Alcina de Haendel: Aria Verdi prati

Tras Orlando y Oriodante,  Alcina es la tercera ópera de Haendel (1685-1759) basada en los poemas de Orlando furioso de Ariosto y se estrenó en 1735 en el Covent Garden. En el segundo acto el personaje de Ruggiero canta el aria “Verdi patri” con el cual se despedide de … Sigue leyendo

Cantantes del siglo XXI: Marina Pardo, mezzo-soprano

Marina Pardo - mezzo soprano
¿Cuál es la primera experiencia que recuerdas con la música? 
Mi madre me contaba que escuchaba mucha música clásica cuando estaba embarazada, supongo que ahí empezó todo. mis padres cantaban y me pusieron Marina por la ópera de Arrieta.
 
¿En que momento decidiste que querías ser cantante? 
Mi padre era cantante, aunque no era su profesión, muy a su pesar y yo siempre le acompañaba a los recitales de ópera y zarzuela que hacía con pequeñas compañías líricas. También le ayudaba a estudiar las partituras y le repasaba las letras. supongo que ahí me picó el gusanillo, me lo pasaba muy bien. Después ingresé en el Orfeón Cántabro, que dirigía mi tía Luz Pardo y en el que cantaban todos mis primos y tíos, además de mi padre. También conocí allí a Juan Lomba, Beatriz Lanza... Había un ambiente estupendo de ensayos, conciertos y viajes que me ayudó a formarme como músico y como persona.
 
¿Qué personalidad musical crees que te influyó más en tu carrera?
Después de tantos años hay mucha gente que me ha influido, ya por el mero hecho de conocerla o por pura admiración. Fue fundamental conocer a mi maestra Celia Alvarez-Blanco, a Kennedy Moretti, a Kraus, a Emilio Sagi, a Rosa Torres-Pardo, a Eduardo López-Banzo, a Juan Carlos de Mulder, a Pinchas Steinberg, Frühbeck de Burgos y a Helmuth Rilling. Todos ellos marcaron mi camino, unos por razones obvias, otros con un simple consejo, y con la mayoría tendría anécdotas para escribir un libro.
 
¿Cuáles son tus cantantes o músicos favoritos?
Janet Baker por encima de todos. Luego Christa Ludwig, Herman Prey, por supuesto Fisher-Dieskau, la joven Caballé, Lorengar, Victoria, Kraus, Kathleen Ferrier, Matti Salminen, Lucia Popp, la Gruberova...
de músicos me quedo con Carlos Kleiber, Harnoncourt, Janos Starker, Glenn Gould, Fabio Biondi, Plácido Domingo.
 
¿Cuál era el estilo o el compositor que más te gustaba estudiar de joven?
Siempre me encantó el oratorio, las pasiones de Bach sobre todo, luego el Lied. Ya más adelante me cautivó la ópera, pero más que nada por todo el entramado que hace que cada tarde se abra el telón. Musical e intelectualmente me quedo con la música de cámara y la sinfónica.

¿En qué repertorio te sientes más a gusto en la actualidad?
Sin duda en la música de cámara y el repertorio sinfónico, el oratorio y el Lied.
La ópera me divierte y me enriquece sobre todo a nivel actoral. El teatro genera una catarsis mayor que cualquier otro género, la pequeña familia que se crea ensayando una ópera me fascina, por eso tengo tantos amigos en mi profesión, el engranaje de escenógrafo, cantantes, orquesta, directores de escena y musical, pero sobre todo utilleros, regidores, peluqueras y maquilladoras, técnicos, el backstage me encanta; pero el producto final, ni como público ni como intérprete me acaba de llenar. También lo encuentro demasiado mercantilizado, maniqueo y corrompido, en gran parte por los forofos, los fanáticos y los críticos, los oficiales y los extraoficiales, mucho más peligrosos por anónimos o escondidos tras un seudónimo o un blog, y también por la extendida idea de que para ir a la ópera hay que entender de ópera, y para entender hay que criticar, cosa que condiciona al público y lo distancia del artista.

