Conquistando los nervios… Soluciones a problemas que nos da el miedo escénico (I)

La revista The Strad hace una labor de difusión y apoyo a los músicos que es conocida por muchos. Entre sus múltiples artículos hemos encontrado una serie muy interesante titulada Conquering performance nerves. En cada uno de estos artículos se da solución a distintos problemas que surgen a raíz del miedo escénico, y con los que los músicos lidiamos casi a diario. Por ello, en Gran Pausa hemos decidido traducir algunos de estos artículos al español. ¡Esperamos que os sirvan de ayuda!

En esta primera parte vamos a traducir dos artículos que tratan sobre dos problemas: mantenerse concentrado, y mantener un tempo estable.

El problema: Mantenerse concentrado en el escenario

Traducido del original: Conquering performance nerves: staying focused on stage

Autores: Brian Hodges y Diana Allan

URL: https://www.thestrad.com/conquering-performance-nerves-staying-focused-on-stage/1668.article

Mantener a raya tus pensamientos es una habilidad muy importante para un músico, sobre todo durante una actuación. Los estudiantes plantean estas reflexiones a menudo, justo después de haber actuado: “No sé lo que pasó en ese sitio, pero mi cerebro simplemente se fue a otro lado”; “Me resultó difícil recuperar mis pensamientos después de cometer ese error”; “¡No sé a dónde fue mi mente!”.

Cuando estamos en un estado intenso y nuestra adrenalina está a tope, nuestros cerebros pueden estar bastante inquietos y seguir cualquier rastro de pensamiento fuera de nuestro control -como Alicia y el conejo-. Nuestras mentes están tomando la opción de volar en lugar de luchar. Sin embargo, la verdad es que tenemos más control sobre nuestros pensamientos de lo que creemos, y mediante la práctica y la diligencia, podemos aprender a enfocarnos en lo que es más importante para tocar mejor.

Un escenario muy común es aquel en el que cometemos un error – no importa cuán insignificante – lo cual provoca que nuestro cerebro se detenga y se obceque en el fallo que ahora está tres compases atrás, y contando. Mientras tanto, la música continúa y tu mente no se enfoca en lo que está sucediendo en el presente. Como es de esperar, esto lleva a más errores en un efecto de bola de nieve. Aprender a aceptar el error en el momento y cultivar la capacidad de seguir adelante puede ser muy valioso para lograr mantener la concentración.

Las soluciones

Una excelente estrategia es practicar la actuación. Si tu profesor no te proporciona esta oportunidad en clase, crea tú mismo esa oportunidad de actuar. Toca para cualquiera que te escuche (especialmente las personas que te ponen nervioso). A medida que vayas actuando y sientas que tus pensamientos empiezan a perder el foco, di frases internamente. Cosas como ‘sigue adelante’, ‘concéntrate’ o ‘¿qué está pasando en la música ahora?’. Lo que te digas a ti mismo depende de ti, pero tener palabras de control puede hacer que vuelvas a la obra musical que tienes entre manos.

Tienes más control de lo que crees. Cuanto más ensayes tu interpretación, más fácil te será mantener el rumbo de tus pensamientos.

El problema: Empezar bien y mantener el tempo

Traducido del original: Conquering performance nerves: starting well and keeping tempo on track

Autor: Brian Hodges

URL: https://www.thestrad.com/improve-your-playing/conquering-performance-nerves-starting-well-and-keeping-tempo-on-track/7358.article

Lo que sucede con nuestros cerebros y, por lo tanto, nuestra percepción en el escenario, es un fenómeno fascinante. Podemos estudiar tan despacio como nos gustaría en nuestra habitación, sintiéndonos seguros y manteniendo el control. Sin embargo, y en el momento en que pongamos el arco a la cuerda en una situación de estrés, podemos tirar todo por la ventana.

Es importante comprender que tienes control sobre cómo establecer tu tempo y cómo sentirte en el escenario. A pesar de que tu corazón puede estar acelerado como el de una liebre, es posible encontrar un lugar donde centrarse y comenzar correctamente, lo que tendrá implicaciones positivas para el resto de la interpretación.

