sí››. “Estoy impresionada”, le comentó, “Es totalmente diferente a lo que Disney le presentó a mi marido. Tú lo has hecho callejero; es justo lo que él habría querido”.
Andrew no podía creer lo que estaba oyendo. El colosal esfuerzo que había supuesto musicalizar aquellos poemas había dado sus frutos. La esposa de T. S. Eliot no solo estaba convencida, sino ilusionada con el proyecto. Parecía que después de haber tenido que enfrentarse a un sinfín de obstáculos de todo tipo, las cosas empezaban a cambiar. Además, ya había encontrado el teatro perfecto para montar el espectáculo; un antiguo plató de televisión, cuyo escenario se adaptaba a la perfección a las necesidades del show. Ya solo quedaba encontrar a un coreógrafo capaz de diseñar dos horas y media de baile y el musical estaría listo para abrir en el West End.
Fue entonces cuando Andrew recibió una llamada del productor: “No sé cómo decirte esto, pero los inversores han retirado todo el dinero. Creen que tu idea los arruinará”. Andrew se quedó helado; toda la ilusión y el trabajo que había puesto en la creación Cats y, sobre todo, en conseguir los derechos para realizarlo parecían haber sido en vano. ¿De verdad iba a dejar que aquello en lo que había invertido tantas horas y sacrificio muriera tan fácilmente? No estaba dispuesto a consentirlo. Sabía que este musical supondría un punto de inflexión no solo en su carrera, sino en la Historia del teatro británico; y si era preciso invertir toda su fortuna para llevarlo a cabo, así sería.
Fuentes:
"Sondheim & Lloyd Webber" de Stephen Citron. Documental "The Making of Cats" Documental "The History of Musical Theatre " "Andrew Lloyd Webber - 40 years of Music" TS Eliot "Old Possum's Book of Practical Cats"
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