JUEGO DE MANOS DONLUMUSICAL

LAS MANOS se convierten en un recurso súper asequible y completo a la hora de realizar juegos en la clase de música.

JUEGO DE MANOS DONLUMUSICAL

En este vídeo os enseño un Nuevo Juego de Manos que me he inventado para aplicarlo a músicas con forma musical binaria A B. Podéis modificarlo y ajustarlo a la estructura y repeticiones de vuestra música favorita.

Espero que os guste y lo pongáis en práctica en clase con vuestros alumnos. Si es así,  no olvidéis mandarme el vídeo. Me encantará verlo.

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La relación del profesor con el alumno

La clase de instrumento o de canto no es una clase como cualquier otra. La música es una enseñanza personalizada, cuyas lecciones son siempre cara a cara con el alumno. Desde el primer minuto, profesor y alumno establecerán una relación personal-profesional que probablemente continuará a la largo de toda su carrera.

Primeros pasos

La edad a la que un niño suele empezar a estudiar música se sitúa entre los 6 y los 9 años. Los niños de estas edades ya llevan unos años yendo al colegio y recibiendo un tipo de enseñanza más generalizada para toda su clase. La personalización que experimentan en el Conservatorio es nueva para ellos. Como profesores debemos ser pacientes. Estos niños probablemente no estén acostumbrados a mantener la concentración durante toda la clase. Hay que reconducirlos hacia la actividad que estemos realizando de manera inteligente, sin frustrar al alumno. Estas primeras clases serán determinantes para que el alumno venga motivado y empiece a construir un vínculo con su profesor.

El equilibrio en esta primera fase de la relación profesor-alumno es muy importante. El exceso de confianza transformará al profesor en una mala niñera que tiene que lidiar con un niño revoltoso. Hay que encontrar el balance perfecto entre la buena relación con el niño y la disciplina propia del aula. Nunca asustarle siendo demasiado estricto, pero sí mostrarse exigente.

Alabar las buenas prácticas más que castigar las malas lo conducirá a que potencie estas buenas prácticas para sentir el orgullo de su profesor. Pero cuidado con este deseo de agradar al profesor, hay que conseguir que el alumno toque para su propio disfrute. Si no, estará confundiendo la función de ir a clase (aprender) con agradar a su profesor.

Cuando el alumno ya no es un niño

La etapa pre-adolescente y adolescente es complicada tanto para el profesor como para el alumno. En estos años, el profesor debe reforzar la disciplina, exigir más del alumno y mantener un poco más de distancia emocional. Pero, como siempre, debemos cuidar el binomio buen rendimiento=aceptación, mal rendimiento=no aceptación. Si empezamos a actuar así, la relación profesor-alumno puede estropearse. Acabaremos creando miedo en el alumno, miedo a decepcionarnos. Su preocupación se situará en el profesor y no en lo que tiene que aprender y en la música.

educacion musical

De adulto

Siendo ya adulto, el alumno ya habrá forjado un vínculo con su profesor. En esta época, si continúa estudiando música es porque le gusta lo suficiente como para dedicarse a ella. El vínculo con el profesor es más fuerte, pues éste es un guía indispensable en la carrera del alumno. La relación ya no sólo se basa en el aula, muchas veces llega a los aspectos personales de la vida de ambos, tanto profesor como alumno.

Debemos cuidar siempre esta relación, no permitir que los alumnos se hagan dependientes de nosotros por completo, pero sí ser un apoyo y una guía para ellos. A veces hay ser un poco psicólogo, y no sólo limitarse a los aspectos técnicos y musicales. Para nuestro alumno, somos un ejemplo de músico exitoso, debemos darle las herramientas adecuadas para que alcance su máximo potencial, con disciplina y cercanía al mismo tiempo.

Recomendamos este otro artículo:

La relación alumno maestro

Y este libro:

El Músico Adicto. La Musicorexia


Miss Saigón, una travesía de dos años alrededor del mundo, II, por Guillermo Názara Reverter, autor invitado

Viene de: enlace a I parte, pulsa AQUÍ

Los Ángeles, Hawái e incluso Filipinas; el equipo tuvo que recorrer caminos casi interminables para avanzar en su cada vez más desesperante búsqueda. Un creciente sentimiento de angustia y frustración se iba haciendo poco a poco con cada uno de los creadores; la impotencia y la rabia que sentían por no haber encontrado todavía a esa chica no dejaban de aumentar, y los autores comenzaban a temer que, quizás, esa joven simplemente no existiera.

