Mendelssohn en Dipity

DipityVía educacontic he llegado a Dipity, una aplicación para crear ejes cronológicos (o líneas de tiempo).
Es una herramienta muy interesante, ya que, además de texto, permite la inserción en el eje de elementos multimedia muy fácil y rápidamente, cosa fundamental para nuestra asignatura.
Tras pasar un rato probándolo, creo que el curso que viene emplearé mucho Dipity, tanto para preparar material de apoyo para las clases como con el alumnado, para que realicen colaborativamente ejes cronológicos sobre los temas que vayamos a tratar.
Pera experimentar un poco, he realizado un primer esbozo sobre Mendelssohn, otro de los músicos de los que este año celebramos aniversario. Concretamente, estamos en el segundo centenario del nacimiento de este compositor alemán, que, en su breve vida, nos ha dejado obras fundamentales de la historia de la música romántica.

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Franz Joseph Haydn

Han pasado dos siglos y dos días desde la muerte de este compositor, uno de los más importantes del período clásico, junto con Mozart y Beethoven.

Lo nombrábamos hace unas semanas hablando de la Sinfonía de los juguetes, obra que le fue erróneamente atribuida durante cierto tiempo. También lo estuve nombrando repetidamente en clase, hablando de Mozart a mis alumnos y alumnas, tanto por la amistad que los dos compositores austríacos estrecharon, amistad basada en una profunda admiración recíproca de sus respectivas cualidades musicales, como por la importancia que tuvo la música de Haydn en la formación del joven Mozart.

En efecto, aunque el magnífico talento y la fama universal de Wolfgang eclipsan buena parte de los méritos de Joseph a los ojos del gran público, la influencia que este último ejerció sobre el niño prodigio de Salzburgo fue indudablemente mayor que la que pudo recibir de él, por lo menos en el campo de la música instrumental. A ésto sin duda contribuyó el hecho de que Mozart muriera tan joven, casi 18 años antes de ese fatídico 31 de mayo de 1809.

Con Haydn,  la forma sonata se define como el esquema de construcción preferido por los compositores clásicos y, posteriormente, románticos, quedando en pleno auge no sólo durante el siglo XVIII, sino a lo largo de todo el siglo siguiente. Con un movimiento en forma sonata se abre la práctica totalidad de las obras instrumentales de esos dos períodos de la historia de la música, independientemente de la formación instrumental: las sonatas (por un solo instrumento o en dúo, principalmente con piano), las sinfonías (por orquesta sinfónica), los conciertos (por instrumento solista acompañado por la orquesta) y las obras de cámara (por pocos instrumentos). La producción sinfónica y camerística de Haydn es grandiosa, tanto por cantidad (104 sinfonías y un número todavía incierto de cuartetos de cuerda, entre 77 y 84) como por su calidad,  y le hizo merecer los apodos de Padre de la sinfonía y Padre del cuarteto de cuerda.

Durante su época de músico de corte, ocupó el cargo de máxima responsabilidad (Kappellmeister) en la orquesta de los príncipes Esterházy, una de la más importantes familias de la aristocracia austríaca. Ejerció ese cargo con esmero, lo que apreciaron mucho tanto sus amos como sus subordinados, creando un excelente ambiente de trabajo, digno de la admiración de muchos músicos de la época. Sin embargo, en el verano de 1772, los músicos manifestaron a su maestro cierto malestar por trabajar ininterrumpidamente durante demasiado tiempo y necesitar un poco de descanso. Haydn supo transmitirlo al príncipe de una manera tan fina que éste se rindió frente a tanta genialidad y buen gusto: durante el último movimiento de una sinfonía que estaban estrenando, los instrumentistas, a medida que iban terminando su tarea, apagaron la vela de su atril, se levantaron sigilosamente y se fueron, hasta quedar en el escenario sólo dos violines, que interpretaron las últimas notas de la obra.

Ese final de la sinfonía nº 45, también conocida como Los adioses, fue interpretada por la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Daniel Barenboim, para abrir este año haydiano, el 2009.

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La Leyenda del Pianista en el Océano

Maravillosa película en la que, de diferente manera, participan tres de los mejores exponentes de la cultura italiana actual: el monólogo teatral Novecento (1994) de Alessandro Baricco (Seda, City)  ha servido a Giuseppe Tornatore (el director de Cinema Paradiso, filme con el que ganó el Óscar y el Globo de Oro en 1989) para escribir el guión de la película, que él mismo dirigió. Dulcis in fundo, la música de Ennio Morricone, Óscar a la carrera en 2007, tras cinco nominaciones no premiadas. Morricone, que a sus ochenta años sigue en activo, es mundialmente famoso por algunas de sus más de 500 bandas sonoras, especialmente por las que le lanzaron a la fama: los spaghetti-western de Sergio Leone, con Clint Eastwood, rodadas en Almería. Pero no nos olvidemos de otras obras maestras de este compositor, como por ejemplo  Érase una vez en América, La Misión, Los intocables de Eliot Ness o Malena (estas últimas tres, nominadas para el Óscar).

