DIY: Cuadro infantil de gatitos.

¡¡ Hola, Donlunáticos !!

Comenzamos la NUEVA TEMPORADA.

Hoy toca decorar un cuarto infantil. Si queréis hacer un regalo original a un bebé o a un niño, éste es vuestro proyecto.

IMG_20150712_175616IMG_20150712_175807Podéis personalizarlo con el diseño y color que más os guste y así quede genial en la habitación donde lo vayáis a colocar.

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El álbum de la juventud de R. Schumann: 2. Marcha del Soldado (Soldatenmarsch)

La segunda pieza de El álbum de la juventud de R. Schumann, en Sol Mayor, reproduce los ritmos y texturas típicas de las marchas militares (ritmo con puntillos y predominio de la textura homofónica). En el siguiente video se puede … Seguir leyendo

“Cats”, el musical que revolucionó la Historia del teatro británico (Parte III), por Guillermo Názara

A continuación os ofrecemos la tercera y última parte del artículo que nuestro autor invitado Guillermo Názara (@MrNazara) ha realizado para los lectores de La brújula del canto. Podéis leer la primera y la segunda parte pulsando en los enlaces: 1a parte2a parte.

Hacía semanas que había comenzado la cuenta atrás. Tanto Andrew como sus compañeros eran conscientes del descomunal reto al que se enfrentaban. Las expectativas tanto de la crítica como del público acerca de una musicalización de los gatos de T.S. Eliot eran, cuando menos, desalentadoras. No importaba si se trataba de una estupidez propia de un loco o de una genialidad que se escapaba a la comprensión de la mayoría; la cuestión es que nadie les apoyaba. Aquel proyecto tenía todas las papeletas necesarias para hundirse; y con él, la carrera del compositor y de aquellos que habían respaldado su iniciativa. Si había algo que preguntar sobre aquella producción era por qué seguir adelante.

No obstante, Lloyd Webber no estaba dispuesto a rendirse, no al menos hasta ver su nueva obra estrenada. Las sesiones de casting ya habían empezado, pero al igual que las noticias que circulaban sobre el montaje, el proceso estaba siendo extremadamente arduo; gran parte de los actores británicos no estaban lo bastante preparados como para poder enfrentarse a una pieza que exigía danza, canto e interpretación sin interrupciones durante más de dos horas. Contaban al menos con una estrella, Judi Dench, quien había accedido a encarnar a la taciturna Grizabella. Sin embargo, la persona más importante del elenco, al menos para Andrew, todavía estaba por llegar.

Durante las pruebas, una joven y atractiva bailarina –quien tras haber sido vocalista de uno de los grupos pop más exitosos de finales de los 70, quería iniciar su trayectoria en el teatro- se presentó como miembro del ensamble. No obstante, aunque sus dotes para moverse superaban con creces el nivel que requería musical, su voz no había logrado impresionar a los productores. 

No es de extrañar que la artista se llevara una gran sorpresa cuando, horas después, el propio Andrew Lloyd Webber la llamó con la intención de hacerle una audición privada en su apartamento a la mañana siguiente. Si bien aquella reunión supuso un gran cambio en su vida profesional –había conseguido el rol de Jemina y, con él, el comienzo de una prolífica carrera en el West End-, también lo fue en la personal; pero, en este caso, lo fue para ambos. Poco después de aquel encuentro, Andrew le pediría el divorcio a su mujer -y madre de sus dos primeros hijos- para, posteriormente, casarse con la que durante años sería su musa, Sarah Brightman.

Pero haber redescubierto el amor no serviría para paliar la incesante sensación de agobio que se había apoderado de todos los miembros del equipo. Y si el desencanto de los intérpretes no era suficiente para acabar con cualquier esperanza de que el show pudiera salir bien, los creadores se toparon con un nuevo obstáculo poco antes del preestreno; Judi Dench se había partido el ligamento durante los ensayos y no se recuperaría hasta semanas después de que la obra abriera. Parecía que el destino intentaba por todos los medios evitar que el proyecto avanzara.

Angustiado por el miedo a perder su reputación, Andrew pidió ayuda a la única persona que sabía que podría sustituir a una actriz emblemática tan y, además, capaz de hacerlo en tan poco tiempo. Elaine Paige había alcanzado fama mundial tras haber originado el papel de la líder peronista en Evita, un absoluto éxito sin precedentes escrito por el propio Webber y su actual pareja, el letrista Tim Rice. Cuando le preguntaron si podía colaborar para evitar que la producción se hundiera por completo, su respuesta fue muy clara: “Si Andrew me necesita, allí estaré”.

Días después, comenzaron los preestrenos. Por primera vez, el público londinense podría ver –y sobre todo, juzgar- aquel polémico trabajo que durante tanto tiempo había abducido a Andrew totalmente. Pero todo el esfuerzo que tanto él como sus compañeros habían depositado en la producción parecía haber sido completamente en vano: si algo tenía que salir mal en la función, lo haría por partida doble. 

Ninguna representación se libraba de tener que hacer como mínimo un parón por avería técnica y, pese a la fidedigna recreación que John Napier había diseñado –con todos sus elementos hechos a escala según el punto de vista de un gato-, la escenografía no había logrado calar al público; o al menos, eso parecía. Cameron Mackintosh nunca olvidaría el momento en el que, en mitad del segundo acto, un espectador vociferó la palabra “basura” en medio del espectáculo. Aunque teniendo en cuenta que el hombre había bebido de más y la obra está ambientada en un vertedero, quizás no era un mal comentario.

No obstante, los autores todavía tenían un problema pendiente por resolver. Si bien aquel conmovedor solo compuesto para Grizabella había hecho que William Lloyd Webber vaticinara que su hijo se haría millonario, los creadores ni siquiera eran capaces de visionar su título. Fueron cuatro las versiones de las letras que se escribieron para aquella canción. Incluso el director, Trevor Nunn, había adaptado un viejo texto de T.S. Eliot, a fin de conservar el mismo estilo de poesía durante todo el show. Sin embargo, la prima donna de la obra no estaba dispuesta a reproducir sus versos, convencida de que lo correcto sería defender la propuesta de Tim Rice; lo de la cuestión emocional lo dejaremos a un lado.

De todas formas, Andrew era consciente de qué elección debía tomar. Poco después del estreno, aquella evocadora canción trataría sobre los recuerdos de un pasado grandioso y el miedo a enfrentarse a un decadente presente, tal y como Eliot ya había reflejado con su pluma décadas atrás. 

Y al igual que esa melodía, desde su apertura Cats se ha quedado incrustado en los recuerdos de miles de personas de alrededor de todo el mundo. A pesar de su turbulento aterrizaje en la escena londinense, la obra pronto se convirtió en un fenómeno de masas, que durante años dominó el West End y Broadway posicionándose como el musical más duradero del mundo. 
Una vez más, la crítica –quien había asegurado que se trataba de un espectáculo vulgar, sin argumento y ninguna carga intelectual- se había vuelto a equivocar a la hora de predecir el éxito de un musical; y con ella, los prejuicios de que los británicos no eran capaces de crear buenos dance musicales habían llegado a su fin. Quizás Cats no era el producto que los más asiduos al teatro estaban dispuestos a consumir, pero si el show por el que montañas de espectadores pagarían por verlo una y otra vez. Tal y como Mark Steyn escribió en el Observer, Cats era algo que ‹‹no le gustaba a nadie, salvo al público››.

Las consecuencias del 21% de IVA cultural

En 2012 se produjo la mayor subida de IVA en la historia del sector cultural español. Antes de esta subida, las actividades culturales se catalogaban dentro del tipo de IVA reducido, que hasta 2012 era del 8%. Con la reforma producida en este año, el IVA cultural pasó de ser reducido a general, y por tanto tener un coste del 21%.

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El IVA se divide en tres categorías:

  • General
  • Reducido
  • Superreducido

En 2012 se produjo una subida de dos de los tres tipos y ciertos cambios en la clasificación de los servicios y productos que pertenecían a cada grupo: 

  • General: Pasa del 18% al 21%
  • Reducido: Pasa del 8% al 10%
  • Superreducido: Se mantiene en el 4% que se estableció en 2010

No todas las actividades dentro de la cultura se han visto afectadas de la misma manera. Las bibliotecas, museos y archivos han mantenido el tipo reducido (10%) y los libros y publicaciones en papel, el tipo superreducido (4%). Las publicaciones digitales (ebooks, revistas digitales) o el material escolar sí han pasado al tipo general (21%). El mercado del arte también es una excepción. La venta de obras de arte por parte del artista está gravada por el 10% de IVA desde Enero de 2014. Sí se ha mantenido el 21% para las galerías de arte. Así, en relación a la situación anterior, cuando los artistas tributaban al 8% y las galerías al 18%, la situación no mejora, pues los primeros lo harán al 10% y los segundos al 21%.

