Cuevas del Drach: lugar exótico para la música

 Por: Redacción


Hoy hablaremos de uno de los lugares más singulares en los que se ha grabado y escuchado música: las cuevas del Drach:


En tiempos pasados la música solamente se hacía en estudios de grabación, por lo que los músicos debían tener suficiente dinero para pagar las horas de grabación; esto porque se buscaba la mejor calidad en el sonido y para grabar únicamente la melodía y la voz o voces de los cantantes. Actualmente, gracias a la tecnología se pueden hacer excelentes grabaciones en sitios insospechados e inimaginables en el pasado, ya que en estos sitios (montañas altísimas, bajo el agua, en cuevas subterráneas, en sitios históricos, etc).


En esta ocasión se darán datos y algunos detalles interesantes sobre “Las Cuevas de Drach”, son cuatro grandes cuevas localizadas en la Isla española de Mallorca, en Baleares; son parte del municipio de Manacor muy cerca de la localidad de Porto Cristo. Estas cuevas se tienen una profundidad de hasta 25 mts y alcanzan 1,2 kms de longitud. Las Cuevas del Drach se puede decir que son una enorme extensión subterránea de arenisca ondulada, donde abundan las estalactitas y estalagmitas y ágatas semipreciosas, piedras que crean un imaginario de formaciones.


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Música y salud psicológica: ¿Qué debes saber?

 Por: Redacción


La música y su rol en nuestra salud física y mental



La música ha estado a nuestro lado incluso desde que estábamos en el vientre materno.


Muchos son los estudios que reconocen a los sonidos y la música como una de las mejores formas para comunicarse. El feto es capaz de reconocer sonidos que provienen del exterior a partir de la semana 16, pero no es hasta la veinteava semana cuando empieza a relacionarlos y en la semana 25 a diferenciarlos.

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Cantantes: ¿Qué técnicas de relajación son recomendables?

Por: Redacción



Técnicas de relajación recomendadas para artistas musicales



Si hay algo imprescindible para llegar a ser buen músico, es ser creativo y para ser creativo hay que tener buen bagaje cultural y emocional, pero, sobre todo, aprender a ceder y dejar a la creatividad hacer su trabajo.

Aprender a relajarse es algo que requiere práctica y cada uno tiene su manera de enfrentar el estrés, sin embargo, hay opciones que pueden ayudar a despojarnos de presiones y cargas, más que otras.

A continuación, algunas de ellas:

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Te gusta la música clásica, pero no lo sabes

Ver lo que se suele llamar música clásica en directo es una experiencia sencillamente impresionante. Una orquesta sinfónica es imponente desde todos los puntos de vista: música sin aderezos, sin amplificación, sin efectos añadidos… Sonido 100% real, instrumentos musicales que son auténticas obras de artesanía y un grupo de músicos enorme totalmente compenetrado, ejecutando de forma virtuosa obras de arte atemporales. Entonces, ¿cómo es que a la gente le parece que la música clásica es “aburrida“?

La primera pregunta que yo les haría es, ¿alguna vez has ido a un concierto de música clásica en directo? La mayoría de los que piensan que no les gusta la música clásica no ha ido nunca. Pero los prejuicios hacia la música clásica van más allá…

Conceptos equivocados, prejuicios injustificados

¿A qué llamamos hoy en día música clásica? Es un concepto erróneo, que sin duda hace mucho daño a este sector. Porque englobamos distintos estilos y épocas en un concepto nada atractivo, el “clásico” (léase rancio, aburrido, lineal, lo contrario de moderno, joven, pasional…etc.).

Cuando alguien oye hablar de música clásica, imagina automáticamente algo así:

¿Pero sabías que cuando vas a un concierto sinfónico puedes escuchar cosas como esta?

Y esto es sólo un ejemplo. La cantidad de estilos y músicas diferentes que puedes disfrutar en un concierto casi no tienen límite. Y pueden parecerse tanto unos a los otros como el blanco y el negro.

