Después de unos cuantos días tormentosos, en 1º acabamos de aprender una producción propia titulada La tormenta. Hemos practicado las onomatopeyas del texto con gestos sonoros y con instrumentos de pequeña percusión.
Después de unos cuantos días tormentosos, en 1º acabamos de aprender una producción propia titulada La tormenta. Hemos practicado las onomatopeyas del texto con gestos sonoros y con instrumentos de pequeña percusión.
Probablemente muchos ya conoceréis este libro que impactó en el mundo académico hace ya unos años. La enseñanza tradicional basaba gran parte de su eficacia en la adquisición de automatismos, más o menos inconscientes y habilidades a menudo puramente físicas o acrobáticas. Cambiando el paradigma del modo en que nos relacionamos con el instrumento, Dominique Hoppenot busca conectar con todos aquellos violinistas cuya relación con su instrumento constituye una historia tormentosa de sufrimiento, esfuerzo frustrante, esperanzas contrariadas. Hoppenot propone trabajar desde nuestro interior, analizando, de forma concienzuda y pormenorizada, pero también con increíble optimismo y entusiasmo, todos los factores que definen los éxitos o los fracasos, las barreras mentales, la importancia y el respeto del cuerpo, la misión de la conciencia de sí mismo, la necesidad del placer, la relación pedagógica centrada en el alumno. Todo ello en una búsqueda interior de la armonía, de la realización personal plena, no sólo con el violín, sino con nuestro propio cuerpo.
Su lectura es fascinante para cualquier estudiante de violín, pero especialmente útil para todos aquellos que ya tienen cierta experiencia, un recorrido vital que a menudo los tiene insatisfechos y les ha hecho perder la ilusión inocente por la música. Salvo los excepcionalmente dotados por naturaleza, todo violinista ha sentido alguna vez ese bloqueo, impotencia ante ciertas empinadas cuestas que parecen volverse infranqueables, frustraciones con las que, si no las sabemos enfrentar, pueden terminar enquistando en nuestro espíritu un rechazo hacia el instrumento y hacia su cruel y constante exigencia de disciplina y trabajo.
“Se trata de un libro precursor cuya originalidad colmará a unos, inquietará a otros, pero cuyo contenido se convertirá mañana en evidencia para quien busca… y se busca.”
Pero se confunde quien piensa que la autora preconiza una forma indolente o relajada de aprender. Su relajación siempre es activa y ella no deja de alabar la obra del supuestamente prusiano Sevcik, cuyos ejercicios aconseja con entusiasmo.
Seguramente, el estudio del violín es uno de los caminos que más frecuentemente se abandona. Es fácil conocer a alguien que, al saber de nuestra dedicación, nos confiesa: “yo estudié un par de años, pero lo dejé”.
No diré que en “El violín interior” se encuentran las soluciones para evitar todas las trampas del camino y llegar a un final feliz. No es un libro de recetas ni de trucos fáciles que tanto se llevan ahora en internet. Pero sí que es inspirador, y que nos muestra como mínimo “la actitud” necesaria para conseguir lo que en definitiva debería ser siempre el objetivo final: la felicidad de hacer buena música, música hecha con el alma.
Cómo relajarse de forma positiva, cómo sentir el cuerpo como una unidad global, cómo estar en equilibrio, qué actitud hay que adoptar al tocar, cómo manejar el miedo, cómo enseñar…
Un texto imprescindible para alumnos, profesores y aficionados.
Os recomiendo que compréis el libro y lo tengáis presente para ojearlo de vez en cuando, pero aun así os dejo esta versión que podéis ir leyendo.
¿Qué os parece la idea de felicitar las Navidades a todo el mundo de manera codificada? ¿Es posible poner un vídeo de un villancico en un papel?? ¿Os animáis a crear una tarjeta de felicitacion navideña realmente original?? Esto no es nuevo para algunos de nosotros ya que el curso pasado los alumnos de 4º ya hicieron el árbol de Navidad con códigos QR que véis a la izquierda. Estos códigos ofrecen información extra que puede resultar muy interesante sobre todo si las añadimos a folletos, carteles, etc. ya que vamos a poder insertar páginas web, mensajes de texto, puntos de geolocalización, etc. Pero.. ¿Cómo descriframos un código QR? Pues necesitamos un dispositivo móvil y una aplicación que los lea, claro. Para iPad recomiendo QRafter que, además de leer los códigos te permite crearlos, y para Android uso Barcode Scanner que va bastante bien. Os dejo mis códigos de Navidad como ejemplo.
Para crear unos QR Navideños como los que acabáis de ver os propongo una herramienta fantástica llamada Unitag QRCode. Me gusta porque, como habéis visto, se pueden personalizar los códigos con diseños, diferentes colores, inserción de un logo, etc. ya que los primeros códigos que surgieron solo podían ser en tonos negros y grises. La tarea es la siguiente: Crear 2 códigos QR, uno con un mensaje de Navidad para todos y otro con un villancico en vídeo (con la URL del vídeo de Youtube). Cuando los tengáis hechos los descargáis y me los enviáis por Edmodo (los de 4º los publicáis en vuestro blog). Si me los enviáis a tiempo los pondremos por el pasillo de música y los tablones del instituto.. ¿Qué os parece??
Os dejo una captura de pantalla que os ayudará a utilizar la herramienta Unitag.