Las normas de comportamiento en una jam

En la imagen, compañeros de la Jam de Americana en Madrid.

Cuando se menciona la palabra jam session mucha gente se imagina a varios músicos de jazz con diversos instrumentos improvisando y haciendo solos por turnos sobre una serie de standards bien conocidos. Pero, aunque es cierto que el jazz se presta mucho a la improvisación y a la libre expresión de la música, se puede hacer jams con casi cualquier estilo. Yo suelo participar en una de americana pero también las hay de música celta, de blues, rock, etc. Solo es necesario un tema con una estructura rítmica y armónica conocida y común para todos y ganas de compartir y experimentar.

Explicado así podría parecer que tocar de esa manera es dejarse llevar y hacer cada uno lo que le venga en gana, impulsado por la inspiración, el capricho y la anarquía, y nada más lejos de la realidad: si quieres que una jam tenga momentos memorables, debes conocer y seguir unas normas muy estrictas. Estas normas pueden variar de grupo a grupo: hay gente que solo quiere pasar el rato divertido tocando y tomando una cerveza con amigos, dejan tocar a cualquiera y buscan más las risas que el virtuosismo, mientras que en otras reuniones reina la seriedad y la concentración, se exige un nivel alto de interpretación y no se permiten actuaciones o experimentos extemporáneos.

En cualquier caso siempre viene bien tener en mente una serie de pautas a seguir para que una jam no se convierta en un guirigai insufrible. Las hay de muchos tipos y, como diría Clint Eastwood, son como los culos, cada uno tiene las suyas, pero como esta es mi página web, yo pongo las mías, que he denominado «los diez jamdamientos»:

Los Diez Jamdamientos:

1. Escucha a los demás.

Seguramente la más importante para mí y por eso la pongo la primera. Es frecuente ver a músicos totalmente ensimismados en su propio instrumento, haciendo experimentos personales sin apenas escuchar al resto de músicos o prestar atención al solista. Parecen simplemente estar preparando su propio solo para cuando les llegue el turno, luego lo hacen y después vuelven a su cueva. Pues no, hay que escuchar más y tocar menos, respetando sobre todo a los solistas y a los instrumentos con menos sonoridad. Incluso puedes no tocar durante un buen rato. De hecho así tu aparición será más notoria.

2. El ritmo es el rey

Puedes fallar notas, equivocarte de acorde, hacer más vueltas de las que te tocaba, pero nunca, nunca, debes abandonar el ritmo general del grupo. Quizás puedas darte alguna licencia haciendo la goma cuando te toque hacer un solo, pero siendo consciente en todo momento de que tienes que volver a encajar. Aunque si eres músico de formación clásica llevar el ritmo con la pierna, la cabeza, o cualquier otro miembro (ejem) te pueda parecer pecado, es un recurso perfectamente válido y útil.

3. No interrumpas

Las jams son entes imperfectos, como la vida misma. Probablemente se junten personas con diferentes niveles de pericia y escucharás cosas que no te gusten o directamente te molesten. Pero lo que no puedes hacer es dejar de tocar y ponerte a regañar y a explicar a alguien que lo está haciendo mal en medio de la canción. Lo que hay que hacer es adaptarse a los errores o sucesos inesperados y, ya que todos se están escuchando, sincronizarse a la nueva situación. A veces hay personas tóxicas incapaces de adaptarse a los demás que solo buscan soltar su mercancía. Cuando acabe la canción es el momento de decir, de buenos modos, lo que habría que corregir y cómo se debería hacer la próxima vez.

4. Esto no va de lucirte tú, sino de que suene bien en conjunto

Deja tu ego a un lado. Si eres un virtuoso y buscas destacar como el más talentoso y e impresionante músico del grupo intentando sacar todo tu catálogo de trucos, no estás ayudando al equipo. Puede que solo hagas sentirse mal a los que no alcanzan y a los que empiezan. Por otro lado, si eres de estos últimos, libérate de verguenzas y toca lo que sepas sin compararte con los demás; acuérdate de los puntos anteriores: estará bien si vas a tempo y encajando con el grupo, sin intentar parecer lo que no eres.

