Los artistas y en particular los músicos y los cantante sienten, en muchas ocasiones, una frustración que les impide avanzar.
La educación artística temprana parece que programe la mente del niño para triunfar, para ser famoso, para ser el mejor y cuando ese niño alcanza la edad adulta y se da cuenta de que no ha cumplido su ideal al 100% suele sufrir una crisis que tan sólo se supera si uno adquiere una verdadera conciencia del lugar que ocupa desde la humildad.
Nadie nos explica que llegar a hacer una carrera internacional es una tarea ardua y complicada y que, sobre todo, no depende exclusivamente de que seamos excelentes músicos, tampoco nos explican qué pasos hay que seguir, hecho que en muchas ocasiones desanima hasta el mejor y debemos olvidar el factor suerte y las relaciones personales que uno pueda tener o heredar.
Por mi experiencia, veo que aquellas personas que deciden actuar en su círculo de desarrollo próximo, es decir, se embarcan en experiencias, proyectos y situaciones manejables en cada momento, van desarrollando habilidades y competencias que les llevan obligatoriamente a un desarrollo personal y profesional. En cambio, aquellos que se quedan en sueños vanos de triunfo infantil poco a poco se cierran en si mismos y aumentan sus sentimientos de incomprensión y frustración.
Mi consejo desde estas líneas es que aprendamos a ver en cada momento en qué lugar estamos y qué podemos hacer, aunque sea un pequeño paso para seguir avanzando. Muchas veces lo que más cuesta es dar el primer paso y asumir determinados compromisos con nosotros mismos.