Mamá, me han robado…

CanicasYo también, al igual que Pilar Bardem, tengo algo que confesar: nunca la he visto actuar en una palícula, sólo en un cortometraje en el que se limitaba a leer. Por esto no puedo opinar sobre su calidad como actriz.

Sin embargo, no tengo ninguna duda sobre su gran calidad como madre. No ha soportado los lloriqueos de su hijo, quien lamentaba ser víctima de robo, y ha bajado a la calle, brazos en jarras, a regañarles a los que han rebatido sus feroces acusaciones ridiculizándole.

Pues no, señora, usted debería saber que ni yo ni otros le hemos robado nada a su hijo ni a usted. Y si creen que alguien lo ha hecho, denúncienlo, que para eso en una sociedad democrática están los jueces.

Pero ustedes siguen acusándome de ladrón y exigen (y consiguen… lo que cunde un simple corto) que cada vez que compro una bolsita de canicas tenga que darle dos o tres a su hijo, por si acaso le hubiera robado alguna de las suyas.

Al contrario que a usted, a su hijo sí le he visto actuar en un par de películas (una en la tele, pagada con mis impuestos y aguantando publicidad, y otra en el cine, pagando mi entrada y aguantando el ruido del vecino comiendo palomitas). Además le he pagado, a su hijo y a usted, cada vez que me he comprado un ordenador que sólo contiene software libre y contenidos originales o copyleft, un disco duro para respaldar dichos contenidos, un teléfono con sistema operativo libre conectado a servicios de música y vídeos online gratuitos y totalmente legales, una cámara de fotos y una tarjeta de memoria para retratar a mi familia y mis amigos, un CD o DVD virgen para guardar mis trabajos y un largo etcétera. Y encima, no satisfecho con aprovecharse de esa norma totalmente injusta, su hijo me llama ladrón, a mi y a muchos millones más de usuarios de la Red.

Hay otra cosa que me extraña: que usted, con las cinco o seis horas diarias que pasa en Internet, no haya leído la respuesta de la Asociación de Internautas a Alejandro Sanz, otra persona convencida de que a su alrededor todos vivimos deseando disfrutar gratis de sus creaciones. Aquí tengo que hacer otra confesión: sí que he escuchado gratis las canciones de este señor, más de una vez y muy a mi pesar, pues con frecuencia salen de los potentes altavoces de ciertos coches tuneados de los que es difícil decir si son más dañinos para la vista o para el oído.

En fin, señora Bardem, la solución al problema de la industria del entretenimiento audiovisual no consiste en cerrar las webs sin orden judicial, esto es, de manera totalmente antidemocrática, sino en reformar adecuadamente la Ley de Propiedad Intelectual, anclada a una época que terminó hace mucho y que, en la actual sociedad de la información y el conocimiento, perjudica gravemente al derecho universal a la cultura sin favorecer en absoluto a los creadores, sino sólo a ciertas organizaciones que, de manera totalmente arbitraria y nada transparente, se reparten la mayor parte de los beneficios de esas injustas recaudaciones.

P.S.: Mis lectores habituales me perdonarán estas aparentes divagaciones del tema principal de este blog. En realidad, la razón para insistir sobre este tema en este lugar es que mis alumnos y alumnas necesitan una Internet libre y neutral para conseguir una plena ciudadanía digital.

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Apoya a la Orquesta Joven de Andalucía

Al escuchar a la Orquesta Joven de Andalucía tocando el Mambo de West Side Story de Leonard Bernstein, la mente se me ha ido en seguida a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, la punta de ese espectacular iceberg de educación musical que es el Sistema venezolano, cuya interpretación de esta obra es la más cargada de energía y fervor que haya nunca escuchado. La siguiente grabación es de baja calidad técnica, además de incompleta; aún así quiero ponerla aquí para que veáis, escuchéis y sintáis la pasión y el entusiasmo que ponen estos chicos y chicas andaluces en hacer música.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero ésta seguramente no lo será para ninguno de los músicos implicados, ni para los jóvenes andaluces, que seguramente estarán orgullosos de conseguir evocar la imagen de esa gran orquesta, ni para los experimentados venezolanos, quienes no pueden haber olvidado su particularmente duro aprendizaje.

Sin embargo, tal vez sea cierto que algunos encontrarán odiosa esta comparación (o por lo menos deberían): los responsable de los cada vez mayores recortes presupuestarios que están llevando a la OJA cerca del riesgo de desaparecer. Mientras Venezuela potencia la educación musical para hacer frente a la situación de pobreza y de riesgo de exclusión social, aquí, con la excusa de la crisis, se abandona a si mismo un proyecto, el Programa andaluz para jóvenes instrumentistas, que desde hace 16 años ha llevado y sigue llevando a cabo una función fundamental en la formación de miles de músicos de nuestra región.