5. Sigue al líder o mira los gestos de los demás

A veces uno de los músicos con más experiencia ejerce de jefe de ceremonias y va indicando, no solo los temas que se van a ir tocando, sino quién va entrando a hacer sus frases, otras veces simplemente se sigue un orden en círculo según dónde está ubicado cada músico, y otras un músico que está terminando su parte puede hacer un gesto a otro músico para que le tome el relevo. A veces los más nuevos o que no conocen el tema pueden declinar el ofrecimiento (no debería ser obligatorio hacer solos) y pasar el testigo a otro, así que hay bastante comunicación no verbal, y por eso hay que estar atentos a los demás, no solo a tu instrumento.

6. Prepara la jam

Esto sería más un consejo que un mandamiento, pero un consejo casi obligatorio. Conocer el repertorio que se va a tocar y prepararlo todo lo que se pueda es importante para ir más tranquilo y relajado y no verte cada dos por tres sin saber qué hacer. También puede ser una jam abierta a la que acude gente que no sabe qué se va a tocar ni cómo, en esos casos conviene ser discreto en tu participación.

7. Anima a los demás

Las muestras de apreciación del trabajo de los demás crean buen ambiente y dan confianza, a todos nos gusta que nos escuchen y aprecien así que hazlo tú también. Sonrisas, gritos, asentimientos, la complicidad es un gran arma entre los músicos.

8. No des la turra cuando no estáis haciendo un tema.

Esto es algo que me molesta bastante y se hace mucho. Se termina un tema y todo el mundo se pone a hacer arpegios, a probar frases y escalas y armar un follón bastante desagradable. Eso se hace en casa, aquí hemos venido a tocar en grupo, no a practicar.

9. Disfruta

Las jams son para hacer música y pasarlo bien, aunque no haya espectadores. Si por cualquier razón (miembros que no aguantas, temas que no te gustan, que no te sientas apreciado, que el ambiente sea malo…) no estás a gusto, déjala y busca otra en la que te sientas bien. Esto no es como ir a ensayar con la orquesta, la responsabilidad y el stress no deberían aparecer más que en su justa medida para no estar demasiado relajado.

10. No te pases con la cerveza

Nadie dice que no te tomes una o dos. Pero reconócelo, a partir de ahí, sabes que te pones muy mal.

músicos de banjo y un violinista

Ir a una jam de Americana y que te quedes solo contra 5 banjistas.

Cuando la Jam es en un bar, un poco de caos y locura están asegurados.

Si alguno os queréis pasar por la jam a la que a veces acudo apuntad: casi todos los domingos a partir de las 8:30h en Collins Tavern, Calle Sagasta 26. Se admiten violines, guitarras, mandolinas, armónicas y contrabajos. Banjos con reparos.

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Nuevos libros de ejercicios basados en la Biomecánica del violín, de Tomás Cunsolo

Tendemos a pensar que los violinistas somos «artistas» y que por tanto nuestros esfuerzos deben estar orientados a objetivos más bien «espirituales», de expresión, de emociones, tal vez de técnica musical, conocimientos, presuponiendo que los ejercicios importantes son los que fortalecen y nutren nuestra mente.

Personalmente, aunque comparto este orden de prioridades (la interpretación y la música en general como desarrollo espiritual y humano, como expresión), no debemos olvidar que, para avanzar en nuestra aventura musical necesitamos una base física adecuada, que nos ayude a sortear dificultades a la hora de dominar la música y tocar como realmente queremos tocar, no solo como podemos tocar.

Nuestro instrumento es el violín y nos conviene tener el mejor posible y en buen estado. Pero también nuestros brazos, manos, dedos, nuestro cuerpo en general son instrumentos que debemos controlar y tener en buenas condiciones para desempeñar la tarea que la mente ordene. Sin llegar al extremo de exigencia de, por ejemplo, un bailarín, cuyo cuerpo y  movimientos son a la vez instrumento y objeto expresivo en sí mismo, el estado físico de un violinista, la propiocepción, la psicomotricidad y el desarrollo biomecánico, en especial los miembros más implicados en la interpretación, son un recurso valioso para afrontar los desafíos musicales buscados.

