No es falta de tiempo…

...es falta de interés (realmente). Cuando te pongan la excusa ante un petición tuya que solo requiera cinco minutos un día tienes que saber interpretar esta frase: "no tengo tiempo, lo siento". 

Son muchos los alumnos a los que les cuesta seguir un ritmo de clases y asumir una dinámica de estudio regular. Muchas veces me dicen que no tienen tiempo y yo les respondo que todos tenemos a lo largo del día unos minutos para hacer algunos de los ejercicios de respiración y unos diez minutos para hacer algunos de los ejercicios de vocalización. También podemos encontrar tiempo para escuchar música mientras andamos por la calle o leer un libro sobre música en el autobús.

Así que esta excusa tan banal se pude desmontar en seguida: levantándose un cuarto de hora antes. Mi conclusión es que quizá el alumno no ha encontrado las suficientes razones y una motivación interna suficiente para dedicarse a su tarea de estudiar o no sea su vocación. Las motivaciones de algunas personas son externas, tipo "mi padre quiere que lo haga", "así ganaré mucho dinero", etc...

Cualquier actividad que queramos hacer lo único que tenemos que hacer es hacerla. Buscar el tiempo y el lugar y ponernos "manos a la obra". Por cierto, mi consejo es que huyas de los que abusan de la frase "no tengo tiempo", porque denotan falta de compromiso, a veces hasta el intento de "hacerse los interesantes". 

Lo que no saben es que el resto de la humanidad no es tonta y "ve su juego" y en vez de "ganar puntos" los pierden todos. Si quieres hacer algo, hazlo; si das tu palabra, cúmplela y si no quieres hacer algo no lo hagas; pero sé honesto con los demás -al menos contigo mismo deberías serlo- y no mientas ni te engañes.

Custionario: Variables motivacionales en la práctica musical.

Hoy os invito a participar en el estudio que está llevando a cabo la doctoranda Laura Moreno Bonet sobre aquellos aspectos motivacionales que influyen en la práctica musical ya sea de estudiantes, músicos amateur o profesionales.

Gracias de antemano por vuestra participación.

Tomarte un descanso de la música puede hacerte un mejor músico a largo plazo

Traducido de la publicación The Strad

Enlace al original: http://www.thestrad.com/taking-a-break-from-music-might-just-make-you-a-better-player-in-the-long-run/

Fecha: 25 Enero 2016

Título original: Taking a break from music might just make you a better player in the long run

Pauline Harding considers why having a break from music might be the healthiest thing you can do

 

Existe un argumento persistente que impregna el mundo de la música clásica: para aprender a tocar un instrumento correctamente, debes empezar cuanto antes y trabajar duro, porque es la única manera de desarrollar tu oído, tu mente y tus músculos de forma rápida, eficaz y de una manera que te servirá durante toda tu vida musical. Tanto si un niño está destinado a convertirse en solista o no, tiene que trabajar como un esclavo desde el elemental hasta el superior, de lo contrario, cuando llegue el momento de elegir su profesión, no va a ser lo suficientemente bueno para continuar, si así lo desea. Si empieza cuando es mayor o no avanza lo suficientemente rápido, nunca será capaz de tocar esos grandes conciertos románticos o construir una carrera decente en la música. Incluso entonces va a tener que trabajar, trabajar y trabajar, a través de su sangre, sudor y lágrimas (a veces literalmente), para lograr sus objetivos.

Pero ¿por qué el desarrollo musical tiene que ser así? Un estudiante que no está disfrutando de la música es poco probable que le saque el máximo partido a su estudio. Para aquellos que están empezando a cansarse de su instrumento, quizás la persistencia no sea la clave – en su lugar lo más inteligente que se puede hacer es tomar un descanso, obtener una nueva perspectiva y volver a la música más tarde con un enfoque renovado.

Es cierto, sí, muchos de nosotros estamos satisfechos de que nuestros padres nos hicieran estudiar cuando estábamos creciendo – abre todo un mundo de amigos, trabajo y diversión en la vida adulta. Pero el final de la adolescencia e incluso la veintena traen momentos de gran incertidumbre; y forzarse a través de horas de práctica cuando no estás seguro de lo que quieres hacer con tu vida puede hacerte más daño que bien. Muchos estudiantes pasan por el conservatorio sin querer estar allí. Estudian de mala gana con el fin de aprobar los exámenes. No siempre progresan tan rápidamente como deberían, porque han ido al superior como un producto del sistema educativo: tenían que estudiar algo, y han acabado estudiando esto como podían haber elegido otra cosa. En algunos casos; la competitividad, la mala leche y los desafíos aparentemente insuperables les han convertidos en amargados y han embotado su voluntad de aprender – incluso si cuando empezaron eran más entusiastas.

Algunos adolescentes no quieren pasar sus vidas encerrados en salas de ensayo. Si se ven obligados a permanecer allí durante años, cuando emergen a “la luz” después de la universidad, su mentalidad musical no puede estar en un estado saludable. Si, por el contrario, aquellos que están luchando para mantener su entusiasmo dan un paso fuera de la música por un tiempo para dedicarse a otros intereses, podrían encontrar una nueva determinación. Si no, quizás tomar esa decisión de alejarse de la música será lo mejor a largo plazo.

Para aquellos que deciden volver a la música, la sensación de una juventud malgastada musicalmente podría dar un nivel de impulso que se traduciría en una mayor tasa de progreso. ¿Por qué las instituciones como el Conservatorio de París se niegan a admitir a nadie mayor de veinte años? Seguramente alguien un poco mayor con más entusiasmo y determinación, y una perspectiva más amplia de la vida, será capaz de alcanzar mayores alturas musicales que un adolescente sin inspiración. Del mismo modo, ¿por qué no más cursos de verano dedicados a ayudar a los adultos serios, desde los aficionados avanzados a los profesionales oxidados, aprovechando sus habilidades existentes? Puede ser difícil encontrar cursos orientados a ese nivel: la mayoría parecen estar dirigidos a jubilados que tocan por diversión o a adolescentes virtuosos.

Sé de algunos músicos que han empezado con nuevos instrumentos cuando eran mayores de 50 y, a través del trabajo duro, consiguen alcanzar estándares admirables. Vale, nunca serán solistas de prestigio, pero siempre van a ser músicos genuinamente entusiastas que aman la música hasta el final.

Al tomar un descanso de la música por un par de años,  algunos jóvenes o adultos – aún más experimentados – podrían “coger carrerilla” antes de correr hacia su instrumento con los brazos abiertos, y con fuerzas renovadas. Quién sabe: más tarde, su recién descubierto entusiasmo podría impulsarlos a un futuro musical que es más sano y más logrado que el de sus compañeros desilusionados.

 
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Un plan para cuando no tienes plan

Cuando estamos en nuestra época de estudiante, con clases semanales en el Conservatorio, exámenes y otras tantas ocupaciones, nuestro estudio mantiene unas rutinas y una dinámica muy activa.

Sin embargo, esa época acaba y podemos encontrarnos en una situación en la que “no tengamos nada que hacer”. Sin conciertos, audiciones, oposiciones o trabajo a la vista, es fácil perder la motivación y las ganas de tocar. De repente nos faltan objetivos a corto y quizás incluso a largo plazo, y muchos músicos tienden a abandonar su estudio diario en esas rachas.

La motivación suele venir acompañada de objetivos. Cuando tenemos que tocar ante un público, hacer alguna prueba o algo similar, nos sentimos lo suficientemente motivados como para practicar todos los días. Sin embargo, la falta de objetivos tangibles no tiene porqué condicionarnos ni frenarnos. En situaciones así, debemos buscar la motivación en la música en sí misma, y en nuestra pasión por ella. En cualquier caso, marcarnos un plan de trabajo diario nos dará una razón para sentarnos a estudiar.

No te guíes por los tiempos

Cuando tenemos unos objetivos tangibles que cumplir, como por ejemplo, un concierto dentro de dos semanas, nos es más fácil determinar cuánto tiempo de estudio al día vamos a necesitar.

Sin embargo, sin objetivos de este tipo, el tiempo de estudio diario que necesitamos se convierte en un concepto más borroso. Mientras que en situaciones de alto rendimiento podemos estudiar de 5 a 7 horas al día, en rachas en las que no tenemos mucho volumen de trabajo, nos cuesta mantener ese ritmo.

¿La solución? En lugar de marcarse un número de horas diario, debemos trabajar por objetivos. Por ejemplo, cada día podemos proponernos trabajar cinco ejercicios técnicos y una página de una obra. Siempre que tengamos en cuenta que no debemos estudiar más de 50 minutos seguidos, podemos dedicar el tiempo que sea necesario hasta que hayamos trabajado los cinco ejercicios y la página que nos hemos propuesto, ni un minuto más ni un minuto menos.

Mantén la base

Si hay un momento en el que es realmente importante mantener la técnica y las escalas, es éste. Ahora que puede que te sientas desmotivado por que no tienes trabajo o pruebas a la vista, es importante que no dejes decaer tu nivel técnico, y que mantengas en tu estudio diario la base: las escalas.

Como ya decíamos en este post, las escalas lo son todo en la música. Son la base y debemos mantenerlas en nuestro planing de manera obligatoria.

Para complementar las escalas, podemos elegir una serie de estudios o ejercicios técnicos de nuestro repertorio. Entre ejercicios y escalas, estaremos manteniendo en forma nuestro cerebro y nuestros músculos, preparados como un deportista se prepara fuera de temporada.

Un buen momento para practicar lo que nunca practicas

Aprovecha esta racha de “tiempo libre” para trabajar los aspectos de tu carrera que sueles dejar más de lado. Por ejemplo, practicar la primera vista, ejercitar tu audición (pronto haremos un post sobre ello), recordar un poco de análisis y armonía…

Como siempre, planifica por escrito

Planificar por escrito es una opción muy buena de organizarse y obligarse en cierta forma a cumplir los planes. Pero es aún más importante hacerlo cuando nos sentimos perdidos o desganados para estudiar.

Cuando planifiquemos, tenemos que acordarnos siempre de dejar 15 minutos de descanso cada 50 minutos, y de descansar y desconectar al 100% al menos un día a la semana.

Podéis ver aquí un ejemplo de un buen plan para cuando no tienes plan.

blog_planing

Sigue formándote

Algo muy bueno que puedes hacer en estos momentos en los que no tienes planes cercanos es seguir formándote. No es necesario que hagas un máster ni nada parecido. Puedes buscar algunos cursos, academias, o profesores particulares. El mero hecho de tener que asistir de vez en cuando a clase, ya te va a obligar a preparar una obra o algunos estudios, y te animará a ponerte a estudiar.

No pierdas esos años de trabajo por una racha de “tranquilidad”. Si te gusta la música, no te costará nada mantener tu planing de trabajo diario.

 

 
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La proactividad en la carrera musical

En la época que vivimos, las palabras como emprendedor, positivismo o proactividad son muy frecuentes. Todas hacen referencia a una forma de pensar y unas actitudes muy concretas. Hoy queremos hablar precisamente de una de ellas: la proactividad.

¿Qué es la proactividad?

La proactividad es una actitud humana que implica que la persona tiene pleno control de su conducta y de sus decisiones. Es una características que tienen aquellas personas con iniciativa y creatividad, que a su vez se hacen totalmente responsables de sus acciones.

Las personas que toman una actitud proactiva se forman una serie de valores sobre los que fundamentan todas sus acciones. Sus emociones no dependen de su entorno, porque no son personas que se preocupen por las situaciones que no pueden controlar.

Por el contrario, las personas reactivas serían personas más pasivas, a las que les cuesta tomar decisiones o coger las riendas. Se dejan llevar más por las emociones que por los valores, y pueden sentirse influenciadas por el ambiente o las circunstancias.

Vamos a verlo con un ejemplo: Tenemos a dos músicos que se examinan ante un tribunal en unos meses. Uno de ellos es más proactivo, el otro es más reactivo. El primero se hará un planing de estudio y lo cumplirá, confiando en que el trabajo duro le va a proporcionar buenos resultados. El segundo estudia todos los días, pero sin objetivos ni organización. Llegado el día del examen ambos actúan ante el tribunal. El músico proactivo se siente satisfecho de su buen trabajo y se despreocupa, pues lo que el tribunal pueda opinar sobre su interpretación no es algo que esté bajo su control. El músico reactivo, por el contrario, entrará en la sala de examen preocupado y saldrá de la misma forma. Si los resultados son negativos, el músico proactivo no se sentirá triste o preocupado, pues es consciente de que ha estudiado, y de que los resultados llegarán tarde o temprano. El músico reactivo se sentirá afectado y triste, y se lo tomará como una afrenta personal.

¿Cómo podemos aplicarlo a nuestra carrera musical?

La actitud proactiva puede ayudarnos a ser músicos más seguros de nosotros mismos. Si somos proactivos, tendremos la capacidad de decidir qué nos afecta y qué no. De esta manera, podemos conseguir un concepto mejor de nosotros mismos y conseguir ser más felices. No podemos cambiar las cosas que escapan a nuestro control: los resultados de una audición, las críticas tras un concierto, los imprevistos que podamos cruzarnos… etc. Si no podemos controlar todo esto, ¿por qué nos debe afectar? Si conseguimos abstraernos de todas estas cosas que escapan a nuestro control, conseguiremos ser más felices y sentirnos mejor con nosotros mismos.

Una de las principales características de las personas proactivas es la capacidad de iniciativa. Antes de esperar a que los demás nos den lo que queremos, tenemos que encontrar la forma de conseguirlo por nosotros mismos, ser emprendedores y dueños de nuestra propia vida. Si lo que quieres es dedicarte a la música, no tienes que esperar a que otro te ofrezca las oportunidades de hacerlo, también tú puedes crear tus propias oportunidades y conseguirlo. A veces podemos sentirnos mal porque nadie nos ofrece trabajo, pero esa es una actitud reactiva. Esperar a que los demás te proporcionen una felicidad que sólo tú puedes conseguir.

PROACTIVIDADPara conseguir una actitud proactiva debemos primero fijarnos unos valores, y guiarnos por estos valores. Una vez los fijemos, todas nuestras decisiones deben asentarse en estos valores, no en las opiniones o decisiones de otros. 

Otra de las claves de una persona proactiva es la organización y planificación de sus objetivos. Una vez fijados, los objetivos necesitan de un plan para llevarlos a cabo, para conseguirlos. Ya hemos hablado en otras ocasiones de cómo la planificación puede ayudarnos a mantener la motivación y a lograr nuestras metas de una forma ordenada y consecuente.

 

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