¡FELIZ NAVIDAD!




"Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado.
Lleva sobre él el poder de gobernar, 
y su nombre es:
Maravilloso, Consejero,
Dios Todopoderoso,
Padre Eterno,
Príncipe de la Paz." 

Chorus. (Isaiah, 9,6) 
"For unto us a child is born, unto us a son
is given: and the government shall be upon
His shoulder, and His name shall be called
Wonderfull, Counseillor,
The mighty God, The Everlasting Father,
The Prince of Peace.

Con este coro, perteneciente a la primera parte de El  Mesías de Haendel, quiero desear a todos los que por aquí se asoman unas felicísimas fiestas y un maravilloso nuevo año (Año Murillo, por cierto).





Adoración de los pastores. Bartolomé Esteban Murillo (Museo del Prado) 

ENLACES DE INTERÉS:
El Mesías
Año Murillo

ERLKÖNIG

Ilustración de Ernst Kutzer

"En los artistas que tuvieron una existencia muy breve, se encuentran, a veces,  esas riquezas terribles - casi excesivas para los débiles hombros del ser humano - que ya pertenecen al mañana."
(Alejo Carpentier.  Shubert: leyenda y realidad, 1953)

Esta lúcida sentencia de Carpentier  adquiere todo su sentido cuando entramos en el universo liederístico de Franz Schubert: un mundo vasto, multicolor, sutil y novedoso en el que, entre otras maravillas, el compositor abre la puerta a un nuevo concepto del acompañamiento pianístico.
Un claro y famoso ejemplo de ello es este trágico e intenso lied titulado Erlkönig que hoy vamos a escuchar y que es perfecto para recibir a Noviembre, con sus Santos y sus Difuntos.

En 1815  Schubert puso música al poema de Goethe de 1782 titulado Der Erlkönig (El rey de los Alisos, que también se ha traducido, al parecer erróneamente, como El rey de los Elfos). Este poema formaba parte de un libreto operístico (Die Fischerin) y describe la enloquecida carrera a caballo de un padre con su hijo en la noche fría y ventosa a través de un siniestro bosque.

 


Leamos el texto:


¿Quién cabalga a través de la noche y el viento? 
es un padre con su hijo; 
tiene al pequeño en sus brazos, 
lo lleva seguro, le da calor.
- Hijo mío ¿por qué escondes tu rostro asustado?
- ¿No ves, padre, al Rey Elfo?
¿el Rey de los Elfos con corona y manto?
- Hijo mío es el rastro de la neblina.

- ¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
mi madre tiene muchas prendas doradas.

- Padre mío, padre mío ¿no oyes
lo que el Rey de los Elfos me promete?
- Calma, mantén la calma hijo mío;
el viento mueve las hojas secas. 

- ¿No vienes conmigo buen niño?
mis hijas te atenderán bien;
mis hijas hacen su danza nocturna
y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas.

- Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
a las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?
- Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
son los árboles de sauce grises.

- Te amo; me encanta tu hermosa figura;
y si no haces caso usaré la fuerza.
- ¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡el Rey de los Elfos me ha herido!


El padre tiembla y cabalga más aprisa,
lleva al niño que gime en sus brazos,
llega a la casa exhausto;
en sus brazos el niño está muerto.


Aunque se trata de un lied (por lo tanto una obra breve) , en él intervienen cuatro personajes: el padre, el hijo, el Rey de los Elfos y el narrador, que inicia y termina la canción. Habitualmente una sola voz (masculina o femenina) canta todo el texto, pero, en ocasiones, también se interpreta con cuatro cantantes diferentes, uno por cada personaje.
Si la sencilla línea melódica en las voces facilita la comprensión del texto intensificando el dramatismo de las palabras y logrando un maravilloso equilibrio entre música y poesía, el acompañamiento pianístico aporta un contexto angustioso y siniestro representado por el que podemos considerar el quinto personaje de este lied: el caballo.
Como en Margarita en la rueca,  Schubert utiliza un ritmo ostinato en el acompañamiento, transmitiendo con él la sensación de continuo movimiento. Emula el galope del caballo en el constante martilleo de los tresillos (de notas repetidas)  en la mano derecha, pero  también la lluvia y el viento en los motivos melódicos ascendentes y descendentes de la mano izquierda; así, crea toda una atmósfera que contribuye a una mayor fuerza y  expresividad de las palabras. La tensión va en aumento hasta terminar en una rotunda y dramática cadencia perfecta que da fin a la obra y que deja  al oyente absolutamente sobrecogido.
El equilibrio entre música y poesía es perfecto.


Vamos a escucharla ahora en diferentes versiones.
- La primera, interpretada por un tenor (Daniel Norman) que canta el texto íntegro dando voz a los diferentes personajes - que es lo más habitual y difícil. por cierto - y que está ilustrada por una preciosa animación.
- La segunda, interpretada por cuatro cantantes diferentes que dan voz a cada uno de los cuatro personajes
- La tercera incluye la partitura para poder observar detalladamente todo lo dicho.



 Aquí, interpretada por los cuatro personajes:


Aquí con partitura y texto:


Este lied de Schubert fue orquestado por Héctor Berlioz en 1860. Puede escucharse pinchando el enlace.

“Todo depende del poema; si es bueno, la inspiración viene enseguida. Las melodías afluyen que da gusto. Si es malo no hay nada que hacer" (Franz Schubert)


Enlaces de interés
      El rey de los Elfos, en el blog de  María Quintanilla

     Versión metal del texto de Goethe por el grupo Leichenwetter 


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     HILANDERAS

EL NOMBRE DE LAS NOTAS

Inmersos como estamos en la Edad Media  recuperamos hoy esta antigua entrada sobre el origen de las notas musicales.