Las soluciones

El primer paso es tomarse un tiempo antes de comenzar. Muchos músicos, tan pronto como saludan y toman su lugar en el escenario (de pie o sentados), inmediatamente tocan antes de estar realmente 100% listos. Puede existir la percepción de que el público se impacientará si el intérprete tarda demasiado en situarse, lo cual, por supuesto, no es cierto. Solo parece mucho tiempo para ti. El público esperará pacientemente. Quieren una actuación fantástica y si toma un minuto extra mientras te concentras, que así sea.

Una vez que encuentres tu lugar en el escenario, tómate un momento para respirar profundamente, cierra los ojos si es necesario. Canta la música en tu cabeza, solo algunos compases a un ritmo en que te sientas seguro y cómodo. Si realmente te sientes nervioso, toma el tempo más lento de lo que habías planeado. Lo más probable es que la combinación de tu adrenalina, nervios y emoción hará que lo sientas más rápido de todos modos, por lo que al tomar un tempo más deliberado dividirás la diferencia.

Si hay otro músico involucrado, discute de antemano cómo vais a comenzar. Construye lugares en la música para reagruparse, por así decirlo, si el tempo se pone demasiado rápido. Si generalmente comienzas bien, pero eres propenso a apresurarte, conscientemente haz tus movimientos y gestos más grandes. Por ejemplo: usa más arco, haz movimientos de brazo más grandes, lo que sea necesario para evitar tensarse y cansarse.

La clave es saber que está bien tomarse un tiempo antes, y comenzar a buscar tu lugar interno, donde te sientes cómodo y controlado. Puede llevar un tiempo acostumbrarse en las actuaciones, pero la sensación que obtienes cuando actúas desde una posición de fuerza y seguridad vale la pena.

 

 

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¿ Escuchar a Beethoven podría ser la respuesta a los males del mundo moderno ?

Me he decidido esta semana a traducir este artículo de la revista The Strad, una estupenda reflexión sobre el mundo moderno. ¿ Escuchar a Beethoven podría ser la respuesta ?. Habla sobre la actitud individualista y los sentimientos de ira y egocentrismo que reinan hoy en día, y del poder de la música en todo esto. Aquí os dejo la traducción:

La violonchelista de Fidelio Quartet, Rachel Atkinson, cree que la música clásica -y Beethoven en particular- tiene poderes curativos que nos pueden ayudar a todos a acceder a un estado de tranquilidad.

¿Se podría evitar Brexit, la elección de Trump, el deterioro de la salud mental de la población, el aumento del consumo ilícito de drogas y la adicción a los smartphones si más gente escuchara los cuartetos de Beethoven?

El mundo moderno y la ira

El mes pasado, mientras interpretaba en el escenario el movimiento lento del Cuarteto de Cuerdas de Beethoven op. 135, me distraje con el público. Había surgido un silencioso ronroneo entre el grupo, y un resplandor de silenciosa satisfacción y entrega flotaba en el aire. Me acordé de la famosa cita de William Congreve sobre la capacidad de la música de “amansar a las fieras”.

La ira está en todas partes. Aquí, en Australia, hemos experimentado un aumento de la política populista. Mucha parte de la población se siente enfadada y privada de sus derechos. Nuestro gobierno está tratando desesperadamente de abordar esto creando empleos, con gran costo para el medio ambiente. Hace poco me preguntaron: “¿Cuál es el vínculo entre el votante de Pauline Hanson (una simpatizante de Trump australiana) y su rechazo a las artes?”

Como violonchelista en un cuarteto, veo ese vínculo es claro. Los cuartetos de Beethoven articulan una infinita carta de colores emocionales. Cuando se expresa alegría, nuestra alma reconoce esa emoción y la obtenemos desde dentro. Cuando Beethoven crea arrepentimiento o anhelo, nos consuela y nos sanamos un poco. Él nos permite “investigar” los sentimientos más oscuros con el conocimiento de que son compartidos con las personas que han escuchado su música durante cientos de años. Nos sentamos en una sala de conciertos rodeada de gente que ha venido para experimentar el mismo consuelo. También nos sentimos parte de una comunidad, lo cual es una necesidad común.

