Cuando escribo artículos con consejos sobre cómo aprender a tocar el violín suelo reflejar las ideas comúnmente aceptadas por profesores y pedagogos, junto con alguna reflexión derivada de mi experiencia personal. Pero esta vez voy a escribir algunas ideas que van un poco por libre, son sólo reflexiones y “ocurrencias” que quiero compartir con vosotros y que podéis probar o desechar directamente, ya que no obedecen a ningún estudio serio, sino a mis propias inclinaciones e intuiciones personales.
Hoy en día hay muchísimos violinistas con un gran nivel técnico. La pedagogía del instrumento, en conservatorios y escuelas de música, está ya bien desarrollada para producir instrumentistas que pueden cumplir perfectamente su papel en cualquier orquesta. Infinidad de buenos solistas pueden enfrentarse al repertorio clásico con solvencia. Y sin embargo, ¿cuántos aportan realmente un carácter nuevo una nueva visión, un estilo?
Antiguamente era fácil reconocer sin verlo a un violinista por su forma de tocar, incluso los melómanos podían intuir a qué escuela violinística pertenecía.
Actualmente en todo el mundo se estudia con los mismos métodos, mismos ejercicios, mismo repertorio, y no es sencillo escuchar intérpretes con una personalidad que defina las obras en las que interviene. Me atrevería a decir que hay muchísimos buenos violinistas clónicos. Y en base a esa reflexión he escrito estas ideas, ejercicios, sugerencias para probar otras cosas, abrir la mente y mirar con otra actitud que nos haga ver la música de siempre desde otro punto de vista.
Por supuesto todo esto va dirigido a estudiantes que ya tienen un nivel estimable, y deben verse simplemente como pequeños ejercicios, pruebas, experimentos.
1. Imita sonidos;
animales, voces, ruidos de la ciudad…chirridos de puertas, eructos.
Pasad directamente al minuto 4:20, la fuerza bruta de Vengerov dando rienda suelta a su espíritu más radical y “hardcore”, imitando una Harley Davidson.
2. Explora otras músicas:
Música carnática, flamenco, jazz manouche…
La música carnática, originaria del sur de la india es una de las culturas más antiguas, complejas y refinadas. Su sistema propio de escalas (ragas), sus microtonos, su predisposición para la improvisación, su simbología… ha hecho que el violín se adapte a ella como si haya sido creado para ella. Quizás no es necesario que viajes a la India, pero probar a interpretar su música te hará sentir de otra manera.
Al flamenco le ocurre lo contrario: aun siendo también una fuente inmensa de inspiración, parece que el violín nunca ha terminado de parecer pertenecer del todo a ese mundo, a pesar de que el flamenco es una música de lamento y el violín el instrumento que llora como ninguno.
http://www.youtube.com/watch?v=rdoFeo0Gqb8
3. Destroza los clásicos
Django Reinhardt, el grandísimo y olvidado Eddie South y el mítico Stephane Grappelli se juntaron un día y, entre humo de tabaco y copas perpetraron este heterodoxo doble concierto de Bach en clave swing. Lo que hoy nos parece ya un clásico del jazz manouche, empezó como una broma irreverente y casi blasfema de un, hasta entonces, casi intocable Bach.
4. Date un tiempo para tocar, sin partitura, mirando hacia dentro.
No estoy hablando de componer, sino de buscar qué música hay en ti en ese momento, de expresar cómo te sientes sin la muleta de otro autor. Puede ser desde un par de notas tenidas hasta unos desquiciados chirridos desafinados.
Este chico, aunque toca a partir de un patrón muy definido (por tanto quizás no es en rigor una improvisación de las que yo digo), y pesar de algún error de afinación al atacar la nota, desarrolla de forma muy efectiva ideas interesantes con mucha soltura.
5.Toca para que otros bailen
Antes de que los violinistas nos convirtiéramos en divos snobs, nuestra labor era secundaria; tocar en eventos, veladas, fiestas, en los que el objetivo fundamental era bailar (y por tanto emparejar gente). Realmente la función de la música era mayoritariamente esa, y tocar para que otros bailen requiere varias cosas: un ritmo absolutamente perfecto, transmitir la alegría de bailar y captar el carácter del tipo de baile que se trate.
Os dejo este sencillo vídeo que refleja exactamente cómo es posible hacer feliz a cualquiera de esa manera.
7. Conoce la música de tu país.
Cuando tanta gente aprende con los mismos métodos (Suzuki, Sevcik, o lo que sea) y escucha los mismos éxitos internacionales, es fácil perder el carácter del lugar donde vives. Conocer e interpretar la música de tu país es una buena base para adquirir una personalidad musical.
8. Cómprate un Ehru y aprende a tocarlo
La verdad es que esto lo he hecho y ha sido un poco fracaso. Pero la experiencia me enseñó el fascinante sonido de este antiguo instrumento chino y la delicadeza que requiere tocarlo.
9. Coge el violín de otras formas.
Toca el violín como si fuera una guitarra, un chelo, un instrumento de percusión…
Ve al minuto 5 de este vídeo de Paul Giger:
10. Aprende a tocar chops
¿Aún no has aprendido esta técnica rítmica? Dale otra dimensión a tu instrumento y descubre los innumerables patrones rítmicos que se pueden desarrollar.
En este vídeo, el supuesto inventor de este golpe de arco explica cómo se hace:
11. Haz hip hop, o heavy metal
u otro género habitualmente ajeno ajeno al violín
12.Toca el violín eléctrico
Puede que seas de los que se niega a los avances tecnológicos, pero por probar no pierdes nada, al menos así hablarás con conocimiento: si no lo has hecho aún, toca el violín eléctrico (o usa una pastilla) y prueba efectos de sonido. Como esto por ejemplo: