Algunos ejercicios con la Técnica Alexander

Hace tiempo que oigo hablar de la Técnica Alexander aplicada a la práctica instrumental, casi siempre de forma positiva, así que tenía ganas de conocer un poco más acerca de sus fundamentos y características.

Ya he escrito algunos artículos sobre cómo encontrar un equilibrio físico que nos proteja de problemas posturales, dolores, tensión o incomodidad. En artículos anteriores hemos tratado el Tao Ying, el libro “El violín interior” la protección de la cervicalgia, cómo hacer estiramientos etc.

Así que ya era hora de aprender un poco mas acerca la Técnica Alexander, y para ello me he ayudado de la experiencia y conocimientos del profesor Tomás Cotik, docente en la University of Miami’s Frost School of Music and Florida International University, autor de varios discos, miembro en importantes orquestas y cuartetos de cuerda, así como miembro del dúo Cotik/Lin.

Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista The Strad, y Tomás Cotik ha accedido amablemente a que lo traduzca y publique en Deviolines.


Elementos de la Técnica Alexander:

Descubriendo un enfoque natural de la interpretación de instrumentos de cuerda.

por Tomás Cotik

Este artículo abarca una gama de técnicas sencillas con las que artistas de cualquier nivel pueden obtener una acercamiento más natural a la ejecución musical, gracias a la mejora de la facilidad y la libertad de movimientos. Practicar estos ejercicios afinará y aumentará la sensibilidad cinestésica, proporcionando al músico un control fluido y vivo, mejorando el desempeño y evitando tensiones innecesarias, dolor y posibles lesiones.

El primer paso es identificar los hábitos subconscientes que interfieren en el funcionamiento innato de nuestra coordinación y más de la mitad del trabajo ira orientado a desactivar dichos hábitos. Una interferencia típica es el “sobresalto reflejo” una reacción que nos paraliza cuando somos repentinamente asustados. Esto puede ser muy útil cuando estamos a punto de caernos por un precipicio, pero resulta contraproducente cuando lo introducimos en nuestra interpretación a causa del miedo a un pasaje difícil, una audición, o un concierto importante. Otras personas tienden a paralizar sus cuerpos antes de un pasaje con la suposición inconsciente que esto mejorará su exactitud.

Para corregir esto, el profesor puede pedir al alumno que pare de tocar y deje reposar el arco sobre el instrumento. Después le dirá que separe las rodillas, relaje el cuello, despegue la mandíbula, deje que los brazos fluyan hacia atrás y abandone el giro del torso hacia la izquierda. Ahora ya puede continuar tocando.

Al ensayar es más importante ocuparse del cuerpo que concentrarse en realizar el pasaje. Tratar de alcanzar objetivos demasiado ambiciosos puede conducir a malos hábitos que quedarán inconscientemente asociados a dichos objetivos. La paciencia es esencial; tanto como conseguir que los errores no nos afecten emocionalmente.

Cuando vemos a grandes intérpretes, podemos observar diferentes golpes de arco, posiciones, etc. Pero no es tanto una cuestión de posición, sino de la sensación cinestésica interior: lo que siempre se mantiene en ellos es su libertad de movimiento y su equilibrio.

Técnicas y ejercicios*

  1. El profesor pide al alumno que le empuje mientras resiste rígido, manteniéndose quieto sin moverse del sitio.
  2. Repetir una vez mas, pero siendo flexible y dejándose mover. Así se transmitirá el concepto de cómo la relajación facilita el movimiento.

El alumno imagina como si la parte superior de su cabeza estuviera siendo tirada de una cuerda. Deja que la cabeza, el cuello y la columna vertebral vayan en esa dirección. El cuerpo se expande en todas las direcciones; sienta levedad, como si el cuerpo se moviera por sí solo. Al mismo tiempo, sienta cómo la gravedad empuja el cuerpo hacia abajo.

Eleva los hombros y déjalos caer después, como si colgaras un abrigo en una percha.

Levanta los brazos y déjalos caer después, sin hacer fuerza para sujetarlos.

El profesor toma la mano del estudiante y la mueve en cualquier dirección. El alumno debe permitir los movimientos sin ninguna resistencia.

Gira y mueve la cabeza en todas direcciones mientras tocas.

Suelta y relaja la mandíbula, sin frotar los dientes. Puedes practicar con la boca abierta o colocando una galleta entre los dientes.

  1. El alumno apoya el codo izquierdo en un piano o atril. Dejar actuar el peso del brazo, agradeciendo el apoyo.
  2. El profesor sostiene el brazo y el alumno deja que el peso actúe.

El profesor sujeta la voluta mientras el alumno practica sintiendo el peso del brazo, sujeto por los dedos al diapasón.

  1. Relaja la tensión especialmente en los cambios de posición.
  2. Practica arpegios con un dedo, relajando antes y durante cada cambio.
  3. Practica los cambios de posición con el codo apoyado en un piano, atril o por el profesor

Separa el pulgar de vez en cuando, para asegurarte de que está relajado.

Apoya la mano izquierda bajo la axila. Mueve el brazo izquierdo en todas direcciones y comprueba que los músculos que la mano izquierda está tocando no se contraen involuntariamente.

Mueve el antebrazo derecho para asegurarte de que la articulación del codo no está contraída.

Cuelga una bolsa en tu hombro derecho para asegurarte de que no se tensa.

También puedes imaginar una toalla cálida y mojada que cuelga del hombro.

Apoya el codo derecho sobre un piano o atril.

Disfruta de no tener que soportar el peso del brazo.