Muchas personas dicen “Voy a ponerme música clásica para relajarme”. Es bastante cómico, porque incluso la mayoría de las piezas puramente clásicas cuentan con momentos nada relajantes. Hay un concepto general de música desapasionada, distante, tranquila, repetitiva… Un concepto muy generalizado, y por desgracia, muy alejado de la realidad.

El curioso fenómeno de las bandas sonoras

Existe un gran público al que le apasionan las bandas sonoras. Las orquestas que se dedican a ello recaudan bastante y reúnen a un público muy distinto al de los conciertos clásicos. ¿Pero es tan distinta la música de cine de la que puedes escuchar en un concierto sinfónico?

Sin menospreciar el trabajo de los compositores de cine, lo que oyes en las bandas sonoras, ¡ya estaba más que inventado!. La mayoría de las bandas sonoras utilizan estilos y recursos que ya usaron grandes compositores del XIX y del XX, con menos “éxito en taquilla” que esas grandes bandas sonoras que tanto público atraen. Podríamos establecer unos cuantos parecidos razonables entre bandas sonoras y eso que la mayoría llamaría “música clásica”. A modo de ejemplo, ¿te recuerda a algo esta pieza?

Después de oír esto, ¿aún no te has convencido de que en realidad te gusta la “música clásica”?

Músicos, asumamos parte de la culpa

Cuando la música se acerca a la gente, la gente responde

Como músico, tengo la oportunidad de tocar para públicos muy distintos y en entornos muy diferentes. A veces he tocado en la calle, sólo por diversión, muchas veces he amenizado eventos sociales (como bodas)… un poco de todo.

La tónica general en este tipo de entornos es que la gente literalmente alucina viéndonos tocar. Desde el hecho de ver instrumentos hechos a mano tan de cerca, hasta lo distinto que se puede apreciar el sonido cuando lo oyes en directo; todo es nuevo y llamativo.

Es curioso, cuando se rompe esa barrera entre el público y los músicos, la gente que nos oye se siente cómoda. Se acercan, escuchan, disfrutan y preguntan sobre nuestra música y nuestro mundo. Esas personas que se paran a escuchar atónitas probablemente no hubieran pisado un concierto “clásico” en su vida. Pero ahí se quedan, ignorando los canapés del cóctel y la fiesta sólo para escuchar; o dejando los recados de esa mañana para quedarse de pie en plena calle, disfrutando. Les gusta, pero no lo sabían.

Los formatos actuales intimidan al público

Reconozcámoslo. Ir a un concierto “clásico” no se vende como la actividad más apetecible del mundo. La etiqueta, el silencio de ultratumba, los protocolos… Todo ello contribuye a crear un ambiente que más que invitar a quedarse, invita a huir sin mirar atrás. Incluso muchos músicos reconocen que les cuesta quedarse a escuchar un concierto entero.

¿Cómo un joven de 20 años va a querer quedarse dos horas a escuchar inmóvil y respetuoso una serie de obras que ni comprende ni conoce?

Los conciertos necesitan de más didáctica, mayor contacto con el público. Y lo más importante, liberar el protocolo que intimida a tantos. Con todo ello solo creamos un entorno hostil para la mayoría, en la que muchos sectores de público potencial sienten que no encajan.

 

 
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Ara Malikian en concierto y qué debemos aprender de él

Hace unos días que por fin pude ver en directo a Ara Malikian. Por mala suerte o por despiste, no había podido verlo hasta ahora. Cada vez que había tenido la oportunidad porque actuaba en mi ciudad, se agotaban las entradas en seguida, o yo me enteraba tarde. Pero esta vez sí, por fin pude verlo y juzgar por mí misma ese estilo tan peculiar de concierto. – Que tantos detractores tiene en el mundo clásico -.