Pero aquel día en Manila lo cambió todo. Después de una pila infinita de eternas y densas audiciones y posteriores rechazos, una adolescente menuda, de rostro aniñado y mirada ingenua, entró en la sala. Llevaba el pelo recogido en una larga coleta negra, y en sus manos portaba una pequeña carpeta que no tardaría en abrir; en su interior, había un cartel de Los Miserables. La joven no se había podido resistir; ansiaba conseguir el papel, pero si eso no era posible, al menos quería volver a casa con el autógrafo de aquel hombre cuya música tanto admiraba. Tras haber satisfecho su pequeña ilusión, Claude-Michel se sentó al piano y le tocó el un tierno dueto compuesto para Kim y Chris, titulado Sun and Moon. Después de interpretar la pieza dos veces más para asegurar de que la melodía le había quedado clara, llegó el turno de la chica; era el momento de demostrar que realmente merecía aquel rol. Ante la fija y atenta mirada de todo el equipo creativo, la joven comenzó a cantar, luchando constantemente contra los nervios que recorrían su cuerpo. Tras entonar el último compás, se produjo un silencio rotundo durante un mínimo instante, que ella vivió como si hubiera durado varias horas. Acto seguido, aplausos y felicitaciones invadieron la sala. Miss Saigón había salido de su escondite y acababa de presentarse a los autores, quienes, exhaustos después de meses recorriendo medio mundo, se dieron cuenta de que su búsqueda había finalizado.

Se iniciaba así un nuevo viaje comprendido entre los muros del prestigioso Drury Lane Theatre. Con tan solo unas pocas semanas antes del primer preestreno, más de un centenar de personas ensayaban durante jornadas kilométricas para dar vida a la exigente pieza de Boublil y Schonberg. Sobra decir que el proceso no fue para nada un camino de rosas; los autores tuvieron que reescribir varios números que no funcionaban, varias piezas de escenografía sufrieron averías y, para colmo de males, un bailarín resultó herido por un decorado durante una prueba técnica. Parecía que la obra estaba destinada al fracaso, sin embargo los autores no iban a dejar que esto les afectara; si algo habían aprendido tras su agotador trabajo en la producción original de Los Miserables, es que no debían dejar que ningún contratiempo los echara para atrás. 

El 20 de septiembre de 1989, el telón de Miss Saigón se elevó ante los ojos de casi 2000 espectadores. En cuestión de un par de horas, cientos de londinenses fueron testigos, incluso partícipes de aquella trágica historia de amor condenada a desaparecer. Tras su devastador final, el auditorio se inundó de aplausos y gritos de admiración procedentes de un público cautivado por el talento de dos grandes artistas que cuatro años atrás ya habían logrado seducirlo en el Barbican Theatre. Su éxito y popularidad eran evidentes y así se demostraría día tras día durante los 10 años que la obra se mantuvo en cartel.

Ahora, 25 años después de su triunfal aterrizaje, esta maravillosa adaptación de una de las más grandiosas óperas de Puccini ha regresado al West End. Después de medio siglo hospedándose en los teatros de las principales ciudades del planeta, no son pocos los premios y reconocimientos que esta obra ha obtenido. Sin embargo, seguramente estas hazañas no son las que más han satisfecho las aspiraciones de sus autores. Después de todo, fue esa mujer anónima y anodina la que les inspiró y empujó a escribir una de sus mejores piezas; fue esa pequeña fotografía en el interior de una revista la que los obligó a seguir adelante durante dos extenuantes años de creación y constantes correcciones; y, probablemente, compartir con todo el mundo esa generosidad y valentía tan poco usuales hoy en día es lo que, en lugar de tantos galardones, les ha hecho sentirse realmente orgullosos. 

Guillermo Názara Reverter
@MrNazara
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