Syrinx y Pan

PanEn la mitología griega hay un personaje que suele representarse con un instrumento musical que de él recibe uno de los nombres con el cual es conocido. Se trata de Pan, un semidios de apariencia tan poco atractiva (mitad hombre y mitad macho cabrío) que una de las versiones sobre su nacimiento cuenta que su misma madre huyó presa del pánico (palabra que deriva del mismo Pan y de su aterrador aspecto) nada más traerlo al mundo.

Por eso no extraña que también Syrinx, joven y bella ninfa, quisiera escapar de sus atenciones cuando él se enamoró desesperadamente de ella. Llegada a la orilla de un río, antes de caer entre los brazos de Pan, que la perseguía,  Syrinx suplicó a otras ninfas, las Náyades, que la convirtieran en un cañaveral.

Pan, tras oír el sonido que producía el viento rozando las cañas, construyó su flauta cortando algunas de ellas y llamó a ese instrumento con el nombre de su amada. Así que la flauta de Pan también se conoce como siringa.

Claude Debussy, compositor francés que nació hace exactamente 148 años, escribió por lo menos dos obras que, directa o indirectamente, recuerdan ese mito y ese instrumento, aunque en ellas emplea una flauta travesera para evocar el sonido de la siringa: Preludio a la siesta de un fauno (1894) y Syrinx (1913) (haz clic en los nombres de las obras para descargar las partituras).

Syrinx nació como música incidental para una obra teatral en la cual tenía que ser “la última canción de Pan antes de morir”. El drama nunca llegó a completarse, mientras que Syrinx es hoy en día una de las obras más importantes para flauta sola. La siguiente versión, interpretada por la flautista Paula Robison, fue grabada en 1986.

La figura de Pan dio lugar, en la mitología romana, al dios de la naturaleza, Fauno, y junto con él a los faunos, genios de los bosques.

También el origen del Preludio a la siesta de un fauno está ligado a la literatura, al inspirarse en un poema de Mallarmé. La obra fue concebida inicialmente como acompañamiento al poema para su lectura pública y estaban previstas tres secciones. De hecho, en un principio su título hubiera tenido que ser Prélude, Interlude et Paraphrase finale sur l’Après-midi d’un faune. Finalmente Debussy sólo compuso la primera de las tres secciones; aún así la obra, considerada como una de las más importantes del compositor, es un poema sinfónico acabado que de ninguna manera da la impresión de  que le falte algo. La sencilla historia sobre la que está construido es la descripción de una típica tarde de un fauno, dedicada a tocar su flauta, coquetear con las ninfas y, finalmente, abandonarse a un dulce sueño.

En 1912, años después de la composición y estreno del Preludio, los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev pusieron en escena un ballet sobre esta obra, con la coreografía de Vaslav Nijinsky que causó un gran escándalo por su alto contenido erótico (todavía faltaba mucho para los movimientos de cadera de Elvis o de Michael Jackson, sólo por poner un par de ejemplos).

En el vídeo siguiente, Charles Jude, director del Ballet de la Ópera de Burdeos, baila esa misma coreografía junto con Marie Claude Pietragalla.

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Camarón por sevillanas

Monumento a Camarón de la IslaEn verano culmina en Andalucía la temporada de las ferias, comenzada en abril en Sevilla. Con ocasión de estas fiestas populares, cuyo escenario va desplazándose por prácticamente todas las ciudades y pueblos andaluces, las plazas y las calles se llenan de música y de baile.

Recuerdo que cuando llegué a España, hace ya casi veinte años, en las ferias sólo había un tipo de baile durante horas y horas, muy raramente interrumpido por otros ritmos. Las sevillanas estaban de moda con una fuerza tan grande que no sólo eran las protagonistas incuestionables de la Feria de Sevilla, sino que habían desplazado totalmente los bailes típicos de las otras provincias y localidades de Andalucía, que, pasadas dos décadas, todavía no han conseguido hacerse un espacio dentro de sus lugares de origen.