Tecnología y comportamiento

Creo que la adoración constante de las pantallas nos está robando a muchos de nosotros un espacio para la reflexión. Cuando tenemos un momento de descanso, nos ponemos a hacer scroll en nuestra pantalla del móvil en busca de noticias, pero esto no nos traerá enriquecimiento o tranquilidad. Tengo que añadir que soy tan culpable como cualquiera cuando se trata de ver cuántos ‘me gusta’ tienen mis fotos en Facebook.

De interés:

La música es curativa

Me interesé en las propiedades curativas de la música clásica hace diez años cuando la Sinfónica de Melbourne se embarcó en un proyecto con Melbourne Assessment Prison, que tiene un gran programa de sustitución de opioides. Un puñado de músicos trabajaron con presos, componiendo piezas y actuando juntos. Cuando tocaba Bach a algunos presos, la intensidad de su belleza se magnificaba. Cuando un trabajador social preguntó a un preso cómo le hizo sentir mi Preludio de Bach, dijo: “Me hace querer cambiar”.

En respuesta a todo esto, mis colegas de la Sinfónica de Melbourne y de la Universidad de Monash tuvieron un momento de “es muss sein” (debe hacerse) y formaron el Cuarteto Fidelio para realizar el ciclo de Beethoven durante los próximos tres años, con dos conciertos al año. Creo que el viaje del ciclo del cuarteto de Beethoven es la última experiencia musical. Beethoven compuso varios cuartetos de cuerda a lo largo de su vida, haciendo de estos 16 trabajos un diario sincero de sus verdades íntimas.

Edward Dusinberre, del Cuarteto Takács, dice en su maravilloso libro Beethoven for a Later Age: “Nadie ha escrito nunca un grupo de trabajos que planteen tantas preguntas sobre la forma y el contenido emocional de un cuarteto de cuerdas, dando tantas respuestas diferentes”.

El sufrimiento de Beethoven y la catarsis

Es bien sabido que Beethoven sufrió mucho. Hay mucho escrito sobre la miseria de su salud, sus dolencias estomacales, su sordera y su salud mental. ¿Podría ser que escribió música con un conocimiento innato de cómo sanarse a sí mismo y a su público porque vivía con una angustia tan constante?

Para llamar la atención sobre las propiedades curativas de los cuartetos de Beethoven, el Melbourne Beethoven Quartet Cycle se da en colaboración con Crohn & Colitis Australia. Beethoven sufrió terriblemente por la colitis ulcerosa. Él creyó que su sordera era consecuencia de la enfermedad de su intestino, que alcanzaba a sus oídos.

Nuestro hijo menor fue diagnosticado con colitis ulcerosa cuando tenía 18 meses de edad. Su infancia estuvo marcada por estancias en el hospital y visitas a médicos. A veces, había mucha oscuridad y desesperación en nuestra casa. Ahora tiene 14 años y goza de una excelente salud gracias al gran trabajo de su médico. Toca el piano y acaba de empezar a trabajar en un trío de piano de Beethoven (op. 1 n. ° 1) en un conjunto escolar. Al escuchar por primera vez el trabajo, dijo “¡Me encanta! Es como si Beethoven escribiera esta pieza sólo para mí”.

Traducido de la publicación The Strad

Enlace al original: https://www.thestrad.com/could-listening-to-beethoven-be-the-answer-to-feelings-of-anger-and-isolation-in-the-modern-world/1696.article

Autor: Rachel Atkinson

Fecha: 30 Marzo 2017

Título original: Could listening to Beethoven be the answer to feelings of anger and isolation in the modern world?

 

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¿Puede la música clásica evolucionar al mundo digital?

Publicación: Stuff

http://www.stuff.co.nz/technology/digital-living/80283604/can-classical-music-go-digital

Autor: Ivan Hewett

Fecha: 23 Mayo 2016

Título original: Can classical music go digital?

La música clásica ha quedado atrás en la revolución digital, pero un nuevo servicio de streaming puede cambiar esta situación. La revolución digital, en lo que se refiere a consumo de música, está rompiendo moldes. Y el streaming está superando rápidamente la descarga como el método preferido para acceder a la música grabada, con ingresos superiores al 45% el año pasado.