Cuéntanos, por favor, alguna experiencia o anécdota que te venga a la memoria que tenga que ver con tu voz o tu experiencia profesional (en algún curso, o concierto...)
Precisamente al hilo de la cuestión anterior, creo que esto que critico es un cáncer de la vieja Europa. en EEUU no ocurre así, el público es mucho más joven, más cercano en todos los sentidos. Ve al cantante de ópera como un ser humano, no como a un dios, con muchísimo respeto, pero humano. Allí he cantado en dos ocasiones, en la primera en Nueva York, con el maestro Frühbeck de Burgos el Avery Fisher Hall del Lincoln Center se puso en pie gritando "bravo maestro". Yo nunca había oído ovacionar a un maestro, y menos a un teatro entero. Después en su camerino, entre las decenas de personas que hacían cola para felicitarle personalmente encontré a gran parte de los músicos de la orquesta, que era nada menos que la New York Philarmonic y que querían mostrarle su respeto y agradecimiento. Fue emocionante.
La segunda vez canté en Philadelphia el rol de García-Lorca en la ópera Ainadamar, de Osvaldo Golijov. Después de duras críticas en Granada y Oviedo llenamos el teatro durante cinco funciones con largas ovaciones. La gente me reconocía por la calle y se paraban a contarme sus emociones, algunos con lágrimas en los ojos. En otra ocasión tomando una cerveza con unos compañeros de la función, el camarero se acercó y nos dijo: esa mesa ha pagado su ronda. Era un grupo de chicos que estaba cenando con el programa de la ópera sobre la mesa, gente joven, sonriente y feliz... ahí lo dejo, para quien quiera hacer la reflexión.

¿Qué opinas de la situación actual de los músicos y los cantantes? ¿Que crees que debería cambiar? La situación es muy mala, parece que vamos saliendo poco a poco, pero han sido unos años muy duros. Lo que debe cambiar es la importancia que se le da al arte y a la música desde que somos bebés. Debe cambiar la educación, la de dentro de casa y la de fuera.
 
¿Qué proyectos musicales tienes en mente realizar?
Estoy muy ilusionada con un grupo que he formado con mi pareja, el viola Rubén Menéndez y el pianista Miguel Huertas. Nos llamamos Trío Spleen, acabamos de ganar el tercer premio en el concurso internacional Antón García Abril y actuamos este verano dentro del Festival Internacional de Santander. Por otra parte sigo con un proyecto estupendo del grupo Le tendre amour en el que hago el papel de "Fuego" en la zarzuela barroca "Los Elementos" de Antonio Literes, dirigida por el director de circo y teatro Adrián Schwartzstein y que llevamos varios años girando por toda europa.
  
¿Qué consejo o recomendaciones darías a los que empiezan ahora a estudiar canto?
Resaltaría la importancia de encontrar un buen profesor. De los que no se meten en tu vida personal ni quieren hacer de agentes. De los que aman lo que hacen y respetan al alumno. Yo doy clases, pero me encantaría hacerle propaganda a Carlos Chausson, profesor y cantante al que admiro. 

Els "castrati" i l’òpera

L'òpera comença al Barroc i una de les primeres òperes que es conserva i encara es canta i es representa als grans teatres d'òpera és "L'Orfeo" de Clàudio Monteverdi. 

Durant aquest perìode també ens trobem amb la presència dalt dels escenaris dels "castrati",  cantants que hi va haver durant aquest període i que tenien una veu tan especial que enamorava tant a les dones com als homes.

Podem comparar la veu d'aquests cantants del Barroc, amb un tipus de veu que podem escoltar avui i que té unes característiques tímbriques molt similars a la veu que es podia sentir en aquells moments:  la veu de contratenor.  La tècnica que utilitzen aquests cantants és la del falset   i  la de la veu de cap. Amb aquesta tècnica els contratenors aconsegueixen fer una veu que, aquells que no hi estan acostumats,
sovint la confonen amb la d'una veu femenina.


