El día en el que casi me muero

Era un día como otro cualquiera. Mi familia y yo habíamos ido a visitar a mis abuelos.

El día transcurría con total normalidad, o al menos no recuerdo que pasara nada especial.

De repente, me entraron ganas de hacer pis y fui al lavabo.

Todo bien… hasta que llegó el fatídico momento… no era capaz de abrir el cerrojo de la puerta del lavabo porque no llegaba para abrirlo (no sé cómo lo pude cerrar).

Estaba encerrada en una habitación pequeña, sin salida.

¿Qué iba a comer? ¿Dónde iba a dormir?

Estaba desesperada. No sabía qué hacer, así que hice lo mejor que puede hacer una niña de esa edad para solucionar sus problemas: llorar con todas mis fuerzas.

Si nunca te has quedado dentro de un lavabo sin posibilidad de salir cuando eras niño, no entenderás el miedo que pasé.

¡No te estoy hablando en broma! Te lo digo de verdad. Auténtica desesperación.

Mi abuelo oyó mis berridos y vino a ver qué pasaba. Se lo expliqué entre sollozos, con toda la desesperación posible, pero él no perdió la calma.

Es más, empezó a decirme qué tenía para salir.

Me preguntó si veía algo en donde subirme para poder abrir el cerrojo, pero yo estaba nerviosisima y lo único que podía ver era mi final. No había nada en ese lavabo que me pudiera salvar el pellejo.

Había tenido una buena vida… feliz. La verdad es que podía haberme conformado con eso.

Pero mi abuelo me dijo si podía ver la báscula, acercarla a la puerta, subirme y abrir el cerrojo.

Entre lágrimas y mocos lo intenté, ya resignada a pasarme ahí toda la vida (o lo que me quedaba de ella).

Me subí a la báscula, me subí y… abrí el cerrojo sin mayor problema.

Esa frustración que viví de niña, los adultos también la vivimos. Nos ofuscamos con algo y no vemos más allá.

Lo veo CADA DÍA con los cantantes. No llegan a esa nota aguda y se desesperan, intentan lo mismo una y otra vez, golpeándose contra un muro, con pura desesperación.

“No lo voy a conseguir nunca” son palabras que oigo a menudo en esos momentos.

En ese momento me convierto en el abuelo de esa persona, no pierdo el control, y les guío para que encuentren esa báscula.

Y de repente vuelves a tener toda una vida por delante.

¡Ah! También tienes justo aquí delante (más bien debajo) la forma de suscribirte a nuestra lista de correo. Gratis.

Este artículo El día en el que casi me muero pertenece a VoKalo.

Mi alumna me miente a la cara

El otro día estaba hablando con mi alumna Piluca. Teníamos que hacer una reunión en inglés (otro día te cuento más de esto, que no quiero irme por las ramas).

Como supondrás, con Piluca hablo en castellano. La conozco desde hace unos años ya, y siempre hemos hablado en castellano.

Mi nivel de inglés no es increíble, pero es lo suficiente para mantener una conversación. Como normalmente la gente tiene un poco más de dificultad con el inglés (normalmente por pura falta de práctica).

Le dije: ¿cómo te desenvuelves con el inglés? Si quieres te puedo ayudar traduciendo la conversación.

Y me contesta: bueno, me defiendo.

Total, llegamos a la reunión… nos saludamos todos y la conversación empieza.

¡¡La madre que me…!! ¡¡Pero si habla un inglés perfecto!! Me dicen que es nativa y me lo creo.

“Me defiendo”, dice… ¡ja!

Y te aseguro que no es falsa modestia. Ella lo piensa de verdad. Es una persona muy sincera.

Yo me quedé un poco loca con el asunto, pero me hizo pensar…

Me hizo pensar en todas esas personas que conozco por primera vez y me dicen: no… yo no sé nada de canto… nunca he hecho nada, ni he estudiado, … ni siquiera sé nada de música.

Y luego lo hacen mejor que algunas personas que llevan años y años cantando.

¿No me crees? Hay una explicación.

Nadie canta perfecto. Todos tenemos cosas que mejorar, pero es más que eso. Todos tenemos que mantener la voz sana, desde un punto de vista técnico.

Un cantante que lleva años cantando, si no conserva una buena técnica, tendrá fallos. Por pocos que sean, se van acumulando en el tiempo, y eso deja huella.

Imagínate, un cantante puede tener temporadas de 7 conciertos a la semana, y que cada concierto dure varias horas. El primer día puede que lo aguantes, pero el segundo ya empiezas a notar que tu voz no está bien.

Y cuando llega el séptimo, lo único que quieres es que acabe pronto para estar 2 o 3 días sin hablar, recuperarte lo mejor que puedas y volver a empezar.