Los principales servicios de streaming, como Spotify, Google Play, Apple Music y Deezer son los nuevos capos de la industria de la música y, al menos hasta ahora, esta revolución en la forma de escuchar se ha ido forjando en la industria del pop. La música clásica apenas ha tenido la oportunidad. En cierto modo, esto no es una sorpresa: la música clásica representa sólo el 3,2% del mercado de streaming, donde la canción pop de tres minutos reina. También es debido a que las canciones pop se ajustan a la vida de las personas, encajan perfectamente en listas de reproducción, definidas por el estado de ánimo, el lugar o la hora del día. Esta tematización de la música ayuda al mismo tiempo a lubricar las ruedas de otra industria digital masiva: los medios de comunicación social.

Cada vez más personas están mostrando sus gustos musicales mediante el intercambio de listas de reproducción en las redes sociales, de la misma forma en que una vez dispusieron sus libros y CDs favoritos en sus estantes. Entonces, ¿cómo puede la música clásica encontrar su lugar en este nuevo mundo digital?

Es cierto que los grandes sitios de streaming están llenos de piezas clásicas, y no sólo los “greatest hits”. Pero la verdad es que la música clásica en el mundo del streaming es como ese anciano tío que invitan a una fiesta de moda llena de treintañeros: él sabe que en realidad no encaja.

El mayor problema es que la música clásica no viene en pequeños y ordenados paquetes llamados canciones, cada una con un nombre único. Está dividida en géneros, por lo que muchas piezas tienen nombres similares como “cuarteto de cuerda” o “Sonata”. Estos se dividen en movimientos, que a menudo tienen títulos en idiomas extranjeros. Lo que es más, muchas veces las piezas han sido grabadas varias veces, incluso por el mismo artista.

Los sitios de streaming están mal equipados para hacer frente a esta complejidad. En Spotify, compositores como Beethoven suelen aparecer como “artista” y cuando se realiza una búsqueda de una sinfonía particular, se obtiene una mezcla caótica de diferentes grabaciones.

Afortunadamente, sin embargo, hay luz en el horizonte. Esta semana un nuevo servicio de streaming de música clásica emocionante lanza algo llamado Grammofy.com. Se une a un creciente mercado de streaming de servicios dedicados a la música clásica, incluyendo Arkiv Music (arkivmusic.com) and Classics Online HD*LL (shop.classicsonlinehd.com).

Grammofy, muy astutamente, ha hecho un pacto con los sitios webs de música pop que domina el mercado, ofreciendo listas de reproducción pre-seleccionadas, tales como “The beloved and the forlorn” y “The graceful and the grotesque”. Entre las piezas de esta última categoría está por ejemplo la sinfonía de Haydn 101, muy bien equilibrada por Schumann, Martinú y Bach.

La lista de reproducción tiene una pequeña introducción, que se puede escuchar o leer, y si se hace click en la sinfonía de Haydn se pueden obtener detalles completos de la grabación, además de antecedentes útiles sobre la propia pieza. Compara esta experiencia con Spotify, donde escribiendo “Haydn Sinfonía 101” nos sale una vertiginosa serie de grabaciones y movimientos, todo revuelto… No hay ayuda para elegir una versión sobre las demás y tampoco antecedentes de la pieza en sí. Esto niega uno de los principales placeres de la música clásica: el sentido de que se forma un gran conjunto, interconectado. Los peces grandes del mundo del streaming, como Spotify o Google Play, nunca nos dan esto, por lo que la llegada de este valiente y pequeño pez debe ser bienvenida.

Quizá con el tiempo vaya más allá. Imagina un sitio web que puede responder a las preguntas más frecuentes a medida que escuchas, sugiere recorridos personalizados a través de la música clásica, te permiten escuchar versiones rivales de la misma pieza, y te lleve a las actuaciones en vivo de piezas que te gustan – tal vez incluso recrear la experiencia de asistir a un concierto vía realidad virtual…

Si pioneros digitales como Grammofy tienen éxito y se desarrollan, podrían ofrecer simultáneamente al oyente placer, conocimiento y un sentido de aventura – que es como la música clásica siempre debe ser disfrutada.