El programa , Òpera en texans, del canal 33, en el capítol que veurem avui, tracta el tema dels castrats d'una manera molt didàctica. En aquest capìtol també es parla d'Alessandro Moreschi és l'últim castrat que hi ha hagut a la història. Va deixar de cantar l'any 1913. El podeu sentir cantar en aquest document sonor de més de 100 anys.

Els reis de l'escena durant més de cent anys. Un fenomen irrepetible -més de 4.000 nens castrats cada any- que dos-cents anys després encara continua fascinant. Farinelli, Senesino, Tenducci... Van ser revolucionaris, singulars, únics. Avui intentarem desvelar el misteri dels 'castrati'. I no us perdeu la versió de Mazoni del "Lascia ch'io pianga" de Händel, possiblement el primer gran èxit de la història.




També treballem les parts principals de l'òpera amb aquest Wix: Parts de l'Òpera on hi ha exemples d'audicions i el TEST d'audició L'òpera. Parts d'Educaplay.





Miss Saigón, una travesía de dos años alrededor del mundo, II, por Guillermo Názara Reverter, autor invitado

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Los Ángeles, Hawái e incluso Filipinas; el equipo tuvo que recorrer caminos casi interminables para avanzar en su cada vez más desesperante búsqueda. Un creciente sentimiento de angustia y frustración se iba haciendo poco a poco con cada uno de los creadores; la impotencia y la rabia que sentían por no haber encontrado todavía a esa chica no dejaban de aumentar, y los autores comenzaban a temer que, quizás, esa joven simplemente no existiera.

Pero aquel día en Manila lo cambió todo. Después de una pila infinita de eternas y densas audiciones y posteriores rechazos, una adolescente menuda, de rostro aniñado y mirada ingenua, entró en la sala. Llevaba el pelo recogido en una larga coleta negra, y en sus manos portaba una pequeña carpeta que no tardaría en abrir; en su interior, había un cartel de Los Miserables. La joven no se había podido resistir; ansiaba conseguir el papel, pero si eso no era posible, al menos quería volver a casa con el autógrafo de aquel hombre cuya música tanto admiraba. Tras haber satisfecho su pequeña ilusión, Claude-Michel se sentó al piano y le tocó el un tierno dueto compuesto para Kim y Chris, titulado Sun and Moon. Después de interpretar la pieza dos veces más para asegurar de que la melodía le había quedado clara, llegó el turno de la chica; era el momento de demostrar que realmente merecía aquel rol. Ante la fija y atenta mirada de todo el equipo creativo, la joven comenzó a cantar, luchando constantemente contra los nervios que recorrían su cuerpo. Tras entonar el último compás, se produjo un silencio rotundo durante un mínimo instante, que ella vivió como si hubiera durado varias horas. Acto seguido, aplausos y felicitaciones invadieron la sala. Miss Saigón había salido de su escondite y acababa de presentarse a los autores, quienes, exhaustos después de meses recorriendo medio mundo, se dieron cuenta de que su búsqueda había finalizado.

Se iniciaba así un nuevo viaje comprendido entre los muros del prestigioso Drury Lane Theatre. Con tan solo unas pocas semanas antes del primer preestreno, más de un centenar de personas ensayaban durante jornadas kilométricas para dar vida a la exigente pieza de Boublil y Schonberg. Sobra decir que el proceso no fue para nada un camino de rosas; los autores tuvieron que reescribir varios números que no funcionaban, varias piezas de escenografía sufrieron averías y, para colmo de males, un bailarín resultó herido por un decorado durante una prueba técnica. Parecía que la obra estaba destinada al fracaso, sin embargo los autores no iban a dejar que esto les afectara; si algo habían aprendido tras su agotador trabajo en la producción original de Los Miserables, es que no debían dejar que ningún contratiempo los echara para atrás. 

