Hace un par de meses vimos Pinos de Roma, un fragmento de la película Fantasía 2000, de la factoría Disney. Hoy volvemos a la misma película con la ocasión del 111º aniversario del nacimiento del autor de otra de las 8 piezas musicales que conforman el filme: el estadounidense George Gershwin.
La obra de este compositor que inspiró los dibujos es Rhapsody in Blue, un episodio ambientado en la Nueva York de los años 30, una de las épocas más esplendorosas del jazz. Gershwin supo integrar habilidosamente algunos elementos de este género musical (trinos y glissandi del clarinete, trompeta con sordina, swing, ritmos sincopados, notas de blues, etc.) en la música clásica, transcribiendo para orquesta sinfónica una pieza que inicialmente había sido pensada para dos pianos y luego arreglada para piano y big band.
El mismo título nos sugiere esa fusión entre los dos mundos musicales, hasta el momento bien separados: la rapsodia es una composición típica del romanticismo en la que el flujo de la música, y de las emociones que la estética de la época ligaba a ella, brotaba de manera libre y continua; por otro lado, blue (literalmente azul), termino empleado para definir, además del color, la tristeza o la nostalgia, en este contexto se refiere claramente al blues, género musical nacido de los cantos de trabajo y espirituales de los afroamericanos, en los tiempos de su esclavitud, y forma musical del jazz y, posteriormente, del rock ‘n’ roll.
Con los dibujos realizados bajo la supervisión de Al Hirschfeld, este fragmento del largometraje de Disney nos muestra un día cualquiera en Manhattan y los sueños de algunos de sus habitantes.
West Side Story nació en 1957 como musical para el teatro de Broadway, el santuario de este género, pero, en vista del éxito que estaba cosechando, en 1961 se rodó la versión cinematográfica, que fue galardonada con diez premios Óscar.
Tal como ocurría a Romeo y Julieta, los protagonistas de la tragedia de Shakespeare, María y Tony sienten un recíproco pero imposible amor, obstaculizado por la rivalidad de las diferentes bandas a las que pertenecen, los puertorriqueños Sharks y los blancos Jets. Ambientados en la Nueva York de mediados del siglo pasado, el musical y la película están basados en una banda sonora muy variada, que aúna ritmos latinos y de jazz con unas bellísimas e inolvidables melodías, como las que cantan los personajes principales en el balcón, momento en que es imposible no pensar en Verona.
Esta innovadora partitura fue galardonada con una de las diez estatuillas doradas conquistadas por la película, la que se otorga a la mejor banda sonora original.
Hoy es el aniversario del nacimiento de su autor, Leonard Bernstein (1918-1990), un músico que destacó tanto en su faceta de compositor como en la de intérprete (director de orquesta y pianista) y también como educador.
En efecto, al mando de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en los años 60 Bernstein grabó una serie de Conciertos para jóvenes para la televisión, 53 programas divulgativos sobre la música en los que alternaba explicaciones teóricas con ejemplos musicales, que ejecutaba al piano o al frente de la orquesta, y con anécdotas. El resultado fue tan exitoso como para que esos conciertos fueran transmitidos en las televisiones de más de 40 países, incluyendo España. Hoy en día quizás puedan resultar menos atractivos que entonces, por el blanco y negro y la poca calidad sonora, sin contar con el problema añadido del idioma para los que no somos angloparlantes, pero siguen siendo unos documentos interesantísimos.
El capítulo siguiente, titulado ¿Qué es la melodía?, es en inglés con subtítulos en español. Está disponible en YouTube gracias a Marian Domínguez, la autora de Nos vemos en el blog, bitácora educativa muy interesante en la que podéis encontrar, entre otras cosas, los enlaces a otros 16 de los Conciertos para jóvenes de Bernstein (en la columna lateral).
ACTUALIZACIÓN (14/10/2012, 22º aniversario de la muerte de Leonard Bernstein): los propietarios de los derechos de explotación económica de estos vídeos han forzado el cierre de la cuenta de YouTube de nuestra compañera.
