Grandes oradores: César Gómez Mora, cobra más importancia saber comunicar de manera clara y atractiva.

¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Existe un antes y un después claro: en 2011 me uní a Valencia Toastmasters, un club de oratoria, y es ahí donde empieza mi camino hacia la profesionalización. Sin embargo recuerdo que ya haciendo la presentación del proyecto de fin de carrera me preocupé por hacer una presentación efectiva y diferente.

¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Las personas somos comunicación. No hay proyecto ni emprendedor para el que la comunicación no haya sido una pieza necesaria. La buena comunicación hace que un grupo de personas trabaje hacia un objetivo común. La buena comunicación hace que los clientes se interesen por lo que vendemos. La buena comunicación hace que los inversores decidan apostar por nuestro proyecto.

¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
Somos seres sociales y la comunicación es el hilo invisible que nos une a todos como familias, como empresas y como sociedad. Estamos sumergidos en mensajes a diario: de nuestro teléfono, en la calle y en todos sitios. Precisamente por eso es tan importante un mensaje trabajado: en un mar de mensajes e información solo se escuchan los mejores.

En el mundo que viene, qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar.
Más de 50 años de mensajes televisivos y publicidad nos han hecho selectivos e impacientes. Internet ha agudizado este síntoma. Hoy en día, si recibo un vídeo de YouTube de 10 minutos... me pienso si lo veo. Si el vídeo dura una hora, ni lo veo. Piensa lo que esto significa a todos los niveles. Estamos compitiendo a nivel comunicativo con mensajes super concentrados y efectivos. 

Cada vez somos menos sensibles a la mala comunicación. Un profesor que no es capaz de comunicar a este nivel, pierde a todos sus alumnos en media hora. O un profesional que hace un seminario y no se ha preparado: el público está ahí... pero está pensando en otra cosa: tanto el presentador como la audiencia están perdiendo el tiempo.

Cada vez cobra más importancia saber comunicar de manera clara y atractiva. Esto no solo se aplica a las presentaciones en público sino también a la comunicación por escrito.

¿Escribes como hablas? ¿Hablas como escribes?
Por supuesto que no. El medio escrito y el medio oral son totalmente diferentes y por tanto requieren tratamientos diferentes. El medio es el mensaje, como dijo Marshall McLuhan. 

Para empezar, una presentación la conduce el que habla, sin embargo un texto lo conduce el que lee. Cuando lees un texto, puedes volver a leer algo que no has entendido, como lector estás al volante. Sin embargo cuando escuchas una charla, no puedes volver atrás, el presentador dicta el ritmo. Además la densidad de información en un texto escrito es mucho mayor que en una charla. Estas dos diferencias dictan, por ejemplo, que se recomiende la repetición al hacer presentaciones, pero no al escribir.

Además, un texto escrito nos da pistas: párrafos, palabras en negrita, puntos, comas, capítulos, etc. Estos actúan como señales de tráfico que nos indican por dónde y hacia dónde vamos. También nos indican la jerarquía de la información y qué partes son más importantes que otras. En el lenguaje hablado todo esto se pierde, y el orador tiene que usar las pausas, la entonación, el volumen y la velocidad al hablar para ayudar al oyente a entender mejor el contexto e importancia de lo que está diciendo. Por ejemplo, cuando decimos una frase importante es recomendable hacer una pausa larga para subrayar su importancia, pero también para dar tiempo a la audiencia a asimilar lo que estamos diciendo.

¿Cómo preparas las conferencias?
Suena un poco obvio, pero trato de preparar siempre las charlas con dos ingredientes principales: tiempo y preparación. El tiempo lo necesito para poder ir mejorando la charla, investigar, dejar que los conceptos tomen forma en mi cabeza. Siempre empiezo con papel y boli, NUNCA con el PowerPoint. Lo primero que hago es pensar en la idea central: ¿qué quiero que se lleve la audiencia de esta charla? Porque no se van a acordar de todo. De hecho, olvidarán el 90%. Por tanto, es importante pensar en qué objetivo quiero conseguir como punto de partida. 

El segundo ingrediente es la preparación o más concretamente los ensayos. Los músicos ensayan, los actores ensayan y los deportistas entrenan. Sin embargo muchas veces los presentadores no nos preparamos ni ensayamos. La primera vez que hacemos nuestra charla es... en el escenario, cuando nos lo estamos jugando todo. Imagínate una cantante que canta una pieza por primera vez el día del estreno.

¿Qué haces para cuidar tu voz?
La voz es un poco mi asignatura pendiente. Tengo la suerte de respirar abdominalmente de manera natural, con lo cual ya tengo eso ganado. Trato de hacer deporte y comer bien. Entiendo que un corazón y pulmones sanos ayudan a tener una mejor voz.

¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Inicialmente no era consciente de mi voz ni mi lenguaje corporal. A medida que gané experiencia pasó algo muy curioso: empecé a usar un personaje. Mi yo del escenario hablaba diferente, con voz de orador. Mucha gente que me conocía decía que sonaba raro, que no era yo. Era como un mal actor interpretando a un buen orador. Con el tiempo trabajé en mi naturalidad y en el tono conversacional. Mi objetivo hoy en día es sonar como yo mismo, sonar natural.

