Indian Canzonetta

Hace tiempo hablamos de la sonatina, una forma musical muy similar a la sonata. Tal como decíamos en esa entrada, la sonatina suele tener el mismo número de movimientos que la sonata, aunque éstos suelen estar mucho menos desarrollados, de lo que deriva la diferencia esencial de la primera respecto a la segunda: su brevedad y sencillez.

Como ejemplo tomamos una sonatina para violín y piano que el compositor checo Antonín Dvořák escribió durante su estancia en Nueva York, donde fue invitado a dirigir el Conservatorio Nacional de Música de América, cargo que mantuvo durante tres años. En esa entrada nos centramos en el tercero de sus cuatro movimientos, un scherzo, mientras que hoy trataremos el segundo, un larghetto al que, debido a una costumbre muy frecuente entre los editores románticos, también se conoce como Indian Lullaby, Indian Canzonetta o Indian Lament. Este último título fue empleado sobre todo por Fritz Kreisler, al que debemos la siguiente interpretación, grabada en 1914.

Como decíamos, esos títulos postizos no fueron idea del compositor, si bien éste manifestó en repetidos artículos que escribió tras su llegada a América su gran admiración hacia la música tradicional de Estados Unidos y la profunda convicción de que el estilo musical de ese joven país debía fundarse sobre la música de los nativos y de los afroamericanos. Y no podía ser de otra manera, pues esa perspectiva estaba totalmente en línea con los nacionalismos musicales que venían desarrollándose en Europa a partir de mediados del siglo XIX, siendo el mismo Dvořák uno de los máximos representantes del de su país natal.

Frances Densmore graba la voz de un jefe de los pies negros en el Instituto Smithsoniano (1916).

Frances Densmore graba la voz de un jefe de los pies negros en el Instituto Smithsoniano (1916).

En esa época, la mirada hacia culturas diferentes no era neutral, pues se enfocaba siempre desde un punto de vista eurocentrista. En música, a la disciplina que estudiaba culturas diferentes de la occidental, directamente se le llamaba musicología comparada. Sólo después de varias décadas de estudios, en los cuales la antropología y el fonógrafo tuvieron un rol fundamental, se fueron superando esas limitaciones en favor de una etnomusicología que tuviera en cuenta y respetara el diferente contexto cultural.

Por otro lado, lo que hizo Dvořák, hijo de la época que le tocó vivir, fue utilizar algunos de los elementos musicales más evidentes de la cultura indígena norteamericana, como la escala pentatónica y los ritmos sincopados, para combinarlos muy sabiamente con la armonía y la forma de la música occidental y así componer ex novo una melodía para el movimiento lento de su sonatina que a los oídos de entonces sonara como si fuera recuperada del folclore local.

En la siguiente partitura, ese larghetto está transcrito para flauta dulce, un arreglo que he hecho para que mis alumnos y alumnas de 4º de ESO, a los que dentro de poco despediré definitivamente, puedan tocar una obra de este período que ahora nos toca estudiar.

Indian Canzonetta

Antonín Dvořák (1841-1904): Larghetto de la Sonatina en sol mayor para violín y piano, Op. 100.

Segundo movimiento de la sonatina que Dvořák compuso durante su estancia en Estados Unidos inspirándose en la música de los nativos americanos. El título Indian Canzonetta, así como otros títulos alternativos con los que se le conoce, como Indian Lullaby o Indian Lament, no es idea del compositor sino del editor.

Transcripción para flauta dulce y piano por Massimo Pennesi. Esta partitura interactiva ha sido publicada originalmente en el post Indian Canzonetta, del blog educacionmusical.es.

Fritz Kreisler, 1914

Kreisler – Dvořák: Sonatina, op. 100, G. Larghetto (Indian Lament).

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Guten Abend, gut’ Nacht

Berthe Morisot: Le berceau (La cuna). Musée d'Orsay

Berthe Morisot: Le berceau (La cuna). (PD)

Aunque en alemán el término Lied se refiere a cualquier canción desde la Edad Medía hasta la actualidad, a nivel internacional esta palabra se suele utilizar sobre todo para definir la perfecta simbiosis entre música y poesía de la producción vocal camerística alemana del período romántico.

Generalmente la melodía de un Lied es encomendada a un o una solista con acompañamiento instrumental, generalmente de piano. Dicha melodía solía ser muy íntima, bastante alejada de las exuberancias de la ópera, para servir de vehículo eficaz a los versos potenciando su expresividad sin llegar nunca a eclipsarlos.

Dejando aparte las razones poéticas (en el sentido más amplio de esta palabra), existe también una razón “comercial” que favoreció el gran desarrollo de este género justamente en el siglo XIX. Una de las consecuencias culturales del auge de la burguesía tras la Revolución Francesa fue el enorme desarrollo de un sector de consumo musical anteriormente insignificante, no sólo proporcionando un público numeroso, algo que ya se daba durante el siglo XVIII, sino también en cuanto a producción: para usar un neologismo que se ha puesto muy de moda durante estos últimos años gracias a la Web 2.0, apareció el prosumer musical, productor y consumidor de música reunido en la misma persona. Para usar un término más tradicional, fueron cada vez más numerosos los amateurs que aprendían a cantar o tocar un instrumento para poder disfrutar de la música en pequeñas reuniones familiares o de amigos en una época en la que no existía ningún sistema de grabación y reproducción del sonido.

Estos aficionados solían demandar composiciones que no requerían un nivel técnico demasiado alto, es decir que no precisaran ni la extensión, ni la potencia, ni tampoco la agilidad de la voz de cantantes de ópera profesionales (aplicable también a los pianistas que les acompañaban) y no tenían ninguna dificultad para comprar una copia de la partitura, no sólo porque esta nueva clase social tenía un buen poder adquisitivo, sino porque sus precios habían bajado drásticamente gracias al desarrollo de la imprenta musical alemana durante la segunda mitad del siglo XVIII.

Hubo algunos compositores que se dedicaron de manera intensiva a escribir Lieder, entre los cuales sin duda destaca Franz Schubert, que en los menos de 32 años que duró su vida compuso más de 600, algunos de los cuales llegó a reutilizar para otras obras más complejas, como es el caso de La muerte y la doncella, cuya hermosa melodía sirvió como tema para las variaciones que constituyen el segundo movimiento del homónimo cuarteto, o el de La trucha, una obra juvenil que dio vida a diferentes acompañamientos pianísticos del mismo Schubert, que también la usó para el cuarto movimiento del quinteto para piano y cuerda al que dio nombre. En el vídeo siguiente podemos disfrutar un fragmento de la histórica interpretación de un equipo realmente asombroso: Itzhak Perlman al violín, Pinchas Zukerman a la viola, Jaqueline Du Pre al chelo, Zubin Mehta al contrabajo y Daniel Barenboim al piano, reunidos por el director de cine Christopher Nupen en el Queen Elizabeth Hall de Londres el 30 agosto de 1969 para su película The Trout.

Aunque ningún otro músico llegó a dedicarse de manera tan intensa al Lied como hizo Schubert, prácticamente todos los compositores alemanes que le siguieron se interesaron por este género. Entre ellos cabe destacar a Robert Schumann, Hugo Wolf, Richard Strauss y Gustav Mahler, además de la tríada vienesa formada por Schônberg, Berg y Weber. Aunque fuera del área germánica ya no podemos hablar de Lied, varios compositores franceses, como Berlioz, Debussy o Poulanc, rusos, como Mussorgsky o Rachmaninoff, o ingleses, como Vaughan Williams o Britten, escribieron canciones con características poéticas y musicales bastante similares a éste.

No me he olvidado de Brahms, más bien me lo tenía guardado para poder hablar con más calma de un Lied suyo bastante conocido, no sólo por los melómanos sino también por el gran público, incluyendo en éste también a niños y niñas y hasta bebés. Se trata de una de las nanas más célebres que existen, Wiegenlied: Guten Abend, gut’ Nacht (Canción de cuna: Buenas tardes, buenas noches).

Una particularidad muy importante de este Lied, así como de otros del mismo autor, es que está inspirado en la tradición popular alemana, ya que el primer verso de su letra pertenece a un texto de la colección Des Knaben Wunderhorn, una recopilación de poemas y canciones tradicionales que Achim von Arnim y Clemens Brentano publicaron a principios del siglo XIX. Aunque el trabajo de estos dos escritores refleja cierta idealización del folklore típica del nacionalismo romántico, estas primeras aproximaciones a la recuperación de la poesía y las melodías del pueblo (Volkslieder) son un paso importante hacia el nacimiento de la musicología comparada, a finales de ese mismo siglo, que a su vez dio paso, a mediados del siguiente, a la etnomusicología.

Además de la versión original para voz y piano, es muy fácil localizar excelentes interpretaciones para instrumento solista y piano, por ejemplo esta de Anne Sophie Mutter al violín, o esta otra de Pia Eva Greiner al violonchelo.

Y pensando en mi alumnado, además de con la habitual partitura para flauta dulce que acabo de arreglar, quiero terminar con este videotutorial para aprender a tocar esta nana con el ukelele. Aunque sea en alemán, estoy seguro de que este trabajo de Helmut Bickel resultará de utilidad también para los que no entiendan ni una palabra de este idioma (que es casi mi caso), gracias a una tablatura muy clara y a una secuencia de estudio bien planificada.

Nana de Brahms

Johannes Brahms (1833-1897): Nana.

Su título original es Wiegenlied: Guten Abend, gut’ NachtOp. 49, nº4 (Buenas tardes, buenas noches), pero es más conocida como Canción de cuna o Nana de Brahms.

Transcripción para flauta dulce y piano por Massimo Pennesi. Esta partitura interactiva ha sido publicada originalmente en el post Guten Abend, gut’ Nacht, del blog educacionmusical.es.

Brahms: Wiegenlied, Op. 49, No. 4

Pia Eva Greiner, violonchelo y Amy I-Lin Cheng, piano.

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