Ese criterio es el que ha utilizado Tomás Cunsolo en la concepción de sus libros de técnica para estudiantes de violín: su enfoque es eminentemente biomecánico, desarrollado tras un exhaustivo y pormenorizado estudio de todos los factores fisiológicos que intervienen en la interpretación.

Ya publiqué un artículo hace poco sobre su primera publicación, «Biomecánica del violín», en el que podréis profundizar un poco más en cómo el autor llegó a idear y culminar este trabajo, pero retomamos el tema porque acaba de lanzar nuevos títulos que, junto con sus anteriores publicaciones, complementan y desarrollan aquel volumen. En su conjunto se trata de libros de ejercicios que brindan un soporte práctico a algunos de los conceptos y desafíos biomecánicos que más dificultades pueden interponer en el estudio del violín:

  • Escalas
  • El cuarto dedo
  • Cambios de posición
portada libro learning scales

Aprendiendo Escalas

Un enfoque biomecánico para estudiantes de violín

Ya hay infinidad de publicaciones con escalas para violín, es un recurso clásico y omnipresente, pero lo que diferencia esta publicación es su enfoque.

Mi objetivo es priorizar los aspectos mecánicos de tocar las escalas, permitiendo a los violinistas aprenderalas por oído y patrones de dedos en lugar de depender en gran medida de la comprensión teórica.»

Las escalas están organizadas por nivel de dificultad, comenzando con ejercicios que se enfocan en los movimientos más fundamentales y fáciles de ejecutar, seguidos de combinaciones progresivamente más desafiantes.

portada libro cambios de posición

Cambios de posición

Un enfoque biomecánico de la primera y tercera posición

Con los mismos principios que el resto de publicaciones del autor, aunque orientado a un nivel de estudiante más temprano, se abordan con un enfoque holístico las técnicas y automatismos para el cambio de posición partiendo de las investigaciones sobre psicomotricidad y biomecánica previos para optimizar los movimientos y minimizar la tensión.

La motivación detrás de la escritura de este libro fue crear una colección accesible de piezas originales para mis estudiantes que están comenzando a explorar los cambios de posición. 

Compuse canciones sencillas que se centran en la práctica de la técnica del dedo guía, facilitando a los estudiantes la comprensión de los fundamentos del cambio de posición.

portada libro cuarto dedo

Ejercicios para el desarrollo muscular del cuarto dedo

Todos sabemos que el cuarto dedo puede convertirse en uno de los eslabones débiles en la ejecución de cualquier pieza. En una situación ideal para el violín, nuestros dedos serían todos de la misma longitud, o incluso los exteriores más largos, para poder extenderlos más allá del ámbito de acción sobre el que descansan. Pero no es así, el meñique es precisamente el más corto y débil, y si queremos que realice un desempeño tan competente como el de sus vecinos no queda más remedio que ejercitarlo. Como en las anteriores obras, el enfoque de Tomás Cunsolo para este desafío técnico parte de unas premisas muy concretas.

Tomando como recurso los conocimientos de educación física, los ejercicios de este libro están clasificados de un modo no realizado anteriormente. Se realizarán ejercicios isométricos e isotónicos para abarcar todos los niveles de dificultad. Esto quiere decir que se ejercitarán los músculos de manera estática, manteniendo el dedo en una posición determinada mientras los otros realizan diversos movimientos.

Con este libro se ejercitarán todos los músculos del cuarto dedo para adaptarlos a cualquier tipo de situación.

Mientras en su primera publicacion «Biomecánica del violín» se exponían y desarrollaban los fundamentos biomecánicos de la interpretación, con diversos ejercicio orientados en los cambios de posición, en estas nuevas publicaciones se extienden la cantidad de herramientas de que disponemos para fortalecer esos determinados conceptos que a menudo presentan más dificultades técnicas.