Mueve libremente el antebrazo.

Sujeta el arco desde el tornillo con los dedos pulgar, índice y medio.

Libera tu peso a través de las piernas con el fin de obtener un buen sonido sin necesidad de añadir presión.

  1. Coge el arco con toda la mano y toca.
  2. Después, hazlo sosteniendo el arco con las falanges medias.
  3. Ahora, utiliza la posición estándar. La idea es mantener el arco en una forma libre, permitiendo que la energía fluya a través de la zona lumbar, hombro, brazo, antebrazo, mano y dedos, desde el arco hasta la cuerda.
Ponte en cuclillas con la espalda contra una pared. Siente todo el peso en las plantas de los pies. Tus muslos estarán esforzándose por mantener su peso, los glúteos deberán estar relajados y la parte baja de la espalda y el torso estarán planos contra la pared, sin arquearse. Fíjate cómo el sonido se abre y tu instrumento resuena mejor sin ningún esfuerzo.

Acuéstate en el suelo. Siente los omoplatos apoyados en el suelo.

Si hay cualquier tensión innecesaria en cabeza, cuello u omoplato, lo notarás de inmediato.

Siente la parte baja de la espalda en contacto con el suelo y las caderas completamente libres.

Con el tiempo, hay que integrar todas estas nuevas sensaciones cinestésicas en una sensación de cuerpo entero.

Encuentra una imagen o un par de palabras que te ayuden a recordar esa sensación cuando estás tocando. Hacer esto en última instancia, nos ayuda a liberar a nuestros movimientos, sentirnos mejor físicamente, y canalizar toda nuestra energía en la producción de un sonido bello, lo que permite que nada interfiera con la música.

*Algunos ejercicios pueden no ser adecuados para todos:

Antes de intentar un nuevo ejercicio, hay que tener en cuenta factores como la flexibilidad, la fuerza y la salud en general para determinar si un ejercicio en particular es o no es adecuado para ti. Además, al igual que todos los ejercicios físicos, son inherentemente peligroso y puede resultar en lesiones personales o daños en el instrumento y / o el arco.

Cualquier lesión sufrida por el uso adecuado o inadecuado de estos ejercicios es responsabilidad exclusiva de la persona que los sigue. Tomas Cotik y sus socios no asumen ninguna responsabilidad por lesiones o daños sufridos al instrumento y / o un arco causados por la realización de estos ejercicios y sugiere consultar antes a un profesor de cuerda con experiencia o a un instructor de técnica Alexander.

  • Autor: Tomás Cotik
  • Fuente: TheStrad
  • Fotografías: So-Ming Kang
  • Estudiante, modelo y ayudante: Patricia Jancova

Además, si sabéis inglés os recomiendo esta charla-demostración que Tomás Cotik impartió en marzo de este año sobre el mismo tema.

10 razones por las que deberías tocar en un grupo.

Y cuando hablo de un grupo, hablo de un grupo de música “popular”: pop, rock, folk, heavy, tecno, etc…

En general, cuando alguien inicia el estudio de un instrumento como el violín, suele tener en mente unos objetivos relacionados con el ámbito clásico. Es la primera idea que asoma al pensar en este instrumento. Por supuesto, sabemos que es utilizado en estilos de música de todo tipo, nacionalidad y época, pero pensamos que su espacio natural, donde está la cumbre de lo que podemos hacer con él, es en la música clásica, o culta. De hecho es hacia donde están orientados de forma mayoritaria los estudios de Conservatorio oficiales, y la mayoría de métodos de enseñanza.

Afortunadamente cada vez hay más escuelas o academias que buscan otros derroteros en la enseñanza, aunque lamentablemente, en el ámbito privado.

Cuando empecé a estudiar violín, como aficionado, sólo me planteaba aprender lo suficiente para tocar aceptablemente algunas piezas que me gustaban, mayormente del ámbito clásico, quizás compartir con algunos otros músicos aficionados (pianista, otros violinista, algún amigo con la guitarra), momentos interpretando temas que hubiera aprendido previamente.

Pero la vida te lleva por senderos inesperados. Una de las experiencias con las que mas he aprendido y crecido como músico aficionado ha sido formar parte de grupos musicales de diferentes estilos: he tocado en una banda de folk psicodélico, otra de pop-folk indie, he tocado con gente de todo el mundo gracias a internet, he hecho pruebas con bandas de rock, country o pop comercial, y ahora estoy ensayando con un grupo de bluegrass, intentando empaparme las claves de este tipo de música.

Y aunque me sigue gustando tocar clásico, (mis partitas de Bach, mis conciertos de Vivaldi…), debo confesar que si no hubiera probado tocar en grupos otros estilos de música me habría perdido probablemente experiencias y habilidades musicales que ahora me parecen básicas.

¿Qué puede aportarte tocar en un grupo?

1. Aprender otros estilos

En el mundo occidental vivimos demasiado aislados musicalmente hablando. Las radiofórmulas fabrican temas con las mismos recursos simples una y otra vez. Aunque gracias a internet tenemos acceso a prácticamente todo lo que se hace, difícilmente saldremos de nuestras estructuras mentales conocidas. Por otro lado, el mundo clásico desdeña la cultura musical popular, que considera superficial y vacua. Y sin embargo hay infinidad de estilos y formas musicales populares interesantes que nos pueden enriquecer. Por ejemplo, tocar y conocer lo básico del blues te puede llevar a empezar a entender el rock pero también el jazz.

