LA SUJECIÓN DEL CLARINETE EN LOS INICIOS

El clarinete es un instrumento pesado. Su sujeción implica el equilibrio del instrumento entre la embocadura y su apoyo sobre el dedo pulgar derecho, soportando este último prácticamente la totalidad de su peso.

En este post me gustaría exponer algunas de las dificultades que he observado con más frecuencia en las primeras semanas y meses del aprendizaje del clarinete, en cuanto a su sujeción y especialmente en niños.

El aprendizaje del clarinete suele iniciarse a los 8 años (3º de Primaria). A esta edad, la mayoría de los niños han mudado los incisivos superiores, condición indispensable para empezar a construir una embocadura funcional. A los 8 años la mayoría de los niños tienen una motricidad suficiente para iniciarse en el clarinete, pero su sistema muscular está todavía sin desarrollar y es frágil. Si el aprendizaje de la embocadura es de por sí laborioso, el aprendizaje de una buena sujeción del clarinete lo es todavía más.

 

Un clarinete pesa alrededor de 750 g., reduciéndose esta cantidad si su material de construcción no es la madera; mide unos 60 cm. (sin contar la boquilla) y, lo que también es importante y quizá no recibe la importancia que se merece, es su grosor: el tubo del clarinete tiene un grosor aproximado de 3 cm., a lo que tenemos que sumar las llaves que sobresalen de esta medida (llegando a los 5 cm.), lo cual condiciona el manejo del instrumento, y más en manos pequeñas.

Respecto al cuerpo, el clarinete tiene un posicionamiento frontal y vertical, con una disposición asimétrica de los brazos: el derecho está más abajo y tiene una función mecánica y de soporte, el izquierdo está más arriba y tiene una función puramente mecánica (esta mano puede asumir momentáneamente una función de soporte en ocasiones puntuales).

Por su longitud, y sobre todo en principiantes-niños, la colocación del cuello puede sufrir una inclinación no deseada hacia el lado derecho, ya que es en esta parte donde recae el peso del instrumento. Darse cuenta a tiempo, trabajar la propiocepción sin y con instrumento, ayudarse de un espejo para verificar e introducir numerosas pausas en la clase para acostumbrarse paulatinamente el peso y envergadura del instrumento, son algunas de las herramientas de que disponemos para favorecer actitudes y hábitos posturales adecuados.

Producir las diferentes notas y por tanto aprender a tapar y destapar los agujeros, es algo que los niños quieren aprender rápidamente, a veces sin llegar a comprender de una manera consciente que es el soplo el que produce el sonido y no “los botones”. En una época tan digitalizada como la nuestra es algo cada vez más frecuente, me temo.

El hecho que primero aprendamos las notas de la mano IZQUIERDA y que la sujeción sea a cargo de la mano DERECHA nos permite trabajar, en los puros inicios, con el clarinete “por piezas”.

El peso del instrumento, su longitud y su envergadura, así como la disposición de los agujeros (al principio no utilizamos todavía las llaves) hacen que una postura ergonómica de brazos, manos y especialmente de los dedos sea objeto de dedicación y trabajo constantes. Las pausas sin clarinete para concienciarnos de su peso, de los puntos “dolorosos” (labio inferior, pulgar derecho…) y de cómo podemos aliviar, concienciar, relajar, fortalecer y entrenar las partes del cuerpo involucradas en la sujeción, son de vital importancia.

En un próximo post describiré alguna rutina de ejercicios para relajar el pulgar derecho, fortalecer dedos, manos, brazos y espalda, así como para estirar la zona del cuello.

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Como se puede ver en la foto, ejercicios de concienciación del tacto, de regulación de la presión de manos y dedos y de movimiento sobre un tubo de cartón pueden ser útiles para tomar conciencia, aprender a “aflojarse”, aprender a coordinar movimientos e insertar las pausas tan importantes para mi en el inicio del aprendizaje del clarinete por parte de los niños más pequeños.

Muchos principiantes se benefician de poder empezar con un clarinete en do. Éste utiliza la boquilla del clarinete en sib, lo cual es una ventaja para su desarrollo posterior. El peso del instrumento sobre la mano derecha, sobre todo si el clarinete no es de madera, se ve aliviado. La distancia entre los dedos es menor, con lo cual pueden desarrollarse mejores sensaciones y hábitos. El grosor es el mismo que el del clarinete en sib, con lo cual la problemática de “pisar” llaves accidentalmente permanece.

