Comprender a la generación del Milenio

Un excelente artículo en Escuela 21 ha hecho que reflexione sobre este tema. Como educador estoy cansado de encontrarme siempre el mismo tipo de reflexiones sobre la juventud actual.

Habitualmente, y simplificando enormemente (algo necesario para poder elaborar esta reflexión), hay dos maneras de ver a los jóvenes:

Un grupo mayoritario de adultos piensa, más o menos (las generalizaciones siempre son odiosas), que los muchachos carecen en gran medida de los valores éticos y morales que teníamos nosotros a su edad. Según estos adultos, el consumismo imperante en los países desarrollados ha acabado con todo tipo de pensamiento altruísta. Los jovenes serían prosociales en el sentido más egoísta del término, es decir, que buscan la comunicación  con los demás con el fin de sentirse bien ellos mismos, de ser aceptados por el grupo, no ser excluídos ni marginados de él, en definitiva, tratar de ser "populares" (odio este término: es muy americano, pero reconozco que define perfectamente una idea de persona).

Estos adultos no ven con buenos ojos las horas que los jóvenes pasan conectados a diferentes utensilios electrónicos. El tiempo exagerado que utilizan para comunicarse con otros jóvenes a través de redes, en el mundo virtual. Parece, según ellos, que están perdiendo la capacidad de hablar cara a cara, de comunicarse con algo más que palabras, con gestos, con miradas, y esencialmente con tiempo, con el tiempo suficiente que requiere una amistad.

Otro grupo de adultos, sin embargo, ven en los jóvenes los mismos o mejores valores que los que teníamos nosotros. Los ven solidarios, participando en ONGs, saliendo a la calle (como el movimiento del 15M), etc. Ven a los jóvenes como víctimas de una sociedad que hemos conformado poco a poco los adultos. Aceptan las nuevas maneras de comunicarse que tienen los jóvenes. Creen que el uso de internet y de las redes sociales es un adelanto incuestionable, y que dan la posibilidad de establecer contacto con nueva gente, además de con los propios amigos.

Entre este segundo grupo de adultos hay no pocos padres de adolescentes (otros muchos están en el primer grupo) que están encantados de lo bien que se desenvuelve su hijo con el ordenador y con el móvil, y que aprenden de ellos, descubriendo un mundo nuevo y fascinante para ellos mismos.

Pues bien, las visiones maniqueas nunca acercan a uno a la verdad, que, en todo caso, siempre es subjetiva. Por poner sólo un ejemplo: cuando surgió el movimiento "hippie" hace varias décadas, los padres de aquellos jóvenes no aceptaban ni por asomo los postulados del mismo. Los valores de aquel movimiento han influido enormemente en las generaciones posteriores. La concienciación social actual de respeto por el medio ambiente, de aceptar al diferente, a los diferentes modos de vivir que eligen las personas, bebe de aquellas fuentes.

La realidad de la juventud actual, como yo la veo, tiene más que ver con un cambio profundo en los modos de relacionarse, más que en el fondo de los sentimientos o de los intereses de verdad. El joven actual es tan solidario o poco solidario como lo eran los de generaciones anteriores. Es tan o tan poco sociable como lo eran antes. Simplemente, utiliza otros medios de comunicación, unos medios infinitamente más poderosos que los que existían antes. Unos medios que han borrado de un plumazo las barreras geográficas e incluso temporales. Unos medios a través de los cuales yo mismo he reestablecido el contacto con antiguos compañeros de colegio, de los que no sabía nada desde hace décadas. A través de los que he establecido contacto con colegas de profesión a los que nunca hubiera podido conocer de otro modo, dado el lugar donde viven.

No es ni bueno ni malo. Simplemente, nuestro mundo es ahora así. Lo tomas o lo dejas. Luchas contra él desde fuera o intentas mejorarlo desde dentro. Este es el mundo actual, queramos o no, y muchos nunca llegarán a comprenderlo, simplemente porque no desean hacerlo. Si no lo intentan comprender, nunca entenderán cómo es realmente el joven que vive al lado, más allá de lo que parece ser.

Me quedo con la reflexión final de este excelente vídeo: para comprender el mundo es necesario comprender a estos jóvenes, puesto que ellos son los catalizadores de los grandes cambios.