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¿Tocar a pesar del dolor?

Hoy os traducimos este artículo que habla un poco más sobre la necesidad de que los músicos se conciencien de los problemas de salud que puede acarrea el exceso de estudio y las tensiones. Esperemos que sirva para concienciar y reflexionar.

Publicación: WBUR’S Common Health

http://commonhealth.wbur.org/2015/12/audition-season-injuries-musicians

Autor: Ian Coss

Fecha: 28 diciembre 2015

Título original: Play Through The Pain? Audition Season Means Injury Risk For Young Musicians

 

Caitlin Cawley sólo tenía 15 años cuando desarrolló una tendinitis en ambos codos. La condición se conoce comúnmente como “codo de tenista”, pero Cawley no estaba practicando su saque. Ella estudiaba percusión en un programa pre-universitario.

Conoce más sobre la Tendinitis pinchando aquí.

Hizo caso omiso de las señales tempranas hasta que la sensación de picor creció y se convirtió en un dolor punzante en todo su antebrazo tan insoportable que tenía que dejar de tocar. Tuvo que dejar de tocar durante tres meses para que la inflamación de sus tendones bajara, y ha tenido múltiples brotes desde entonces.

Ahora que tiene 21 y es estudiante de último año en la Escuela de Música de la Universidad de Boston, Cawley se está preparando para una audición para programas de posgrado. Así, mientras que la mayoría de los aspirantes de universidad pueden suspirar aliviados ahora que sus exámenes finales han pasado, ella y otros estudiantes de música se dirigen de nuevo a las cabinas de estudio. Actualmente Cawley ensaya un promedio de seis horas al día, sin incluir los ensayos de conjunto. Según sus palabras: “En este momento estoy trabajando como nunca lo he hecho con la música.” Esa diligencia también significa riesgo de lesiones. Para Cawley y otros músicos jóvenes, la cuestión de esta temporada es: ¿Cuánto puedo tocar hasta que mi cuerpo convierta la perfección en dolor?

Sus probabilidades no son buenas. A mediados de la década de 2000, un médico con sede en Chicago comenzó a examinar a los estudiantes de música de nuevo ingreso en una universidad del Medio Oeste, y después de cuatro años, la tendencia de los datos fue clara: “Casi el 80% de los estudiantes sufrió un episodio de dolor relacionado con la práctica del instrumento” Para los músicos de cuerda, teclado y viento metal el porcentaje fue aún mayor. Para percusionistas como Cawley: el 100%. 

El Dr. Michael Charness, que dirige la Clínica de Artes Escénicas del Hospital Brigham y el Hospital de la Mujer, ha tratado a miles de músicos que tocan de todo, desde gaitas y cítaras hasta violas y trombones. Describe el quid de la cuestión: “Si nos fijamos en un cuarteto de cuerda, es la visión más natural del mundo, pero si les quitas los instrumentos de sus manos y los dejan en el suelo del escenario, no es una postura que debamos mantener mucho tiempo ni para la que estemos preparados. Los brazos se mantienen elevados, la muñeca en extensión, la cabeza inclinada – al mismo tiempo, se realizan rápidos movimientos repetitivos (un movimiento de dos minutos del “Mesías” de Handel incluye 740 golpes de arco en el violín). Es una receta para lesiones por esfuerzo repetitivo, y lo mismo podría decirse de cualquier instrumento cuando se toca intensamente.

” Los eventos de alta presión tales como audiciones y recitales traen mayor riesgo”, dice Charness “empujan a los músicos a tocar entre 8 o 10 horas al día y repetir el mismo pasaje una y otra vez para hacerlo bien – las cosas que la mayoría de los atletas saben que no debe hacer“. A menudo, Charness ve a esos mismos músicos en su clínica una vez que ha pasado la presión.

