Más sobre mochilas

En la pestaña "Mochilas", al final del todo, he colgado un vídeo que aborda el tema. Y lo he incluído a pesar de no estar de acuerdo con uno de los ejercicios que en él se proponen.

Al final del vídeo se demuestra como hay que agacharse para coger la mochila del suelo.  En realidad hay que agacharse así para coger cualquier objeto, sea o no pesado. De forma acertada se recomienda "doblar las piernas" en vez de "doblar las rodillas". La mayoría de la gente cuando intenta doblarse sin dejar las piernas tiesas, lo que hace es dirigir su atención hacia la flexión de las rodillas, al tiempo que evita arquear la espalda, lo que provoca una forma muy incómoda y cansada de agacharse. Ante esta situación la mayoría piensa "más vale lo malo concido..." y desiste de intentar una forma más saludable de agacharse.

Con el juego de los saquitos que se propone al final del vídeo lo que se provocará será la sensación de que agacharse correctamente es muy incómo, porque al intentar que el saco no se caiga de la cabeza, las personas, se agacharán con la espalda y el cuello tieso. Es más, es muy probable que se produzca un arqueamiento de las vértebras del cuello, las cervicales, que resulte más perjudical que agacharse curvando toda la columna.

En realidad lo que hay que hacer es sentir todas las articulaciones que se activan al flexionar las piernas, desde los tobillos, pasando por las rodillas, hasta la unión de las piernas en nuestras caderas. Además hay que inclinar la espalda hacia delante, sin curvarla, manteniendo la cabeza en línea con el tronco. Una imagen que puede ayudar es la de una silla plegable. Se pliega la parte baja de la silla, pero el respaldo queda erguido.

Si aún queda alguna duda por resolver con respecto a este tema, les remito, como en ocasiones anteriores, a las personas verdaderamente expertas en biomecánica corporal: los bebés.

Por lo demás, el vídeo me parece un buen recurso. Lástima que sean casos puntuales los momentos que la televisión dedica a temas tan importantes. Teniendo en cuenta el poder de influencia que ejerce sobre la población, especialmente en la infancia y la juventud, y la cantidad de tiempo que, según estudios publicados, se pasa delante de ella, debería ser un medio más utilizado en beneficio de nuestra salud.

Acerca de los géneros… y el musical, por Luis Enrique Ibáñez

Para Antonio Calvillo, inspirador soporte de motivación y de trabajo… que no se agota nunca, regalando ideas, repartiendo energía…

 

 

Acerca de los géneros… y el musical

 

Los géneros, ya sean literarios, cinematográficos, o de cualquier otro ámbito, deben su existencia, en realidad, a esa pueril obsesión del ser humano por clasificarlo todo, por crear carpetas imaginarias en las que alojar diferentes productos con supuestas características comunes, por inventar y colocar señales de tráfico con la cándida intención de poder orientarnos de forma ordenada y lógica en un mundo de natural mágico y caótico. Son consecuencia de nuestro miedo al desorden, de nuestro temor a caminar desorientados en el interior del bosque de la creatividad. Y de esa infantil función didáctica que tantas veces encoge nuestro pensamiento.

Pero, ¿existen realmente los géneros? ¿Quién se arrogó el derecho de articular las normas que definen uno u otro género? ¿Estaban ahí los géneros desde siempre, previamente, naturales, y los vimos, los descubrimos, y pasamos a definirlos?

No, rotundamente no. “Porque hay un creacionismo, un creacionismo del significante (…) Antes de poder decir noche y día, (explica Jacques Lacan), la noche y el día no existen. No hay más que variaciones de luz.”

Pues bien, antes de poder decir “novela”, “poesía”, “teatro”, “género de terror”, “western”,“suspense”, “musical”… esos compartimentos no existen, no son. Podrían ser, simplemente, variaciones sutiles de la imaginación, de la escritura, de la relación que mantenemos, o intentamos proponer, con una deseada función estética, tan deseada y salvaje que quiere, que necesita, huir de cualquier definición, que no quiere pernoctar en ninguna de esas celdas oscuras que el hombre ordenado ha construido para ella.

En la literatura clásica lo épico venía vestido con su traje de verso; ahora, al parecer, la épica pertenece al género narrativo, y el verso, pues eso, a la lírica, a la poesía. ¿Qué fue, por ejemplo, la Odisea de Homero, a qué género pertenece? ¿Es un libro poético, de realismo social, de amor, de suspense…? De él dijo Umberto Eco:

“Suficiente interés amoroso; incluso hay un toque Lolita, con la adolescente Nausicaa…Grandes momentos dramáticos, un gigante con un solo ojo, caníbales, incluso algo de drogas, pero nada ilegal, porque, que yo sepa, el loto no está en la lista de la Oficina de narcóticos. La escena final está en la mejor tradición de los westerns, con su duro blandir de puños, y el asunto del arco es un golpe maestro del suspense… Y luego el montaje, el uso de flashbacks, las historias dentro las historias…”

Algunos exponentes especialmente representativos de la literatura contemporánea rompen deliberadamente los límites legales de los géneros, traspasan furtivamente todas las fronteras teóricas para imaginar libremente el discurrir de ¿la historia? A Enrique Vila-Matas se le recrimina lo indefinido de sus libros, ¿novela, crítica literaria, ensayo? A Javier Cercas se le critica (y muy duramente por algunos) el hecho de que mezcle periodismo, historia y literatura (Anatomía de un instante, Soldados de Salamina) Sin embargo, esos críticos puntillosos olvidan algo: ¿quién puede atar en corto al Quijote, quién puede definir La Biblia? ¿A qué género pertenecen? La modernidad de la no definición, de la libertad, ya estaba ahí.

Vayamos al cine. ¿A qué género pertenece el trabajo de Chaplin? ¿Género de humor, o de realismo social, de denuncia… arte comprometido con humor? ¿Quién pone la etiqueta?

Con solo ver esto, advertimos lo imposible de la definición (escena de Tiempos modernos).

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Y vayamos, sobre todo, al cine musical. Precisamente este ¿género?, aunque no lo parezca, es el más resbaladizo, pues lo que supuestamente lo caracteriza, la presencia de canciones, de números musicales, más allá de las naturales (a veces) bandas sonoras, se constituye, se articula en forma de transversalidad. Es decir, su identidad penetra todos los otros órdenes temáticos, todos los otros géneros, y, así (puestos a seguirles el juego a los amantes de las definiciones), tenemos musicales de humor, de terror, de realismo social, de suspense, westerns, etc.

Escena del musical Oliver. Es una película británica de 1968 dirigida por Carol Reed, basada en el musical del mismo nombre de Lionel Bart, el cual a su vez se basa en la novela de Charles Dickens Oliver Twist. Fue la última película musical ganadora del Oscar a la mejor película, hasta el triunfo de Chicago 34 años después.

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En esta escena, la canción, el número musical, se inserta en el más crudo realismo social, y esa canción, Food, glorius food (Comida gloriosa) acompaña a esos pobres desdichados en su descenso hasta la última capa de los infiernos, mientras en la cima, los amos del mundo disfrutan, tiranos, de todo su poder. En ese siniestro contraste retórico del arriba y abajo queda servida, con la ayuda inestimable de la sufrida canción, toda la necesaria denuncia social, todo el compromiso ético con esos seres humanos, con esos niños eternos siempre desterrados de la la vida, una y otra vez (también hoy) expulsados del paraíso.

Y más niños en serie, piezas esclavas de una cadena enajenada. Aquí se nos muestra, en perfecto y certero ensamblaje con ese tema musical que supo anclar el absurdo de una existencia opresora, no solo el sufrimiento de unos seres concretos, sino, quizá, la alienación, en general, de una vida ordenada por los fantasmas de la agresión y del error continuado.

