Introducción.
Cuando comencé a enseñar la técnica Strum Bowing hace unos 20 años, mis alumnos me contaron que sus maestros clásicos ahora les decían que su ritmo había mejorado, o que estaban manteniendo un pulso más estable en su interpretación de Bach, que ahora eran capaces de tocar lo ritmos complicados que solían fallar.
Es un poco irónico, porque yo siempre había pensado que mi objetivo era ayudar a la gente a salir de su molde clásico para introducir el swing y el rock en sus instrumentos. Yo era el que los animaba a sacudirse esos grilletes clásicos que los estaban reteniendo. Era el tipo que les decía a los estudiantes que hicieran las cosas opuestas a las que sus maestros clásicos les exigían: producir sonidos “feos”, llevar el ritmo con los pies, cantar o hablar mientras tocas. Hacía de poli bueno, era el que les dejaba escaquearse de la formación clásica ¡Pero lo que no esperaba es que fuera a ayudar a su interpretación de música clásica!
Tampoco es que me sorprenda, claro. El Strum Bowing se basa en ser consciente del ritmo interior, así que nada puede hacerme más feliz que ver como se traslada eso también a la interpretación clásica.
Strum Bowing divide el proceso de tocar un groove en fragmentos muy pequeños y accesibles que te llevan a comprender y activar tu sentido rítmico innato. ¡Y es que probablemente no seas consciente del sentido rítmico que ya tienes!
El trabajo de un maestro es descubrir el potencial oculto de sus estudiantes. Algunos estudiantes sobreestiman su potencial pero la mayoría lo subestima. Si te has dicho alguna vez a ti mismo que tienes un ritmo terrible, que no tienes remedio cuando se trata de swing o groove, y nadie puede arreglarlo, entonces definitivamente estás subestimándote. ¡No te rindas! Yo no lo hago, desde luego.
Y si piensas que el grooving es algo que no puedes aprender y que, por tanto, no se te puede enseñar, entonces me estás subestimando a mí. Porque la verdad es que no es difícil; simplemente es diferente. De hecho, es mucho más fácil que casi todo lo demás que probablemente hagas con un instrumento de cuerda. Me refiero a que, si los guitarristas pueden hacerlo, ¿cómo podría ser tan difícil?
Y es que el hecho de que los profesores clásicos me pregunten cómo «arreglé» a sus alumnos los problemas de ritmo es una prueba de que no se trata sólo de un golpe de arco ni una técnica o algunos patrones de ritmo memorizados.
Strum Bowing es un atajo a tu ritmo interior. Y es simple: ¡simplemente rasguea!
Capítulo 1. Volviendo a dar vida a la nota impresa
Todos los que hemos sido estudiantes de cuerda frotada hemos escuchado algunas frases de nuestros maestros una y otra vez; cosas como «¡cuidado con la afinación!» y «¡baja el pulgar!» Pero posiblemente la más típica de todas las frases de los profesores es «¡tienes que contar!».
Mis época clases de violín estaban llenos de recordatorios y órdenes de contar, para mantener mejor el tempo en mi cabeza. Una de las razones por las que necesitábamos que nos recordaran esto es que, como instrumentos melódico, las cuerdas suelen tocar frases que no son rítmicamente activas, como podría serlo una parte de acompañamiento.
Nos concentramos mucho en nuestro tono y expresividad, lo cual no es nada malo, pero ese suele ser un enfoque diferente al de alguien cuya función principal es hacer acompañamiento (para marcar el ritmo y definir los acordes).
Esto es especialmente cierto para los intérpretes de cuerdas altas, es decir, los violinistas. Los violines, dado que tienen un tono más alto, suelen tocar la melodía y no realizan la función de apoyo. A menudo es el violonchelo o el bajo el que mantiene la pulso y las violas o segundos violines los que tocan la subdivisión.
¡La música clásica mola!
El ritmo impregna toda la música (salvo el más estático de los drones). Incluso si el tempo es un Lento o un Largo que se arrastra lentamente, aun hay algún tipo de pulso discernible. Y hay una innegable tendencia humana a subdividir un pulso en iteraciones más rápidas de ese pulso. Un tiempo de negra se dividirá en 2 corcheas o 3 corcheas de tresillo o 4 corcheas, etc. Podrías dividir un latido infinitamente en subdivisiones cada vez más pequeñas pero, en la mayor parte de las ocasiones, la fracción más pequeña de un pulso serán las semicorcheas (o, esporádicamente, fusas, dependiendo de cómo esté anotado). Estas mínimas subdivisiones del ritmo son las que nos interesan, lo que yo llamo Groovons: la partícula más pequeña del groove.