El 20 de septiembre de 1989, el telón de Miss Saigón se elevó ante los ojos de casi 2000 espectadores. En cuestión de un par de horas, cientos de londinenses fueron testigos, incluso partícipes de aquella trágica historia de amor condenada a desaparecer. Tras su devastador final, el auditorio se inundó de aplausos y gritos de admiración procedentes de un público cautivado por el talento de dos grandes artistas que cuatro años atrás ya habían logrado seducirlo en el Barbican Theatre. Su éxito y popularidad eran evidentes y así se demostraría día tras día durante los 10 años que la obra se mantuvo en cartel.

Ahora, 25 años después de su triunfal aterrizaje, esta maravillosa adaptación de una de las más grandiosas óperas de Puccini ha regresado al West End. Después de medio siglo hospedándose en los teatros de las principales ciudades del planeta, no son pocos los premios y reconocimientos que esta obra ha obtenido. Sin embargo, seguramente estas hazañas no son las que más han satisfecho las aspiraciones de sus autores. Después de todo, fue esa mujer anónima y anodina la que les inspiró y empujó a escribir una de sus mejores piezas; fue esa pequeña fotografía en el interior de una revista la que los obligó a seguir adelante durante dos extenuantes años de creación y constantes correcciones; y, probablemente, compartir con todo el mundo esa generosidad y valentía tan poco usuales hoy en día es lo que, en lugar de tantos galardones, les ha hecho sentirse realmente orgullosos. 

Guillermo Názara Reverter
@MrNazara
Canal de Youtube

Miss Saigón, una travesía de dos años a través del mundo, I, por Guillermo Názara Reverter, autor invitado

Agradecemos a nuestro nuevo autor invitado, Guillermo Názara Reverter, esta magnífica crónica del musical Miss Saigon, basado en la ópera pucciniana Madame Butterfly, con ocasión de su reestreno en el West End londinense. Os invito a visitar su twitter y su canal de youtube, que son muy interesantes:

Nunca había sentido tanto dolor como en aquel día...Durante semanas, incesantes sentimientos de culpa y remordimiento acaparaban su mente por completo; no había cabida para nada más que el desolador debate al que se enfrentaba. ¿Cómo afrontar la pérdida de un hijo? ¿Cómo aceptar el hecho de que, en caso de que siguiera adelante, nunca más volvería a verlo? Lo más probable es que, con lo pequeño que era, después de unos pocos años ni siquiera la recordara. ¿Estaba dispuesta a pasar por algo tan sumamente desgarrador? Miles de preguntas recorrían su cabeza a un ritmo frenético, cuestionando cada una de las razones que la habían llevado a tomar aquella decisión. Sin embargo, en el fondo era consciente de que todos esos interrogantes no eran sino un producto del egoísmo, un vago intento por conservar cerca lo que más quería; pero ahora tenía claro que ella ya no era lo más importante...

Aquel día, más temido que esperado, terminó por llegar. Su hijo, al que había criado desde que nació, iba a volar a los EEUU, donde su padre, ciudadano norteamericano, lo esperaba. Jamás lo volvería a ver, pero ese era el precio que debía pagar para garantizarle una vida mejor; una vida de la que ella no formaría parte nunca más... Dominados por una extenuante sensación de tristeza y rabia, los dos rompieron a llorar. El pequeño no lograba entender por qué su madre lo abandonaba, por qué lo enviaba tan lejos de ella. Consciente de que necesitaría años para comprenderlo, ella se limitó a despedirlo y darle sus últimos besos y abrazos; en cuanto el niño subiera al helicóptero, ella ya no podría volver a hacerlo. Con los ojos enrojecidos e inundados de lágrimas, madre e hijo se dijeron adiós para siempre. Así se cerraba un intenso capítulo de más una década de duración; un episodio que culminaba con el fin de la estancia del niño en Saigón; y, en definitiva, un recuerdo cada vez más lejano por el que su madre rezaba para que nunca se disipase de la memoria del pequeño...