Pink Floyd The Wall es una película británica de 1982 dirigida por el director británico Alan Parker basada en el álbum de Pink Floyd The Wall. El guion fue escrito por el vocalista y bajista de Pink Floyd, Roger Waters. Esta película se apunta, además, a más mezcla de géneros, pues se incluyen en ella hasta 15 minutos de escenas que pertenecen a eso que llaman “cine de animación“.

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Otra contraposición luminosa no solo de clases sociales, que también, sino, quizá, de algo más trascendente: dos visiones de la vida tan diferentes, como soñadas desde el imposible. El dulce idealismo del mundo hippie nos ofrece su amable orgullo ante la vida, ante una vida que quiere ser vivida de forma diferente, y con aspiraciones de ser compartida, contagiada. Y siempre orgullosos de tener eso: vida.

I´got life… Tengo vida.

Hair (1979) es una película musical dirigida por Miloš Forman y protagonizada por John Savage, Beverly d’Angelo y Treat Williams. Basada en el musical homónimo de 1967, la película fue nominada al César a la Mejor película extranjera.

Tengo vida, tengo libertad…

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Y los sueños de todos los pobres del mundo también han viajado sobre la espalda de algún tema musical, ofrecido como bálsamo, como desahogo, y como insistente llamada de atención, como machacona denuncia, constatación necesaria de la injusticia que los hombres establecen sobre los hombres… Y ahí nos llega la tristeza, al comprobar que esa música legendaria, que esa queja universal, no ha perdido ni un gramo de su sentido… hoy, cuando los ricos son cada vez más ricos, mientras cada vez más ciudadanos son desterrados de la realidad, de la oportunidad, son despojados de la dignidad, de la vida.

¿Quién no ha pensado alguna vez lo que haría si tuviera mucho dinero? ¿Hay alguien que se haya dejado caer alguna vez en ese delirio fantasioso y, así, poder descansar, para volver después a la vida, a la lucha? ¿No hemos lanzado todos en algún momento nuestra ira hacia ese cielo que nos cubre, hacia ese cielo que observa impasible todo el sufrimiento esparcido sin orden por toda la tierra?

El violinista en el tejado es una película musical estadounidense dirigida por Norman Jewison en el año 1971. Se estrenó en su versión teatral en Broadway en el año 1964 (Fiddler on the Roof), con Zero Mostel como protagonista. Estaba basada en una novela del escritor ruso Sholom Aleichem, titulada Las hijas de Tevye. En la versión cinematográfica, el sonido del violín que toca el violinista, usado como metáfora de la vida inestable de las comunidades judías en la Rusia zarista, fue doblado por Isaac Stern. La película ganó tres premios Oscar.

“Oh, Señor, tú hiciste demasiados pobres, demasiados…

Sí, ya sé que no es una vergüenza ser pobre,

pero tampoco es un gran honor…

Si yo tuviera… una pequeña fortuna…

 

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Y la música se pasea cómoda por la tierra del western, ese género que parece olvidado, incluso despreciado, pero que retorna siempre, para salpicar nuestra recepción de infatigables lecturas, para retorcer con cariño los códigos oficiales, y multiplicar los sentidos, enriquecer la interpretación, más allá de lo aparente, allí en ese lugar donde la historia lineal es solo una amable excusa para ir a otro lugar, siempre al norte, sintiendo el placer de nuestros pasos sobre la tierra.

No echar raíces nunca, nunca… solo feliz y libre cuando se es fugaz.

La leyenda de la ciudad sin nombre es una película estadounidense de 1969, dirigida por Joshua Logan. Protagonizada por Lee Marvin, Clint Eastwood, Jean Seberg, Harve Presnell, Ray Walston y Tom Ligon en los papeles principales. El guion está adaptado por Paddy Chayefsky del musical de 1951 Paint your wagon, de los autores Alan Jay Lerner y Frederick Loewe.

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Y al escuchar el anterior tema, la poesía se siente aludida y llama a la puerta…

“Sólo soy feliz yéndome.

