Notas sobre el canto y su docencia (Paula Anglin), II

Sobre la interpretación y el estudio: 
 - Investigar la orquestación de las obras porque nos da pistas del tipo de sonido, resonancias. Saber qué instrumentos tocan es esencial, no es lo mismo cantar sobre trompas que sobre violines. Escuchar una versión con toda a orquesta y marcar en la partitura los instrumentos y adecuar el estudio vocal a ello es muy importante para después adaptar la interpretación a los colores que ha pensado en compositor. 

- Es duro deshacer un error, se debe ser muy meticuloso en el estudio para no hacer errores que después cuesta mucho deshacer! Aprender directamente de la partitura y no escuchando versiones. Antes de que llegue el problema técnico el cantante debe preveerlo y no se debe insistir sobre los problemas, volver un poco atrás.

- Como se piensa la emoción sale la voz 

Sobre el trabajo escénico: 
- Cuando las obras tienen una introducción muy larga hay que pensar qué se hace durante ese tiempo. El cantante necesita un plan para no ponerse nervioso, qué hacemos durante esta introducción, se debe pensar en qué hacemos con el cuerpo y con la respiración. Se puede calcular cuanto aire se va a necesitar  y practicar en los ensayos de manera que cuando se llegue al concierto ya esta la respiración integrada.  Si el cantante se concentra en el plan no tienes tiempo de ponerte nervioso.

- En el escenario todo lo que se avanza no se deber retroceder porque se pierde el círculo de energía que se establece con el publico. Si se ha de retroceder mejor dar la espalda porque este gesto incluye al publico, nunca andar para atrás. Estas reglas de movimiento son comunes para todos los estilos y géneros. 

- A la hora de comenzar una canción hay que establecer una consigna con el pianista y lo más adecuado es levantar la cabeza cuando se esta preparado. 

Sobre el trabajo docente: 
 - Observar a los alumnos y ver los efectos dominós que hacen que las cosas o salen. Lo único que es fiable es el cuerpo, no el sonido.

 - Los cantantes siempre se están juzgando y siempre lo hacen en el peor sentido. Es difícil parar los pensamientos negativos y sustituirlos por un pensamiento negativo. Hay que saber discriminar lo que se hace bien de lo que se hace mal con objetividad. Como profesores debemos decir las cosas buenas y comunicar los aspectos a mejorar de una manera objetiva proporcionando el camino a seguir.

- Aceptar las sugerencias de los alumnos, el trabajo de un profesor es explorar las voces no decir siempre lo que se tiene que hacer.

- El profesor siempre ha de facilitar el camino para que el alumno tenga una experiencia de disfrute al cantar.

Conversando con Abisai Cruella y Prueba de Cargo, grupo de pop-rock

Abisai, la líder del grupo Prueba de Cargo, nos habla de sus influencias, de sus proyectos y su singladura en esta amena entrevista que culmina con un directo musical en acústico.

Tenemos el honor de contar con sus conocimientos especializados además en derecho musical en el equipo multidisciplinar de www.vocalcenter.es.

Entrevista al grupo de pop/rock Prueba de Cargo



Conversando con Abisai Cruella y Prueba de Cargo, grupo de pop-rock

Abisai, la líder del grupo Prueba de Cargo, nos habla de sus influencias, de sus proyectos y su singladura en esta amena entrevista que culmina con un directo musical en acústico.

Tenemos el honor de contar con sus conocimientos especializados además en derecho musical en el equipo multidisciplinar de www.vocalcenter.es.

Entrevista al grupo de pop/rock Prueba de Cargo



Y tú de quien eres…

Es frecuente encontrar en el mundo de la música clásica biografías y currículums que obvian la labor del conjunto de los profesores que han ayudado al cantante a llegar a ser lo que es y prestan demasiada atención, excesiva, a los profesores de canto.

Dudo mucho que haya sido sólo labor del profesor de canto enseñar: lenguaje musical, armonía, historia de la música, estética, idiomas, piano, escena, repertorio, y un largo etcétera, siendo todas estas materias competencias necesarias para la formación integral de un cantante, sin las cuales quedaría totalmente limitado.

Antaño era responsabilidad de un único profesor la formación integral del músico y tenía sentido citar a un único profesor, era una época artesanal, podríamos decir, de la enseñanza musical. Hoy en día es un vasto conjunto de profesionales los que están implicados en la formación musical y todos ellos merecen un sitio igual, pues la aportación de cada uno es igual de imprescindible. 