Alain Boublil no pudo evitar librase del tremendo impacto que aquella fotografía, tomada tras la Guerra del Vietnam, estaba a punto de propinarle. Aquella mujer anónima había perdido lo que más amaba, y había permitido que aquella desgracia sucediera por una sola razón: asegurar el bienestar de su hijo. Para él, se trataba del mayor sacrificio que una madre podría hacer; un sacrificio que, sin lugar a dudas, debía hacer llegar al resto del mundo. Acababa de gestarse la idea para su próxima obra...

Después del indiscutible éxito que Alain y Claude-Michel Schönberg habían cosechado con Los Miserables, ya nadie se atrevía a poner en duda sus ideas para nuevos musicales. Cuando estos le comentaron a Cameron Mackintosh, su productor, la intención de escribir un romance ambientado en la caída de Saigón, este se vio incapaz de emitir un solo <<pero>>. La historia le había conmovido: una joven vietnamita había perdido a su familia a causa de la guerra y se veía forzada a prostituirse para poder sobrevivir; durante su primera noche en el burdel, conocía a un soldado americano, llamado Chris, de quien, tras su primera noche juntos, se enamoraba.

En cuestión de días, los dos se volvían locos el uno por el otro. Aquella joven, llamada Kim, ya no era un simple pasatiempo con el que olvidar durante unas horas los horrores de cada batalla; se había convertido en algo mucho más valioso; un preciado tesoro que, desde luego, no dejaría atrás cuando tuviera que regresar a su país. Sin embargo, una vez más, la guerra daría un paso al frente para interponerse entre la pareja. El ejército de Ho Chi Min avanzaba con asombrosa rapidez y los americanos se daban cuenta de que no tenían ninguna posibilidad de vencerlo; debían abandonar Vietnam lo antes posible.

Con tan solo unos pocos minutos disponibles antes de la huida, Chris buscaba desesperado a su mujer, a la que no lograba encontrar por mucho que gritara su nombre una y otra vez. Envuelto en estruendos, chillidos de auxilio y un cielo teñido de rojo, un enorme helicóptero se elevaba sobre el desolado territorio vietnamita. En su interior, junto a otros militares, viajaba Chris, que miraba ansioso por la ventanilla, con el rostro empapado de lágrimas, en un último intento por dar con el paradero de su esposa. No la volvería a ver hasta dentro de dos años, y solamente lo haría durante un breve instante...

Madama Butterfly acababa de renacer por medio de la pluma de Boublil y Schönberg, que en unos pocos meses habían plasmado sobre el papel todo el primer acto. No se necesitó mucho esfuerzo para hacerse con el resto del equipo creativo. Tras un par de llamadas, el show ya contaba con un director de renombre, Nicholas Hytner, además de un coreógrafo, diseñador de producción y director musical. Pero había un pequeño problema que sin duda no iba a resultar fácil de resolver: ¿cómo iban a encontrar a una chica de diecisiete años apta para actuar, bailar y entonar una partitura de bel canto de más de dos horas ocho veces por semana?

Comenzaba así una colosal expedición por varios continentes para hallar aquel extraño talento capaz de dar vida a su tenaz heroína. La primera parada fue bajo los deslumbrantes carteles de neón que anidaban en las fachadas de los titánicos rascacielos de Times Square. En una amplia sala de ensayos con vistas al Imperial Theatre, hogar de los populares marginados de Víctor Hugo desde hacía ya un par de años, se iniciaron los castings para descubrir bajo qué nombre se escondía la tímida pero valerosa Miss Saigón. Sin embargo, salvo a algunos miembros del ensamble, los creadores no lograron encontrar a nadie lo suficiente válido para lo que el show exigía. Estaba claro que dar con la protagonista iba a ser una tarea ardua y extremadamente larga; todavía quedaba mucho mundo por explorar...