Es frecuente encontrar en el mundo de la música clásica biografías y currículums que obvian la labor del conjunto de los profesores que han ayudado al cantante a llegar a ser lo que es y prestan demasiada atención, excesiva, a los profesores de canto.
Dudo mucho que haya sido sólo labor del profesor de canto enseñar: lenguaje musical, armonía, historia de la música, estética, idiomas, piano, escena, repertorio, y un largo etcétera, siendo todas estas materias competencias necesarias para la formación integral de un cantante, sin las cuales quedaría totalmente limitado.
Antaño era responsabilidad de un único profesor la formación integral del músico y tenía sentido citar a un único profesor, era una época artesanal, podríamos decir, de la enseñanza musical. Hoy en día es un vasto conjunto de profesionales los que están implicados en la formación musical y todos ellos merecen un sitio igual, pues la aportación de cada uno es igual de imprescindible.
Recuerdo con especial cariño a los profesores que me animaron a seguir en los momentos difíciles, como Carlos Gimeno, Agustín Manuel Martínez, Pilar Fuentes, Mariela Gómez Pardo, Francesca Roig, Alan Branch, Alba Rosa Forasté, Tomás Gilabert, Miguel Gironés, Mª Carmen Sansaloni, Gabriel y Santiago Casero, Luciana Serra, Manel Ruiz... Todos ellos creyeron en mí y me aportaron muchísimo en mis estudios. A todos ellos debo gratitud por siempre y admiración por su labor bien hecha.
Me parece justo que hagamos de vez en cuando un examen de conciencia y, aunque sea en privado, les reconozcamos a esos profesores su aportación en nuestro crecimiento.