¿Quién compuso “Para Elisa”?

Para Elisa

Ludwig Nohl

Despertarte un día y leer que Para Elisa no es obra de Beethoven sino de un tocayo suyo apellidado Nohl es un golpe duro de superar. Esta obra, cuyas nueve primeras notas son conocidas por todo el mundo, está situada en un puesto de honor dentro del museo imaginario de la música, el puesto que merecen las obras en las que lo bello se une con lo pegadizo. Por eso la noticia publicada ayer por algunos periódicos y revistas no especializados, tanto italianos como españoles, y cuyo eco rebotaba hoy en varios blogs, ha sentado como una ducha fría a más de un aficionado a la música. Quizás haya sorprendido menos de lo que pueda suponerse al mundo científico, de alguna manera más acostumbrado a las autorías dudosas y a las nuevas hipótesis que surgen tras estudios de años y años.

En esta ocasión, el estudio en cuestión es de un músico y musicólogo italiano, Luca Chiantore, que movió su residencia a España el mismo año en el que lo hice yo, en 1991, y que esta mañana presentaba en la Universidad Autónoma de Barcelona su tesis doctoral que contiene esta llamativa noticia, que vamos a intentar entender mejor.

Para Elisa fue publicada en 1865, es decir 38 años después de la muerte de Beethoven. El descubridor de su manuscrito autógrafo -que se perdió o que nunca existió como tal- fue un joven musicólogo llamado Ludwig Nohl, quien, según los estudios de Chiantore, más que un mero transmisor hacia la posteridad de una obra de Beethoven, sería el autor mismo de esa obra, partiendo, eso sí, de unos apuntes del gran compositor alemán.

Independientemente de la acogida que tenga esta tesis en la comunidad musicológica, creo que tendremos “Para Elisa de Beethoven” para rato, y no sólo en las partituras, los libros y los discos ya publicados. Todavía son muchos los que  siguen atribuyendo la Sinfonía de los Juguetes a Leopold Mozart, en vez de a Edmund Angerer, sólo por poner un ejemplo, y en ese caso no se trata de una pieza tan emblemática como la dedicada a la misteriosa Elisa.

Raramente se encuentra esta bagatela en los programas de conciertos, a menos que se trate de conciertos didácticos. Sin embargo no es raro  que  se ofrezca como bis, al final de una actuación.

Si estáis interesados en aprender a tocarla, podéis descargar la partitura en pdf y, si lo necesitáis, echar un vistazo al siguiente videotutorial.

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El Museo de Instrumentos Musicales de Berlín

NefertitiBerlín es una ciudad rica en museos. Algunos de ellos son famosísimos en todo el mundo por contener obras de arte o piezas arqueológicas de primera magnitud. Es el caso del Pergamonmuseum -con el Altar de Zeus de la antigua ciudad de Pérgamo y una de las puertas de Babilonia, la espectacular Puerta de Ishtar- o del Altes Museum, donde está expuesto provisionalmente el busto de la reina egipcia Nefertiti, la mujer más bella de Berlín, a la espera de la reapertura del Neues Museum, prevista para el próximo otoño.

Además de estos espectaculares museos, que, junto con el Bode-Museum y la Alte Nationalgalerie, conforman la Museumsinsel, la Isla de los Museos, hay otros, que, aunque sean menos conocidos, también merecen una visita. Entre ellos, desde luego, recomiendo el interesantísimo Museo de Instrumentos Musicales, dependiente del Instituto Nacional para la Investigación Musical, situado en el Kulturforum, en la Potsdamer Platz, a 200 metros de la Philharmonie, sede de la Orquesta Filarmónica de Berlín, edificio del que se puede realizar una visita virtual.

Museo de Instrumentos Musicales de BerlínEste museo posee unos 3200 instrumentos musicales europeos de los últimos 500 años, de los cuales hay expuestos permanentemente alrededor de 800. No voy a escribir sobre los más valiosos, sino sobre dos de los más curiosos: la pochette y la armónica de cristal.

El primero de estos dos instrumentos está totalmente en desuso; en realidad nunca se llegó a utilizar en concierto sino sólo durante los ensayos de danza, siendo conocido en Alemania como Tanzmeistergeige, literalmente “violín del maestro de danza”. En España, al igual que en muchos otros países, se conoce con el nombre francés, pochette, o como violín de bolsillo. En efecto, este instrumento de cuerda frotada tiene mucho parecido con el violín, siendo la diferencia principal su tamaño muy reducido y la forma muy alargada de su caja de resonancia, lo que permitía al maestro de danza guardarlo en el bolsillo mientras ilustraba los pasos y sacarlo para marcar el ritmo sin perder el tiempo. El predominio del nombre francés se debe a que fue en las cortes de Francia de los siglos XVII y XVIII donde ese instrumento tuvo mayor difusión.