No entre cuatro paredes, con sus sendas espadas…”

 

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Pero, quizá, y al margen de todos los temas posibles que el cine musical puede abarcar, lo más importante, lo más pertinente, desde un punto de vista estético, sea intentar adivinar qué sutil condición debe cumplir para que la simbiosis entre acción y música, entre realidad y danza, sea posible. La solución está en la transición. En la competencia de la escena para que no percibamos cuándo acaba un concepto y cuándo empieza otro: ahí está el secreto, en el placer receptivo de no advertir el momento en el que el personaje ha dejado de hablar y ha empezado a cantar, de no notar esos segundos mágicos en los que los pasos caminantes de los actores se convierten en pasos de baile.

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Esa es la dificultad y la virtud necesaria del musical que se quiere, el deslizamiento suave del significante soportado por códigos diferentes. Ese devaneo suave al filo de la navaja, un coqueteo en la frontera que nuble y confunda la percepción estética del espectador, receptor sorprendido, cuando descubre que no ha sabido ubicar el límite entre la realidad contada y la inserción musical. Esto solo se produce cuando la canción, el baile, la música aparecen insinuados, suavemente, hasta hacerse presentes. Y no como una prótesis, incrustada de forma ortopédica, violentando, como una visita inesperada, como un extraño que no ha sido invitado, la imaginación que quería soñar… entregada.

En los musicales torpes (todos podemos recordar títulos, españoles, y de fuera) la aparición de la música se hace de forma artificial, tosca, como obligada, como si alguien dijera “y ahora, una canción… y ahora, un numerito“. Y no es eso, desde luego, no es eso.

West Side Story es una película se esfuerza por respetar lo natural, por hacer que parezca fácil lo que es sumamente difícil. Esa maravillosa traslación del mito de Romeo y Julieta se convierte en una maestra digna y generosa que nos enseña, sin aspavientos, qué es un musical.

Y, por último, la siguiente escena de esa película, se nos muestra como una apoteosis sublime de las ideas finales que hemos querido expresar.

Arraigo, desarraigo, inmigración, justicia social, nostalgia del paraíso… y la música, siempre la música, envuelta, aquí, en su poderoso manto de energía indestructible.

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El musical, características, historia y ejemplos | Musikawa

Este año, el Concurso Toma Nota estará dedicado al Musical y como es costumbre, aprovechamos para ponernos al día en conocimientos con un pequeño concurso musical que se llevará a cabo in situ. Para aquellos que penséis en participar, hemos preparado esta pequeña retrospectiva con algunos ejemplos y características que debéis conocer.

1. Definición:

El musical es un género teatral o cinematográfico en el que la acción se desenvuelve con secciones cantadas y bailadas. Es una forma de teatro que combina música, canción, diálogo y baile, y que se representa en grandes escenarios, como los teatros de West End (Londres) o en Broadway (Nueva York).

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2. Origen:

Su origen se encuentra en varias fuentes teatrales europeas del siglo XIX, conocidas como opereta, ópera cómica, comedia musical o vaudeville francés. Eran espectáculos de variedades sin unidad dramática que incluía canciones populares, bailarines, acróbatas y números cómicos. Este tipo de espectáculos siguió con vigencia durante el siglo XX, especialmente en Estados Unidos.

3. Evolución del Musical en el cine y en el teatro:

3.1. El musical en el teatro:

Adquiere su forma definitiva en la década de los años veinte, con una acción muy rápida y con canciones y otros números  musicales perfectamente integrados en la trama.

a.     Décadas de 1930 y 1940: fueron las mejores para el género, con obras de George Gershwin o Kurt Weil

b.    Década de 1950: destacan musicales como My fair lady.

c.     Décadas de 1960 y 1970: Grease , Jesucristo Superstar o Chicago.

d.    Desde 1980 hasta nuestros días: Los Miserables, Fama o Mamma Mia.

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3.2. El musical en el cine:

 

La comedia musical cinematográfica es un género cinematográfico específico que presenta dos rasgos fundamentales en relación con la música que utiliza:

  • Invierte los términos entre música e imagen.
  • Procede, en casi todos los casos, del teatro.

Su evolución, puede resumirse en tres etapas fundamentales:

 

a. Años 30: la edad de oro.