Así, Tomás Cunsolo continúa llevando a cabo un trabajo muy interesante y particular, con un enfoque fisiológico que puede resultar de gran utilidad a profesores y pedagogos que identifiquen problemas físicos o errores motrices en sus alumnos. Puede que este enfoque se les haga duro a algunas personas que solo buscan pasar ratos disfrutando tocando el violín, pero sí puede ser valioso para los más perfeccionistas o aquellos que buscan el trasfondo fisiobiológico en el arte de tocar el violín.

Si queréis haceros con ellos de momento podéis adquirir versiones impresas o kindle de estos títulos en Amazon. Además, comprando el primer volumen de Biomecánica del violín Tomás envía gratuitamente el volumen de escalas.

Biomecánica del violín:

portada biomecánica del violín

Escalas:

portada libro learning scales

Cambios de posición:

portada libro cambios de posición

Cuarto dedo:

portada libro cuarto dedo

Probando cursos online: Fiddlenautics

Soy muy asiduo a cursos y talleres de violín alternativos, esos que ponen el foco de atención en estilos o técnicas que no siempre se asocian de forma natural a nuestro instrumento. Sobre todo en España es llamativo el poco apego que los frotadores de cuerda dedicamos a nuestro patrimonio musical: es más fácil encontrar gente que sepa tocar una giga irlandesa que una jota castellana.

Por eso me alegró mucho encontrar esta nueva iniciativa que se centra precisamente en eso: estilos alternativos que probablemente no visitarás mucho en el conservatorio.

Fiddlenautics es una plataforma que ha decidido precisamente desarrollar una serie cursos online temáticos enfocados a esos estilos alternativos de violín, principalmente del ámbito hispano.

Así se presentan ellos:

«El equipo de Fiddlenautics está formado por personas apasionadas por el mundo de la cuerda frotada.  

Abordamos este mundo con una mirada amplia y creativa que traspasa fronteras.

Por eso hemos creado nuestra escuela online, Fiddlenautics. A tu ritmo, accesible, diferente.

En esta búsqueda de inspiración y conocimiento, estamos descubriendo músicos enormemente creativos que exploran tradiciones y estilos diversos, poco comunes y cuya sabiduría aspiramos a compartir con vosotros. 

Nuestro objetivo es saciar la curiosidad de las mentes musicalmente despiertas, abrir nuevos horizontes a músicos de todo el planeta.

¡Bienvenidos, apasionados de lo poco común!»

Y empiezan con una bien elegida batería de profesores y temas: Blanca Altable con violín castellano; Begoña Riobó con violín gallego; Simón García con violín flamenco; y Gabriel Vieira con violín brasileño.

Curiosamente he recibido estupendas clases presenciales de todos ellos así que me alegré mucho cuando vi este elenco, y no pude dejar de apuntarme a alguno. En esta ocasión decidí probar el de violín flamenco, estilo que me tiene intrigado desde hace un tiempo y del que no termino de conocer ni una ínfima parte, por su complejidad y por su amplitud.

De Simón García ya había recibido un taller de live looping hace tiempo, y conocía su gran versatilidad como músico (participa en infinidad de proyectos, desde el clásico al jazz, el konnakol indio, folk nacional, kpanlongo de Ghana, folk brasileño… y por supuesto flamenco), así que sabía que estaba en buenas manos.

¿Y cómo es este curso online?

Pues se estructura en tres ramas principales, cada una de las cuales está dedicada a aprender un tema de un palo específico del flamenco:

Cada uno de los temas que aprenderemos se tratan en unas diez o doce video-lecciones en las que se tratará brevemente un aspecto técnico importante del palo flamenco que estamos estudiando, y de cómo tratarlo al violín: estructura rítmica y su ejecución en el violín, estructura armónica, tono, cómo imitar el cante, la guitarra u otros instrumentos, fraseos, falsetas, etc.

Los vídeos son muy breves, apenas de entre uno y dos minutos la mayoría, pero lo cierto es que, dado el carácter heterodoxo y a la vez estricto del flamenco, interiorizar estos ritmos y estructuras requiere dedicar mucho tiempo de estudio a estas pequeñas píldoras técnicas: compases de amalgama, armonía modal, acentuaciones y síncopas inesperadas y difíciles de asegurar si no estás acostumbrado a escuchar flamenco.