Comprender a la generación del Milenio

Un excelente artículo en Escuela 21 ha hecho que reflexione sobre este tema. Como educador estoy cansado de encontrarme siempre el mismo tipo de reflexiones sobre la juventud actual.

Habitualmente, y simplificando enormemente (algo necesario para poder elaborar esta reflexión), hay dos maneras de ver a los jóvenes:

Un grupo mayoritario de adultos piensa, más o menos (las generalizaciones siempre son odiosas), que los muchachos carecen en gran medida de los valores éticos y morales que teníamos nosotros a su edad. Según estos adultos, el consumismo imperante en los países desarrollados ha acabado con todo tipo de pensamiento altruísta. Los jovenes serían prosociales en el sentido más egoísta del término, es decir, que buscan la comunicación  con los demás con el fin de sentirse bien ellos mismos, de ser aceptados por el grupo, no ser excluídos ni marginados de él, en definitiva, tratar de ser "populares" (odio este término: es muy americano, pero reconozco que define perfectamente una idea de persona).

Estos adultos no ven con buenos ojos las horas que los jóvenes pasan conectados a diferentes utensilios electrónicos. El tiempo exagerado que utilizan para comunicarse con otros jóvenes a través de redes, en el mundo virtual. Parece, según ellos, que están perdiendo la capacidad de hablar cara a cara, de comunicarse con algo más que palabras, con gestos, con miradas, y esencialmente con tiempo, con el tiempo suficiente que requiere una amistad.

Otro grupo de adultos, sin embargo, ven en los jóvenes los mismos o mejores valores que los que teníamos nosotros. Los ven solidarios, participando en ONGs, saliendo a la calle (como el movimiento del 15M), etc. Ven a los jóvenes como víctimas de una sociedad que hemos conformado poco a poco los adultos. Aceptan las nuevas maneras de comunicarse que tienen los jóvenes. Creen que el uso de internet y de las redes sociales es un adelanto incuestionable, y que dan la posibilidad de establecer contacto con nueva gente, además de con los propios amigos.

Entre este segundo grupo de adultos hay no pocos padres de adolescentes (otros muchos están en el primer grupo) que están encantados de lo bien que se desenvuelve su hijo con el ordenador y con el móvil, y que aprenden de ellos, descubriendo un mundo nuevo y fascinante para ellos mismos.

Pues bien, las visiones maniqueas nunca acercan a uno a la verdad, que, en todo caso, siempre es subjetiva. Por poner sólo un ejemplo: cuando surgió el movimiento "hippie" hace varias décadas, los padres de aquellos jóvenes no aceptaban ni por asomo los postulados del mismo. Los valores de aquel movimiento han influido enormemente en las generaciones posteriores. La concienciación social actual de respeto por el medio ambiente, de aceptar al diferente, a los diferentes modos de vivir que eligen las personas, bebe de aquellas fuentes.

La realidad de la juventud actual, como yo la veo, tiene más que ver con un cambio profundo en los modos de relacionarse, más que en el fondo de los sentimientos o de los intereses de verdad. El joven actual es tan solidario o poco solidario como lo eran los de generaciones anteriores. Es tan o tan poco sociable como lo eran antes. Simplemente, utiliza otros medios de comunicación, unos medios infinitamente más poderosos que los que existían antes. Unos medios que han borrado de un plumazo las barreras geográficas e incluso temporales. Unos medios a través de los cuales yo mismo he reestablecido el contacto con antiguos compañeros de colegio, de los que no sabía nada desde hace décadas. A través de los que he establecido contacto con colegas de profesión a los que nunca hubiera podido conocer de otro modo, dado el lugar donde viven.

No es ni bueno ni malo. Simplemente, nuestro mundo es ahora así. Lo tomas o lo dejas. Luchas contra él desde fuera o intentas mejorarlo desde dentro. Este es el mundo actual, queramos o no, y muchos nunca llegarán a comprenderlo, simplemente porque no desean hacerlo. Si no lo intentan comprender, nunca entenderán cómo es realmente el joven que vive al lado, más allá de lo que parece ser.

Me quedo con la reflexión final de este excelente vídeo: para comprender el mundo es necesario comprender a estos jóvenes, puesto que ellos son los catalizadores de los grandes cambios.