Novecento, el protagonista de la película, nace y es abandonado en el transatlántico Virginian en la nochevieja entre los siglos XIX y XX. Adoptado por un maquinista y, a la muerte de éste, por el resto del personal del barco, demuestra desde muy pequeño una increíble e inexplicable habilidad como pianista. Al crecer, se une al resto de los músicos para tocar en la sala de fiestas y, siempre que puede, en tercera clase, donde tiene más libertad musical.

Estrecha una gran amistad con Max Tooney, trompetista, que, sin más ayuda que su instrumento, convence al capataz del barco para que le contrate (¡Cuando no sabes lo que es, entonces es Jazz!).

Novecento no desembarca nunca del Virginian, ni cuando llega a América, ni de vuelta a Europa. Sin embargo, su fama crece en todo el mundo, hasta el punto de que el gran Ferdinand Jelly Roll Morton, el “inventor del jazz”, se embarca para desafiarle a un duelo pianístico que Novecento, personaje tierno y cándido, no logra entender, aunque termina ganando.

Max intente convencerle de que baje, que la fama alcanzada en tierra firme le permitirá tener una vida estupenda. Sin embargo sólo consigue convencerle para grabar un disco, en el que toca inspirado por una muchacha que ve a través de una escotilla.

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Años después, Max tendrá una tarea bastante más difícil: retrasar la explosión que demolerá el Virginian, encontrar a Novecento y convencerle de que baje del barco.

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¡Asustante!

A la Ministra de Entretenimiento le da miedo que los libros circulen por la Red.

A mi, lo que me parece realmente asustante es tener una Ministra que tiene intereses económicos, personales y familiares, relacionados con su Ministerio, que explican el hecho de que  esté más preocupada por la explotación económica  que por el fomento de la cultura, y que entran en evidente conflicto con su cargo.

Mientras, con este panorama, corremos el riesgo de perder una ocasión de mejorar realmente la educación. La industria editorial nos llama intrusos a los profesores/as que creamos y compartimos nuestros propios recursos y contenidos digitales, además de a las Administraciones Públicas que fomentan esa creación y compartición. Y simultáneamente proponen unos “contenidos digitales” que poco se alejan de una simple digitalización del libro de texto, sin el cambio metodológico que justifique y aproveche el empleo de la tecnología en la educación.

Hay demasiadas bocas babeando alrededor del pastel que está a punto de repartirse y que nos va a salir bastante más caro de lo necesario si el Gobierno sucumbe a las presiones de Microsoft y de las editoriales.

Sí a los portátiles, pero sólo con software libre y gratuito. Sí al conocimiento libre y compartido.

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Habanera de la Carmen de Bizet

La última pieza que los 2º de ESO aprenderán a tocar con la flauta durante este curso  es un arreglo de una famosa aria de una ópera del compositor francés Georges BizetCarmen, que narra una historia ambientada en Andalucía.

El aria en cuestión es la habanera L’amour est un oiseau rebelle, para mezzosoprano (Carmen, la protagonista). La he transcrito para flauta y piano usando Noteflight. Tal como haremos en clase, cuando queramos tocarla acompañados por el ordenador, procuraremos seleccionar sólo los dos pentagramas de la parte de piano (Ctrl+clic) para evitar que el ordenador toque también la parte de la flauta con un timbre para nada agradable.

En el original hay varios calderones para dejar que la cantante prolongue libremente algunas notas. Sin embargo el ordenador no sabe hacer lo que hace un pianista: estar pendiente del solista para seguirle en su interpretación. Así, he preferido prolongar la duración de las notas modificando alguna figura.

Con esta pieza, que utiliza muchas alteraciones,  repasaremos casi todas las notas que conocéis. Espero que dentro de un mes, cuando ya no nos veamos, sigáis aprendiendo más canciones por vuestra cuenta, y no sólo durante el verano, sino también durante todo el curso que viene. En 3º no tendréis clase de Música, pero no dejéis de practicar, para que podáis llegar con un buen nivel al 4º, curso en el que tendréis de nuevo la oportunidad de estudiar esta asignatura.

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