Alguien que no ha cantado nunca no tiene esos problemas. No tienen toda esa fatiga acumulada y esos malos hábitos tan arraigados.

Por otro lado, como no han estudiado nunca canto, asumen que lo que han hecho hasta ese momento está mal.

A veces es así, pero normalmente la gente se infravalora y hacen muchas cosas bien de serie. No han instalado aún malos hábitos.

¿Hay trabajo por delante? Sí, claro que sí. Pero puede que estés haciendo muchas cosas mejor de lo que piensas, y puede que tu voz dé mucho más de sí.

Incluso si ya eres profesional.

Amateur, profesional, aspirante, … todos se benefician de apuntarse gratis a nuestra lista de correo, justo aquí debajo.

Este artículo Mi alumna me miente a la cara pertenece a VoKalo.

Concentración en tiempos de chocolate

Aaay… mi alumna Sofía… tan loca que está y tan divertida que es.

El pasado jueves por la tarde la llamé por videoconferencia, como cada jueves, para nuestra sesión de entrenamiento vocal.

Hasta aquí todo normal, con una ligera excepción: la pillé merendando. Aunque yo no me enteré hasta que pasaron 10 minutos desde el inicio de la sesión.

La veía extraña, muy distraída. Ella es una cabeza loca, pero siempre se concentra mucho. Algo no cuadraba.

De repente, ver que se lleva algo pequeño a la boca, como tratando de ocultarlo. Yo me quedo… ¿WTF? 🤔

Lo hace una segunda vez… y a la tercera ya no pude más. Sofía, ¿qué haces?

Resulta que, con mi videollamada, la interrumpí y no pudo acabarse una barrita de chocolate. Le quedaba un trocillo de nada.

Le digo: Venga Sofía, ¡seguro que puedes aguantar 20 minutos sin chocolate!

¿Resumen? No, no podía aguantar ni 1 minuto. Seguía desconcentrada, llevándose cachitos de chocolate a la boca.

No me malinterpretes, yo vendería a Carlos por media barrita de chocolate, pero si Sofía seguía así, no íbamos a conseguir nada.

Le dije: Venga, acábatela y seguimos.

Desde ese momento ya volvió a ser la Sofía de siempre. Concentrada y rindiendo.

Llámalo chocolate, llámalo WhatsApp.

Es como ese típico “amigo” con el que quedas para tomar algo y está más pendiente del teléfono que de ti. “Sí sí, te estoy escuchando.”. Ya sabes…

Para practicar canto, sobre todo cuando estás empezando, tienes que concentrarte en lo que estás haciendo. No se trata sólo de repetir los ejercicios. Se trata de repetirlos prestando mucha atención a cómo los estás haciendo.

Porque si los repites mal 1.000 veces, tendrás que repetirlos 1.000 veces más para deshacer las primeras 1.000 veces.

¡Eh tú! ¡¡Ni se te ocurra coger más chocolate!!

Este artículo Concentración en tiempos de chocolate pertenece a VoKalo.

Reduce la duración de tus resfriados con este asqueroso truco

Hace por lo menos 3 años que no caigo enferma, y todo gracias a un producto que nunca hubiera imaginado: el agua oxigenada.

Lo primero que necesitas es, oh sorpresa, agua oxigenada. La venden en el supermercado y cuesta cuatro duros (o cuatro céntimos, para los más jóvenes).

Cuando llegue un día de esos en los que sientas que un constipado te está acechando (cansancio, molestia ligera en la garganta, etc.), es momento de aplicar el proceso.

Tienes que hacerlo en ese momento, que es cuando la situación no se ha puesto chunga. Si lo haces después seguramente sentirás alivio, pero no te permitirá esquivar la enfermedad cual ninja.

El proceso consiste en dos pasos y es muy sencillo:

  1. Haz gárgaras con el agua oxigenada. Es ASQUEROSO, te lo aseguro. Te deja la boca con un sabor de lo más desagradable, pero tampoco dura demasiado. Y siempre te puedes enjuagar después con agua normal.
  2. Impregna un bastoncillo para los oídos con agua oxigenada y pásatelo por los oídos. Por ahí también pillamos muchas infecciones.

He compartido este truquillo con muchos alumnos, y les ha ido bien.

Ojo, esto no quiere decir que a ti también te vaya a funcionar de maravilla, pero para lo cuesta vale la pena que lo pruebes.

Eso sí, asegúrate que el agua oxigenada que utilices sea de uso tópico.

Nuestra lista de correo no es que sea de uso tópico, pero si te apuntas puede ser algo mucho mejor para tu voz.

Te puedes apuntar gratis justo aquí debajo.

Este artículo Reduce la duración de tus resfriados con este asqueroso truco pertenece a VoKalo.