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Un buen posicionamiento del pulgar derecho es imprescindible para una buena sujeción. En un próximo post hablaré de cómo trabajo la búsqueda, las sensaciones y el fortalecimiento de este dedo en relación con el resto de la mano, los brazos, la espalda y en general con todo el cuerpo, en la búsqueda de una actitud adecuada para el aprendizaje.

¡Muchas gracias por leer!

Cecilia

 


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MÚSICA PER A UN NOU SEGLE A TARRAGONA

A vegades, una simple data a l’agenda es converteix en un moment especial.

Fa tres anys, l’Escola-Conservatori de Música de la Diputació de Tarragona organitza un petit cicle de concerts d’exalumnes. Aquest curs he tingut la sort de poder participar-hi.

Per motius personals que no vénen al cas, he estat temps apartada dels concerts, i aquesta data em permetia donar-me una empenta i tornar a posar-me en forma per interpretar davant del públic.

El programa escollit, quasibé per atzar, va ser el que compon el recital “Música per a un nou segle”, que ja vaig presentar a Madrid un parell de vegades el mes anterior.

Ravel (Peça en forma d’havanera), Hahn (L’heure exquise), Koechlin (Confidences d’un jouer de clarinette), Poulenc (Sonata), Stravinsky (Tres peces per clarinet sol) i Debussy (Petite Pièce, La fille aux cheveaux de lin i Première Rhapsodie). En aquesta ocasió, a Tarragona, el meu company d’escenari ha estat el pianista Jordi Soler.

Per mi ha representat una fita plena de reptes musicals, d’emocions, de records, de retrobaments i de noves coneixences… Certament recordaré com quelcom molt especial haber pogut comptar entre el públic amb amics, exprofessors i família.

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Gràcies per llegir!


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RESEÑA DEL IV CURSO DE REPERTORIO ORQUESTAL PARA CLARINETE 2016

Este pasado fin de semana se ha realizado en la Escuela de Música ” Progresión armónica” de Rivas- Vaciamadrid (Madrid) el IV Curso de repertorio orquestal para Clarinete.

El sábado impartió clases individuales la solista de clarinete de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Nerea Meyer Arias. Nos gustó sobre todo su manera amable, clara y efectiva de plantear, trabajar y solucionar las cuestiones, tanto técnicas como musicales, que se iban presentando en los solos orquestales. Pudimos trabajar pasajes de las 4ª, 6ª y 8ª Sinfonías de Beethoven, 2ª Rapsodia Húngara de Liszt, Danzas Polovtsianas de Borodin…


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Miguel Espejo Pla, solista de la Orquesta de Radiotelevisión Española, fue el profesor durante la segunda jornada. Podríamos destacar su manera minuciosa de trabajar el aire, el apoyo, la embocadura y la articulación, siempre al servicio de la calidad del sonido y del fraseo adecuados. Escuchamos y aprendimos de los solos de Tosca, Pedro y el Lobo, 9º Sinfonía de Schostakovitsch y un fragmento del inicio del concierto de Mozart.

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Con este IV Curso de Repertorio Orquestal para Clarinete finaliza un ciclo. El año próximo descansamos y aprovechamos para reflexionar sobre lo bueno y lo malo, recordar los aciertos y aprender de los errores para, quizá, más adelante, continuar con este proyecto o una parecido.

Pero no quiero terminar sin destacar la calidad humana de todos los profesores que han querido colaborar con este proyecto, desde Beatriz López a Nerea Meyer, pasando por mis tres profesores, José V. Herrera, Josep Fuster y Miguel Espejo. Todos y cada uno de ellos nos han mostrado su gran nivel como clarinetistas, músicos y Maestros. Estoy agradecida por lo que han compartido con nosotros.

Por último, quisiera dar las gracias a todos los alumnos (en especial a aquéllos que “han repetido”), ya que sin ellos sí que hubiera sido imposible emprender y llevar a cabo esta aventura de aprendizaje.

¡Gracias por leer!


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REFLEXIONES SOBRE LA RESPIRACIÓN EN LA ENSEÑANZA DEL CLARINETE. Parte 2.

Cuando trato el tema de la respiración en la clase de clarinete, hay una frase que siempre evito por todos los medios: “respiras mal”.

Si nos paramos a pensar, ningún alumno respira realmente mal. Las personas que respiran mal están desgraciadamente en el hospital o requieren oxígeno extra para vivir. El resto, hacemos lo que podemos.