"Si las notas conocéis, pronto bien ya cantaréis" decía Fräulein María a los niños Von Trapp en Sonrisas y lágrimas (The sound of music, 1965), aquella película que muchos recordaréis.

La mayoría de nosotros conocemos el nombre de las notas musicales, sin embargo muy pocos sabemos el porqué de ese nombre, de dónde salió o quién se lo puso.
¿Porqué se llaman do, re mi fa... y no, por ejemplo, le, ti, fu, po...? ¿Porqué parecen sílabas esos nombres? ¿Tienen algún significado real o, como cantaba Julie Andrews, solo imaginario?

Aunque el tema de la notación, su historia y su evolución, es un tema arduo, largo y complejo, vamos a intentar hoy dar respuesta a esas preguntas de una manera sencilla.

Al principio - en la Alta Edad Media - las notas no tenían forma definida y mucho menos nombre propio; en el siglo X los cantos eran memorizados por los cantores (recordad que estamos hablando del canto gregoriano); para ello se servían de algunas marcas escritas (pneumas) sobre el texto de la canción que básicamente indicaban, de forma orientativa, si la melodía subía o bajaba.


En el siglo XI el monje benedictino Guido d'Arezzo (abajo) se dió cuenta de que en un conocido himno - el himno a San Juan - cada una de las seis frases comenzaba con una de las seis notas más utilizadas, en orden regular y ascendente (es decir, como en una escala): la primera comenzaba sobre el sonido que hoy llamamos do, la segunda con el que llamamos re y así hasta la sexta frase. Para memorizar esos sonidos Guido propuso adjudicarles el nombre de la sílaba inicial correspondiente.
Así, las sílabas iniciales de estas seis frases se convirtieron en los nombres de las notas: ut, re, mi, fa, sol, la.
En el siglo XVI se fijó la altura de la nota Si incorporándola a la escala (¿de dónde creéis que sacaron su nombre?) y el el siglo XVII se sustituyó el nombre Ut por el de Do para facilitar el solfeo.

El texto del himno famoso - con cuya imagen abrimos esta entrada - dice así:

Ut queant laxis
resonare fibris mira gestorum
fa
muli tuorum,
sol
ve polluti
labii reatum,
S
ancte Ioannes


(Puede traducirse como: Para que tus siervos puedan cantar libremente las maravillas de tus actos, elimina toda mancha de culpa de sus sucios labios, San Juan).

Nuestro genial monje también ideó el tetragrama (conjunto de cuatro líneas) en las que se comenzaron a escribir las notas cuadradas. Observadlo también el la imagen superior.


Todo esto se entenderá mejor prestando atención al vídeo; a ver si sois capaces de apreciar cómo cada frase empieza en una nota diferente y coincidente con las de la escala.



En este interesante documental (Historia de la notación musical) podremos ampliar la información


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IRÉ A SANTIAGO
TROMPE L'OEIL, TROMPE L'OREILLE

SCHIARAZULA MARAZULA

Pieter Bruegel el Viejo - “El baile nupcial” (1566)
Esta pintura de  Pieter Bruegel es ideal para ilustrar nuestra entrada de hoy porque transmite a la perfección el espíritu de una fiesta popular y nos muestra la danza al son de los instrumentos (una gaita en este caso), tal como debía ser también en la Edad Media. Hablamos de música profana.

Tanto en  la Edad Media como en el Renacimiento el canto y los instrumentos formaban parte de la vida cotidiana: se cantaba en la casa, en el mercado, en la calle o en las tabernas y con frecuencia las canciones iban acompañadas de instrumentos y de baile. Casi todo lo que se cantaba también se tocaba o podía ser tocado por los instrumentos, así, una misma pieza musical podía ser interpretada por un laúd, una flauta, una viola o una gaita: había gran libertad de interpretación (como en clase, vaya).
Entre los s. XIII y XIV se desarrollaron numerosas formas instrumentales - unas más populares y otras más refinadas - que con frecuencia estaban relacionadas con actividades y temas concretos (las rondas, las labores del campo, las bodas....)
La danza que nos ocupa - Schiarazula Marazula parece tener su origen en la Italia medieval y nos ha llegado gracias a una recopilación que hizo el compositor Giorgio Mainerio en el siglo XVI. Según las fuentes consultadas, parecía formar parte de un ritual propiciatorio de la lluvia. Todo muy pagano como veis.
Para saber más sobre ella lo mejor es que consultéis los enlaces que hay después de los vídeos al final de la entrada.
Ahora vamos a escucharla en diversas versiones:





Aquí, por la orquesta de plectro (cuerda pulsada) Armonie in pizzico

También ha sido utilizada por Luar Na Lubre en su canción "A Carolina"

En cuanto tenga vuestras grabaciones las incluiremos aquí también.

Para saber más:
Schiarazula marazula (Educacionmusical.es)
Schiarazula Marazula: invocando a la lluvia

SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS

Pincha en la imagen

Siete novias para siete hermanos (Seven Brides for Seven Brothers)
es un musical estadounidense dirigido por Stanley Donen (Cantando bajo la lluvia) en 1954 y protagonizado por Howard Keel y Jane Powell. Fue ganadora del Óscar a la mejor banda sonora y fue nominada en otros importantes premios. Destacan una magnífica puesta en escena y unas coreografías espectaculares.

Sinopsis. En las montañas de Oregón la vida de siete hermanos leñadores se ve alterada cuando el mayor (Adam) decide casarse con la mujer de la que se ha enamorado (Milly) y la lleva a vivir con ellos. La idea gusta tanto a los demás hermanos que decidirán hacer lo mismo e irán al pueblo a buscar novia, aunque el procedimiento no será muy ortodoxo.