Pacientes músicos

Todos los sábados hay una fila de músicos en la clínica del Brigham que llevan fundas de instrumentos de todas las formas y tamaños. Dan Snydacker, un clavecinista que viaja desde Connecticut para el tratamiento, describe la sala de espera como un lugar donde se respira tensión: “Todos compartimos este sentimiento de pérdida de potencial.”
Aproximadamente la mitad de los músicos que Charness trata sufren de lesiones por uso excesivo de los tejidos blandos, como la tendinitis. El médico observa la forma de tocar de cada uno, en busca de la tensión en los hombros o un giro innecesario en la muñeca – hábitos sutiles que pueden conducir a la tensión.

Un poco menos comunes son las lesiones nerviosas – a menudo en la muñeca y el codo, donde los nervios pueden llegar a ser comprimidos o atrapado en las articulaciones. En muchos casos la condición es totalmente indolora, sólo afecta a la coordinación del músico. La enfermedad musical más rara y debilitante es la distonía focal, una condición neurológica que tiene sus raíces en el cerebro, pero afecta a una parte específica del cuerpo – los dedos para pianistas y, a veces los labios para los instrumentistas de viento. La condición no se entiende bien a pesar de que afecta a casi el 2% de los músicos profesionales – incluyendo el célebre pianista Leon Fleisher y, posiblemente, el compositor del siglo 19 Robert Schumann..

Conoce más sobre distonía focal leyendo estos post:

 

Snydacker, el clavecinista, sabía que algo andaba mal cuando empezó a notar que “le faltaban notas” al tocar. Entonces se dio cuenta de que sus dedos se arrugaban bajo su palma involuntariamente cuando se ponía a tocar. La distonía estaba interfiriendo con las rutinas de movimiento que había desarrollado a lo largo de años al clave, y ahora recibe inyecciones de botox regulares que relajan los músculos hiperactivos de la mano. Es poco probable que se dé una recuperación total; Snydacker sólo mantiene la esperanza de que pueda tocar el clave para sus nietos.

Charness es también teclista, y comenzó a tratar a músicos después de sufrir su lesión – un nervio atrapado en el codo. Él era médico residente en aquel momento, pero ninguno de sus profesores de neurología podía explicar lo que estaba mal. Sus manos parecían perfectamente bien, pero en el teclado del piano perdían repentinamente su precisión.
Una vez Charness encontró tratamiento, otros músicos que conocía de repente empezaron “a salir del armario” acercándose a él con sus propias heridas. Esto fue a mediados de la década de 1980, y no había ninguna clínica para tratar a los artistas, así Charness los vio en una habitación trasera del laboratorio donde trabajaba. Después de dos años, dice, estaba tratando a los principales músicos de orquesta de todo el país, entre ellos casi una cuarta parte de la local Sinfónica de San Francisco – todo por el boca a boca, todo en secreto.

La lesión está rodeada por el estigma y el secreto, lo cual cuadra a la perfección con la perspectiva de los músicos: Las orquestas no quieren músicos lesionados, al igual que un equipo de béisbol. Incluso los músicos con un empleo estable podrían mantener en secreto sus problemas de salud a sus colegas y al director, por miedo de enfrentarse a un escrutinio adicional. Así Charness tiene cuidado en proteger la confidencialidad de sus pacientes, a sabiendas de que este secreto hace que sea aún más difícil para ellos obtener ayuda.

Practicando el bienestar

La medicina aplicada aplicada a los artistas ha cambiado mucho desde que Charness atendía a músicos en la trastienda. El tema ganó mayor atención en 1987, cuando un estudio realizado por la Conferencia Internacional de Músicos de Orquestas Sinfónicas dio a conocer que el 76% de sus miembros había sufrido una lesión tocando que afectó seriamente su rendimiento. Charness abrió su clínica en Boston dos años más tarde, y ahora es uno de los varios médicos en el país que tratan específicamente a músicos.

Pero en el mundo de la música clásica, los viejos hábitos tardan en morir. En los cursos de música, encuentros de orquestas o campamentos todavía se pide a los niños que toquen durante siete horas al día y muchos profesores están más pendientes de la expresión o la afinación que de los movimientos y la postura.