Entiendo cada vez menos a los políticos: en los momentos de crisis, para salir de ella cuanto antes, es justamente cuando más hay que invertir en educación y cultura. Lamentablemente, aquí en España los gobernantes hablan de cultura sobre todo para apoyar ciertos subproductos  de la industria audiovisual con privilegios trasnochados y subvenciones millonarias que sólo favorecen a los que las reciben. Esta mentalidad,  sustentada por fuertes intereses económicos, no sólo hace que la idea de una red de orquestas  juveniles parecida al sistema venezolano, que sí favorecería a toda la sociedad,  se quede en un sueño difícil de realizar, sino que está asfixiando a algunas de las iniciativas que ya están en marcha.

En el caso de la OJA, la voz de alarma la están dando los mismos chicos y chicas que componen actualmente la orquesta, que han recurrido a las redes sociales para buscar el apoyo de la opinión pública.

Este apoyo se puede concretar en firmar una petición, que en muy pocos días ya ha sido suscrita por más de 1.800 personas. Es un escrito muy breve pero contundente, con el que puedes mostrar tu rechazo a los recortes y pedirle a la Junta de Andalucía que dé el apoyo merecido a esta formación musical y al Joven Coro de Andalucía, que pasa por una situación similar. Puedes firmarlo haciendo clic aquí.

Por si todavía estás dudándolo, te dejo otro vídeo casero en el que puedes escuchar a ambas formaciones, la OJA y el JCO en el espectacular comienzo de Carmina Burana de Carl Orff.

Actualización: Juro que cuando escribí esta entrada todavía no había leído esta noticia.

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Javier Bardem y el paralogismo del tomate

En una entrada anterior, hace alrededor de 9 meses, hablábamos de la Ley Sinde, una norma perversa que pretende despojar a la ciudadanía de un principio básico de nuestra democracia, la presunción de inocencia, que debe mantenerse hasta que un juez o una jueza confirme la inocencia o dictamine la culpabilidad mediante una sentencia firme. Lo que pretende esta controvertida ley es que una comisión administrativa pueda tomar la decisión de cerrar un sitio web sin dejar posibilidad de defensa alguna a la persona responsable de ese mismo sitio.

Nueve meses después de esa entrada, la titular de ese patético círculo de amigotes en el que se ha convertido el Ministerio de Cultura sigue empeñada en conseguir la aprobación de esa ley, atropellando no sólo la ya citada presunción de inocencia, sino también la garantía democrática que representa la separación de los poderes del Estado (el poder ejecutivo quiere neutralizar el poder judicial debido a que los miembros de éste, en cumplimiento de lo establecido en nuestra Carta Magna y en defensa de los derechos que ésta otorga a  los ciudadanos y ciudadanas de este país, han sido siempre independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la Ley sentenciando una y otra vez la legitimidad de la copia privada) y el derecho, también constitucional, a la cultura y la información.

No quisiera que se malinterpretaran mis palabras: no quiero negar el derecho a la remuneración del trabajo intelectual, sino afirmar que este derecho tiene que ser regulado de una manera que sea legítimo y no pueda violar otros más importantes.

Hace unos días, desaprovechando el tiempo que han tenido para recapacitar, han vuelto a la carga y han intentado que esa norma fuera aprobada por el Congreso. Su fracaso ha provocado la reacción en cadena de una serie de personas demasiado habituadas a cobrar varias veces por el mismo trabajo como para renunciar a ese injusto y trasnochado privilegio. Estas mismas personas que, mientras acusan de ladrón, pirata o proxeneta a todos los que hacen legítimo uso de su derecho de copia privada, no tienen ningún escrúpulo en embolsarse el canon digital que estamos obligados a pagar cada vez que compramos algún aparato electrónico, o soporte de memoria -como ordenadores, teléfonos, cámaras de fotos, tarjetas de memorias, discos duros, CD, DVD, etc.- aún sabiendo que muchísima gente (entre los cuales me encuentro yo) sólo los usa para  contenidos originales o publicados con alguna licencia copyleft.

Alejandro Sanz, autor de las bonitas palabras que podemos leer junto con otras perlas en el enlace anterior, ya ha tenido su respuesta de la Asociación de Internautas, tan educada como acertada.

Otro personaje que se ha cubierto de gloria ha sido el actor Javier Bardem, que, en un argumento basado en lo que merecería pasar a la historia como el paralogismo del tomate,  ha conseguido ser todavía más maleducado y difamador que el cantante, con palabras como:

Dejémonos de estupideces: eso es robar. Es la orgía del crimen, la bacanal de violaciones a terceras personas.

La respuesta esta vez le ha llegado de un usuario de menéame, humitsec, quien ha escrito el siguiente comentario que, al no tener desperdicio, merece ser copiado integramente para su mayor difusión (Creative Commons, señor Bardem, ¿sabe usted lo que es éso?).