Y eso es algo a tener en cuenta para los que estén interesados en adentrarse en el flamenco pensando que en este curso: Simón te enseña muchas de las claves que hacen al flamenco tan especial, pero es que cada uno de esos aspectos tratados en, tal vez, un minuto y medio de vídeo, pueden llevarte muchos días de trabajo por tu cuenta tener dominados.

Y es que probablemente una de las dificultades de este estilo viene de no ser aficionado y no tener interiorizados por tanto de forma natural los diferentes palos y sus caracteres, porque esa es la mejor manera de aprender flamenco: escuchándolo y participando donde se produce desde muy joven.

Pero vaya, no es ese mi caso y aun así sigo interesado en este endiablado y fascinante mundo, de modo que me ha gustado mucho el curso porque, aunque no voy a poder dedicarle el tiempo que requeriría, sí he conocido detalles y técnicas interesantes que enriquecen como intérprete.

¿Recomendaría este curso?

Antes que nada avisar de que el público objetivo es de estudiantes o intérpretes de nivel medio o alto y preferiblemente con buenos conocimientos teóricos. Si no, se te va a hacer un poco frustrante. Y sobre todo, tendrás mucho ganado si has escuchado flamenco por gusto y tienes en tu subconsciente esos ritmos y maneras.

Si no, lo que Simón García te proporcionará es un montón de piezas de un puzzle que deberás conocer, dominar e investigar después más allá para realmente llegar a familiarizarte con este estilo. El curso podría ser un hall de entrada, pero el camino luego tendrás que recorrerlo por ti mismo.

Para los que quieran simplemente aprender tres temas flamencos, decir que el curso proporciona partituras de las tres lecciones, aunque ya os aviso que es más aconsejable aprenderlas antes de oído que intentar reproducir directamente de las partituras.

Pero bueno, también hay otros cursos, probablemente más accesibles, que pueden interesarte.

Otros cursos disponibles:

Blanca es una referencia en su instrumento en el ámbito de la música tradicional castellana. Si estás interesado en este estilo no encontrarás mejor guía. Y con el acompañamiento de Chuchi Alcuadrado a la guitarra.

Lo mismo que decíamos de Blanca Altable en Castilla, podemos afirmarlo de Begoña Riobó en Galicia. Sin querer desmerecer a los muchos buenos violinistas que hay por allí, la profesionalidad y talento pedagógico de Begoña la hacen ideal para este curso. Y también tenemos a Chuchi Alcuadrado en esta ocasión.

Tuve la suerte de recibir una clase sobre violín brasileño en persona de Gabriel Vieira, y tengo que decir que fue una gran experiencia, no sólo por su conocimiento de la materia sino también su gran amabilidad y empatía. En esta ocasión con el refuerzo del no menos talentoso João Silva.

La plataforma web.

Fiddlenautics está alojado bajo la plataforma Hotmart, que ofrece una sencilla interfaz para ir simplemente viendo un vídeo tras otro y descargar alguna partitura. Realmente no se necesita mucho más, pero he echado en falta, por ejemplo, muestras en partitura de los ejercicios rítmicos y ejemplos armónicos a realizar para poder tenerlos y no sólo hacerlos de memoria o en el momento de ver el vídeo. 

El coste de los cursos es de 55€, con una supuesta garantía de devolución de 15 días si finalmente no te convence. Los vídeo-cursos están profesionalmente grabados e impartidos. Quizás son muy cortos (aunque intensos), podrían parecer faltos de contenido si lo que buscas es un curso amplio e intensivo, pero son un buen combustible para comenzar a conocer en serio esos estilos a los que nunca nos hemos atrevido a acercarnos.

¿Has hecho algún otro de los cursos de la plataforma? Si es así, no dejes de comentar qué te ha parecido.

