Aprender a cantar: Enfrentarse a un público

Tuve un alumno el otro día que acaba de empezar a cantar en una banda que hace bastantes conciertos. Como no tiene muchas tablas todavía, está bastante preocupado sobre cómo encarar el tema de hablar en directo ante un público.

Este es el gran problema de muchas personas. No sólo a la hora de cantar ante mucha gente, sino también a la hora de hacer una conferencia o una obra de teatro. Hay mucha gente que por culpa de este problema, dejan de hacer algo que les llena o pierden oportunidades en su vida.

Creo que es buena idea, desde mi experiencia en el campo, comentaros cómo afrontar este problema, ya que cómo ya comenté en mi anterior post sobre miedo escénico, yo he actuado frente a un público más de cien veces y siempre sentía inseguridad a la hora de subirme a un escenario y eso me limitaba mucho.

Recuerdo la primera vez que tuve que hablar en un concierto. Yo quería cantar en una banda y solían decirme que no se me daba mal, aunque yo sabía de mis limitaciones. Una amiga me dijo que unos amigos suyos necesitaban cantante con urgencia. Tenían el primer concierto en una semana y a partir de ahí dos o tres meses intensos con conciertos cada fin de semana. A mi me gustó lo que hacían, yo les gusté a ellos, así que me lancé! La parte mala fue que querían que hablara en el escenario y yo era realmente tímida! Querían que presentara los temas, que presentara a la banda... Fue desastroso! Subí al escenario con paso tembloroso, canté como pude con la boca reseca y al hablar no paraba de decir tonterías. Todos notaron mi nerviosismo y mi miedo.

Recuerdo que al acabar el concierto pensé en que había por delante tres meses intensos en los que padecería lo mismo cada fin de semana. Pero no me rendí, además de que no les podía dejar tirados, les había dado mi palabra de que aunque fuera les ayudaría en los conciertos y aunque aún no les conocía mucho, faltar a mi palabra no ha sido nunca propio de mi. El hecho de tener tantos conciertos a la vista tan seguidos, resultó ser una ventaja.

Cómo enseña la PNL, los errores no son malos, son oportunidades para redirigirte hacía tu objetivo. Tantos conciertos, tantas oportunidades, me dieron la ocasión de poder hacer ensayos de prueba- error. Me di cuenta de cómo tenía que hacerlo en cada ocasión. No es lo mismo hablar en un concierto de rock, que hablar en un auditorio en un concierto acústico. No es el mismo público y aunque es bien cierto que nunca llueve a gusto de todos, más o menos puedes encontrar la manera de llegar a las personas de manera que disfruten del rato que les estás ofreciendo.

Mi consejo es que no debes agobiarte porque no te salga perfecto la primera vez que lo haces, ni la segunda, ni la tercera. Aprovecha cada una de las veces para obtener información de lo que ha pasado y así hacerlo mejor la siguiente vez y la otra. Lánzate y aprovecha todas las oportunidades que puedas, para así poder aprender más cosas. En mi caso, además de los conciertos lo que hice fue ir a karaokes muchas veces para tener más experiencias. Utilicé varios métodos para observar cómo funcionaban. Un día intenté dar una imagen más seria, otro hice bromas, ... En definitiva, creaba personajes para ver cual era el que mejor encajaba en cada ocasión. Así mismo, hablaba con el público una vez acabada la actuación para escuchar sus opiniones al respecto. Hay muchísima gente que te dice siempre que lo has hecho perfecto, pero también hay gente de la que puedes sacar críticas constructivas que te pueden ayudar a mejorar la próxima vez.

¿Teléfonos móviles en clase? | Musikawa






















Esta tarde me llegaba un video de una experiencia en Finlandia (otra vez esta utopía), en la que se ve a niños de 7 años en un aula con su profesora haciendo una actividad lectora, de comprensión y creativa al mismo tiempo. La profesora proyecta una carta secreta en la que se les dan distintas instrucciones a los alumnos. Entre ellas, y con la ayuda de un teléfono móvil, debían fotografiar objetos que aparecieran en el relato leído con el fin de comprobar que la lectura y el vocabulario estaban asimilados.

En un segundo momento, agrupados de tres en tres, debían representar un fragmento de la lectura con la ayuda de una cartulina que debían colorear, y unos pequeños personajes recortados de sus libros de texto. Mientras que uno de los alumnos leía el fragmento, otro representaba la escena y un tercero lo grababa en video.

La experiencia es, por su sencillez, increíble. Los alumnos fomentan la lectura, hacen la comprensión lectora a través de las fotos (y la profe no necesita “hacer 10 preguntas” para saber si los alumnos se han enterado), fomenta la creatividad con la expresión oral (para leer su fragmento) y artística al tener que representar la escena mediante la cartulina y los personajes. Reforzado con el uso del móvil (sencillo, táctil…) y la motivación que conlleva. A mi me parece genial!!.

Este es el video:

Pinche aquí para ver el vídeo

 

Por otro lado, en los “saraos” educativos a los que puedo asistir de vez en cuando, hay compañeros que tengo constancia que los usan a diario en clase. Por ejemplo, José Luis Gamboa (@jlgj) nos presentaba una experiencia parecida, con alumnos de secundaria en las jornadas Andatic12 celebradas en Córdoba el pasado febrero. Otros comienzan a utilizar la realidad aumentada (con Aumentaty por ejemplo), los códigos QR para codificar información, twitter y otras redes sociales para la comunicación con sus alumnos, determinadas aplicaciones para tareas concretas y proyectos (afinadores cromáticos, metrónomos, correctores ortográficos, calculadoras científicas…).

Con todo el potencial que poseen los dispositivos móviles (conexión a internet, aplicaciones específicas, conectividad, inmediatez…), ¿por qué seguimos persiguiéndolos en clase?

Algunos compañeros (y les pongo cara, nombre y apellidos) me contestarían que los alumnos no saben usarlos responsablemente, que se dedican a atentar contra la intimidad de los que les rodean o que sólo saben chatear y jugar.

Creo que nuestra responsabilidad como profesores debe pasar por la educación, incluida la referente al uso de estos “maliciosos y perniciosos juguetitos” y que debemos aprovechar todo aquello que nuestro tiempo (no olvidemos que estamos en el siglo XXI y que nuestros alumnos merecen una enseñanza acorde al momento que les ha tocado vivir) nos pone al alcance (siempre que las posibilidades lo permitan).

Queda dicho. Yo seguiré permitiendo el uso del móvil en clase para la realización de determinadas tareas, seguiré usando y prestando el mío propio (los congresistas tienen iPads hasta para perder y reponer, pero los profesionales de la educación no tenemos presupuesto para “pamplinas” y nuestros sueldos siguen bajando), aunque esto, no sea Finlandia.