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En sus comienzos, allá por diciembre de 1998, la Choral Public Domain Library (biblioteca coral de dominio público) era un sitio web que ponía a disposición de sus visitantes tan sólo seis partituras. Ese número ha ido creciendo progresivamente hasta superar actualmente las 9.000 obras de música vocal de casi 2.000 autores.
La razón por la que un sitio web iniciado por una sola persona y mantenido durante sus primeros 10 años con muy poca ayuda externa ha llegado a crecer tanto se debe a que hace varios años, concretamente en 2005, migró a MediaWiki, el software sobre el cual está instalada la Wikipedia. Como ya vimos acerca del Proyecto Biblioteca Internacional de Partituras Musicales (IMSLP), otro importantísimo repositorio colaborativo de partituras publicadas bajo dominio público, el formato wiki permite la participación activa de los usuarios, que, además de descargar y utilizar libremente las ya existentes, pueden subir nuevas obras, siempre que se trate de trabajos cuyos derechos de explotación económica hayan expirado o que el autor autorice su publicación bajo licencia GNU Free Documentation License.
Por eso actualmente esta biblioteca, un sitio imprescindible para todos los profesionales y aficionados al canto coral, ha asumido el nombre de ChoralWiki.
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Las voces humanas adultas se suelen clasificar en femeninas y masculinas. Cada uno de estos dos grupos principales se suele dividir en tres por sus registros. Desde el agudo al grave, las femeninas son: soprano, mezzosoprano y contralto, mientras que las masculinas son: tenor, barítono y bajo.
Esta división esquemática -aún siendo sumamente práctica y más que suficiente para clasificar la casi totalidad de la música vocal de los últimos dos siglos y la gran mayoría de la anterior a ese período- no recoge en realidad todas las posibilidades.
Con la técnica adecuada, utilizando de la mejor manera las diferentes cajas de resonancia que tenemos en el pecho y en la cabeza, sin las cuales las vibraciones de las cuerdas vocales serían inaudibles, es posible para un varón adulto ampliar su registro hacia el agudo, más allá de las poco más de dos octavas en las que suele moverse la voz masculina, con el resultado de conseguir cantar las notas que son más propias del contralto o del mezzosoprano y, excepcionalmente, hasta del soprano.
Obviamente, las consecuencias de tal uso de la voz humana no afectan sólo a la altura de los sonidos, sino también al timbre, pues la voz masculina que quiera alcanzar las notas propias de registros femeninos deberá utilizar intensivamente los resonadores de la cabeza y hasta el falsete. Por el efecto que produce, la voz de cabeza también viene definida como registro de tensión, pues adquiere de esa manera un mayor dramatismo del que tiene en el más empleado registro de pecho, de una manera similar a la que ocurre con los instrumentos musicales. Veamos, por ejemplo, dos instrumentos de cuerda frotada: el violín, construido para producir sonidos agudos, tiene una caja de resonancia muy pequeña, que amplifica las notas agudas otorgándoles un timbre brillante y cristalino. El violonchelo, por el contrario, está fabricado para ejecutar sonidos graves, con una caja de resonancia adecuada para esa función. Los sonidos agudos de éste también existen, como sonidos graves, en aquel. Si comparamos una nota aguda del violonchelo con la misma nota en el violín percibiremos una tensión bastante mayor en la primera, pues la vibración procede de una cuerda gruesa y corta (debido al efecto del dedo del ejecutante), mientras que en el violín la misma nota se obtiene con la vibración de una cuerda mucho más fina y, aunque parezca extraño, larga.
Volvamos a la voz humana: hoy en día se acepta el término contratenor para definir al varón que canta en un registro femenino, aunque en su etimología esa palabra sólo definía una voz que contrapuntaba la voz del tenor, da igual si con registro más agudo (contratenor altus) o más grave (contratenor bassus). Por eso, otros términos para definir a estos cantantes, posiblemente más correctos aunque menos empleados debido a la gran difusión del otro, son contraltistas o sopranistas, dependiendo de su ámbito vocal.