Violin Fingerboard mastery, una herramienta para aprender a dominar tu diapasón

«Ya sea que estés buscando desbloquear tu capacidad para improvisar, profundizar en el conocimiento de la armonía, componer nuevas obras, mejorar tu memoria musical, o fortalecer tu interpretación de Bach, tener una relación íntima con el mapa de tu diapasón es esencial. Los métodos clásicos de violín sirven para desarrollar una aptitud y una maestría técnica del instrumento pero a menudo deja a los estudiantes con lagunas en su comprensión de la armonía y de las estructuras básicas de acordes.

Estos ejercicios y estudios cortos buscan llenar esas carencias. Proporciona nuevas vías para que los violinistas profundicen su relación con el diapasón y la armonía, sentando las bases para improvisar en cualquier estilo. En este libro, os planteo un número de ejercicios básicos que, con sólo dedicarles quince minutos diarios, cambiarán para siempre tu forma de relacionarte con el diapasón.»

Así define Jason Anick, un estupendo músico y profesor en el Berklee College of Music su última (y primera, que yo sepa) publicación dedicada a la pedagogía del violín. Para certificar sus credenciales nada mejor que un par de muestras de su forma de tocar y de improvisar (y de paso aprovechad para suscribiros a su canal de Youtube MagicFiddle):

Tradicionalmente, los violinistas hemos estado tan obsesionados con la perfección técnica que exigía la interpretación de la música clásica que hemos dejado de lado otras cuestiones musicales importantes: entender la armonía subyacente en lo que estás tocando, dominar el movimiento de acordes y no sólo leer o memorizar la línea melódica, estar ubicado en todo momento en tu diapasón y, como consecuencia de todo ello, poder improvisar, componer, crear acompañamientos y melodías pertinentes, poder integrarte en cualquier grupo de músicos de casi cualquier estilo.

El músico clásico con frecuencia ha admirado al músico de jazz; no entiende cómo hace lo que hace, sin partitura, sin dirección, sin un trabajo de memorización exhaustivo, a todo eso le aterraría enfrentarse. Al tiempo al músico de jazz le atrae la profundidad, esplendor y perfección de las composiciones clásicas, aunque lo que le gusta es jugar con ellas, descomponerlas y darle vueltas para crear mil y una variaciones, porque no podría soportar tocar siempre lo mismo de la misma manera.

A veces hay músicos que se atreven a asomarse al otro lado y quedan subyugados con el enriquecimiento que supone para su forma de tocar. Violinistas de jazz haciendo versiones de Bach o intérpretes clásicos improvisando sobre música barroca o disfrutando con standards de jazz son cada vez más frecuentes.

Es en este mundo donde es una gran herramienta el libro de Violin Fingerboard Mastery, una publicación que identifica y trabaja todos las claves para moverte sin miedo por tu diapasón. Y es que hay quien piensa que improvisar tiene que ver algo así con la inspiración y la libertad caprichosa, cuando la realidad es que está más relacionada con el conocimiento de la armonía, de patrones, escalas, progresiones, acordes, etc., de manera que es más sencillo y lógico improvisar y crear cuando conoces y te restringes a esas reglas que cuando simplemente tocas a capricho según las ideas que se te puedan ir ocurriendo en el momento.

Para ello, Jason Anick plantea ejercicios (que deberías realizar unos pocos minutos cada día) de:

  • Patrones de digitación.
  • Aproximaciones prácticas a la improvisación.
  • Acordes y arpegios fundamentales.
  • Una guía de diez pasos para practicar progresiones de acords.
  • Escalas pentatónicas y licks relacionados.
  • Técnicas de conducción y voice-leading para el aprendizaje de relaciones armónicas, desde el círculo de quintas al movimiento de acordes simétrico.
  • Cinco estudios de interpretación de jazz.

Como veis, es lo más alejado que hay de un método para aprender canciones o perfeccionar técnicas de interpretación. Es más bien una disciplina mental para entender la música que tocamos, para familiarizarnos las estructuras musicales tonales más importantes y poder aplicarlas a la hora de tocar.

Es llamativo que un músico de la talla de Gill Shaham, probablemente uno de los mejores violinstas clásicos vivos actuales, haya integrado con entusiasmo en su rutina diaria los ejercicios de este libro. «Este libro cambia la manera en la que uno escucha música»(…) «traza un mapa del diapasón del violín con una perspectiva muy fácil de entender» «Lo recomiendo a cualquier violinista de cualquier género».

