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Cuando trato el tema de la respiración en la clase de clarinete, hay una frase que siempre evito por todos los medios: “respiras mal”.
Si nos paramos a pensar, ningún alumno respira realmente mal. Las personas que respiran mal están desgraciadamente en el hospital o requieren oxígeno extra para vivir. El resto, hacemos lo que podemos.
Por supuesto hay maneras más o menos adecuadas de respirar para tocar un instrumento de viento. Por supuesto podemos mejorar nuestros hábitos respiratorios, lo cual no sólo favorecerá nuestro desarrollo instrumental en particular, sino también nuestra salud en general.
Levantar los hombros, por ejemplo, no tiene por qué estar directamente relacionado con una respiración “alta” (desaconsejable para una respiración adecuada). Cualquiera que se haya ocupado un poco de la fisiología de la respiración sabe que la cintura escapular es un conjunto de articulaciones “posada” sobre la caja torácica, con la que se une mediante músculos y tendones, pero que necesita de un movimiento mucho más amplio que un pequeño alzamiento de hombros para colaborar con la apertura hacia arriba de la caja torácica. En todo caso, tener los hombros levantados es un signo inequívoco de tensión general y debe evitarse para una buena postura en general y para desarrollar una buena sujeción del instrumento y adquirir una buena técnica de dedos.
A mi personalmente me gusta empezar el trabajo consciente de la respiración para generar un soplo en el instrumento que sea eficaz y ayude a desarrollar un buen sonido.
A veces es más fácil decir “baja los hombros” o, lo que es peor, “no subas los hombros” y ya está, que pasar por un camino más largo y cuidadoso, de observación, concienciación y práctica.
Lo cierto es que, a partir de cierto punto, “hay que tocar con mucho aire” y es absolutamente normal que el alumno (tengo en mente un principiante) haga “demasiado” para lograr llenarse o para tener la sensación de que está lleno de aire. Es más que probable que levante los hombros, que tense la cara, el cuello, los brazos y las manitas… Y aún así no “coja” todo el aire que piensa que necesita!
Es ahí donde empiezo el camino de lo que yo llamo la “profundización”. Qué palabreja. Profundizar el aire no es más que observar y aceptar nuestra respiración en reposo (trabajamos en postura tumbada, sentada y de pie) e ir alargando la inspiración para ir, poco a poco, involucrando la musculatura respiratoria más profunda. Empieza un camino de nuevas percepciones y sensaciones.
La construcción de sensaciones a lo largo del aprendizaje instrumental es crucial para mi manera de afrontar la pedagogía instrumental. No sólo en la cuestión de la respiración y el soplo, sino para la totalidad de los elementos técnicos y musicales que se vayan a trabajar. Por otro lado, es de igual importancia la formación del oído, aprender a escuchar y a saber qué es lo que queremos escuchar. La construcción de sensaciones por sí misma quedaría incompleta si no va relacionada con un resultado sonoro concreto.
Por tanto, el trabajo respiratorio fuera del instrumento es vital para mi manera de enseñar a tocar el clarinete: reconocerse a uno mismo en la propia respiración, ir desarrollando sensaciones y creando buenos hábitos respiratorios, relacionarnos de una manera “viva” con el instrumento (para lo cual necesitamos un buen trabajo de embocadura) y generar un soplo eficiente para lograr una sonoridad plena, flexible y adecuada a la música que vamos a interpretar…
¡Gracias por leer!
Cecilia
Hablar de la respiración en la clase de instrumento puede ser una tarea muy fácil… o muy difícil… ¿De qué depende?
En mi experiencia, he tenido alumnos para los cuales el tema de la respiración ha sido algo espontáneo y natural, mientras que para otros, por distintos motivos, ha sido un tema en el que hemos tenido que trabajar profundamente.
En términos generales creo que el trabajo respiratorio varía enormemente dependiendo del momento de los estudios en los que se encuentra el alumno. La importancia es la misma, la manera de profundizar es otra.
En los alumnos principiantes trabajo la respiración sobre todo fuera del instrumento mediante juegos, ejercicios y actividades de carácter totalmente lúdico, que relaciono con términos que se trabajarán más adelante. Este trabajo es muy útil de cara al profesor, ya que es una herramienta extraordinaria de observación del alumno para una posterior orientación y evaluación de su desarrollo.
Con el instrumento, con los principiantes hablo de la respiración con un vocabulario muy básico y “poco técnico”: “sopla más, sopla menos, sopla más rápido, más lento, imagina que…”, introduciendo el vocabulario más específico de la respiración poco a poco para centrarnos en este estadio en el manejo elemental del clarinete.
Los “problemas” con la respiración empiezan por lo general algo más tarde, sobre todo si van acompañados de desmotivación y poca dedicación. Aun así hay que decir que también se encuentran con problemas de respiración alumnos excelentes, siendo su dificultad fruto un exceso de responsabilidad y una mala gestión del estrés por los resultados deseados.
Las dificultados con la respiración siempre van ligados a otros problemas: embocadura, articulación, sujeción del instrumento, postura, tensiones en cuello, hombros, brazos y manos, exceso o falta de tono en la musculatura respiratoria, etc. Y todos estos problemas pueden tener una base simplemente física o también psicológica.
Muchas veces es bien difícil saber dónde empieza y dónde termina una dificultad derivada de la respiración, ya que el problema es de coordinación de dos o más elementos y nunca de uno solo.
Poco a poco, a medida que el alumno avanza, trato de relacionar la respiración con acciones comunes. Continúo con un vocabulario no técnico, siendo el punto de interés el resultado sonoro y el darse cuenta de reacciones y sensaciones del propio cuerpo y su influencia en la sonoridad del clarinete.
De este modo sigo realmente la evolución individual de cada alumno, llegando al vocabulario básico referente al aparato respiratorio, la musculatura y su localización a partir de su propia experiencia.
El nivel va subiendo y necesito encarar el trabajo respiratorio desde dos extremos: la introspección y la acción.
La introspección trata de observar la propia respiración, aceptarla y dejarla fluir libremente. El objetivo de este autoconocimiento es tener una base fiable a la que acudir ante cualquier duda. A esta auto-observación le añado el descubrimiento de las zonas elásticas del cuerpo implicadas en la respiración natural mediante estiramientos, posturas concretas y otros ejercicios. “Reconocerse” en la propia respiración ayuda a la parte psicológica del aprendizaje instrumental.
La acción trata de conseguir efectos concretos mediante ejercicios de soplo. El objetivo es entrenar la musculatura respiratoria (inspiratoria y espiratoria) de una manera “deportiva”, atendiendo a la parte más física del trabajo instrumental.
Si queréis saber más sobre mi trabajo específico sobre la respiración, podéis echar un vistazo a http://ceciliarespira.wordpress.com
¡Gracias por leer!
Cecilia