Es realmente lamentable esta actitud, pues la codicia de estas personas nos está privando del acceso a unos documentos de gran valor histórico y didáctico de los que no sólo ya se ha recuperado con creces la inversión inicial, sino que además les han aportado grandes ganancias gracias al cobro de los derechos de más de 50 años de emisiones televisivas ofrecidas en todo el mundo.
Actualmente estos vídeos no están disponibles para su compra o alquiler, ni en DVD ni tampoco en VHS, y es prácticamente imposible verlos en televisión. Por eso la única manera de que nuestros alumnos y alumnas (entre otros) puedan disfrutarlos es mediante los servicios online tipo YouTube, y estoy bastante convencido de que tal visionado no sólo no comporta ningúna pérdida económica, sino tampoco ningún lucro cesante a la empresa que tiene el poder de comercializar estas grabaciones, una firma llamada The Leonard Bernstein Office, Inc. que, tal como se puede ver en las últimas imágenes de cada vídeo, reservó los derechos en 1990, el mismo año de la muerte de Leonard Bernstein.
Desconozco cuánto tiempo falta para que esas obras pasen a ser de dominio público. Mientras, tendremos que asistir a esta absurda práctica que se puede resumir así: es mío y no te dejo verlo porque no me da la gana.
Afortunadamente no se pueden poner puertas al campo ni se puede frenar la difusión de la cultura, aunque sí se puede hacer un poco más difícil su acceso: actualmente el vídeo está disponible, aunque sin los subtítulos en español, con licencia estándar de YouTube. Lo insertamos a continuación y quedamos atentos para reemplazarlo con una versión útil también para quienes no dominen el inglés en el momento en que la encontremos nuevamente disponible.
Esta delicia es el primero de Seis caprichos contenidos en el Poema del cante jondo de Federico García Lorca, a quien recordamos hoy por ser el aniversario de su asesinato, en la madrugada del 19 agosto de 1936, a la edad de 38 años.
Este poema fue escrito por Lorca en el 1921, pocos meses antes de pronunciar su conferencia Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado “cante jondo” en uno de los actos de preparación del Concurso de Cante Jondo de Granada, que él mismo organizó en colaboración con Manuel de Falla, entre otros.
Su interés por recuperar y mantener la tradición musical andaluza llevó al poeta granadino a recopilar una Colección de canciones populares antiguas, arreglarlas para voz y piano e incluso acompañar con este intrumento a la Argentinita en la grabación de cinco discos gramofónicos, hoy día reunidos en un solo CD: Colección de Canciones Populares Españolas. Pinchando en el enlace anterior o en la imagen podemos escuchar todo el CD en Deezer, mientras que aquí podemos descargar el pdf del librito que lo acompaña, que incluye, además de algunos artículos, los textos de las canciones.
Viajar a Berlín a comienzo del mes de agosto tiene varias ventajas: poca gente, poco tráfico, un clima estupendo, en fin, una ciudad muy vivible y acogedora. Pero también tiene un inconveniente: la actividad musical, muy intensa y de altísimo nivel durante el resto del año, sufre un brusco parón. Todas las orquestas de la capital alemana paran su actividad por el descanso veraniego de sus componentes, empezando por la prestigiosísima Berliner Philharmoniker, una de las más famosas del mundo, tanto que no necesita presentaciones, la Orquesta Sinfónica de Radio Berlín, especializada en música del siglo XX, la Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín, que nació en 1946 como orquesta sinfónica del sector americano de la ciudad ocupada, y la Konzerthausorchester Berlin, hasta hace pocos años Orquesta Sinfónica de Berlín, que con el cambio de denominación queda definitivamente vinculada a la homónima sala de conciertos situada en la celebre plaza Gendarmenmarkt.
Tampoco hubo suerte con la ópera: de vacaciones también los tres principales teatros y compañías berlineses: la Staatsoper, la Deutsche Oper y la Komische Oper.