Entre las consecuencias más importantes de ese período de gran popularidad quiero destacar dos, una positiva y otra negativa: la positiva, además de muy personal,  fue que me apunté a clases de sevillanas; la negativa fue la proliferación de un montón de sevillanas del montón (valga la redundancia) compuestas e interpretadas en serie y sin la más mínima originalidad por personajes cuyos nombres es preferible omitir. Todo eso ha causado cierto desprestigio de las sevillanas dentro del mundo flamenco, hasta el punto de que muchos aficionados y ciertos flamencólogos les niegan el derecho a ser consideradas un palo flamenco, relegándolas a la única condición de baile regional. Una simple búsqueda por la Red demostrará que la polémica todavía no está resuelta y las dos tesis conviven en la actualidad.

Personalmente estoy convencido de que las sevillanas sí tienen que estar en el árbol genealógico del flamenco. Más que palabras, voy aportar un sólo argumento de mucho peso: la voz de Camarón de la Isla, uno de los más grandes cantaores de la historia, fallecido hace exactamente 18 años, acompañado al toque por Tomatito, cantando Mi barrio/Dame la mano/Toma que toma/Pa qué me llamas prima, sevillanas compuestas por Isidro Muñoz y José Miguel Évora, hermanos de Manolo Sanlúcar.

En esta interpretación, extraída de la película Sevillanas de Carlos Saura, podemos disfrutar de la variedad de matices expresivos del cantaor, que va del pianissimo más sugerente al grito más desgarrado, y del virtuosismo del guitarrista, que complementa de manera perfecta el cante, ajustando la armonía y el ritmo hasta al más pequeño de esos matices.

Desde luego, una excelente interpretación puede dar vida a una obra vacía, pero no es este el caso: baste fijarse en su riqueza armónica, que culmina en la última copla con un brusco cambio de registro, conseguido a través de una modulación inesperada, y una nueva melodía.

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¡Esto es ritmo!

¡Esto es ritmo! (Rhythm is it!) es el título de una película que no dudo en definir como imprescindible. Se trata de un documental que narra un proyecto pedagógico de la Filarmónica de Berlín, una de la mejores orquestas del mundo, cuyos planteamientos iniciales son tan fascinantes como aparentemente irrealizables: subir al escenario a 250 escolares totalmente ajenos al mundo de la danza para que, tras semanas de duros pero apasionantes ensayos, bailen nada menos que La Consagración de la Primavera, la obra maestra de Igor Stravinsky.

¡Esto es ritmo! – final

El título me gusta, pero aún más me gusta el subtítulo: Una clase de baile para cambiar la vida. A lo largo de los 100 minutos que dura el filme, seleccionados entre más de 200 horas grabadas principalmente durante el período de los ensayos, los directores Thomas Grube y Enrique Sánchez Lansch nos demuestran algo que nunca deberíamos dudar: el talento y la fuerza que los adolescentes poseen y que con demasiada frecuencia no utilizan por falta de autoconocimiento o, aún más frecuentemente, de autoconfianza. Aprender a utilizar esa fuerza y a aprovechar ese talento, a conocerse uno mismo y a apreciar y valorar sus propias cualidades, a fijar metas y a imponerse una disciplina que les permita alcanzarlas es algo que sin duda transformaría la vida de muchísimos adolescentes desmotivados y actualmente encaminados a engrosar las filas de lo que se suele llamar “fracaso escolar”. Pero también de muchísimos otros que se conforman con los resultados mediocres que están bastante por debajo de sus posibilidades.

¡Esto es ritmo!En la cinta, todas las palabras están cargadas de emoción: las del coreógrafo Royston Maldoom, cuando nos cuenta su infancia difícil y el inicio de su pasión por la danza o cuando, con una severidad cargada de profundo afecto, exige a los jóvenes la seriedad necesaria para conseguir un trabajo bien hecho; las de Marie, una chica de 14 años que confiesa alternativamente sus ganas de abandonar y las de seguir adelante con el proyecto, eligiendo definitivamente esta opción con gran satisfacción personal; las de Martin, que a sus 19 años habla de los bloqueos emocionales que está superando gracias a la danza; las de Olayinka, nigeriano de 16 años, huérfano de guerra y refugiado en una nación de la que desconoce el idioma: su testimonio me ha resultado especialmente emocionante. Finalmente, las palabras de Simon Rattle, el director de orquesta: fascinantes y encantadoras, tanto cuando habla de la partitura de Stravinsky, intentando describir la energía que emana de esa obra, como cuando habla de la música y del derecho innato del ser humano a disfrutar de ella.