Por supuesto hay maneras más o menos adecuadas de respirar para tocar un instrumento de viento. Por supuesto podemos mejorar nuestros hábitos respiratorios, lo cual no sólo favorecerá nuestro desarrollo instrumental en particular, sino también nuestra salud en general.

Levantar los hombros, por ejemplo, no tiene por qué estar directamente relacionado con una respiración “alta” (desaconsejable para una respiración adecuada). Cualquiera que se haya ocupado un poco de la fisiología de la respiración sabe que la cintura escapular es un conjunto de articulaciones “posada” sobre la caja torácica, con la que se une mediante músculos y tendones, pero que necesita de un movimiento mucho más amplio que un pequeño alzamiento de hombros para colaborar con la apertura hacia arriba de la caja torácica. En todo caso, tener los hombros levantados es un signo inequívoco de tensión general y debe evitarse para una buena postura en general y para desarrollar una buena sujeción del instrumento y adquirir una buena técnica de dedos.

A mi personalmente me gusta empezar el trabajo consciente de la respiración para generar un soplo en el instrumento que sea eficaz y ayude a desarrollar un buen sonido.

A veces es más fácil decir “baja los hombros” o, lo que es peor, “no subas los hombros” y ya está, que pasar por un camino más largo y cuidadoso, de observación, concienciación y práctica.

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Lo cierto es que, a partir de cierto punto, “hay que tocar con mucho aire”  y es absolutamente normal que el alumno (tengo en mente un principiante) haga “demasiado” para lograr llenarse o para tener la sensación de que está lleno de aire. Es más que probable que levante los hombros, que tense la cara, el cuello, los brazos y las manitas… Y aún así no “coja” todo el aire que piensa que necesita!

Es ahí donde empiezo el camino de lo que yo llamo la “profundización”. Qué palabreja. Profundizar el aire no es más que observar y aceptar nuestra respiración en reposo (trabajamos en postura tumbada, sentada y de pie) e ir alargando la inspiración para ir, poco a poco, involucrando la musculatura respiratoria más profunda. Empieza un camino de nuevas percepciones y sensaciones.

La construcción de sensaciones a lo largo del aprendizaje instrumental es crucial para mi manera de afrontar la pedagogía instrumental. No sólo en la cuestión de la respiración y el soplo, sino para la totalidad de los elementos técnicos y musicales que se vayan a trabajar. Por otro lado, es de igual importancia la formación del oído, aprender a escuchar y a saber qué es lo que queremos escuchar. La construcción de sensaciones por sí misma quedaría incompleta si no va relacionada con un resultado sonoro concreto.

Por tanto, el trabajo respiratorio fuera del instrumento es vital para mi manera de enseñar a tocar el clarinete: reconocerse a uno mismo en la propia respiración, ir desarrollando sensaciones y creando buenos hábitos respiratorios, relacionarnos de una manera “viva” con el instrumento (para lo cual necesitamos un buen trabajo de embocadura) y generar un soplo eficiente para lograr una sonoridad plena, flexible y adecuada a la música que vamos a interpretar…

¡Gracias por leer!

Cecilia

 


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Lo que aprendo (de hacer música) bailando

Lo admito: soy un curioso sin remedio y no puedo evitar querer aprender cosas nuevas. Si el año pasado me dio por la fotografía (afición que llegó para quedarse, y que ha ido in crescendo alcanzando altas cotas de frikismo), este curso me decidí a aprender a bailar lindy hop, no solo para aprender algo nuevo sino como reto conmigo mismo para quitarme de encima prejuicios y miedos que había identificado en determinadas situaciones. Así pues, después de algo más de tres meses desde de mi primera clase puedo decir que sí, que literalmente bailo, aunque sea con unos pocos pasos y sin estilo ninguno.

Además del hecho de poder bailar (algo que me resulta inverosímil per se), me estoy dando cuenta de que muchas de las cosas que me están pasando como principiante se pueden extrapolar al aprendizaje/estudio/práctica de la música en general y de un instrumento en particular. Ahí van algunas:

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Foto de Zaraswing

Aceptarte y desterrar miedos y prejuicios

Prejuicios, sobre todo, sobre uno mismo: Sentencias del tipo “yo no valgo para eso”, “no se me da bien”, “es que yo no tengo sentido del ritmo”, “mi cuerpo no está preparado para esto” y cualquier otra por el estilo que os pase por la mente son las que nos sirven de excusa para no intentarlo, porque es más cómodo quedarnos como estamos que comprobar que podemos acabar haciendo el ridículo.