Pongamos el mismo ejemplo.

Javier Bardem quiere «comprar un tomate fresco». Para usar el paralelismo con la industria cultural, Javier debería acudir a una tienda en la que tras pasar por sucesivas manos, el tomate ha incrementado su valor de manera artificial, repercutiendo en el horticultor en menos del 0,1 % de su valor de venta. Son otros, los intermediarios, los que han cobrado más, en muchos casos tan solo por cambiar la pegatina que viene puesta en el tomate. Algo que, por desgracia, no dista mucho de la realidad del mercado de la agricultura –y de la pesca, y de la ganadería…–.

Pero ahora viene la gracia. Javier Bardem no puede compartir ese tomate que acaba de comprar con nadie más, pues de lo contrario la Sociedad General de Agricultores y Especuladores se cabreará con él y lo llamará ladrón: «¡Quien quiera un tomate que se lo compre! ¿Qué es eso de compartir?».

Tampoco puede alterarlo en cualquier forma que no haya sido expresamente autorizada por el horticultor. De hecho, su intención de usarlo para hacer gazpacho se considera un uso no autorizado, y la Sociedad General de Agricultores y Especuladores la condena, llegando a denunciar al comprador si se hace pública la manipulación no autorizada: «El gazpacho, como resultado de la manipulación del tomate entre otros productos, es algo que sólo nosotros, como creadores del tomate original podemos realizar, ya que ese derecho es nuestro. Cualquier manipulación realizada por terceros sin nuestra autorización es una violación de nuestros derechos, y debe ser castigada».

Para colmo, Javier Bardem tampoco puede comerciar con el tomate que acaba de comprar. Si fuera el caso de que tuviera un restaurante donde sirviera ensaladas de tomate –plato que debería contar con la autorización de la Sociedad General de Agricultores y Especuladores–, debería pagar otra vez al horticultor por el lucro cesante que le supone que los clientes de su restaurante vayan a comer un tomate allí, en lugar de comprar otro para ellos. Incluso si el horticultor acuerda no cobrar por este uso, la Sociedad General de Agricultores y Especuladores le cobrará una compensación por tal uso no autorizado.

Por si esto fuera poco, al día siguiente Javier Bardem descubre que tiene que seguir pagando por el tomate que compró ayer, pues los derechos que reconocen el esfuerzo del horticulor estipulan que hay que pagarle por este trabajo hasta más allá de su muerte. Al fin y al cabo él trabajó para producir ese tomate, él plantó la semilla, y día tras día cuidó del crecimiento de la planta, alimentándola cuando lo necesitaba, protegiéndola cuando se debía, hasta el momento de poder recoger su fruto: el tomate. Y ese trabajo debe ser recompensado toda la vida, porque al fin y al cabo, una vez que Javier Bardem ha consumido ese tomate, su organismo se ha beneficiado de él, y ese beneficio para Javier Bardem puede durar años.

Por supuesto este pago Javier Bardem no lo tiene que realizar directamente. No es un impuesto, sino un cobro de derechos, en lo que todo aquello que esté relacionado con el tomate que compró ayer incluirá el pago al horticultor.

De hecho, para proteger el trabajo del horticultor, se ha prohibido que cualquiera pueda producir tomates iguales o razonablemente parecidos a los que compró al horticultor. Por eso no se venden semillas de tomates de ese tipo. Y como aun así es posible que Javier Bardem las obtenga del propio tomate, para reducir el perjuicio ocasionado al horticultor, la Sociedad General de Agricultores y Especuladores ha logrado que se apruebe la inclusión de un canon compensatorio en todos aquellos productos que pudieran facilitar que cualquiera produjera tomates similares a título privado. Este canon se puede encontrar en el abono, el agua, las mangueras, las regaderas, los maceteros, los tiestos, los sistemas de aspersión, las palas, los rastrillos, las carretillas, las azadas y en general cualquier herramienta de agricultura y jardinería, los plásticos y estructuras de posible uso para la construcción de invernaderos, etc.

Por suerte para Javier Barden hay un grupo de personas que consideran que esta situación es un abuso, y han creado sus propias huertas, donde venden los tomates sin todas las restricciones que se han citado, permitiendo su uso y consumo como mejor le parezca al comprador, y destinando prácticamente todo el dinero cobrado al propio horticultor.

Otras personas han creado huertas públicas, donde el cuidado y el mantenimiento de los productos de la huerta es responsabilidad solidaria de todos, y todos pueden disfrutar libremente de los resultados.

En algunos casos las tomateras son el producto de las semillas de los tomates obtenidos a través de la compra a los horticultores tradicionales, y eso ha cabreado a la Sociedad General de Agricultores y Especuladores, porque dicen que eso es piratería, que se están aprovechando del trabajo de sus horticultores, e incluso están en algunos casos obteniendo beneficios por ello.