En efecto, Rattle tiene una concepción totalmente democrática de la música, demostrándolo con su participación en actividades pedagógicas (por ejemplo esta misma o su colaboración con el Sistema venezolano) y divulgativas. En la película manifiesta explícitamente su convicción de que la música es patrimonio universal y el acceso a ella debe ser un derecho de todos y no un privilegio de pocos con las siguiente palabras: “Esta música es para todo el mundo, uno no tiene que avergonzarse de ello. No es algo que esté allí, no es sólo para hombres de negocios ricos de cierta edad y sus mujeres. La Filarmónica de Berlín no es una diva a la que soñamos alcanzar, es un lugar donde se interpreta la más extraordinaria música emocional, a la que todos tienen derecho.”

En este sentido, la BFO (con esta sigla se conoce a la orquesta) se abre al mundo con varias iniciativas que la acercan al público gracias a la tecnología: además de estar en la web, está en Twitter, en YouTube y en Facebook. Pero la modalidad más innovadora y espectacular de asomarse en las casas de la gente a través de su conexión a Internet es su Auditorio digital (Berliner Philharmoniker Digital Concert Hall), espacio en el que es posible asistir a sus conciertos en directo, previo pago de una entrada más que razonable, o bien a las grabaciones de los mismos. De la misma manera que para la asistencia presencial a los conciertos, es posible comprar abonos, mensuales o de temporada, con un descuento considerable. Entre los archivos, además de las grabaciones de los conciertos, hay también una sección con vídeos educativos gratuitos, pero son en alemán y por el momento sin subtítulos.

Simon RattleMe quedan dos cosas antes de cerrar este post: la primera es desearle muy sinceramente un feliz cumpleaños a Simon Rattle, que hoy mismo cumple 55 años; la segunda es transcribir aquí algunas de las maravillosas palabras que el mismo Rattle pronuncia en ¡Esto es ritmo! para recomendar su lectura y reflexión sobre todo a mis alumnos y alumnas: “Muchas personas tienen este deseo, también en la escuela, ojalá estuviera en el grupo principal, ojalá fuera popular. Y no se dan cuenta en ese momento de que esa es una cosa muy transitoria: a menudo los que son más populares tienen unas habilidades muy convencionales y los que están un poco al margen son los que frecuentemente pueden ir más allá.”

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Pina Bausch: in memoriam

Pina BauschLa imagen de Pina Bausch que aflora en mi memoria es la de la Elegida, la adolescente condenada por su tribu a bailar hasta la muerte para que, gracias a su sacrificio, la vida vuelva a brotar sobre la tierra una primavera más. Han pasado muchos años desde que disfruté por primera vez de su coreografía de la Consagración de la primavera, la obra maestra de Igor Stravinsky, más de treinta, pero recuerdo perfectamente lo impresionado que me dejó. Sus movimientos convulsos y espasmódicos, sincronizados con los sonido más crudos y viscerales que pueda producir una orquesta sinfónica, expresaban de manera muy directa las emociones que la joven siente frente a la muerte, con la que lucha con todas sus fuerzas aunque sabe que es inevitable.

Y así me la imagino, aunque no quisiera, en los últimos instantes de su vida, en una lucha desigual contra la despiadada enfermedad que pudo con su cuerpo pero no con su espíritu, que, al igual que el de la Elegida, sigue vivo en la naturaleza revivida, perdura en su obra y en la de los bailarines y coreógrafos que de ella han aprendido una nueva manera de expresarse con el movimiento.

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