Una de las claves del alejamiento entre la música clásica y la música popular es ese desdén mutuo. Antiguamente grandes compositores tomaban sus ideas, sus recursos y su inspiración de la música folklórica y popular, adaptándola y enriqueciéndola. Hoy no imagino a ningún compositor serio tomando en consideración, pongamos por caso, el “rap”, como inspiración para componer nada.

2. Aprender a crear acompañamientos.

Por supuesto en una banda no te van a dar una partitura. Salvo que sólo hagas versiones, los temas hay que ir creándolos entre todos. Esa es una de las cosas más instructivas que puedes llegar a hacer. Si no has tenido una instrucción en armonía, te obligarás a entender como puedes usar los intervalos de tercera, quinta, séptima, etc… para acompañar una melodía. Y si tienes formación teórica, llevarla a la práctica una y otra vez te mostrará que teoría y práctica no siempre coinciden.

3. Aprender a improvisar.

Esto está algo relacionado con lo anterior. En realidad, podríamos decir que cuando te enfrentas por primera vez a la tarea de acoplar el sonido de tu violín a la estructura de una canción, lo primero que haces es, tocar por sus acordes, pero después debes buscar frases en diferentes momentos que acompañen: de algún modo, las primeras veces estás improvisando, hasta que estás contento con algo y ya lo fijas.

4. Aprender a armonizar tu ritmo al grupo.

Bueno, no hay director de orquesta, no hay metrónomo, el batería marca los ritmos, pero probablemente no estés acostumbrando a seguir a los demás y acoplarte a ellos. Tendrás que hacerlo pase lo que pase y eso es un buen ejercicio mental. Puedes equivocarte alguna nota pero no llevar el ritmo es mucho más grave.

5. Aprender a saber cuando callar.

A veces un tema no te necesita demasiado. Tenemos la tendencia a empezar a tocar todos y seguir así hasta el final. Con el violín y otros instrumentos a veces es mejor dosificarse, sino puede dar lugar a una música plana repetitiva, sin contrastes ni interés. Algo que no es muy sencillo, saber cuándo entrar y cuando quedarte en silencio escuchando.

6. Aprender a hacer solos

Los solos de violín quedan muy bien en muchos tipos de música, son la versión popular de las cadenzas en la música clásica, y crear un solo sobre la estructura de una canción es un ejercicio difícil y enriquecedor. Toca investigar, escalas, arpegios, dobles cuerdas, tonalidades…

7. Aprender a conjuntarte con tus compañeros.

Al principio estás enfrascado solo en hacer tu parte bien. Pero poco a poco te das cuenta de que lo importante es que todos toquéis con la misma intención, en armonía, que todo fluya…En música clásica suele estar bastante predefinido el papel de cada instrumento, de cada parte de la pieza musical, pero creando una canción todo eso hay que irlo decidiendo, y muchas veces en base a las sensaciones que tienes al tocar y escuchar a los demás. Sabes cuando un grupo va bien cuando se miran entre ellos, se sonríen, etc. Si cada uno sólo mira hacia abajo al suelo o a su instrumento, o bien son gente inhóspita, o no hay buena química. Los grandes músicos se entienden con sólo mirarse.

8. Aprender a actuar para divertir a la gente.

Porque es lo único que importa. La gente no quiere admirar lo bien que toca determinado músico, sino pasarlo bien y disfrutar la música. Así que mejor olvidar el ego.

9. Aprender cómo hacen música personas que no saben música.

A veces hay gente del grupo no sabe casi nada de teoría musical. Solo posiciones de su instrumento, y algunos trucos del estilo que tocan. No saben solfeo y una partitura es chino para ellos. Pero su experiencia musical es más física y directa, no parten de teorías ni razonamientos, sólo instinto, experiencia y buen gusto. Creo que hay cosas que aprender de esa forma de enfrentarse a una canción.

10. Aprender técnicas distintas a las que enseñan en las clases de instrumento.

Muchos estilos de música utilizan el violín de forma heterodoxa. Aprender trucos de fiddle celta, de ritmos de jazz o glisandos country enriquecerá tu visión de la música y tu forma de tocar cualquier otra cosa.

Propina. Aprender que la música popular es la base de todo.

Aunque tu estilo y tu carrera vaya a ser la música clásica, creo que no deberías evadirte de tocar canciones que están en la base de tu cultura. Son los elementos básicos sobre los que luego se pueden edificar estructuras más profundas. Grandes compositores clásicos conocían y disfrutaban la música popular de su tiempo, la que oían en su niñez, en los bailes, en las fiestas populares. No es que tenga que gustarte el reggaetón o el punk,pero seguro que hay géneros en los que puedes sentirte cómodo tocando.

¿Y dónde encuentro gente para formar un grupo?

En la web puedes buscar en sitios como estos:

También puedes ir a tablones de anuncios en locales de ensayo, escuelas de música, etc.

grupo violinista

10 razones por las que deberías tocar en un grupo.

Y cuando hablo de un grupo, hablo de un grupo de música “popular”: pop, rock, folk, heavy, tecno, etc…

En general, cuando alguien inicia el estudio de un instrumento como el violín, suele tener en mente unos objetivos relacionados con el ámbito clásico. Es la primera idea que asoma al pensar en este instrumento. Por supuesto, sabemos que es utilizado en estilos de música de todo tipo, nacionalidad y época, pero pensamos que su espacio natural, donde está la cumbre de lo que podemos hacer con él, es en la música clásica, o culta. De hecho es hacia donde están orientados de forma mayoritaria los estudios de Conservatorio oficiales, y la mayoría de métodos de enseñanza.

Afortunadamente cada vez hay más escuelas o academias que buscan otros derroteros en la enseñanza, aunque lamentablemente, en el ámbito privado.

Cuando empecé a estudiar violín, como aficionado, sólo me planteaba aprender lo suficiente para tocar aceptablemente algunas piezas que me gustaban, mayormente del ámbito clásico, quizás compartir con algunos otros músicos aficionados (pianista, otros violinista, algún amigo con la guitarra), momentos interpretando temas que hubiera aprendido previamente.

Pero la vida te lleva por senderos inesperados. Una de las experiencias con las que mas he aprendido y crecido como músico aficionado ha sido formar parte de grupos musicales de diferentes estilos: he tocado en una banda de folk psicodélico, otra de pop-folk indie, he tocado con gente de todo el mundo gracias a internet, he hecho pruebas con bandas de rock, country o pop comercial, y ahora estoy ensayando con un grupo de bluegrass, intentando empaparme las claves de este tipo de música.

Y aunque me sigue gustando tocar clásico, (mis partitas de Bach, mis conciertos de Vivaldi…), debo confesar que si no hubiera probado tocar en grupos otros estilos de música me habría perdido probablemente experiencias y habilidades musicales que ahora me parecen básicas.

¿Qué puede aportarte tocar en un grupo?

1. Aprender otros estilos

En el mundo occidental vivimos demasiado aislados musicalmente hablando. Las radiofórmulas fabrican temas con las mismos recursos simples una y otra vez. Aunque gracias a internet tenemos acceso a prácticamente todo lo que se hace, difícilmente saldremos de nuestras estructuras mentales conocidas. Por otro lado, el mundo clásico desdeña la cultura musical popular, que considera superficial y vacua. Y sin embargo hay infinidad de estilos y formas musicales populares interesantes que nos pueden enriquecer. Por ejemplo, tocar y conocer lo básico del blues te puede llevar a empezar a entender el rock pero también el jazz.

Una de las claves del alejamiento entre la música clásica y la música popular es ese desdén mutuo. Antiguamente grandes compositores tomaban sus ideas, sus recursos y su inspiración de la música folklórica y popular, adaptándola y enriqueciéndola. Hoy no imagino a ningún compositor serio tomando en consideración, pongamos por caso, el “rap”, como inspiración para componer nada.

2. Aprender a crear acompañamientos.

Por supuesto en una banda no te van a dar una partitura. Salvo que sólo hagas versiones, los temas hay que ir creándolos entre todos. Esa es una de las cosas más instructivas que puedes llegar a hacer. Si no has tenido una instrucción en armonía, te obligarás a entender como puedes usar los intervalos de tercera, quinta, séptima, etc… para acompañar una melodía. Y si tienes formación teórica, llevarla a la práctica una y otra vez te mostrará que teoría y práctica no siempre coinciden.

3. Aprender a improvisar.

Esto está algo relacionado con lo anterior. En realidad, podríamos decir que cuando te enfrentas por primera vez a la tarea de acoplar el sonido de tu violín a la estructura de una canción, lo primero que haces es, tocar por sus acordes, pero después debes buscar frases en diferentes momentos que acompañen: de algún modo, las primeras veces estás improvisando, hasta que estás contento con algo y ya lo fijas.

4. Aprender a armonizar tu ritmo al grupo.

Bueno, no hay director de orquesta, no hay metrónomo, el batería marca los ritmos, pero probablemente no estés acostumbrando a seguir a los demás y acoplarte a ellos. Tendrás que hacerlo pase lo que pase y eso es un buen ejercicio mental. Puedes equivocarte alguna nota pero no llevar el ritmo es mucho más grave.

5. Aprender a saber cuando callar.

A veces un tema no te necesita demasiado. Tenemos la tendencia a empezar a tocar todos y seguir así hasta el final. Con el violín y otros instrumentos a veces es mejor dosificarse, sino puede dar lugar a una música plana repetitiva, sin contrastes ni interés. Algo que no es muy sencillo, saber cuándo entrar y cuando quedarte en silencio escuchando.

6. Aprender a hacer solos

Los solos de violín quedan muy bien en muchos tipos de música, son la versión popular de las cadenzas en la música clásica, y crear un solo sobre la estructura de una canción es un ejercicio difícil y enriquecedor. Toca investigar, escalas, arpegios, dobles cuerdas, tonalidades…

7. Aprender a conjuntarte con tus compañeros.

Al principio estás enfrascado solo en hacer tu parte bien. Pero poco a poco te das cuenta de que lo importante es que todos toquéis con la misma intención, en armonía, que todo fluya…En música clásica suele estar bastante predefinido el papel de cada instrumento, de cada parte de la pieza musical, pero creando una canción todo eso hay que irlo decidiendo, y muchas veces en base a las sensaciones que tienes al tocar y escuchar a los demás. Sabes cuando un grupo va bien cuando se miran entre ellos, se sonríen, etc. Si cada uno sólo mira hacia abajo al suelo o a su instrumento, o bien son gente inhóspita, o no hay buena química. Los grandes músicos se entienden con sólo mirarse.

8. Aprender a actuar para divertir a la gente.

Porque es lo único que importa. La gente no quiere admirar lo bien que toca determinado músico, sino pasarlo bien y disfrutar la música. Así que mejor olvidar el ego.

9. Aprender cómo hacen música personas que no saben música.

A veces hay gente del grupo no sabe casi nada de teoría musical. Solo posiciones de su instrumento, y algunos trucos del estilo que tocan. No saben solfeo y una partitura es chino para ellos. Pero su experiencia musical es más física y directa, no parten de teorías ni razonamientos, sólo instinto, experiencia y buen gusto. Creo que hay cosas que aprender de esa forma de enfrentarse a una canción.

10. Aprender técnicas distintas a las que enseñan en las clases de instrumento.

Muchos estilos de música utilizan el violín de forma heterodoxa. Aprender trucos de fiddle celta, de ritmos de jazz o glisandos country enriquecerá tu visión de la música y tu forma de tocar cualquier otra cosa.

Propina. Aprender que la música popular es la base de todo.

Aunque tu estilo y tu carrera vaya a ser la música clásica, creo que no deberías evadirte de tocar canciones que están en la base de tu cultura. Son los elementos básicos sobre los que luego se pueden edificar estructuras más profundas. Grandes compositores clásicos conocían y disfrutaban la música popular de su tiempo, la que oían en su niñez, en los bailes, en las fiestas populares. No es que tenga que gustarte el reggaetón o el punk,pero seguro que hay géneros en los que puedes sentirte cómodo tocando.

¿Y dónde encuentro gente para formar un grupo?

En la web puedes buscar en sitios como estos:

También puedes ir a tablones de anuncios en locales de ensayo, escuelas de música, etc.

grupo violinista

¿Qué tipo de estudiante eres?

Cada persona aprende de una manera diferente. Y por eso unas personas tienen más éxito con unos métodos que con otros.

Por eso, identificar qué tipo de “forma de aprender” tiene cada alumno ayuda al profesor a que sus sistemas de enseñanza sean mucho más efectivos. Si, por ejemplo, un profesor identifica que un alumno es visual no debería enseñarle de la misma forma que a un auditivo.

Estos conceptos se plasman actualmente en guías y manuales que universidades, centros profesionales y empresas utilizan en sus capacitaciones, y también son aplicables para enseñanza de música. Y es muy útil para cualquiera como alumno: identificar a qué tipo de estudiante perteneces te puede ayudar a aprender mejor cualquier cosa que te propongas, desde carreras universitarias, idiomas o, por supuesto, también música.

Precisamente fue mi profesora de música la que me ayudó a identificar a qué grupo pertenezco yo, (anteriormente ni siquiera sabía que existieran diferentes tipos de estudiantes) y eso me ayudó aprender más rápido.

En fin, vamos al grano: Hay 6 tipos de estudiantesvisuales, auditivos, kinestesicos, virtuosos (gloriosos), instintivos, y progresivos.

Los 3 más comunes son:

  • Auditivos

  • Visuales

  • Kinestesicos

Los 3 menos comunes son :

  • Instintivos

  • Progresivos

  • Virtuosos

Ninguno es mejor que otro, todos poseen defectos y virtudes; la ventaja de identificar de qué tipo eres, es que sabrás como reforzar tus debilidades y potenciar tus virtudes, aprovechando al máximo el aprendizaje.

Tipos de estudiantes

1. Visual

Se suelen aburrir de escuchar a los maestros dictar y hablar demasiado, perdiendo el interés rápidamente, de modo que se distraen y enfocan su atención en otras cosas ajenas al estudio. No prestan atención a los detalles si se les explican las cosas verbalmente; si tienen que escribir algo al dictado, suelen hacerlo sin preocuparse de la ortografía o la sintaxis, ya que probablemente lo estarán haciendo sin interés, tanto de escribir como de releer lo escrito.

Los estudiantes visuales necesitan imágenes de todo lo que quieren aprender ya que para ellos vale el tópico de que una imagen vale más que mil palabras. Son grandes copistas ya que necesitan verlo todo antes de aprenderlo.

Yo mismo son un alumno visual: recuerdo por ejemplo cuando mi profesora me decía: en esta pieza necesitas tocar en el primer compás un do, un mi#-, y un sol, pero me costaba retener esa información; asimismo, las partituras, en su monotonía cromática no me producía ningún estímulo visual. Así que finalmente mi profesora optó por colorear las notas en la partitura y colocar cintas de colores en el violín. Eso me estimulaba visualmente y me ayudó a aprender la ubicación de las notas mucho más fácilmente.

Ventajas: Somos los estudiantes que aprenden más fácilmente esto porque hoy en día existe un estimulo visual para todo. Para aprender una pieza suelo primero busca un violinista interpretándola y observo el vídeo muchas veces antes de comenzar a practicarla.

Así, al tocar después con la partitura, tenemos la sensación de saber qué nota viene de manera automática.

Desventajas: Solemos tener dificultades de creatividad ya que, al ser los copiones por excelencia, sólo podemos componer música similar algo a lo que ya visto y practicado anteriormente.

2. Auditivo

Contrariamente al visual, estos estudiantes se aburren al ver las cosas. Sus estimulos son todos auditivos y se sienten más cómodos cuando les explican los contenidos que al mostrárselos, por lo que son diestros reteniendo información de los discurso de sus maestros.

Suelen aprender bastante bien en disertaciones pero no prestan atención a la pizarra, por lo que suelen organizar todo de manera secuencial y ordenada.

Aprender todo de manera secuencial y ordenada les permite tocar todo con mayor perfección; sin embargo, una vez aprendido algo de una forma, si lo aprendieron equivocadamente, les costará más trabajo corregir el error, ya que en sus cerebros quedó grabada la secuencia original de una forma y cambiarlo les resulta más complicado.

Ventajas: Posee mayor creatividad que el estudiante visual. Pueden por ejemplo escuchar una pieza en piano e imaginar fácilmente cómo sería acompañarla con violín u otros instrumentos, con solo escucharla.

Desventajas:  Modificar algo ya aprendido les resulta más dificultoso, porque sus cerebros tienden a no desperdiciar nada y les cuesta más desechar ideas equivocadas.

Por ejemplo: si un estudiante visual aprende mal una secuencia de 6 notas al hacer el barrido con el arco hacia abajo, ver a su maestro hacerlo de forma correcta ayudará a corregirlo rapidamente. En cambio a un estudiante auditivo esto le costaría más,  ya que al ver al mismo maestro hacer la correccion prestará más atención al sonido de las notas se toquen y no a los movimientos del maestro ni al violín.

3. Kinestésico

Antes de explicar esta categoría es necesario aclarar qué es la memoria muscular.

La memoria muscular es aquella que guarda tu cuerpo, despues de haber practicado. Es decir, si practicas una y otra vez una pieza musical, tu cuerpo reaccionará de manera automática después al interpretarlas.

¿Te ha ocurrido alguna vez que, al tocar una partitura ya practicada, empiezas a tocar sin leer? ¿Y al volver a mirar la partitura te das cuenta de que te has perdido y tienes que buscar nuevamente dónde estabas tocando? eso es porque la memoria muscular realizó casi todo el trabajo.

Aunque todos tenemos una memoria muscular, los kinestésicos la tienen mucho más desarrollada. Esto quiere decir que mientras nosotros tenemos que practicar una pieza muchas veces el kinestésico necesita menos ensayos para aprenderla, son estudiantes que asimilan todo sintiendo, tocando, y repitiendo.

“Aprender haciendo” es su forma de memorizar las cosas y esto les trae beneficios como por ejemplo tocar con los ojos cerrados. En cambio, es casi imposible que un estudiante visual pueda hacer esto. Yo, por ejemplo, aunque no tenga las marcas en el violín las imagino constantemente sobre el diapasón.

Hace un tiempo conocí a un guitarrista que era un estudiante kinestésico. Lo primero que me llamó la atención es que, al entregarle mi guitarra, volvió a acomodar la correa para dejarla a la altura en la que su cuerpo tenía guardada la información de cómo tocar. A mí unos centimetros más o menos de correa no me importan al tocar, pero para él era un impedimento importante. Sentir la guitarra colgar un poco más abajo lo incomodaba hasta el punto de sentir que no podría tocar tan bien.

Ventajas: Trabajan sintiendo con su cuerpo, no técnicamente, ya que la memoria muscular hace casi todo el trabajo. Mientras los demás tenemos que ser conscientes de lo que estamos tocando, hacer un esfuerzo mental, ellos simplemente dejan que su cuerpo guíe lo que hacen.

Desventajas: Como trabajan sintiendo con su cuerpo a veces necesitan sentir las cosas mas de lo necesario, es decir que sin desearlo pueden presionar las cuerdas con más fuerza o sujetar el instrumento de una forma que el profesor nunca ha visto. Esto es porque, como hacen todo sintiendo su cuerpo, si aprendieron a tocar de una manera, aunque su maestro les diga que esté mal y trate de corregirlo, para ellos es muy difícil.

4. Instintivo

Este tipo de estudiante, al igual que los virtuosos y los progresivos, es ya menos frecuente.

Los seres humanos tenemos muchos instintos; el de supervivencia es el más conocido y todo ser vivo lo posee por herencia genética. Reaccionamos con impulsos naturales ante una acción externa. Los reflejos son un instinto a un estímulo exterior próximo, incluso la risa es un instinto natural: es la reacción del cuerpo a un estímulo exterior que provoca reacciones internas en el cuerpo.

Estos estudiantes me llaman bastante la atención porque reaccionan a todo de forma espontánea; aprender les resulta aburrido si no lo hacen agregando y agregando cosas. Puedes enseñarles una escala y la tocarán hasta aprendérsela pero buscarán aportar cosas para que suene mejor y todo ese proceso lo hacen de forma natural.

¿Cómo reconocerlos? es difícil… Imagina por ejemplo ados alumnos de violín que comenzaron a tocar al mismo tiempo, ambos sin ninguna experiencia, y al enseñarles la misma escala pentatónica a ambos ves que al cabo de un tiempo uno de ellos no sólo la aprendió sino que además le agregó dos notas más con la que suena mejor tranformando la escala pentatónica en una diatónica… Esto no significa que ese estudiante sea mejor: lo más probable es que practicó hasta aprenderla y luego instintivamente reconoció un par de notas más que agregarle y que pertenecen a la armonia.

Por esta razón aunque son muy buenos improvisando, también son desordenados.

Ventajas: Son una caja de sorpresas y van mas allá de lo que les enseña el profesor. Siempre van por delante y por eso a veces llegan a impresionar. Cuando les gusta algo no dejan de imaginar nuevas posibilidades dentro de lo que ellos creen que suena mejor.

Desventajas: Son impulsivos y esto les trae problemas al no seguir pautas ni reglas.

5. Progresivo

Son casos muy raros y suelen pasar desapercibidos. Y es que a simple vista tienen poco talento en la disciplina que han emprendido y no parecen desarrollar grandes habilidades. El cerebro es un órgano muy plástico que se moldea en base al entorno, pero a veces le lleva más tiempo adaptarse a nuevas tareas porque ya esta moldeado y programado para efectuar otros procesos con facilidad aprendidos anteriormente, y recibir información sobre un proceso que jamas ha efectuado anteriormente le exige mayor esfuerzo.

Lamentablemente a veces estos estudiantes dejan el estudio a mitad de camino por falta de motivacion y no ver grandes avances. Llegan a pensar que jamás lo podrán dominar. Pero lo que ocurre es que realizan un proceso distinto para dominar la tarea. Mientras en la mayoría de los casos hay avances paulatinos con el tiempo, los cerebros de estos estudiantes atraviesan otro proceso que la neurociencia  ha clasificado en distintas etapas.

Según Jonah Lehrer, un experto en neurociencia reconocido a nivel mundial, dichas etapas son las siguientes:

Etapa muerta: En ella no se percibe ningún avance. En esta etapa el cerebro no sabe dónde guardar la información nueva ya que está programado para desarrollar otras tareas y este nuevo proceso lo confunde. Así, los cerebros de estos estudiantes están explorando dónde guardar la nueva información para desarrollar nuevas funciones que nunca ha ocupado, es por eso que no se aprecian avances. Hay tendencia a abandonar en esta etapa, pero hay que perseverar, porque el cerebro al ser progresivo necesita recibir constantes impulsos.

Pero, ¿qué pasa si no se rinden? pues que llega un momento que se llama “iluminación“.

Iluminación: en esta etapa todo parece adquirir sentido. Lo que antes parecía imposible de repente es mucho mas fácil.

Puede que conozcas a algún un estudiante que practicaba por ejemplo una escala sin lograr ningún avance, pero que de un día para otro consigue dominarla a la perfección. Y es que, mientras el resto de personas realiza avances paulatinos en su destreza, los estudiantes progresivos deben perseverar hasta atravesar la etapa muerta sin caer en la frustración.

Para poder “pasar la prueba” de la primera etapa, necesitan un carácter fuerte, voluntad, rasgos de personalidad que les permiten seguir luchando sin rendirse.

6. Virtuoso

¿Se nace con talento o se adquiere con estudio y trabajo?

Muchos teóricos dicen que es la práctica la que hace al maestro, teoría defendida incluso por músicos de reconocimiento mundial. El mismo Mozart era defensor de que la práctica y el estudio hacen al maestro:

“Es un error pensar que la práctica de mi arte se ha vuelto fácil para mí. Les aseguro, queridos amigos, que nadie estudia tanto como yo”.

También Pablo de Sarasate contestó a alguien que le calificó como genio:

“¡Un genio! ¡He practicado catorce horas diarias durante treinta y siete años, y ahora me llaman genio!”

Si esto sólo fuera así sería como considerar que nadie tiene un talento innato, pero existen defensores de la idea de que sí se nace con talento; un estudiante virtuoso no sería aquel que ejecuta la tarea a la perfección sino el que lo hace empleando menos tiempo, esfuerzo o trabajo, aunque eso no significa que no tenga que practicarla.

Así, que el talento existe naturalmente y que ademas naces con él es algo defendido por mucho profesionales de diferentes áreas. Y es que la teoría más fuerte que la sustenta es la de la herencia genética. Pero no la herencia de tus características físicas, sino la memoria que heredas de tus antepasados.

Porque la memoria también se transmite, como se ha comprobado en muchas especies del reino animal como por ejemplo las tortugas marinas, aves etc.

¿Cómo sabe una tortuga al momento de nacer y sin ayuda adonde tiene que dirigirse para llegar a mar abierto y desarrollarse? ¿cómo las aves sin experiencia previa saben adónde migrar? Esto es por la memoria heredada genéticamente. Y del mismo modo podemos pensar que las personas pueden heredar habilidades que les permiten aprender más rápidamente a tocar un instrumento.

Sin embargo, la herencia genética salta a veces generaciones de manera que puedes encontrar que tenías un tatarabuelo matemático o físico y que tú tienes precisamente facilidad en estas materias.

A veces el profesor encuentra algún alumno que le impresiona constantemente con sus capacidades y habilidad, que parece tener un don. Es probable que en sus genes se encuentre esa tendencia hacia la música, mantenida por la selección natural como mecanismo de éxito social, reproductor, etc.

¿Porque razon? Para la reproduccion

Todos los animales tienen diferentes tipos de cortejos y nosotros como seres humanos tampoco nos separamos de ellos existe un sin numero de aves que a traves del canto llaman a las hembras al apareamiento y otras aves lo hacen bailando etc.

Con toda esta informacion ¿Podriamos negar que la musica no lleva miles de años en nuestros genes?

Así es que la próxima vez que os impresione un estudiante talentoso con su habilidad y rapidez quizás la causa está en sus genes.

Aprendiendo a tocar dobles cuerdas

Practicar y dominar las dobles cuerdas es una de las mejores inversiones en tiempo de estudio que podemos hacer. Por un lado mejoramos nuestra afinación general, además, ganar habilidad en poner los dedos en varias notas a la vez nos servirá para tocar más rápidamente muchos pasajes, interiorizamos cómo suenan intervalos de notas, con lo que vamos formándonos armónicamente, y podemos tocar música con una profundidad musical un poco mayor. Si te gusta el folk, las dobles cuerdas son el pan de cada día, aunque afortunadamente no suelen usarse combinaciones o movimientos tan difíciles como en la clásica (con lo que se convierte en un tipo de música excelente para empezar a practicarlas).