Si tenemos, digamos, semicorcheas en nuestra parte, tenderemos a mantener un tono sólido y un ritmo estable porque estamos tocando esa subdivisión. El problema viene cuando tocamos frases melódicas que tienen notas sostenidas y no están manifestando todas esas subdivisiones. Ahí es cuando tenemos que estar contando en nuestras cabezas, para asegurarnos de que tocamos esas notas en su valores precisos. Por eso mi maestra siempre me decía que «¡cuenta!»
Haciendo corporal la subdivisión
Pero podemos hacer algo mejor que simplemente contar. Como demuestra el hecho de que nos lo tienen que recordar constantemente, tal vez contar en nuestras cabezas no es el mejor estrategia. Contar en voz alta sería mejor, pero no es muy práctico la mayoría de las veces. Aún mejor ¿y si hiciéramos esas subdivisiones con movimientos corporales? ¿y si, en vez de contar en silencio en nuestras cabezas, materializamos esa subdivisión en nuestro brazo derecho, de la misma forma en que un guitarrista rasguea? Esto aseguraría que el ritmo fuera consistente. Después de todo, a ellos siempre les ha funcionado.
Es una buena idea pero ¿cómo mantenemos nuestros arcos en movimiento si no estamos tocando todas las subdivisiones en nuestra frase? ¿Cómo «rasguear» y seguir tocando la melodía?
Bueno, no es así exactamente. Lo que vamos a hacer en este texto es trabajar para cerrar esa brecha entre ritmos clásicos y melodías clásicas. Lo que haremos será aprender a hacer rítmicas nuestras melodías para reelaborarlas, para verlas a través de una lente rítmica y que sintamos cómo las melodías son «animales rítmicos». Las melodías, a menos que sean solo drones, siempre viven en un contexto rítmico.
Ritmo = Danza
La música rítmica proviene del movimiento rítmico.
Cuando bailamos al ritmo de la música, creamos ritmo con nuestro cuerpo. Expresamos un pulso y un groove con movimiento. Si estamos sosteniendo una guitarra, ese movimiento se expresará como un rasgueo. Y cuando hacemos música con eso movimiento, inspiramos al oyente a mover su cuerpo al mismo ritmo.
Estamos tan lejos de lo que inspiró nuestras obras maestras clásicas que es casi imposible para nosotros imaginar cuál era el contexto original. Pero lo que me gustaría demostrar es que todas estas obras maestras del pasado tienen grooves que los definen y les dan vida, e ignorar esos ritmos es como fingir que el ritmo no importa en el hip hop. Y claro que importa.
Lo que estamos haciendo con Strum Bowing es conectar con esos ritmos en la música. Si eres violinista, cambiará tu enfoque de lo melódico tocando con una interpretación rítmica. Y si eres violista, violonchelista o contrabajista, estás seguramente más familiarizado con ser acompañante, pero probablemente todavía te centras en tocar mucha melodía en los ejercicios. Se trata de desarrollar habilidades rítmicas que puedes haber pasado por alto en las partes de acompañamiento más fáciles.
Cuerdas rítmicas
Con el Strum Bowing, funcionamos, no como instrumentos melódicos, sino como instrumentos rítmicos: más como una guitarra rítmica en lugar de una guitarra solista. Si no estás seguro de cuál es la diferencia, piense en una guitarra rítmica rasgueando acordes detrás de un cantante y un guitarra principal como Jimi Hendrix tocando el Star Spangled Banner. Uno está como apoyo de la melodía y el otro toca la melodía.
Tocar la parte rítmica puede parecer un cambio de paradigma para muchos intérpretes de cuerdas, pero eso se debe en parte a que los intérpretes de cuerdas tendemos a estar menos pendientes de la música popular en general y cómo funciona la sección de ritmo en un combo de jazz, un grupo de bluegrass, una banda de rock o un disco de pop.
De hecho, violonchelistas, violistas y segundos violines han estado ejerciendo labores de apoyo desde hace siglos. Piensa en las semicorcheas repetidas del segundo violín y las corcheas de la viola y violonchelo en el quinto compás tras la frase inicial de la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart. Claramente desarrolla el aire italiano-vienés que todo el mundo estaba disfrutando en la época, y no puedes por menos que pensar que Mozart buscaba que su música fluyera hasta el punto de querer bailarla.