Así, la Sociedad General de Agricultores Y Especuladores, junto con otros colectivos afectados como Proagripescae, han denunciado en varias ocasiones a los que mantienen dichas huertas. En algunos casos incluso han tratado de crear la idea de que su actividad es más delictiva si cabe porque cobran por otros servicios a quienes acceden a sus huertos a por los productos que allí se disponen gratuitamente.

Por fortuna los jueces, que aun tienen algo de sentido común, siempre han sentenciado a favor de las personas encargadas de las huertas. Esto ha molestado a las sociedades mencionadas, que han movilizado a los horticultores para que protesten y presionen con el objetivo de aprobar una ley que permita cerrar esas huertas sin necesidad de que lo ordene un juez.

¿Qué piensa Javier Bardem de que un colectivo que es parte del conflicto pueda decidir si cierra o no una huerta pública sin requerir la acción de un juez?

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El flamenco: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

UNESCOHoy es un día de fiesta para el mundo del flamenco, que acaba de entrar en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La alegría es tanto mayor en cuanto llega cinco años después de la decepción por el rechazo recibido a la primera candidatura. Esta vez el expediente presentado por la Junta de Andalucía cumplía con todos los requisitos así que no quedó ningún obstáculo que impidiera la inclusión del flamenco dentro de esta lista, que pretende garantizar la conservación y la continuación de las más importantes manifestaciones surgidas de la diversidad cultural y la creatividad de los pueblos del mundo.

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Gianni Rodari: el poder de la imaginación

Hace trenta años fallecía Gianni Rodari, una de las figuras más apreciadas por los educadores y educadoras no sólo de Italia, sino de todo el mundo, ya que su obra está traducida a incontables idiomas. También, y sobre todo, es una de las personas más querida por los niños y niñas que han tenido la suerte de aproximarse a su literatura. Cuentos, poemas, retahílas para el disfrute directo de los más pequeños, pero también obras dirigidas a los adultos que se dedican a la educación, en el sentido más amplio y pleno del término, es decir no limitándose a los profesionales de la docencia, sino incluyendo a cualquiera que tenga posibilidad de contribuir a la formación de la infancia, empezando, claro está, por padres y madres.

En esta última categoría de obras destaca la imprescindible Gramática de la Fantasía, que, lejos de enjaular la creatividad y la imaginación dentro de unas reglas rígidas como podría entenderse por el título, ensalza la importancia de fundamentar en aquellas el proceso de aprendizaje, algo que no siempre la escuela consigue.

La labor pedagógica de Rodari anduvo siempre de la mano de un fuerte compromiso social, que, además de manifestarse abiertamente en sus escritos periodísticos y en su activismo político, está muy presente también en su literatura infantil, sobre todo en su vertiente pacifista. Por ejemplo, en la retahíla Dopo la pioggia (Tras la lluvia):

Sarebbe una festa per tutta la terra
fare la pace prima della guerra.

Sería una fiesta en toda la tierra
hacer las paces antes de la guerra.

A algunos de los textos de Rodari les han puesto música Sergio Endrigo y Luis Bacalov. La más famosa de estas canciones es sin duda Ci vuole un fiore (Hace falta una flor), en la que Rodari, con su extrema sutileza, vuelve a tratar el pacifismo.

Le cose di ogni giorno
raccontano segreti
a chi le sa guardare
ed ascoltare.
Las cosas de cada día
cuentan secretos
a quienes saben observarlas
y escucharlas.
Per fare un tavolo ci vuole il legno
per fare il legno ci vuole l’albero
per fare l’albero ci vuole il seme
per fare il seme ci vuole il frutto
per fare il frutto ci vuole un fiore
ci vuole un fiore, ci vuole un fiore,
per fare un tavolo ci vuole un fiore.
Para hacer una mesa hace falta la madera
para hacer la madera hace falta el árbol
para hacer el árbol hace falta la semilla
para hacer la semilla hace falta el fruto
para hacer el fruto hace falta una flor
hace falta una flor, hace falta una flor,
para hacer una mesa hace falta una flor.
Per fare un fiore ci vuole un ramo
per fare il ramo ci vuole l’albero
per fare l’albero ci vuole il bosco
per fare il bosco ci vuole il monte
per fare il monte ci vuol la terra
per far la terra ci vuole un fiore
per fare tutto ci vuole un fiore.
Para hacer una flor hace falta una rama
para hacer la rama hace falta el árbol
para hacer el árbol hace falta el bosque
para hacer el bosque hace falta el monte
para hacer el monte hace falta la tierra
para hacer la tierra hace falta una flor
para hacer todo hace falta una flor.
Per fare un tavolo ci vuole il legno… Para hacer una mesa hace falta la madera…

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