El estigma de la lesión persiste también. Cawley recuerda haber oído a los 16 años: “Si le dices a la gente que estás lesionado, que no vas a funcionar, la gente no te va contratar.” Y mientras que ninguno de sus maestros hoy volvería a decirle que “toque a pesar del dolor”, la cultura competitiva de la industria de la música empuja a algunos músicos a hacer precisamente eso.

Cawley debe navegar en este terreno contradictorio con cuidado. Durante una sesión de estudio reciente, estaba trabajando en una suite de violonchelo de Bach arreglada para marimba, un instrumento cuyo barras de madera están colocadas como las teclas de un piano, que mide casi 3 metros de punta a punta. Las notas llegan en un flujo constante y Cawley, con poco más de metro y medio de altura, se sostiene en la punta de sus pies mientras se mueve para seguir la melodía.

“Lo que pasa con Bach”, dice ella, “es que no te puedes perder.” Si la baqueta cae un centímetro a la izquierda, todo el mundo lo sabrá. Pero a pesar de su determinación por tocar las notas correctas, está igualmente decidida a no forzar su cuerpo demasiado. Otra lesión ahora podría poner patas arriba todo lo que estaba construyendo.

La audición de Cawley para la escuela de posgrado está a sólo unas semanas de distancia, pero ella conoce sus límites y no los fuerza. Cada sesión de práctica comienza con 30 minutos de estiramientos y calentamientos y no toca más de 90 minutos sin tomar un descanso. Si no puede trabajar más con las manos, Cawley practicará mentalmente con las partituras – una técnica que desarrolló después de su primer combate con la tendinitis cuando no podía tocar más de 15 minutos al día.

La mayor parte de estas estrategias de estudio no las enseñaban en conservatorios cuando Snydacker estudió música en la década de 1970. Él recuerda: “Como todos los de mi generación, practiqué hasta que no pude practicar más. Practiqué demasiado”. Tocó a pesar de la tensión y la incomodidad -. “Lo que los músicos de hoy saben que no deben hacer.” Charness ha trabajado a lo largo de su carrera para extender este conocimiento, y da consejos para la prevención de lesiones en el sitio web de la clínica. Pero incluso con todas las mejores prácticas y la precaución en el mundo, el miedo a la lesión permanece.

Cawley ha visto las cicatrices quirúrgicas en los brazos de sus compañeros que sufrieron de atrapamiento del nervio, y oído las historias de las oportunidades perdidas o carreras que terminaron por problemas de salud. A medida que se toma un descanso en el estudio, Cawley reflexiona sobre la naturaleza tenue de su profesión: “Es difícil pensar que tu cuerpo está tan conectado a tu sustento. La mayoría de la gente, cuando se lesiona de alguna manera, todavía puede seguir alimentando a su familia. Si eres músico de orquesta, sólo tienes una habilidad. Y si desaparece, estás jodido. Es una cosa extraña con la que hay que lidiar”.

Tan pronto como terminamos de hablar, Cawley vuelve a practicar. Las audiciones se acercan, el día estaba acabando, y ella estaba tímidamente lejos de su objetivo de seis horas.

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El violinista Reinhard Goebel habla sobre su adaptación a la distonía focal

Hoy os traducimos esta entrevista hecha al violinista Reinhard Goebel sobre su distonía focal. Si te interesa este tema, visita nuestro post sobre ello pinchando en este link.

Publicación: The Strad

http://www.thestrad.com/cpt-latests/violinist-reinhard-goebel-adapting-focal-dystonia/

Autor: The Strad

Fecha: 02 enero 2015

Título original: Violinist Reinhard Goebel on adapting to focal dystonia

Su condición obligó a este músico y especialista en música antigua a hacer un cambio radical en su carrera – ahora es director.

¿Cuáles fueron los primeros signos de que algo andaba mal?

En lugar de sonar uniformes y regulares, mis escalas comenzaron a tener “agujeros”. Mis dedos se levantaban en lugar de ponerse sobre la cuerda. En abril de 1990 grabé las Rosary Sonatas de Biber, la música más virtuosa que te puedas imaginar, y en mayo no era capaz de tocar porque mis dedos estaban congelados en el diapasón. Me tomé un año sabático y en diciembre me fui a un médico en Berlín, que me dijo que no había cura.