La rebelión de las máquinas ha llegado

Me encuentro delante del ordenador, y hace un rato estaba pensando de qué puedo hablarte hoy.

Estoy bastante cansada y mi cerebro no quiere colaborar…

Sin quererlo, me he puesto a pensar en la batalla que tuve ayer con la calefacción de mi casa.

No hace mucho que vivo aquí, y aún no había necesitado encender la calefacción. Siempre prefiero optar por abrigarme un poco más.

Pero este año… uff… ¡hace muchísimo frío! 🥶🥶🥶

Total, ayer me lié la manta a la cabeza y me puse a ver cómo encenderla.

Lo primero que hice fue encontrar el manual de instrucciones de la caldera. Un compañero de trabajo de donde trabajaba hace muchos años, me enseñó que se pueden encontrar por Internet.

Aunque parecía que mi periplo iba a acabar rápido y satisfactoriamente, la maldita caldera no quería colaborar.

¡Le dije de todo a esa lucecita parpadeante! En teoría indicaba que la caldera se estaba encendiendo, pero me estaba tomando el pelo.

Al principio pensaba «jeje, que graciosa, se cree que no voy a poder hacer que funcione».

Después de 30 minutos intentando cosas, cada vez que se encendía la lucecita ya no veía una bombilla, veía como la caldera me levantaba el dedo 🖕

Yo no soy mucho de decir tacos ni de insultar, pero la caldera estaba sacando lo peor de mí.

Entonces recordé que una amiga de mi infancia también tenía calefacción por radiadores, y recuerdo un día en el que empezó a hacer mucho calor en su habitación y pudimos apagar el radiador girando una ruedecilla que tienen.

Ahí empezó el segundo (o diecisieteavo) round. Me paseé por todos los radiadores, los cerré y sólo abrí uno para tenerlo bien controlado todo.

Pero la caldera sólo decía una cosa: 🖕🖕🖕

Bueno, eso son tres cosas, …

Estaba llegando al límite y me iba a enzarzar a mordiscos con la caldera.

Yo me quedaría sin dientes, pero ella se iba a quedar con una cicatriz toda su triste vida.

Entonces vi un aparatito pegado en la pared. Estaba en una habitación diferente, pero me llamó la atención cuando lo vi. ¿Eso ha estado ahí siempre?

¡Aaah! ¡Desde aquí se regula la temperatura! La batalla estaba ganada. La caldera no tenía nada que hacer. Le gustase o no, tendría que ponerse a currar de inmediato.

Oh oh… el regulador no tiene pilas. La madre que lo… trajo a este maravilloso mundo…

Gracias al cielo, alguien me descubrió hace años el fantástico mundo de las pilas recargables, así que tenía algunas perdidas por casa y también conseguí encontrar el cargador (te ahorro los detalles, pero también tuve que hacer que el cargador colaborara utilizando unos alicates).

Le pongo las pilas y… ¡BAM! ¡¡Encendido!! 😎

Un momento… ¡¡se acaba de apagar!! 😱😱

Después de investigar un poco, veo que las pilas no hacen contacto del todo porque el aparatito es muy viejo y está dado de sí.

Entonces me vino un recuerdo de la escuela, donde aprendí que el estaño es conductor, así que fui a buscar el rollo de estaño de soldar que tengo por ahí, corté unos trozos y se los enganché a las pilas.

¡BAAAAAM! ¡¡Encendido y funcionando!

La caldera se moría de rabia, pero tuvo que aguantar y hacer su trabajo.

El caso es que pude ser autosuficiente gracias a las cosas que había aprendido a lo largo de toda mi vida, y eso es lo que deberías buscar tú al entrenar tu voz.

Yo podría haber llamado a alguien para que lo arreglara, pero eso me hace dependiente. Además, ¿qué pasa si están de vacaciones? ¿Qué pasa si es domingo y no trabajan?

Cuando te formes vocalmente, tienes que asegurarte de dedicar tiempo a entender el proceso y las herramientas que hay a tu disposición, porque tu vocal coach no va a poder estar siempre contigo.

De hecho, la idea es que acabes siendo independiente, que seas capaz de hacer los cambios necesarios para arreglar el problema que puedas estar teniendo con tu voz.

No, no es fácil llegar a eso, y yo te recomiendo que siempre tengas sesiones de seguimiento con tu vocal coach, pero de nuevo… ¿y si tu vocal coach está de vacaciones?

La que nunca se va de vacaciones es nuestra newsletter. Si te apuntas, a partir de mañana tendrás un consejo al día en tu bandeja de entrada.

Pero siempre, siempre, trabaja para obtener tu independencia vocal (¡¡y que les den a las calderas!!)

Este artículo La rebelión de las máquinas ha llegado pertenece a VoKalo.