TEMPO GIUSTO




(Fotografía de Ab música y más)

De vuelta al piano, y a tiempo para el vals de Agosto, enlazo aquí esta  grabación que he encontrado en la que un genio interpreta a otro, agradeciendo a los amantes de la música que publiquen estas joyas.

Vals Op. 64 nº2 de F. Chopin interpretado por el pianista y compositor ruso  Sergei Rachmaninoff. 

 

(Ved  la PARTITURA  con la correspondiente dedicatoria.)

Una vez comprobado de nuevo de qué manera el romanticismo de Chopin invita a la ensoñación, vamos a ver que también lo hacen - y mucho -  el verano y la obra Rachmaninoffsi no, que se lo digan a Tom Ewell....



Siempre es tempo giusto para revisar "la tentación" de Billy Wilder, y siempre lo es para escuchar el primer movimiento del famosísimo  Concierto para piano y orquesta nº2 Op.18 en Do menor que el propio Rachmaninov estrenó en 1901. Aquí lo interpreta su autor.

TEMPO GIUSTO




(Fotografía de Ab música y más)

De vuelta al piano, y a tiempo para el vals de Agosto, enlazo aquí esta  grabación que he encontrado en la que un genio interpreta a otro, agradeciendo a los amantes de la música que publiquen estas joyas.

Vals Op. 64 nº2 de F. Chopin interpretado por el pianista y compositor ruso  Sergei Rachmaninoff. 

 

(Ved  la PARTITURA  con la correspondiente dedicatoria.)

Una vez comprobado de nuevo de qué manera el romanticismo de Chopin invita a la ensoñación, vamos a ver que también lo hacen - y mucho -  el verano y la obra Rachmaninoffsi no, que se lo digan a Tom Ewell....



Siempre es tempo giusto para revisar "la tentación" de Billy Wilder, y siempre lo es para escuchar el primer movimiento del famosísimo  Concierto para piano y orquesta nº2 Op.18 en Do menor que el propio Rachmaninov estrenó en 1901. Aquí lo interpreta su autor.

Clair de lune

Como todos sabemos, el claro de luna es la luz solar que nuestro satélite refleja hacia la Tierra, una luz que cambia constantemente, tanto de intensidad como de calidad, pues la Luna es el astro más variable cuando es observado desde nuestro punto de vista. Ya lo decía allá por el siglo XII el anónimo poeta que escribió O Fortuna, un poema perteneciente al manuscrito Carmina Burana que ocho siglos después Carl Orff hizo conocer al gran público a través de su espectacular musicalización tanto de esta pieza, que abre y cierra toda la cantata Carmina Burana, como de cada uno de los otros números que completan esa obra.

A pesar de esta extrema mutabilidad del claro de luna -que va de la completa oscuridad del novilunio, que en los sitios distantes de los focos de contaminación lumínica permite a las estrellas adueñarse del firmamento, hasta la claridad casi diurna de los plenilunios más brillantes- cuando dejamos a un lado la astronomía y hablamos de “claro de luna” con una perspectiva artística en general y musical en particular, nos imaginamos una luz íntima, casi de ensueño, tal vez algo misteriosa, seguramente muy evocadora de recuerdos y sentimientos; una luz capaz de deformar las cosas enseñándonoslas con un aspecto nuevo y permitiéndonos descubrir su lado más sugerente y fascinante. Estamos entrando en un plano romántico, como el que estaba explorando Beethoven cuando escribía su propio Claro de luna.

En realidad, lo de Claro de luna, mucho más sugestivo que Sonata para piano nº 14 en do sostenido menor “Quasi una fantasia”, Op. 27, nº 2,  no fue idea de Beethoven, sino del poeta y crítico musical alemán Ludwig Rellstab, que asoció esa sonata al efecto de los rayos lunares sobre el lago de Lucerna.

Existe otro famosísimo Claro de luna para piano, el que compuso Claude Debussy, compositor francés del que hoy celebramos el 150º aniversario de su nacimiento. Se trata del tercer movimiento de la Suite bergamasque (en la wiki del IMSLP están disponibles para consulta y descarga gratuita las partituras de la obra completa y de varios arreglos para diferentes formaciones instrumentales).

Tanto el título de ese movimiento, precisamente Clair de lune, como el de la suite completa, aunque los haya decidido el autor mismo, de alguna manera también se los deben a un poeta, el francés Paul Verlaine. De hecho, para la composición de esta obra Debussy se inspiró en su colección de poemas Fêtes galantes, término que define las fiestas al aire libre que solía celebrar la aristocracia francesa durante buena parte del siglo XVIII.  El primer poema de este libro se titula Clair de lune y en su segundo verso habla de masques et bergamasques, es decir: disfraces y bergamascas, un tipo de danza originario de la ciudad de Bérgamo, en el norte de Italia.

Los movimientos que componen la Suite bergamasque son cuatro: el brillante Prélude, el refinado Menuet, el tierno Clair de lune y el desenfadado Passepied.

En el siguiente vídeo podemos disfrutar de la Suite bergamasca interpretada magistralmente por el pianista italiano Sergio Fiorentino un año antes de su muerte, ocurrida hace exactamente 14 años.

La entrada Clair de lune ha sido publicada primero en educacionmusical.es.

La vuelta al mundo en piano


Toronto se une a las urbes que sacan pianos a la calle dentro de la iniciativa 'Play me, I'm yours'

Hay una fecha, julio de 2015, que en Toronto está sonando con fuerza. Aunque todavía faltan tres años, la ciudad ya se prepara para acoger los Juegos Panamericanos. Se trata de un evento que apenas empieza a despuntar en el horizonte, pero en torno al cual se empiezan a realizar ya muy diversas actividades, como “Play me, I’m yours” (Tócame, soy tuyo).


Esta es una iniciativa musical y artística que va cambiando de país: son pianos colocados en la calle para que cualquiera pueda tocarlos. En el caso de Toronto, han sido 41 pianos que representan a los 41 países participantes en los Juegos. Y que se han puesto en diferentes puntos de la ciudad, como el Ayuntamiento, la Torre CN, el aeropuerto Pearson, bocas de metro, parques e incluso hay uno en el ferry que llega hasta la islas de Toronto, en el lago Ontario.


Hacerse con ellos fue toda una odisea. Don Shipley, el director creativo de Pan Am 2015, auspició el arduo proceso que incluía, primero, localizar los instrumentos en tiendas de segunda mano o a través de páginas web como Facebook o Kijiji, y segundo, encontrar 41 artistas locales, afiliados culturalmente con los países participantes (o directamente nacidos allí), para que los decorasen. “Pasamos semanas en contacto con las embajadas y consulados para dar con los candidatos idóneos”, apunta Shipley.


La mayoría de los pianos tienen entre 80 y 100 años y han quedado cubiertos por llamativos colores y duros contrastes, muy a lo Gauguin, muy a lo Macondo. “A los artistas se les ha dado rienda suelta”, puntualiza el creativo, “solo les pedimos que fuesen fieles a la cultura de su país”. Shipley, orgulloso por el resultado cosechado, reconoce que se trata de un proyecto fuera de lo normal porque “de verdad involucra a la gente”.


El proyecto “Play me, I’m yours” fue ideado hace unos años por el artista inglés, Luke Jerram, cuando al salir de la lavandería a la que acudía normalmente y comprobar que, pese a verse a diario, ninguno de los usuarios entablaba conversación, tuvo una revelación. “Aquí hace falta un piano”, resolvió. Lo siguiente que hizo fue ubicar 15 de los mismos alrededor de la ciudad de Birmingham. La idea funcionó.


Desde entonces este terremoto musical ha tomado vuelo y ha dejado sentir sus replicas en ciudades como Sao Paolo, París, Londres, Nueva York, Sídney o Barcelona. Éxito rotundo en todas. En la mayoría de ellas se ha usado, precisamente, con el mismo objetivo que en Toronto, promocionar algún evento destacado, aunque la idea principal, mantiene Jerram, es que cualquier persona pueda expresarse y conocer a otras personas a través de la música.


Antes de desperdigarse por Toronto, los pianos se reunieron en la plaza David Pécault, en el corazón de la ciudad, y brindaron, con orquesta incluida y a manos de varios niños, un concierto a toda la ciudad.