¿Qué hace a un buen orador?
Es importante destacar que el buen orador se puede hacer. El buen orador domina una serie de habilidades que se pueden enseñar de manera muy fácil. Es un error pensar que algunos nacen con la habilidad de saber en público y otros no.

Los griegos resumieron esto en tres características: ethos, pathos y logos. Ethos es la capacidad de que la audiencia confíe en ti, mostrando confianza en ti mismo y demostrando credibilidad. Pathos es la capacidad de emocionar a la audiencia, contando historias y usando palabras que dibujen imágenes en las mentes de la audiencia. Logos es la capacidad de análisis y razonamiento lógico, estructurando nuestro discurso y referenciando datos y fuentes fiables.

¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Que no piensen que se les va a ir el miedo escénico. El miedo escénico es parte del proceso. Podemos tener más o menos miedo, pero siempre tendremos algo. Lo mejor es no esperar a que se nos quite el miedo para empezar a hablar en público, sino hablar en público a pesar de tener miedo. Valiente no es el que no tiene miedo, sino el que hace lo que tiene que hacer a pesar de tener miedo.

¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
Suelo escribir sobre oratoria en mi blog Muerte por PowerPoint (muerteporpowerpoint.com). Mi trabajo lo podéis ver, más que en mis charlas, en el trabajo que hago preparando a otros oradores en fourthwall.es. El 17 de febrero en TEDxUPValència (tedxupvalencia.com), y el 29 de abril en TEDxBerkleeValencia (tedxberkleevalencia.com) podéis ver a oradores a los que he ayudado a encontrar su voz.

La maternidad en las cantantes

Desde que empecé a estudiar canto siendo bien jovencita recibí mensajes del entorno que me decían que la maternidad era incompatible con la carrera de una cantante profesional. Esto generó un cierto conflicto porque al final acabé asumiendo entonces que tendría que renunciar a la maternidad si quería desarrollarme profesionalmente como cantante.  Eso pensaba entonces. 

Tras leer muchas biografías de grandes cantantes, se observa como la mayoría de ellas han podido compatibilizar una carrera con su familia, de hecho, muchas de ellas advierten que sin el apoyo y la fuerza que su familia les ha dado quizá hubieran renunciado incluso a la misma.

Algo falla si estamos queriendo transmitir que una mujer tiene que renunciar a tener una familia por su desarrollo profesional. Está claro que la maternidad implica un periodo de dedicación, especialmente al principio, pero, al igual que con otras profesiones, la maternidad no debe impedir el desarrollo de la profesión, ésta no debería ser incompatible con aquélla. 

Quizá sean el propio entorno y las condiciones laborales las que hacen llegar a conclusiones erróneas. Ahí está el ejemplo de Montserrat Caballé, Teresa Berganza, Anna Netrebko, Victoria de los Ángeles... que han sabido compaginar los diferentes roles en su vida. 

Es posible que un cantante se sienta presionada por los teatros, las discográficas, etc... y que le cueste encontrar el "momento", un hueco en su agenda programada a varios años vista para ser madre. Animo a que lo sean, ya que una vez pasa el reloj biológico, no vuelve atrás y son muchas las cantantes que se lamentan de no haber experimentado el milagro de la naturaleza que supone ser madre.

La maternidad en las cantantes

Desde que empecé a estudiar canto siendo bien jovencita recibí mensajes del entorno que me decían que la maternidad era incompatible con la carrera de una cantante profesional. Esto generó un cierto conflicto porque al final acabé asumiendo entonces que tendría que renunciar a la maternidad si quería desarrollarme profesionalmente como cantante.  Eso pensaba entonces. 

Tras leer muchas biografías de grandes cantantes, se observa como la mayoría de ellas han podido compatibilizar una carrera con su familia, de hecho, muchas de ellas advierten que sin el apoyo y la fuerza que su familia les ha dado quizá hubieran renunciado incluso a la misma.

Algo falla si estamos queriendo transmitir que una mujer tiene que renunciar a tener una familia por su desarrollo profesional. Está claro que la maternidad implica un periodo de dedicación, especialmente al principio, pero, al igual que con otras profesiones, la maternidad no debe impedir el desarrollo de la profesión, ésta no debería ser incompatible con aquélla. 

Quizá sean el propio entorno y las condiciones laborales las que hacen llegar a conclusiones erróneas. Ahí está el ejemplo de Montserrat Caballé, Teresa Berganza, Anna Netrebko, Victoria de los Ángeles... que han sabido compaginar los diferentes roles en su vida. 

Es posible que un cantante se sienta presionada por los teatros, las discográficas, etc... y que le cueste encontrar el "momento", un hueco en su agenda programada a varios años vista para ser madre. Animo a que lo sean, ya que una vez pasa el reloj biológico, no vuelve atrás y son muchas las cantantes que se lamentan de no haber experimentado el milagro de la naturaleza que supone ser madre.