La primavera de Beethoven

BeethovenVuelve la primavera, estación celebrada por muchos músicos: en este blog ya hemos hablado de cómo la veían Vivaldi y Stravinsky. Aprovechamos el día del equinoccio para disfrutar de otra obra musical que de alguna manera está relacionada con la primavera, la Sonata para violín y piano nº5, Op.24 de Ludwig van Beethoven.

En realidad, al contrario de lo que ocurre con el concierto vivaldiano (basado en el primero de los cuatro sonetos con los que el propio compositor describe las estaciones) y con el ballet strawinskiano (que describe el sacrificio ritual de una adolescente que danza hasta la muerte para atraer el favor de los dioses ante la llegada de la nueva estación), no hay ninguna razón extramusical que vincule la obra de Beethoven con la primavera. Tampoco hay ningún dato que vincule el título con el compositor, siendo muy probable que la idea haya salido del editor, que intentaba así hacer que la partitura fuera más atractiva para los músicos, sobre todo los aficionados, los mayores consumidores de música impresa durante el Romanticismo, época en la que se consideraba la música capaz de evocar todo tipo de imágenes y sensaciones.

La interpretación que os propongo es la de una violinista a la que no veo desde hace casi veinte años y a la que debo mucho: Dora Bratchkova, mi última profesora de violín, con la que estudié después de haber finalizado el conservatorio.

Fue un año muy productivo, debido a que sus conocimientos violinísticos y musicales están acompañados por una gran habilidad pedagógica y didáctica. Me impactaba la facilidad con la que diagnosticaba los problemas técnicos ofreciendo inmediatamente la solución personalizada, consistente en una pequeña modificación de la posición o de un movimiento. Pero era aún más asombroso ver cómo conseguía trabajar el fraseo, transformando nuestras ejecuciones en interpretaciones, nuestro tocar en cantar.

Casi simultáneamente ambos nos fuimos de Italia. Su destino fue Alemania, donde actualmente es profesora en el Conservatorio de Mannheim, concertino de la Orquesta de la Deutsche Radio Philharmonie de Saarbrücken y primer violín del Cuarteto Rasumowsky.

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Centenario de Chopin

Frédéric ChopinHoy es un día muy importante para la música, y muy especialmente para el piano: hace 200 años nacía en Polonia uno de los más importantes pianistas de todos los tiempos, Frédéric Chopin. Algunas fuentes pueden dar una fecha diferente, basándose en su partida de bautismo; sin embargo, el mismo Chopin y todos sus familiares siempre indicaron el 1 de marzo de 1810 como el día de su nacimiento.

Por cierto, aunque su padre fuera francés, el nombre original del pequeño Chopin era polaco (si quieres, descubre ese nombre resolviendo esta sopa de letras), aunque empleó con más frecuencia la traducción francesa por vivir la mayor parte de su vida adulta en París.

El catálogo de Chopin está formado casi exclusivamente por obras para piano, aunque no debemos dejarnos engañar por esta aparente uniformidad, que en realidad esconde una gran variedad de géneros, formas y carácter, en cuyos extremos están las grandes formas clásicas, como los conciertos y las sonatas, y las obras breves e íntimas, típicamente románticas, como los nocturnos y los preludios. Merece la pena escuchar por lo menos una obra de cada uno de estos dos ejemplos, para que nos apetezca seguir con todo el resto.

Chopin escribió dos conciertos para piano y orquesta. Tenemos la suerte de disponer en YouTube de una grandiosa interpretación del Concierto nº2 (segundo sólo por publicación, ya que, curiosamente, fue escrito antes del Concierto nº1), la del pianista Arthur Rubinstein, polaco al igual que el compositor.

La obra de Chopin, al igual que la de todos los compositores desaparecidos hace más de 70 años, pertenece al dominio público. Por eso es posible descargar gratuitamente muchas partituras suyas desde el IMSLP – Petrucci Music Library, por ejemplo los 24 Preludios Op.28. El séptimo de esos 24 preludios es el más breve: pocos compases cargados de expresividad, como podemos comprobar en la interpretación de Michael Glenn Williams.

Para que mis alumnos y alumnas puedan tocar una pieza de Chopin, he arreglado este preludio para flauta dulce. No es en absoluto difícil para los dedos, pero sí se necesita cierta habilidad para tocarlo bien, ya que tiene varias notas agudas que hay que tocar soplando con mucha presión pero con muy poca cantidad de aire, para que no salga un sonido chillón.

