Hoy día todos podemos comer deleitándonos, junto con nuestros huéspedes, con un fondo musical o, si estamos solos, podemos acompañar el rato en la mesa con una escucha atenta de algunas obras musicales. Obviamente eso ha sido posible por la invención y popularización de los aparatos de grabación y reproducción musical. Antes de que eso ocurriese, la música sólo alegraba las mesas de las clases altas, que podían permitirse disponer de músicos a su servicio para tocar cuando quisieran. En realidad también el pueblo llano podía disfrutar de momentos similares, pero sólo muy de vez en cuando, con ocasión de fiestas populares.
En ambos escenarios, tanto en las cortes y en los palacios como en las plazas y en las eras, la música era muy demandada para animar las reuniones gastronómicas y, en consecuencia, se creó un género específico, la música de mesa o, en alemás, Tafelmusik.
En este género destaca una obra de Georg Philipp Telemann, músico del que hoy celebramos el aniversario de su muerte, ocurrida en 1767, cuyo título es justamente Tafelmusik. Más que de una única obra, se trata de una colección de obras como sonatas a dúo, trío y cuarteto, suites de danzas y conciertos para instrumentos solistas. Justamente esta última es la forma de la obra contenida en el vídeo siguiente, el Concierto en Fa para tres violines, cuerdas y bajo continuo, interpretado por los y las estudiantes de los cursos de perfeccionamiento en instrumentos de cuerda del Osaka College of Music. La grabación es de hace un mes y medio.
La entrada La música está servida. ¡Buen provecho! ha sido publicada primero en educacionmusical.es.
A más de uno se le puede hacer la boca agua sólo con oír el nombre de un instrumento que en la actualidad se utiliza casi exclusivamente para ejecutar música antigua: la 

A veces interpreta de manera algo heterodoxa, lo que puede provocar el rechazo de algunos puristas. A mi me gustan mucho las interpretaciones historicistas, no lo puedo negar, así como me encanta la sonoridad de los instrumentos de la época para reproducir la música antigua. Pero también me gustan las ejecuciones con carácter, que buscan entre las notas de la partitura para encontrar algo que refuerce las probables intenciones del compositor. En el vídeo siguiente, con el último de los conciertos de Las cuatro estaciones de Vivaldi, el Invierno (muy apropiado por la estación recién empezada), tenemos varios ejemplos: el empleo del efecto sul ponticello, acercando el arco al puente, donde la cuerda ofrece mayor resistencia, para producir un sonido frío y casi escalofriante; el uso del golpe de arco spiccato, que todavía no había sido inventado en los tiempos de Vivaldi debido a las limitaciones de los arcos de la época, que permite producir notas muy picadas y rapidísimas; o las acentuaciones exageradas (pero ¿estamos seguros de que eso no se hacía también cuando vivía Vivaldi? Al fin y al cabo el barroco es el período histórico-artístico de la exageración).