Así que este es un libro para años. Sus ejercicios son tanto prácticos como mentales; de hecho, una de las recomendaciones del autor es plantearte retos de ejercicios sin el violín en la mano, ya sea mientras estás en la ducha por ejemplo o realizando cualquier otra tarea que no requiera tu atención. Y es que lo bueno de muchos de sus ejercicios es que, cuando entiendes lo que Janick te plantea, no necesitas tener el libro delante, de hecho, es mejor incluso si no lees los pentagramas, sino que trabajas directamente en tu cabeza sobre cómo hacer por ejemplo ese patrón de notas en todas las tonalidades, o esa progresión entre cualquier acorde, planteándote retos adicionales como hacerlo sólo en las dos primeras cuerdas, o hacerlo en segunda posición, o cualquier otra variación que se te ocurra. Y así se convierte en un trabajo casi infinito.

Dicho esto, parece lógico que no es una obra para principiantes; conviene tener ya cierta técnica y experiencia, una buena afinación y dominio de los cambios de posición.

Como viene siendo habitual en las obras de la editorial Hal Leonard, muchos ejercicios vienen acompañados de audios (descargables desde la web del editor) de ejemplo y acompañamiento, para aplicar de forma práctica los ejercicios de improvisación que vayamos haciendo. Además, si lo escuchas directamente con la aplicación de la web de Hal Leonard, tienes las opciones de ralentizar o acelerar la velocidad en función de tus necesidades y progresos.

Conclusión

¿Sabes en todo momento qué nota estás tocando a todo lo largo del diapasón? ¿Sabes cómo se forman los acordes? ¿Puedes improvisar sobre cualquier combinación o rueda de acordes que te digan? ¿Te interesan muchos estilos musicales? ¿Eres profesor y te interesa enseñar cómo crear arpegios y cómo se forman los acordes? Si te gustaría dominar todos estas habilidades, este es un libro que puede cambiar la manera en que tocas y aprendes y darte mucha confianza en cualquier situación musical que se te presente.

En cambio, si sólo buscas aprender o leer melodías y tocarlas de la mejor manera posible sin pensar en nada más, este libro no es para ti. No vas a encontrar lecturas de canciones agradables y resultonas, sino que estarás a cada paso con desafíos en los que tendrás que esforzarte mentalmente con una gran exigencia de concentración.

Pero es que, ¿acaso sin esfuerzo se consigue alguna vez algo que merezca la pena?

Puedes adquirir Violin Fingerboard Mastery en la web del editor (Hal Leonard) o en Musishop.

¿Se puede aprender a tocar el violín de oído?