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Rhapsody in Blue

GershwinHace un par de meses vimos Pinos de Roma, un fragmento de la película Fantasía 2000, de la factoría Disney. Hoy volvemos a la misma película con la ocasión del 111º aniversario del nacimiento del autor de otra de las 8 piezas musicales que conforman el filme: el estadounidense George Gershwin.

La obra de este compositor que inspiró los dibujos es Rhapsody in Blue, un episodio ambientado en la Nueva York de los años 30, una de las épocas más esplendorosas del jazz. Gershwin supo integrar habilidosamente algunos elementos de este género musical (trinos y glissandi del clarinete, trompeta con sordina, swing, ritmos sincopados, notas de blues, etc.) en la música clásica, transcribiendo para orquesta sinfónica una pieza que inicialmente había sido pensada para dos pianos y luego arreglada para piano y big band.

El mismo título nos sugiere esa fusión entre los dos mundos musicales, hasta el momento bien separados: la rapsodia es una composición típica del romanticismo en la que el flujo de la música, y de las emociones que la estética de la época ligaba a ella, brotaba de manera libre y continua; por otro lado, blue (literalmente azul), termino empleado para definir, además del color, la tristeza o la nostalgia, en este contexto se refiere claramente al blues, género musical nacido de los cantos de trabajo y espirituales de los afroamericanos, en los tiempos de su esclavitud, y forma musical del jazz y, posteriormente, del rock ‘n’ roll.

Con los dibujos realizados bajo la supervisión de Al Hirschfeld, este fragmento del largometraje de Disney nos muestra un día cualquiera en Manhattan y los sueños de algunos de sus habitantes.

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Robert Schumann

Clara Wieck y Robert SchumannLa vida de Robert Schumann estuvo marcada por varios problemas de salud: uno de ellos le alejó del concertismo con sólo 21 años; otro le llevó a abandonar toda su actividad musical, dos años antes de su muerte, que ocurrió el 29 de julio de 1856. En el día de su aniversario, vamos a recordar a este brillante músico y crítico musical, que tanto aportó al romanticismo, el período histórico-artístico en el que el arte de los sonidos alcanzó la máxima consideración.

En la foto lo podemos ver al lado de su mujer, Clara Wieck, quien también fue una excelente pianista y compositora. Por ser mujer del siglo XIX no tuvo las oportunidades que su talento merecía, aunque ya se le reconoce unánimemente como uno de los personajes principales de la historia de la música decimonónica.

Por su parte, Robert, prometedor pianista, con sólo 21 años tuvo que renunciar a los escenarios debido a una grave lesión que él mismo se provocó, involuntaria pero temerariamente, en el anular de su mano derecha, en el intento de aumentar la fuerza y la independencia de ese dedo mediante un artilugio que, lejos de mejorar su potencia y movilidad, se lo dañó de manera irreversible.

gimnasia dedosLa razón de tanta obsesión con ese dedo, y no, por ejemplo, con el meñique, tan pequeño como para parecer el más frágil de los cinco, es bien conocida no sólo por los pianistas, sino también por muchos otros instrumentistas. Los que no lo tienen tan claro que intenten hacer esta prueba: con el puño cerrado, extended el pulgar todo lo que podáis y volved a la posición inicial, luego haced lo mismo con el índice, el medio (procurando que no os vea nadie, para evitar problemas), el anular y, finalmente, el meñique. Ahora contestad a esta pregunta: ¿cuál de los 5 dedos se ha resistido más?

Afortunadamente Schumann no era sólo un pianista habilidoso sino también un excelente compositor, así que nos ha dejando un catálogo de obras de altísima calidad, aunque algo limitado en cantidad por su trágica y prematura muerte. Prematura porque apenas tenía 46 años y trágica porque ocurrió en el manicomio donde pasó los últimos dos años de su vida, internado tras un intento de suicidio que culminó una existencia atormentada por una inestabilidad emocional que lo acompañó desde su juventud.

En el siguiente vídeo, Martha Argerich interpreta el primer movimiento de su Concierto para piano y orquesta en la menor.

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Obras didácticas para violín III

Tercera entrega de las obras didácticas que he sacado del cajón después de tantos años. Esta vez se trata de un Scherzo para 3 violines que escribí inspirándome en el estilo de Brahms.

Como ya ocurría con el Vals, la parte del tercer violín se puede tocar con la viola en primera posición.

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