Así que éste es un terreno familiar para las cuerdas, es solo que otros estilos populares como el hip hop puede ser géneros desconocidos.
Lo que vamos a hacer con este libro es centrarnos en el groove que ya existe en la música clásica. Vamos a infundir viveza, aire y «fisicicidad» en esas notas de la página. Vamos a cambiar la música escrita desde el «map view» hasta el «satélite view» y restituir esos signos de la partitura en los vivos y bailables ritmos que siempre fueron.
Capítulo 2. Usando el Strum Bowing para resolver problemas de ritmo
Una de las aplicaciones más útiles de la técnica Strum Bowing para músicos clásicos es usarlo como un recurso para practicar.
No importa qué golpe de arco termines usando para tocar un pasaje, usando el simple recurso de subdividir el ritmo con arcos separados es una forma increíblemente efectiva de «fisicalizar» el groove.
En primer lugar, es fundamental poder representar con precisión la intención rítmica de un compositor sin tener las limitaciones por idiosincrasias de tu instrumento de cuerda inhibiendo eso de algún modo. En otras palabras, no podemos tomarnos libertades para distorsionar un ritmo solo porque nos resulta difícil de tocar con nuestro instrumento.
La solución, hasta ahora, era tu profesor gritando “¡cuenta! ¡¡cuenta!!» durante tus clases y tú tratando de contar con la cabeza mientras tus manos intentan hacer lo que estaban haciendo antes pero con la distracción adicional de tener que contar ahora al mismo tiempo.
En realidad, esto no funciona, porque si lo hiciera, tu profesor no tendría que seguir repitiéndotelo cada semana.
Fisicalizar
Esto es lo que funciona: internalizar el ritmo moviendo el cuerpo al tempo. Que es una forma elegante de decir bailar. O a lo que me refiero con frecuencia, en términos de Strum Bowing, como fisicalización.
El simple acto de ponerse de pie y caminar hacia adelante y hacia atrás al compás es realmente importante. Es una puerta a conectar tu cuerpo. Un pequeño paso para un intérprete de cuerda, pero un gran salto para la pedagogía de cuerda frotada.
Todos los ritmos nacen en tu cuerpo. De ahí provienen los grooves de la música. Por eso, escucharlos te da ganas de bailar, porque
La música rítmica proviene del movimiento rítmico.
Ésta es una ley de la naturaleza humana. Cualquiera que haya intentado alguna vez escribir una obra musical sabe que parte del proceso involucrará inevitablemente el cuerpo, ya que imagina el ritmo y cómo se siente. La palabra «sentir» para describir la música es una indicación de lo táctil y física que es realmente la música, aunque pensemos en la música en general en términos de acústica, ondas de sonido o notación escrita.
La verdad es que la música está más cerca de la danza que de cualquier otra cosa. La música es un baile que produce sonido. Para intentar reproducir solo las ondas sonoras que son el resultado final de esa danza es como intentar crear humo dibujándolo. Puedes hacer algo que suene similar a un ritmo centrándote solo en el resultado final de cómo suena, pero los grooves reales salen de tu cuerpo, no de tu cerebro. Y afectan al cuerpo del oyente tanto como al oído.
No se puede ver ni tocar, pero un groove es una fuerza real que tiene un impacto físico significativo sobre tu cuerpo. Tus oídos escuchan las ondas sonoras, pero tu cuerpo entero responde.
La solución
Por tanto, la solución a la mayoría de los problemas rítmicos es:
- Internalizar el ritmo fisicalizando la subdivisión -nota-, creando un motor o baterista interno que se manifiesta en nuestro brazo de arco como un rasgueo continuo.
- Intenta retener este baterista interior incluso después de regresar a nuestro movimiento de arco normal.
La primera parte es relativamente sencilla. Simplemente completa todas las notas largas y descansos con notas fantasma. Las subdivisiones son la partícula más pequeña del groove, algo a lo que me refiero como Groovon. Suelen ser semicorcheas, pero en tempos más rápidos podrían ser corcheas y en tempos más lentos podrían ser fusas.
También me refiero a estas subdivisiones agregadas o notas fantasma como notas de posición porque ayudan a mantener su lugar en la matriz rítmica.
Tomemos una melodía simple que todos conocen como el villancico Deck the Halls.