La comedia musical puramente cinematográfica nace en 1933 gracias Busby Berkeley y Fred Astaire con La calle 42, del primero y Volando a Río de Janeiro del segundo.

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Durante los años que trabajó para la Warner (1932-1939), Berkeley creó los más deslumbrantes números musicales de la historia del cine. Sus aportaciones fueron:

  • Pensar la coreografía y el aparato escenográfico en función del punto de vista de la cámara, rompiendo con la frontalidad y unidad de lo teatral.
  • Desarrollar un montaje capaz de resumir una larga historia en pocos minutos.

Fred Astaire creó un estilo visual también ajeno al teatral, pero basado en sus cualidades como bailarín. Suyo es el primer esfuerzo serio por integrar los números musicales en la trama argumental de la película.

 

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b. Los años 40 y 50: la edad de plata.

La productora que dominará el género será la MGM a partir de 1939 con El mago de Oz y la incorporación al estudio de Berkeley.

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Minelli debuta en 1943 con Cabin in the Sky y presidirá la producción de musicales en la MGM durante los 50. Gene Kelly, bailarín y coreógrafo, colaboró con Minelli en Un americano en París (1951) o Brigadoon (1954).

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También destaca en esta época Stanley Donen, con musicales como Cantando bajo la lluvia (1952) o Siete novias para siete hermanos (1954).

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c. Los años 60 y 70: la edad de plomo.

Los 60 proporcionan dos obras maestras, que son dos versiones cinematográficas de obras teatrales:

  • West Side Story (1961) de L. Bernstein  ejemplo de un musical vivo y dramático, abierto a la realidad y la calle, moderno en sus planteamientos coreográficos y musicales.
  • My Fair Lady (1964) con la realización cinematográfica de George Cukor.

Tras estas producciones el musical comenzará a decaer. Habrá éxitos artísticos y de público como “Mary Poppins” (1964), Sonrisas y lágrimas (1965) o Funny Girl (1968).

 

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d. Desde  1980 hasta la actualidad:

Ni el fenómeno rock-pop fue aprovechado, ni algunas excepciones como ¿Víctor o Victoria? (1982 con música de Henry Mancini) o Todos dicen I Love You (1997) de Woody Allen.

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Otros musicales cinematográficos: Evita (1996), El fantasma de la Ópera (2004), High School Musical (2006) o La Bella y la Bestia (1991).

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Stravinsky en Venecia

Isla de San MicheleLa mayor parte de las 116 islas que forman la ciudad de Venecia están unidas entre sí por puentes. Incluso quienes todavía no hayan tenido la suerte de visitar esta bellísima ciudad conocen algunos de ellos, como el puente de Rialto, el más antiguo de los cuatro que permiten cruzar el Canal Grande a pie, o el de los Suspiros, que une el Palacio Ducal con las prisiones (de ahí su nombre, por los suspiros de los presos que, al cruzarlo para ir o volver de ser juzgados, podían volver a contemplar por un instante la laguna veneciana).

También hay algunas islas a las que sólo se puede llegar con una embarcación privada o en vaporetto. Las más famosas tal vez sean Burano, por sus casas pintadas con colores vivos y su producción artesana de encajes de bolillo, y Murano, por sus artistas del vidrio, soplado a pleno pulmón para darle todo tipo de formas.

A medio camino entre Venecia y Murano hay otra isla muy importante, aunque menos turística: San Michele. En realidad, se trata de dos islas que hasta hace algo menos de dos siglos estaban separadas por un estrecho canal que ha sido llenado de tierra para permitir la ampliación del cementerio, que ocupa todo su territorio. En este cementerio monumental descansan los restos mortales de numerosos personajes ilustres, entre ellos Igor Stravinsky.

El compositor ruso murió en Nueva York el 6 de abril de 1971, a punto de cumplir los 89 años. Se celebró un primer funeral en esta ciudad de Estados Unidos, país en el que pasó la mayor parte de su larga vida. Sin embargo a los pocos días, hoy hace exactamente 41 años, su féretro fue trasladado a Italia por su expresa voluntad para recibir sepultura en el mismo cementerio en el que desde 1929 descansaba Sergei Diaghilev, el empresario de los legendarios Ballets Rusos, una compañía que revolucionó la danza de la Europa de comienzos del siglo XX (dejando su fuerte influencia durante muchas décadas posteriores) gracias a la unión de su brillante e innovadora técnica, llena de vitalidad y expresividad, con la genialidad de un gran número de artistas que colaboraron con ella. Entre ellos: los pintores Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris y Henri Matisse, los coreógrafos Michel Fokine, Marius Petipa y Vaslav Nijinsky y los músicos Claude Debussy, Maurice Ravel, Erik Satie, Richard Strauss, Ottorino Respighi, Francis Poulenc y Manuel de Falla.

El encargo que en 1910 Diaghilev hizo a Stravinsky no pudo ser mejor oportunidad para el joven compositor, muy prometedor pero todavía poco conocido: la música para un ballet sobre un cuento infantil ruso. Stravinsky, que todavía vivía en su país de origen, compuso una primera versión para piano empleando un lenguaje musical con muchas referencias al folclore de su tierra. Seguidamente, poniendo en práctica lo que había aprendido de su sabio maestro Rimsky-Korsakov, lo orquestó empleando una paleta de colores vivos y brillantes. Así nació el El pájaro de fuego, la primera de una larga serie de colaboraciones entre estos dos grandes personajes de la cultura del siglo XX, incluyendo su obra maestra: La consagración de la primavera.

El protagonista de este cuento fantástico es un pájaro de color brillante que tiene el poder de deshacer los embrujos del malvado Kastchei. El príncipe Iván, tras capturar al pájaro, conmovido por sus súplicas, lo deja en libertad. Agradecido, éste le regala una de sus plumas, que le servirá para pedirle auxilio, agitándola en el aire, cuando está a punto de sucumbir frente al brujo. El pájaro le salva cantando una dulcísima nana que duerme a Kastchei y permite a Iván destruir el huevo que contiene su alma y hacer desaparecer al malvado para siempre.

En el siguiente vídeo, grabado en 1965, tenemos la oportunidad de escuchar y ver al mismo Igor Stravinsky, octogenario, interpretando la nana y el final de la suite del ballet (versión de 1945) al frente de la New Philharmonia Orchestra.

La suite de este ballet (versión de 1919) la emplearon los estudios Disney para cerrar el largometraje Fantasía 2000. Las imágenes no se refieren en absoluto al cuento original, sino que narran otra historia, la de una ninfa del bosque que, al final de un gélido invierno, despierta la naturaleza para que vuelva a llenar de vida y color los campos. Pero comete el error de despertar también a un volcán, cuya erupción es tan violenta que, además de cubrir todo lo que le rodea, casi la mata con sus enormes chorros de lava con forma de pájaros de fuego. Cuando la ninfa se recupera, al contemplar tanta desolación a su alrededor, deja caer una lágrima que, al contacto con la tierra, devuelve la vida a toda la vegetación y la felicidad a ella y su amigo ciervo.

En el minuto 4:23 de la interpretación de Stravinsky y en el minuto 5:55 del vídeo de Disney, empieza el final del ballet, El retorno a la vida de los caballeros petrificados y la alegría general, del que he preparado un arreglo para flauta dulce.

La entrada Stravinsky en Venecia ha sido publicada primero en educacionmusical.es.

Entre palomas y gaviotas

Carlos GuastavinoEl siglo XX ha comportado una fractura entre los compositores de música culta (para usar la menos mala de las definiciones que nos permiten entender el género al que nos referimos) y el público. Tras un par de siglos de progresivo acercamiento entre el compositor y el público, culminado en el Romanticismo, donde asistimos a fenómenos de masa como los virtuosos (sobre todo pianistas y violinistas) y la ópera, el músico del siglo XX se encuentra de frente a una incómoda disyuntiva en la que tiene que decidir si componer experimentando para innovar el lenguaje y la estética musical -asumiendo de esa manera la responsabilidad de educar el oído y el gusto musical del público, aún a riesgo de perderlo- o renunciando parcial o totalmente a la investigación para dedicarse a escribir una música de más fácil comprensión y disfrute, basadas en el lenguaje musical de las generaciones anteriores.