El método clásico de afinar las cuerdas (cuando no había afinadores electrónicos) obligaba a tocar dobles cuerdas para buscar “las quintas justas” y así afinar las cuatro cuerdas entre sí. Primero se afinaba el La con la ayuda de un Diapasón, más tarde se tocaba el La con el Re y se iba afinando la cuerda Re hasta que armonizaba (no se producen ondas en el sonido) e igualmente hacíamos con el resto de cuerdas: tocar Re con Sol y La con Mi. Pero esto a muchos estudiantes ni se les pasa por la cabeza hacerlo, esperan a que se lo afine el profesor, o usan una app o afinador electrónico, con lo que pierden un buen ejercicio, tanto de afinación como de tocar dobles cuerdas.

Enfin, en cualquier caso, antes de afrontar los ejercicios de dobles cuerdas conviene que hayamos conseguido esto:

  • Tener una buena afinación tocando en una sola cuerda, al menos en primera posición. Si no somos capaces de encontrar las notas afinadas, aunque sea despacio, de una en una, mucho menos podremos hacerlo tocando dobles cuerdas. (Una excepción a esto sería cuando se toca una al aire, una nota “dron”, ya que tener esa nota constantemente sonando incluso nos puede servir de referencia para tocar afinada la segunda nota).
  • Haber adquirido una buena postura general, y de manos en particular.
  • Tener un buen movimiento de brazo derecho desde el talón a la punta.

Lo primero que deberíamos practicar es acostumbrar al brazo derecho a tocar dos cuerdas simultáneamente con la misma intensidad ambas, de modo que no prevalezca el sonido de ninguna de las dos. Esto es algo que precisamente durante nuestro estudio hemos ido evitando, ya que hasta ahora hemos estado interiorizando que cuando nos sonaban dos cuerdas estábamos cometiendo un error ¡Pues ya no es así!

Por eso lo primero que vamos a probar será simplemente tocar las dobles cuerdas al aire, con todo el arco, de abajo arriba y de arriba abajo, fijándonos bien en que:

  • El arco se mantiene siempre perpendicular a las cuerdas.
  • Siempre suenan con igual intensidad las dos cuerdas.
  • Suenan con la misma intensidad desde el talón hasta la punta (ya sabemos que para eso hay que presionar más cuánto más cerca estemos en la zona de la punta y mucha menos o ninguna en la zona del talón).
  • Hacer resonar dos cuerdas puede parecer que exige mayor presión y/o velocidad que sólo una, pero en realidad si lo haces bien no es necesario.

Esto debe hacerse en las tres combinaciones de dobles cuerdas: primero Sol-Re, luego Re-La y finalmente La-Mi.

También es interesante probar algunos golpes de arco más cortos sobre dobles cuerdas al aire, detache, staccato, incluso saltillos, martelé, etc. dependiendo de los que hayamos practicado normalmente en una sola cuerda. Podemos hacer ritmos, 3×4, 4×4, etc., siempre buscando que las dos notas suenen con igual valor.

Enfin, Cuando ya tenemos soltura en este ejercicio podemos empezar a enfrentarnos a ejercicios de dobles cuerdas clásicos, como los de Polo, Sevcik o similares. Yo he elegido el Polo, que ya es de libre reproducción y es con el que suelo practicar estas cosas: el de Sevcik también está bien pero las partituras vienen solo en la tonalidad Do mayor y debemos hacer nosotros mismos las transposiciones si queremos practicar otras tonalidades, lo que me da una pereza…

Una buena rutina para enfrentar los ejercicios (que muchos se ahorran y se lanzan al ruedo directamente a tocar lo que está escrito) sería ésta:

  1. Tocar la línea de notas superior.
  2. Tocar la línea de notas inferior.
  3. Tocar las notes superiores mientras tocas al aire la cuerda de arriba (más grave).
  4. Tocar las notas graves mientras tocas al aire la cuerda aguda (más aguda).
  5. Tocar la partitura como está escrita, sin ligaduras ni indicaciones.
  6. Tocar la partitura como está escrita, con todas las indicaciones.

Sugerencias:

  • A menudo (sobre todo en posiciones de dedos separados) cuando ponemos un dedo en su posición correcta y luego el segundo en otra cuerda, este último tira del primero, y hace que se desafine, con lo que también tenemos que ajustar el segundo, que al moverse vuelve a tirar del primero, y así no terminamos nunca de afinar bien el intervalo. Debemos ser conscientes de que al final deberíamos conseguir poner los dos dedos prácticamente a la vez (no uno después del otro), como hacen los guitarristas cuando ponen sus posiciones para acordes.
  • Toca una cuerda al aire (sol por ejemplo) y en primera posición y al mismo tiempo ve tocando notas en la cuerda Re, buscando que suenen bien. Así estarás buscando notas afinadas y armonías, y educando tu musicalidad. Haz lo mismo en otras cuerdas y prueba diferentes “melodías”. Al principio muy despacio y ajustando el dedo hasta que notes que ahí es justo donde suena perfecto el intervalo de notas.
  • Es más difícil tocar bien las dobles agudas que las graves (al menos a mí me lo parece), así que mejor empezar por estas últimas, pero al final practica más las agudas.
  • Puede ser útil, si tocas con un profesor, que antes de empezar un nuevo ejercicio él toque la línea de arriba mientras tú tocas la de abajo (o al revés), lo que se conoce como “divisí”, para familiarizarte y recordar cómo ha de sonar.

Y sin más, os dejo los 30 estudios de cuerdas dobles de E. Polo. Los primeros ejercicios son bastante fáciles pero no tardan mucho en complicarse. Por eso pueden abarcar un gran número de años de estudio.

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