Y remarco el podemos porque en realidad no son los demás quienes nos juzgan, sino nosotros mismos quienes alimentamos esos miedos. Miedos que nos paralizan y nos impiden hacer aquello que nos gustaría. En mi caso particular, el mayor de ellos era que los demás me vieran ridículo moviéndome arrítmicamente y con poca gracia, mucho más cuando el lindy hop es un baile de pareja y -glups- vas a bailar con alguien a escasos centímetros de tí. Bueno, y si te mueves así, ¿qué pasa? Absolutamente nada.

Como reza el eslógan de esa conocida marca de ropa deportiva: “Simplemente hazlo”. Hazlo y disfruta con ello, lanzate sin pensar o de lo contrario nunca estarás suficientemente preparado, siempre tendrás esa inseguridad que te paraliza y tendrás a punto una excusa para justificarla. Pero sobre todo recuerda: disfruta con ello.

Prohibido tener prisa

Sí, a la tercera clase ya me habría gustado poder bailar como Frankie Manning, pero la realidad es que “solo” me habían enseñado cómo hay que llevar el ritmo con el cuerpo y el paso básico. Esa situación me produjo una frustración que pronto me recordó mucho a la que tienen los niños en sus primeras clases, cuando cogen un instrumento y ya querrían saber tocar todas las canciones del mundo pero se dan de bruces con la realidad de no tener aún habilidades suficientes para hacerlo.

Hay que dar tiempo al tiempo; nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan un periodo de adaptación a los nuevos hábitos que queremos imponerles, y esto sirve tanto para interiorizar un paso de baile o como para tocar esas escalas que hoy no nos salen.

Los progresos llegan poco a poco y no tiene sentido (e incluso es contraproducente) pretender avanzar a marchas forzadas o ir por delante de nosotros mismos. Perseverar es la clave para que, el día menos pensado, te des cuenta de que todo eso que querías conseguir (y que has estado practicando) “te sale”.

Las clases, la punta del iceberg

Ir a clase es importante. Cuando no tienes ni idea de hacer algo, lo más fácil es que alguien que sí sabe te enseñe las pautas básicas de una manera progresiva y eficaz , y así poder aprender -siempre paulatinamente- esa nueva habilidad que te habías propuesto.

Pero la clase es solamente eso: una explicación más o menos práctica de lo que debes hacer. El verdadero aprendizaje vendrá con tu práctica personal (aunque en el baile esta práctica sea “compartida”) así que, de nuevo, “simplemente hazlo”. Y hazlo tanto como te sea posible, sin perder una ocasión de ponerte a prueba, de practicar lo último que has aprendido, de probar eso que todavía no te ha enseñado pero te apetece mucho saber hacer o de perfeccionar lo que ya sabes. Practica mucho y disfruta practicando.

Pinche aquí para ver el vídeo

Escuchar música es fundamental. Escuchar LA música, imprescindible

Ya lo he comentado en más de una ocasión: hay que escuchar todo tipo de música, cuanta más y más variada mejor. Esto puede aplicarse en términos generales (escuchar clásica, jazz, rock, latin, flamenco, pop y cuantas taxonomías se te pongan por delante) o en un ámbito concreto (por ejemplo escuchar clásica, jazz, rock, latin, flamenco, pop… con metales, o escuchar diversos subgéneros dentro de una categoría). Expandir los horizontes musicales y aprehender un/os lenguaje/s nuevo/s da perspectiva y enriquece nuestro bagaje y nuestra capacidad de escucha.

Por otro lado, hay que sentir la música cuando estamos immersos en ella: ir a tempo, respetar la musicalidad de las frases, sentir lo que nos transmiten (el resto de) los instrumentos… Ya sea bailando o tocando, la música siempre manda.

La técnica es un medio, no un fin

Que sí, que los aspectos técnicos son importantes, que las herramientas/habilidades nos facilitan desenvolvernos en situaciones “adversas”  y nos dan seguridad. Pero más importante que saber todas las escalas/pasos es dejarse llevar, atreverse y lanzarse

Foto de Zaraswing
Foto de Zaraswing

Así que en definitiva, ya sea bailando o tocando un instrumento, lo más importante, lo fundamental, lo ÚNICO que de verdad cuenta es disfrutar expresándote y siento tú mismo.

Lo que aprendo (de hacer música) bailando, publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.