Los espectáculos en vivo

Las actividades peor paradas son los servicios artísticos y las entradas para espectáculos, a las que se les aplica el 21%. Aunque no existen actualmente estudios rigurosos que cuantifiquen las consecuencias de esta subida del IVA, sí podemos fijarnos en ciertos indicios y datos que indican que ha sido bastante negativa. En el sector escénico se publicó un dictamen con datos comparativos de 2011 y 2012. La SGAE publica este informe, que podéis consultar completo aquí.

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En resumen, el aumento del IVA según este dictamen explica un 55,6% del descenso del público y un 61,4% de la reducción de la recaudación durante el tercer cuatrimestre del 2012.

Las consecuencias

El problema de la cultura es que no es percibida como un bien de primera necesidad, por lo que la gente recorta en ella cuando se encuentra en una situación monetaria difícil. Al aumentar el precio de la entrada, el espectador es más reacio a acudir a los teatros, o acude con menos frecuencia para ahorrar. Sólo las personas realmente apasionadas por la música y los conciertos siguen asistiendo pese a la subida de precio, además de las personas de rentas más altas a las que no les importa gastar un poco más.

Esto nos lleva a la cuestión de que el IVA es un impuesto socialmente injusto. Se aplica igual a todos los ciudadanos sin tener en cuenta sus ingresos, con lo que se está dejando en desventaja a las familias de rentas más bajas. De esta manera se afianza aún más el sentimiento de que los conciertos de clásica son para “gente de dinero”, en lugar de promover que la cultura sea de todos y para todos.

Muchos teatros han optado por mantener los precios de sus entradas, en detrimento de sus ganancias. Aún así, el público se ha reducido. El simple hecho de conocer que, de manera general, el precio de la cultura ha subido, echa para atrás a muchos espectadores potenciales.

¿Pero no iba a bajar el IVA?

En Marzo de 2015, el presidente Rajoy hizo amagos de anunciar que se iba a cambiar el tipo de IVA cultural a reducido, es decir, al 10%. Incluso el ABC se hizo eco de la noticia. Poco después desde Guatemala, comentó que de momento no sería posible y que “si sigue el crecimiento económico y la creación de empleo, el Gobierno podrá hacer “más cosas en materia fiscal”. En una entrevista del 31 de agosto al periódico El Mundo, Méndez de Vigo, ministro de Cultura, señalaba lo siguiente:

En el ADN del PP no está la vocación de que el dinero esté en las arcas del Estado. Tampoco en el ámbito de la Cultura. Queremos que el dinero circule en el bolsillo de los ciudadanos para que hagan con ello lo que quieran. Nosotros vivimos una situación muy complicada, a la que yo asistí de manera angustiosa desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde era secretario de Estado para la UE. Para hacerle frente tuvimos que elevar los impuestos indirectos, no sólo en Cultura. Eso no es lo que nos gusta, pero hubo que tomar medidas. Aunque no en todos los frentes culturales, el libro sigue con un IVA superreducido del 4% [no así el material escolar y el e-book, que subieron al 21%]. Pero en los nuevos presupuestos hay un aumento de aportación del 12%. Y cuando estemos en condiciones de hacerlo, bajaremos el IVA.

¿Cuándo cree que será?

Tenemos que cumplir con el 4,2% del PIB respecto al 5,7% del año pasado. Eso es muchísimo dinero: 15.000 millones de euros. Y hay que ajustarlo… Este Gobierno ha bajado el IRPF. Y no sólo está el IVA cultural, hay otras partidas que lo piden y todos son hijos de Dios… Nuestra vocación no es tener un tipo de IVA alto para la Cultura.

Los expertos

Lluis Bonet, profesor de economía aplicada en la Universidad de Barcelona, habla así de esta problemática (artículo completo aquí):

“[…] La modificación de los tipos del IVA aplicados a los distintos sectores culturales ha tenido un enorme efecto sobre un sector especialmente maltratado por las reducciones del gasto público y su mayor elasticidad-renta de la demanda. Y todo ello en un sector fundamental para el desarrollo humano de cualquier sociedad y por estar en la raíz de la cadena de valor de una economía competitiva gracias a su aporte en creatividad y singularidad.

El gobierno ha priorizado un efecto recaudador inmediato y el cálculo electoral cortoplacista sobre un programa económico que priorizara los sectores que empujaran un cambio de modelo productivo y ayudaran a salir el país de la recesión. Tampoco se ha tenido suficientemente en cuenta el retorno fiscal de una estrategia de fomento de la actividad interna (la cultura es sector con escasa fuga de flujos tributarios hacia el exterior dado el pequeño tamaño de sus empresas y la tipología del empleo cultural). Aun y no confiar mucho en la reforma tributaria anunciada por el gobierno, esperemos un mejor tratamiento a la cultura dada su trascendencia simbólica y económica.”

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