Recuerdo con especial cariño a los profesores que me animaron a seguir en los momentos difíciles, como Carlos Gimeno, Agustín Manuel Martínez, Pilar Fuentes, Mariela Gómez Pardo, Francesca Roig, Alan Branch, Alba Rosa Forasté, Tomás Gilabert, Miguel Gironés, Mª Carmen Sansaloni, Gabriel y Santiago Casero, Luciana Serra, Manel Ruiz... Todos ellos creyeron en mí y me aportaron muchísimo en mis estudios. A todos ellos debo gratitud por siempre y admiración por su labor bien hecha.

Me parece justo que hagamos de vez en cuando un examen de conciencia y, aunque sea en privado, les reconozcamos a esos profesores su aportación en nuestro crecimiento.

Cats, II parte. Por Guillermo Názara

A continuación os presentamos la segunda parte del reportaje sobre Cats por nuestro autor invitado Guillermo Názara. Podéis seguirle en su twitter @MrNazara y en su canal de Youtube

Una vez más, Andrew Lloyd Webber se encontraba al borde de la desesperación. La fama y admiración por las que tanto había trabajado pendían de un agrietado hilo condenado a partirse. Todo habían sido problemas desde que había decidido embarcarse en el ambicioso –o, como la mayoría lo veían, absurdo- proyecto de convertir en un musical un viejo y olvidado repertorio de poemas infantiles. Y aun así, después de meses de constantes decepciones, ni siquiera había perdido un ápice de las ganas de seguir con aquella locura. 

La llamada de Cameron Mackintosh, el productor, era la cumbre de una gigantesca –y muy a su pesar, creciente- montaña de infortunios que habían acompañado a la obra desde su origen. A decir verdad, solo Andrew seguía teniendo fe en ella; estaba claro que algo que desde el principio había recibido tan mala acogida estaba destinado a fracasar. Pero el joven compositor no estaba dispuesto a abandonar aquello en lo que había volcado tanta dedicación, esfuerzo y, sobre todo, ilusión. Días después de hablar con Mackintosh, Andrew desembolsó varios millones de libras para que sus gatos pudieran hacerse un hueco en el West End.

Fueron semanas de intenso trabajo, en las que los miembros del equipo creativo tuvieron que ir a contrarreloj para cumplir con las exigentes fechas impuestas por la dirección del teatro. Tan solo disponían de cinco semanas para ensayar una pieza en la que cada movimiento, cada gesto debían ser coreografiados. Si bien memorizar todos esos pasos iba a ser una ardua y complicada tarea para el ensamble, diseñarlo en tan poco tiempo era una misión prácticamente imposible. 

Pero hacía tiempo que Cameron Mackintosh tenía su mente fijada en una persona; para él, la única capaz de asumir el irrealizable reto de preparar más de dos horas de baile en prácticamente un mes. Gillian Lynne había logrado hacerse un nombre gracias a las vanguardistas danzas que había creado para el Royal Ballet de Londres. Precisamente fue esa fusión de estilos la que captó la atención del productor, quien estaba convencido de que era exactamente lo que necesitaba una partitura tan ecléctica como la de Andrew.

Sin embargo, la innovadora artista no estaba dispuesta a aceptar ningún proyecto durante una temporada, aunque viniera de la mano de Lloyd Webber. Después de haber trabajado sin descanso en varios montajes, Lynne se acababa de casar y había decidido tomarse uno periodo sabático para disfrutar de su nueva vida en pareja. No obstante, Mackintosh no iba a permitir que la mejor oportunidad que tenía para llevar la obra a buen puerto se escapara de sus manos tan fácilmente. 

Tras haber recibido incontables negativas, Mackintosh consiguió convencer a Lynne para que, al menos, escuchara la partitura. Haciendo de tripas corazón, la coreógrafa aceptó darle una oportunidad a la cinta que Cameron le había enviado, en la que se oía al propio Andrew interpretando sus canciones al piano -con él mismo haciendo todos los personajes-. Acompañada de un ejemplar del poemario de Eliot, Lynne comenzó a darse cuenta de que lo estaba sonando ahí distaba mucho de aquella anodina pieza que se había imaginado. La bailarina estaba impresionada con la maestría con la que Andrew había musicalizado los versos del autor galés, cuyas letras parecían estar escritas específicamente para sus melodías. Quizás el talento del compositor era el único requisito que Lynne precisaba para cambiar de idea…

Los castings comenzaron de forma inmediata. En cuestión de días, los creadores tenían que encontrar a un elenco de más de veinte personas capaz de soportar las duras exigencias tanto vocales como actorales que Cats suponía en cada función. Si ya reunir intérpretes de tal calibre en Broadway era una proeza, encontrarlos en el West End de los años 80 sería un auténtico milagro. Si de algo tenían fama los ingleses era de la falta de preparación de sus bailarines; ningún musical de danza británico había cosechado éxito en ningún lado. No iba a ser nada fácil hacer desaparecer tan vergonzosa y -para los componentes de esta obra- problemática realidad.