Afortunadamente tuve la posibilidad de asistir a dos conciertos que formaban parte del programa del Berlin International Music Festival, que tuvieron lugar en dos de las más emblemáticas iglesias de Berlín: la Catedral de Berlín y la Iglesia Memorial del emperador Guillermo. En esta última actuaron la violinista Natasha Korsakova y el pianista Simone Soldati, que ofrecieron un programa algo sencillo, sobre todo desde el punto de vista violinístico: parte de este programa era para piano solo (dos intermezzi de Brahms) y además el plato fuerte, la segunda sonata de Prokofiev, fue sustituido en el último momento por una sonata de Boccherini. No obstante, el concierto resultó muy agradable, por la elegancia de la interpretación de estos dos excelentes músicos.
El otro concierto fue realmente impresionante: la orquesta que actuaba, la Deutsche Streicherphilharmonie, estaba compuesta enteramente por jóvenes que aparentaban tener entre los 13 y los 20 años aproximadamente. Sin mirarles no era posible distinguirles de una orquesta de músicos adultos. Su afinación era impecable y su sonido fascinante; con la sonrisa en los labios, los jóvenes músicos seguían con extrema precisión el gesto del director, Michael Sanderling, consiguiendo en todo momento una gran expresividad.
También hubo un cambio de última hora en el programa de este concierto, aunque en esta ocasión no afectó a la obra estrella: el Concierto para violín en mi menor de Mendelssohn interpretado magistralmente por Remus Azoitei, quien hizo muestra de una fabulosa facilidad técnica y de una intensa expresividad. El currículum de este violinista rumano es realmente impresionante, tanto por sus estudios (Juillard School, con Itzhak Perlman, entre otros) como por sus colaboraciones, entre las que destaca el doble concierto de Bach interpretado junto con Nigel Kennedy:
Y a continuación tenemos otra actuación muy interesante de este excelente violinista, el primer Concierto de Dmitri Schostakovich, con el cual aprovecho para recordar a este compositor, fallecido hace exactamente 34 años.
La vida de Robert Schumann estuvo marcada por varios problemas de salud: uno de ellos le alejó del concertismo con sólo 21 años; otro le llevó a abandonar toda su actividad musical, dos años antes de su muerte, que ocurrió el 29 de julio de 1856. En el día de su aniversario, vamos a recordar a este brillante músico y crítico musical, que tanto aportó al romanticismo, el período histórico-artístico en el que el arte de los sonidos alcanzó la máxima consideración.
En la foto lo podemos ver al lado de su mujer, Clara Wieck, quien también fue una excelente pianista y compositora. Por ser mujer del siglo XIX no tuvo las oportunidades que su talento merecía, aunque ya se le reconoce unánimemente como uno de los personajes principales de la historia de la música decimonónica.
Por su parte, Robert, prometedor pianista, con sólo 21 años tuvo que renunciar a los escenarios debido a una grave lesión que él mismo se provocó, involuntaria pero temerariamente, en el anular de su mano derecha, en el intento de aumentar la fuerza y la independencia de ese dedo mediante un artilugio que, lejos de mejorar su potencia y movilidad, se lo dañó de manera irreversible.
La razón de tanta obsesión con ese dedo, y no, por ejemplo, con el meñique, tan pequeño como para parecer el más frágil de los cinco, es bien conocida no sólo por los pianistas, sino también por muchos otros instrumentistas. Los que no lo tienen tan claro que intenten hacer esta prueba: con el puño cerrado, extended el pulgar todo lo que podáis y volved a la posición inicial, luego haced lo mismo con el índice, el medio (procurando que no os vea nadie, para evitar problemas), el anular y, finalmente, el meñique. Ahora contestad a esta pregunta: ¿cuál de los 5 dedos se ha resistido más?
Afortunadamente Schumann no era sólo un pianista habilidoso sino también un excelente compositor, así que nos ha dejando un catálogo de obras de altísima calidad, aunque algo limitado en cantidad por su trágica y prematura muerte. Prematura porque apenas tenía 46 años y trágica porque ocurrió en el manicomio donde pasó los últimos dos años de su vida, internado tras un intento de suicidio que culminó una existencia atormentada por una inestabilidad emocional que lo acompañó desde su juventud.
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