¿Cuáles fueron sus primeros pensamientos?

Pensé que lo que tenía que hacer era practicar más de ocho horas al día y fue lo que hice: “Voy a practicar doce horas” Esto fue lo peor que pude hacer. Entonces mi cabeza se vio afectada – me puse nervioso. Una noche te sientas en la cama del hotel pensando, “¿Mis dedos funcionarán mañana?” Lo peor de todo está en tu cerebro – la idea de que la gente sepa que no eres impecable. Mis últimas actuaciones en mayo de 1990 fueron miserables porque sentía que mi carrera había terminado, que tenía que llegar a su fin. Lo dejé, y me senté a copiar música y marcar partes para actuaciones futuras – ninguna para los próximos cinco años.

¿Qué ayuda médica tuviste?

Cuando esto comenzó, no había ni siquiera una palabra para crisis de salud de los músicos. Todo el tema de la distonía focal se estaba desarrollando y no había la ayuda profesional que existe en la actualidad. Fui a la Universidad de Berlín y me dijeron lo que tenía, pero para entonces ya era demasiado tarde. No conozco a nadie que realmente haya superado esto.

¿Cuándo decidiste aprender a usar el arco con la mano izquierda?

Una amiga es bibliotecaria en la Universidad de Harvard y se ocupa de los trabajos de Rudolf Kolisch, el violinista que tocaba a la inversa. Ella me sugirió que probara, así que regresé al Conservatorio, practiqué, estudié y actué durante diez años, tocando de esta manera.

¿Qué le hizo renunciar al violín por completo?

Al final, en 2000, sentí que incluso cuando mis dedos funcionaban adecuadamente y lograba afinar, no podía alcanzar mi antigua destreza con el arco, así que volví a la postura de siempre, a pesar de la distonía. Fui a un médico en Hanover y me dio algo extraño: Tomé medicamentos para la enfermedad de Alzheimer. Increíblemente, pude tocar, porque el medicamento relaja los músculos completamente. Podía trinar; podía tocar cualquier cosa que quisiera. Pero yo no era yo mismo. Mi salud mental y mi personalidad estaban tan afectadas que no podía soportarme a mí mismo. Normalmente soy Mr. Activo, pero cuando tomaba las pastillas “happy violin”, mis colegas tenían que venir a mi casa y arrastrarme fuera de la cama porque estaba muy hastiado. Tenían que subirme al escenario y volver más tarde para sacarme. Podía mover los dedos pero no podía mover las piernas. Esto se prolongó durante días hasta que el medicamento se acabó, y yo no pude soportarlo más. Decidí que tenía que dejar el violín totalmente.

¿Cuál es la perspectiva para alguien que tiene sus síntomas?

Nadie que yo conozca se ha recuperado de la distonía focal. Es la cosa más peligrosa que puede haber. Algunos dicen: “Yo estoy totalmente recuperado”, pero no es así, según mi experiencia. Además la confianza que se pierde por estar enfermo y ya no “ser perfecto” es muy difícil de superar. Pero no hay ninguna ley que diga que las personas tienen que tocar sin dificultades hasta los 65. Mi mejor momento fue a los 32 años y a partir de entonces comencé a sentir que bajaba mi nivel, sin estar enfermo. El hombre está hecho para llegar a los 28 o 32 – que es nuestra esperanza de vida si aún nos comportáramos como animales, si no tuviéramos casas y viviéramos en la naturaleza. Después, el cuerpo se viene abajo.

¿Las cosas hubieran sido diferentes si hubieras tenido acceso a la atención médica que existe ahora?

No, porque soy el tipo de músico que toca hasta que se enferma – ¡me lo merecía! Hice cosas maravillosas con el violín en mis manos, pero fue suficiente. Tocar el violín implica diminutos micromovimientos de milímetros y esto no funciona si practicas durante doce horas al día, así que no me sorprende. Yo soy el tipo de músico que tiene que volverse loco en un momento determinado. Como director he encontrado mi lugar en la música.

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