De entre los muchos prejuicios e ideas preconcebidas que la pedagogía musical clásica ha mantenido habitualmente, uno de los más arraigados es el de la necesidad de aprender a interpretar música principalmente mediante la lectura de partituras. Y no se puede negar que leer con soltura música es una gran cualidad que, al menos en el mundo clásico y en agrupaciones grandes de músicos, antes o después, es necesario desarrollar, pero también creo que puede llegar a ser una aptitud que puede mermar otras que son igual de necesarias como, por supuesto, la facilidad de aprender y memorizar temas y tocar de oído. Aprender a tocar de oído es una facultad que todos los músicos han tenido a lo largo de la historia; en un mundo en el que el papel escrito o impreso era una rareza o un producto poco accesible, aprender la música y la forma de tocar escuchando, mirando y repitiendo era el método de transmitir las piezas musicales. Porque, además, no hay una manera fiable de transmitir lo que no puede ser escrito, aquello que hace que la música interpretada tenga alma y no sea una reproducción muerta de una serie de notas a un ritmo determinado. Mozart, Bach o Vivaldi eran con toda seguridad capaces de captar y asimilar fácilmente la música mediante la escucha y tocarla con poco trabajo y sin necesidad de partituras. Y es que la partitura solo era el medio para conservar la composición de los temas en el tiempo sin errores. En el mundo la música popular siempre fue así, y sigue siéndolo en gran parte. Cuando he acudido a diversos talleres de estilos como el folk escocés (con Alistair Fraser), flamenco (con Batio), o folk castellano (con Blanca Altable o José Climent) las partituras no existen. Los temas se aprenden escuchándolos mucho y tocándolos poco a poco y una y otra vez. Y se puede ver quién está acostumbrado a aprender canciones así y lo pilla en seguida y quién sufre tocando algo nuevo sin tener la música escrita delante. Personalmente no soy muy diestro en esto porque tengo muy mala memoria y puedo aprender un tema y no recordarla a la media hora. Pero creo que es uno de los mejores ejercicios que puede hacer cualquier tipo de músico. ¿Qué otros beneficios tiene desarrollar la capacidad de tocar de oído?
  • Nos ayuda a la hora de componer, porque nos resulta más fácil interpretar de inmediato cualquier frase que tengamos en la cabeza.
  • Nos ayuda a acompañar y desarrollar acompañamientos a otros músicos.
  • Nos ayuda a saber improvisar.
  • Desarrolla nuestra memoria y concentración.
Por el contrario, acostumbrarse a tocar solamente leyendo partituras puede provocar efectos adversos como:
  • Que toquemos de forma mecánica, simplemente leyendo como un robot o un reproductor midi.
  • Que debilitemos nuestra memoria.
  • Que nos veamos inseguros e incapaces con músicos no clásicos.
  • Que nos sea penoso tocar cualquier cosa que no esté anotada.
Tiene además otros efectos secundarios: y es que el aprendizaje del solfeo / lenguaje musical es una de esas necesidades del músico profesional que más espanta a los que se inician en la música, y por la que muchos no se atreven a dar el paso. Es como si ahora os dijeran que tenéis que aprender chino para tocar el Erhu. Cualquier persona se pone a tocar la guitarra sin miedo a tener que aprender solfeo, y eso ha hecho de ese instrumento el más popular en su uso. Obviamente, si avanzas y quieres alcanzar cierto nivel, antes o después deberás aprender, no sólo solfeo, sino armonía, lenguaje musical, etc., pero sin que todo eso tenga que ser una condición previa para poder empezar a disfrutar del instrumento. En el caso del violín esto es doblemente cierto, puesto que es ya de por sí un instrumento lo suficientemente exigente como para además sumarle la necesidad de saber leer solfeo antes de empezar. Y es que ésta es una objeción recurrente entre personas, mayores muchas de ellas, que se sienten atraídas por el aprendizaje del violín pero se les hace una muralla infranqueable la necesidad de aprender a leer música. Y una de las razones de que los instrumentos de cuerda frotada se vean tan inaccesibles desde fuera. Afortunadamente, esto es algo que está cambiando un poco. Métodos como el Suzuki, que lleva el lema de «método de la lengua materna», priorizan escuchar mucho y repetir, sin agobiar con el solfeo. Algunos objetan que eso no es profesional, pero lo siento señores, lo que no es profesional es transmitir música como una serie de conocimientos y habilidades mecánicos, en vez de poner el foco en desarrollar la musicalidad, la memoria, la destreza, la creatividad o la inteligencia emocional a través de la música. Y eso se logra más escuchando a otros músicos e intentando emularlos que intentando descifrar lo más rápidamente posible signos en un papel. Recientemente he encontrado incluso cursos y talleres enfocados directamente a eso, a enseñar cómo tocar de oído. Uno de ellos es éste de Lisa Schneckenburger, en el que, mediante una serie de vídeos, y durante 10 semanas, da consejos y pautas para aprender a desarrollar esta aptitud. No tengo ni idea de si es recomendable o no (eso sí, está en inglés) aunque Casey Driesen lo menciona así que malo no debe de ser.
Learning by Ear
Si eres una de esas personas que se animaría a tocar si no tuviera que aprender solfeo, no lo dudes, busca a algún profesor o escuela que te dé facilidades en ese aspecto y lánzate sin complejos. Aunque también te lo digo, antes o después, querrás (y deberás) aprender también a leer música. Referencias: