Lo que los músicos “de Conservatorio” podemos aprender de otros profesionales

Los músicos que estudiamos en el Conservatorio -músicos clásicos-, somos muy diferentes a el resto de profesionales autodidactas o con formación alternativa. Probablemente la causa esté precisamente en el tipo de formación recibida.

Alguna que otra vez he tenido la oportunidad de trabajar con músicos que se dedican a esto de manera profesional pero que no han sido formados en conservatorios. Y tengo que decir que me he sentido bastante inútil. Ellos me dicen “ojalá supiera yo leer una partitura como tú lo haces” y yo pienso “ojalá fuera yo capaz de tocar sin una partitura delante”. Y no me malinterpretéis, no es que sea totalmente incapaz, pero desde luego que me falta soltura y seguridad. ¡De repente me siento como si no supiera tocar mi instrumento!

No creo que sea la única a la que le pasa. En el Conservatorio nos enseñan de una forma en la que la improvisación y la creatividad están en un segundo décimo plano. Sabemos interpretar cosas infinitamente complejas desde el punto de vista técnico, pero si nos quitan el papel de delante… la cosa cambia. Se nos enseña a ser intérpretes, pero no músicos. Algunos con más iniciativa se buscan las vueltas para tocar en grupos de estilos distintos que les exigen ese grado de soltura a la hora de improvisar. Y desde mi punto de vista, la diferencia entre el típico músico de Conservatorio y el que abre su mente más allá de las aulas se nota.

Creo que esta manera de aprender nos perjudica gravemente. Para empezar, me parece que es una de las principales causas del miedo escénico, mucho más común entre músicos clásicos. Nos ponemos frente a la música como el que se pone frente a una carrera de obstáculos, buscando la perfección y olvidando las emociones. Envidio la seguridad y la conexión con su instrumento que veo en los músicos “no formados”.

El cambio en la formación es necesario, necesitamos equilibrar la música con la técnica. Hay una frase atribuida a Beethoven que describe muy bien esta situación:

Tocar una nota equivocada, es insignificante… Tocar sin pasión, es inexcusable…

Sin embargo, el camino formativo se dirige hacia la perfección técnica y no hacia la belleza o el disfrute. Al fin y al cabo, estamos aprendiendo a tocar música. La música es un arte, que debe decir algo a los demás, conmover y provocar sensaciones. Seamos músicos con todo lo que ello conlleva.

Además de ser una posible causa de la ansiedad escénica, la formación en conservatorios a menudo provoca rechazo en el alumno hacia la práctica. Nunca veo a un músico de otro ámbito “tocar por obligación”. Cuando practica, lo hace porque le gusta pasar las horas tocando música, disfrutando y mejorando. Pero muchos estudiantes de música clásica se ven ahogados por la programación curricular, por fechas de exámenes, notas… Lo cual deriva en cierta desidia a la hora de estudiar, concibiendo la práctica del instrumento como una imposición.

Otro punto a favor de los músicos fuera del Conservatorio: escuchan mucha música, de muchos estilos. Es algo que también echo en falta en nuestra formación reglada. Más contacto con diferentes estilos, dentro y fuera de la clásica, que hagan despertar los sentidos creativos del alumno.

En resumen, la enseñanza artística musical debe evolucionar, aprender de otros ámbitos y trabajar para formar a músicos completos.

 

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En Primera Fila :)

Primera Fila es una de las revistas on line líderes en la temática de teatro musical en nuestro país, entre otros contenidos.


He tenido el placer de ser entrevistada en ella y quiero compartiros el enlace de la misma en la que hablo sobre pedagogía del canto y de la voz.

Espero la disfrutéis!

Conversando sobre educación vocal con el pedagogo musical Emilio Molina

Hoy aparece en nuestra sección de entrevistas la realizada al Catedrático de Improvisación musical, Emilio Molina. Un innovador y emprendedor ejemplar que ha construido todo un sistema medotológico de aprendizaje musical a través de la improvisación como eje. 

En esta entrevista conversamos sobre el papel de la voz en la educación musical.

Puedes escucharla pulsando en el siguiente enlace.

El Efecto Pigmalión

El Efecto Pigmalión es un suceso que describe cómo la creencia de una persona puede influir sobre otra. Normalmente se aplica al ámbito pedagógico, pero también influye en el ámbito laboral, social, familiar y personal.

Según los estudios psicológicos llevados a cabo sobre este efecto, las expectativas que un profesor tenga sobre un alumno u otro influirán en su rendimiento. De esta manera, los alumnos que el profesor considere más capacitados responderán de manera más positiva, debido a que de manera inconsciente, el profesor les tratará de un modo especial. A la larga, se ha comprobado que este trato en función de la idea que el profesor tiene del alumno provoca unos resultados escolares mejores en aquellos en los que el profesor deposita más confianza.

¿Cómo podemos usar de manera positiva este efecto?

Como profesores

Partiendo de la premisa de que, según tratemos a nuestro alumno, así responderá él, lo primero que debemos conseguir es olvidarnos de prejuicios a la hora de dar clase. Siempre nos puede parecer que un alumno es más trabajador que otro, que tiene más talento musical, que capta mejor nuestras explicaciones… Pero en el momento en que lo demos a entender, el alumno interiorizará que es menos capaz, y acabará siéndolo.

Por ejemplo, si te muestras “algo exasperado” cuando un alumno no te entiende o no hace las cosas tal y como se las explicas, él captará tu malestar y asumirá que es torpe. Lo mismo ocurre cuando haces una mala valoración de él. No me refiero a algo objetivo, como por ejemplo, decirle que una nota está desafinada, sino a afirmaciones del tipo “No eres expresivo” “Me parece que eres un poco vago” “Hazlo lo mejor que puedas”. Con palabras así estás transmitiéndole al alumno mucho más de lo que a priori te pueda parecer. Si le dices que es vago, estudiará poco porque “es lo que se espera de él.”

Las afirmaciones de ánimo y positivas reforzarán mucho más su autoestima y le ayudarán a ser un músico mejor y más seguro de sí mismo. No se trata de adular gratuitamente, ni de no regañarle cuando haya que hacerlo. Se trata de usar frases como “Sé que puedes dar más de ti mismo” en lugar de “No has estudiado nada”. “Vas a hacerlo bien, confío en ti” en lugar “Hazlo lo mejor que puedas”. “Estás avanzando” en lugar de “Todavía tienes mucho que aprender”.

 

Como intérprete

No sólo nos influye lo que otro dice y piensa sobre nosotros. Nosotros mismos también podemos perjudicarnos con nuestros pensamientos. Sobre esto, podemos tomar el concepto de Profecía Autocumplida que acuñó el sociólogo Robert K. Merton:

Una profecía autocumplida es una falsa definición de una situación o persona que evoca un nuevo comportamiento, el cuál hace que la falsa concepción se haga verdadera. Esta validez engañosa perpetúa el error. El poseedor de la falsa creencia, percibirá el curso de eventos como una prueba de que estaba en lo cierto desde el principio.

Tan sencillo como creer que se va a fracasar y, gracias a ese miedo y a nuestras consignas internas, no hallar más que fracaso. Contra ello, la mejor decisión es abandonar el pensamiento negativo y el miedo. Algo tan sencillo como repetirse frases positivas sobre lo que va a ocurrir puede ayudarnos a hacer que la profecía autocumplida sea positiva. Por ejemplo, durante un concierto, justo antes de un pasaje difícil, pensar “Me va a salir” en lugar de pensar “¡Se acerca ese pasaje horrible! No me va a salir…”

Hay una frase de Henry Ford que describe a la perfección este efecto:

“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”.

El poder del pensamiento es muy fuerte, si nos fijamos una idea, puede ahondar sus raíces tanto como para convertirse en realidad.

Origen del término

El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego. El escultor Pigmalión se enamoró de una de sus estatuas, Galatea. Estaba tan enamorado que trataba a la estatua como si fuera una mujer de carne y hueso. Finalmente la estatua cobra vida gracias a la ayuda de la diosa Afrodita, que se había conmovido al ver el amor que sentía el escultor.

Si te interesa el tema, puedes leer Las ranas y el efecto pigmalión.: 43 relatos para una escuela y una sociedad inclusiva

 

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El orientador educativo en los conservatorios

Tanto en los Institutos de Secundaria como en los colegios de Primaria existe la figura del orientador. Dado el carácter psicopedagógico de la profesión, el orientador suele estar más centrado en problemas de aprendizaje e integración. También tiene la función de orientar en el ámbito profesional, sin embargo es lógico que no se trabaje tanto esta parte con alumnos de corta edad.

La figura del orientador empieza a perderse ya en la Universidades, en las que la función de orientar profesionalmente se hace más necesaria. Aunque es cierto que muchas cuentan con uno, no es lo normal. En los Conservatorios, del mismo modo, el orientador es prácticamente inexistente. Sin embargo, la situación educativa y laboral actual hace que cada vez sea más necesaria la presencia de un orientador en las instituciones educativas superiores. Antes, las carreras universitarias o los estudios superiores conducían de manera más precisa a puestos de trabajo estables y definitivos. La carrera musical siempre lo ha tenido más difícil en este sentido, pero más ahora que la oferta laboral es tan pequeña.

Por otro lado, los alumnos cada vez están más formados. Esto se da tanto en el ámbito universitario como en el musical. Muchos músicos van más allá de los estudios superiores y buscan estudiar másteres y especializarse en distintos aspectos. Por lo tanto, la consecución de la carrera se complica, y con ello crece la necesidad de una persona que oriente a los alumnos.

orientador

¿Qué funciones podría asumir el orientador en los Conservatorios?

  • Proporcionar orientación laboral: Informar de ofertas de trabajo o becas a los que los alumnos puedan acceder mientras están estudiando. Orientar sobre las posibles salidas laborales de las que dispone el alumno. Ofrecer respuestas a dudas sobre contratos laborales, currículum, seguridad social… todo lo relativo al mercado laboral.
  • Informar sobre becas: Muchas alumnos necesitan de la ayuda de becas para llevar a cabo sus estudios. El orientador podría informar sobre las becas a las que pueden acceder y facilitarles la gestión de las mismas.
  • Estudios de postgrado y cursos: Informar de los estudios a los que el alumno puede acceder para ampliar su formación, ya sea en el mismo centro o en otros.
  • Informar sobre el propio Conservatorio: Sobre los planes de estudio, las posibilidades dentro del centro, los itinerarios, las asignaturas optativas…etc.
  • Asesoramiento personal: El orientador debe conocer a cada alumno, de dónde viene y a dónde puede llegar. Es su función ayudarle a tomar decisiones de carácter personal y profesional y asesorarle ante las dudas que el alumno pudiera tener.

Para más información, recomendamos el libro:

Calidad en la Universidad: Orientación y Evaluación

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