Museo de Instrumentos Musicales de BerlínLa armónica de cristal es un instrumento idiófono frotado. La postura y los movimientos del ejecutante recuerdan a muchos instrumentos de teclado; pero en este caso el intérprete, en vez de pulsar unas teclas, roza con sus dedos humedecidos el borde de unos cuencos de cristal, ordenados según su tamaño (y, por consecuencia, altura). Estos cuencos son atravesados en el centro por un eje que gira como un torno, accionado por un pedal (un mecanismo parecido a las antiguas máquinas de coser). El resultado es un sonido muy claro y a la vez aterciopelado, tan penetrante como para llegar a ser considerado peligroso para la salud mental y hasta ser prohibido. Más recientemente se ha formulado la hipótesis que los disturbios acusados por varios ejecutantes de este instrumento podrían haber sido causado por  saturnismo, es decir una intoxicación por la absorción del plomo contenido en dosis muy altas por el cristal de fabricación antigua.

La armónica de cristal fue inventada en 1762 por Benjamin Franklin, más famoso por otras invenciones, especialmente por el pararrayos. Mozart, que entonces tenía 6 años, llegó a conocerla pocos años después y nos dejó una de las páginas más sugestivas que hayan sido escritas para este instrumento.

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Zigeunerweisen

Zigeunerweisen, en español Aires gitanos, es una de las obras más importantes del violinista navarro Pablo de Sarasate (1844-1908). Dotado de una habilidad prodigiosa para tocar este instrumento, Sarasate podía ejecutar con gran facilidad pasajes muy difíciles o casi imposibles para la mayoría de sus contemporáneos. Y ese  talento era justo lo que su público  admiraba y quería disfrutar cuando iba a sus conciertos.

Por eso componía casi exclusivamente piezas virtuosísticas, no pensando en su publicación, sino en lo sorprendente que sería su ejecución para el público. Zigeunerweisen, que debe su título a que se inspira en la música cíngara de Hungría (el título original es en alemán porque se estrenó en Leipzig), es un ejemplo perfecto de esta música “hecha a medida”.

Tenemos la suerte de poder escuchar una grabación de esta obra interpretada por el mismo Sarasate. Fue realizada en 1904, lo que justifica tanto la baja calidad sonora como el hecho de que la última sección lenta no esté completa, seguramente por las limitaciones de tiempo impuestas por los soportes de grabación de la época.

En esta grabación no podemos apreciar visualmente los “efectos especiales” contenidos en esta obra, que se producen mediante técnicas violinísticas bastante poco habituales, como son los armónicos artificiales y los pizzicati con la mano izquierda.

La primera de estas dos técnicas, perfeccionada y muy empleada por Paganini, consiste en presionar la cuerda con un dedo (normalmente índice o medio) y rozarla con otro (meñique o anular) para que, al pasar el arco, ésta vibre de manera anómala y produzca un sonido mucho más agudo y mucho menos cálido. En cuanto al pizzicato con la mano izquierda, se utiliza cuando la alternancia entre pizzicato y arco es tan rápida que no hay tiempo para pellizcar la cuerda con la mano derecha.

Podemos ver y entender mejor estos dos efectos fijándonos bien en el siguiente vídeo -a partir de 3:11- donde la misma pieza está interpretada por Isaac Stern, uno de los más importantes violinistas del siglo XX, del que hoy celebramos 89 años desde su nacimiento. El clip está sacado de una película de 1959, Tonight we sing, en la que Stern interpretaba el papel de otro grandísimo violinista: Eugène Ysaÿe (1858-1931).

Este no ha sido el único acercamiento al cine de Isaac Stern, quien protagonizó, en el papel de si mismo, el documental From Mao to Mozart, merecedor de un Óscar en 1981. También participó, sólo con parte de su cuerpo, en el rodaje de El violinista en el tejado, doblando las partes en que el actor tocaba el violín.

Como homenaje a Stern por su aniversario, durante unos días lo tendremos como protagonista del widget de Grooveshark, en la columna de la derecha, con el Concierto de Sibelius, la Sinfonía Española de Lalo, el Concierto de Bruch y, finalmente, otra grabación de Zigeunerweisen.

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Franz Joseph Haydn

Han pasado dos siglos y dos días desde la muerte de este compositor, uno de los más importantes del período clásico, junto con Mozart y Beethoven.

Lo nombrábamos hace unas semanas hablando de la Sinfonía de los juguetes, obra que le fue erróneamente atribuida durante cierto tiempo. También lo estuve nombrando repetidamente en clase, hablando de Mozart a mis alumnos y alumnas, tanto por la amistad que los dos compositores austríacos estrecharon, amistad basada en una profunda admiración recíproca de sus respectivas cualidades musicales, como por la importancia que tuvo la música de Haydn en la formación del joven Mozart.

En efecto, aunque el magnífico talento y la fama universal de Wolfgang eclipsan buena parte de los méritos de Joseph a los ojos del gran público, la influencia que este último ejerció sobre el niño prodigio de Salzburgo fue indudablemente mayor que la que pudo recibir de él, por lo menos en el campo de la música instrumental. A ésto sin duda contribuyó el hecho de que Mozart muriera tan joven, casi 18 años antes de ese fatídico 31 de mayo de 1809.

Con Haydn,  la forma sonata se define como el esquema de construcción preferido por los compositores clásicos y, posteriormente, románticos, quedando en pleno auge no sólo durante el siglo XVIII, sino a lo largo de todo el siglo siguiente. Con un movimiento en forma sonata se abre la práctica totalidad de las obras instrumentales de esos dos períodos de la historia de la música, independientemente de la formación instrumental: las sonatas (por un solo instrumento o en dúo, principalmente con piano), las sinfonías (por orquesta sinfónica), los conciertos (por instrumento solista acompañado por la orquesta) y las obras de cámara (por pocos instrumentos). La producción sinfónica y camerística de Haydn es grandiosa, tanto por cantidad (104 sinfonías y un número todavía incierto de cuartetos de cuerda, entre 77 y 84) como por su calidad,  y le hizo merecer los apodos de Padre de la sinfonía y Padre del cuarteto de cuerda.

Durante su época de músico de corte, ocupó el cargo de máxima responsabilidad (Kappellmeister) en la orquesta de los príncipes Esterházy, una de la más importantes familias de la aristocracia austríaca. Ejerció ese cargo con esmero, lo que apreciaron mucho tanto sus amos como sus subordinados, creando un excelente ambiente de trabajo, digno de la admiración de muchos músicos de la época. Sin embargo, en el verano de 1772, los músicos manifestaron a su maestro cierto malestar por trabajar ininterrumpidamente durante demasiado tiempo y necesitar un poco de descanso. Haydn supo transmitirlo al príncipe de una manera tan fina que éste se rindió frente a tanta genialidad y buen gusto: durante el último movimiento de una sinfonía que estaban estrenando, los instrumentistas, a medida que iban terminando su tarea, apagaron la vela de su atril, se levantaron sigilosamente y se fueron, hasta quedar en el escenario sólo dos violines, que interpretaron las últimas notas de la obra.

Ese final de la sinfonía nº 45, también conocida como Los adioses, fue interpretada por la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Daniel Barenboim, para abrir este año haydiano, el 2009.

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Sinfonía de los juguetes

Esta obra, en la cual, junto con los instrumentos tradicionales, participan juguetes (una trompeta y un tambor de hojalata, unos silbatos que producen el canto de un cuco y de un ruiseñor, una matraca y un triángulo, que en aquella época estaba todavía admitido en las bandas pero no en la orquesta) ha sido atribuida durante mucho tiempo a Leopold Mozart, el padre de Wolfgang Amadeus.

Anteriormente, esta misma obra se atribuyó a diferentes compositores, entre los que figuran Franz Joseph Haydn, el padre de la sinfonía, y su hermano Michael.

Entre las razones que contribuyeron a que se le quitara la autoría a Haydn y se le diera a Leopold Mozart, seguramente estuvo la gran fama como maestro de música de la que gozaba este último, quien, además de haber sido el responsable de la educación musical de su hijo, escribió un importante método de violín, Tratado para una escuela violinística básica, que se publicó en varios idiomas y sirvió para que muchísimos niños de esa época y del siglo siguiente aprendieran a producir sus primeras notas con ese instrumento.

Sin embargo, hoy en día hay estudios que demuestran que el autor de la Kindersinfonie (sinfonía de los niños, ese es su título en alemán) fue un monje benedictino llamado Edmund Angerer que vivió en Baviera en la segunda mitad del siglo XVIII, y no el músico de la corte del Arzobispo de Salzburgo. No obstante, Leopold todavía aparece como autor de esta obra en las portadas de las partituras y de los discos publicados hasta hace muy pocos, y en muchísimas páginas web, bastante más de las que presentan esta música como obra de Angerer. Un ejemplo es el siguiente vídeo.

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