Gran audiencia

Primer detalle: auditorio lleno hasta arriba. Y con un precio para las entradas bastante lejano al que se suele ver aquí, en mi ciudad. ¿Será que el precio no es el problema de que la audiencia de la música clásica baje? Está claro que la gente acude al auditorio en masa cuando el contenido les llama la atención. De acuerdo, muchos dirán que no podemos llamar al espectáculo de Malikian “concierto clásico”. Es cierto. Sin embargo, ver a gente de todas las edades alucinar con músicos de formación y trayectoria clásica, con instrumentos clásicos y tocando piezas clásicas (aunque “tuneadas”, como diría él), es todo un logro sobre el escenario. Algo no muy común hoy en día, cuando vas a conciertos sinfónicos o de cámara.

Valores

El espectáculo fue una maravilla. Para los que no hayan tenido la oportunidad de verlo, Malikian ha preparado un concierto en base a sus experiencias como músico. Pasando por sus distintas facetas y también por lugares en los que ha vivido, nos cuenta la historia de su vida a través de la música. Tanto los músicos que lo acompañaban como Ara Malikian se entregaban en cada pieza, y eso se reflejaba en el público. La gente realmente disfrutaba de la música, fuera cual fuese el estilo.

Lo más importante del espectáculo, lo que más destacó, es la cantidad de valores que transmitieron gracias a la música. Para eso estamos aquí, y para eso nos subimos a un escenario. Ese es el poder que la música tiene: universal, unitaria, humana, emocional… El primer elemento: aglutinar música de distintos lugares en un mismo programa. Muchas de las piezas que tocaron estaban influidas por distintos folclores. El segundo elemento: mezclar épocas y estilos que nos transmiten esa idea: no hay clásico, rock o sefardí: sólo música. 

Epecialmente emotivo fue el momento dedicado a los refugiados. Después de haber escuchado música de todo tipo, lugar y época, Ara Malikian y sus músicos dedicaron una pieza a los refugiados. Fue el lazo que envolvió el paquete, con ello se dejaba claro el mensaje de paz, igualdad y humanidad que continuamente se transmitía en el concierto y que es el sentido de la misma música.

¿Qué podemos aprender de Ara Malikian?

No estoy diciendo que los músicos “clásicos” tengan que saltar por el escenario o tocar rock para hacer que venga más público a los teatros. (Aunque en el fondo pienso, ¿qué hay de malo?). Sin embargo, sí que hay algunos detalles que se pueden incorporar a un formato de conciertos que pertenece no ya al siglo pasado, ¡sino al anterior!

  • Narración: En el espectáculo de Ara Malikian, él hace las funciones de narrador. No hay programa de mano, él cuenta la historia de cada pieza (con bastante éxito, por cierto). Es una buena forma de mantenerse en contacto con el público, y de hacer los conciertos algo más didácticos. No todo el público conoce los detalles de las piezas, la época. A través de una buena narración, podemos captar la atención de la audiencia, que se metan en la música como lo estamos nosotros, y que su experiencia sea más completa.
  • Factor sorpresa: Sería interesante que no todo lo que se toque estuviera especificado en el cartel. Seguro que para muchos sería estimulante ir a un concierto sin saber del todo qué van a escuchar. Más allá de los bises, podemos programar de forma más dinámica.
  • Añadir más elementos: No hacen falta luces de colores para dar más vida a un concierto. Pero sí que se pueden utilizar distintos elementos para crear nuevos formatos de concierto. Unir una proyección a la música interpretada, por ejemplo. (Os dejo el enlace a la noticia reciente de un concierto de la OEX que apostaba por este formato.)
  • Cambiar la vestimenta: El frac debería ser cosa del pasado. Una vestimenta uniformada, pero alejada de la imagen de etiqueta y élite beneficiaría mucho a la música clásica y a cómo se percibe este “mundillo”.

Todos estos elementos no hacen otra cosa que acortar la barrera entre el público y los músicos. De ninguna forma le quitamos seriedad o con ello “se pierde el respeto” a la música que se interpreta. Se trata de tender la mano a una audiencia que nos abandona.

 
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