Carlos Guastavino, nacido hace exactamente 100 años, decidió tomar este segundo camino, llegando a ser el más importante continuador del nacionalismo romántico argentino, en el cual confluyen la tradición europea y el folclore de su país.

En el catálogo de Guastavino, que incluye varios centenares de obras tanto vocales como instrumentales, destaca Se equivocó la palomauna canción que compuso en 1941 sobre un poema de Rafael Alberti, conocida en todo el mundo gracias a las interpretaciones de numerosos cantantes, por ejemplo José Carreras, María Dolores Pradera y Joan Manuel Serrat. La versión de este últímo es un arreglo de Sergio Endrigo, que a su vez la cantaba traducida al italiano.

Entre tantas versiones, la que prefiero es sin duda la de Mercedes Sosa, cuyo arreglo sobrio  tanto en armonía como en instrumentación nos deja disfrutar de todos los matices expresivos de su voz plena y rica.

Para quienes quieran tocarla con la flauta, aquí está la partitura.

Entre las razones del éxito de esta canción está sin duda la elección de Guastavino de repetir una y otra vez las palabras se equivocaba (en el poema sólo aparecen al comienzo), lo que, junto con el uso de una armonía modal, amplifica la atmósfera de ensoñación que posee el poema, cuyo título es simplemente La paloma. Alberti lo escribió en París en 1940, un año antes de publicarlo en Buenos Aires en el libro Entre la espada y el clavel, dedicado a Pablo Neruda.

La paloma se equivocaba -lo afirmó Alberti y lo repitió Guastavino- eso es indudable, pero si se equivocaba era por ingenuidad, esto tampoco se puede cuestionar pues ya se sabe, esta ave es reconocida universalmente como símbolo de la paz. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de otros pájaros que cometen graves errores por maldad (o incultura). El día 27 de marzo, con ocasión del Día Mundial del Teatro y del 5º aniversario del teatro dedicado al poeta gaditano en el municipio almeriense de Huércal-Overa, el PP retira el nombre de Rafael Alberti de su Teatro Municipal por considerar que “no vende” a la ciudad. Parafraseando al poeta: Se equivocó la gaviota, se equivocaba. Haciendo alarde de un autoritarismo de otros tiempos y de una profunda mezquindad, el concejal de Cultura de ese pueblo, Antonio Lázaro, que merecería pasar a la historia por su incultura (o maldad), ha afirmado que “no hay razón para que el mayor espacio escénico de la localidad esté dedicado a esta persona”. Afirmación patética donde las haya, pues razones hay de sobra: por si no bastaran cada uno de sus versos inmortales, este poeta universal, reconocido en todo el mundo por su obra y su compromiso político y social, ha sido galardonado entre otros con el Premio Cervantes el  Premio Nacional de Poesía y el Premio Nacional de Teatro (sí, de Teatro); fue nombrado Doctor Honoris Causa por las Universidades de Cádiz, Toulouse, Burdeos, La Habana,  por la Complutense de Madrid y la Politécnica de Valencia; también se le otorgó el título de Comendador de las Artes y las Letras en Francia, el de Alcalde Perpetuo del Puerto de Santa María, el de Ciudadano de Honor de Roma y de Buenos Aires y el de Hijo predilecto de Andalucía, y me paro aquí porque creo que es más que suficiente.

No hace falta seguir, es más, quizás tampoco hubiera hecho falta dar estas explicaciones, pues todos los que no sean incultos (o malvados) le han visto el plumero a ese pájaro llamado Lázaro (para seguir con el símil ornitológico), incapaz de reconocer (por inculto) la grandeza de un personaje admirable o de aceptar (por malvado) que exista otra opción política que no sea la suya. O por ambas razones.

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