Tras siglos de abandono de esa figura musical, eclipsada por las estrellas del canto lírico, el contratenor volvió a imponer su presencia en el mundo musical en la segunda mitad del siglo XX, gracias a Alfred Deller, uno de los protagonistas del redescubrimiento y de la difusión de la música antigua ejecutada según praxis de la época.
Deller, que recordamos hoy por ser el 32º aniversario de su muerte, fue miembro del coro de la catedral de Canterbury hasta que formó, en 1948, su propio grupo, el Deller Consort, que, tras la muerte de su fundador está dirigido por el hijo de éste, Mark.
En la siguiente grabación podemos oír la impresionante voz de Deller, tan rica en matices que consigue sorprendernos en cada nota y, a veces, hasta en medio de un mismo sonido, que transforma enriqueciéndolo con su gran expresividad. La música es The Plaint, una aria de la ópera The Fairy Queen de Henry Purcell.
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Faltan pocos días para la entrada de la primavera, la estación más esperada en todas las culturas, ya que, además de reconfortar los cuerpos alejando el frío, la lluvia, la nieve y la oscuridad de noches largas, alegra los ánimos con una auténtica y exuberante celebración de la vida: las aves migratorias regresan llenando el cielo de cantos y de bailes, otros animales despiertan de su letargo, las semillas brotan y las flores se abren, llenando el campo de olores y colores.
Con la palabra hanami los japoneses definen su tradicional costumbre de contemplar la belleza de las flores, sobre todo de la flor del cerezo cuando llega la primavera, una flor a la que está dedicada una de las más famosas canciones populares de Japón, Sakura sakura (el nombre de esta flor en japonés).
Esta primavera gran parte del país del sol naciente no conseguirá llenarse de flores, y deberán pasar siglos antes de que en Fukushima puedan nacer unas flores tan bellas como las de la foto, tomada justamente en ese pueblo duramente azotado por la naturaleza y, sobre todo, por la temeridad del ser humano.
Mis alumnos, alumnas y yo tocaremos en clase Sakura sakura para recordar a las miles de víctimas de esta tragedia y para estar cerca del pueblo nipón con nuestros mejores deseos.
ACTUALIZACIÓN (26 de marzo de 2011).
Tras dos ensayos, los alumnos y alumnas del 1º de ESO B al completo han grabado esta canción:
Sakura sakura
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Al final de un día algo raro, en el que he batido mi récord personal de horas dormidas durante el día (más de siete), la fiebre ha remitido lo suficiente como para devolverme las ganas de mirar a la pantalla del ordenador, lo que me ha permitido dedicarme a algo aparentemente poco productivo: navegar sin rumbo por los vídeos de YouTube.
Sugerencia tras sugerencia, he llegado a un vídeo con una versión muy peculiar de uno de los mayores éxitos del rock, Bohemian Rhapsody de la banda británica Queen.
Esta canción, compuesta por el inolvidable Freddie Mercury, tiene una estructura muy diferente de las que suelen utilizarse para las canciones de música rock: una forma muy libre o como justamente dice el título, rapsódica. Se suceden, de hecho, seis secciones de muy distinto carácter: una introducción coral a cappella -algo posible gracias a la capacidad canora de los miembros del grupo, destacando sobre todas la voz prodigiosa de Mercury- deja paso a una balada que, oportunamente modificada, servirá para dar vida a la coda. Entre medias se alternan estilos tan variados como un solo de guitarra, otra parte vocal -esta vez acompañada- imitando la ópera (por algo el álbum que contiene esta canción se llama A Night at the Opera) y una sección de hard rock.
Cuando hablaba de una versión muy peculiar, obviamente no me refería al vídeo que acabamos de ver, sino el siguiente, que ha sido realizado por Joe Edmonds, un joven violinista estadounidense que ha transcrito esta canción para cuatro violines e interpretado sucesivamente las cuatro voces. En la fase de montaje, además de sobreponer las distintas grabaciones, Joe ha duplicado la parte más grave a la octava inferior, para reforzar la base armónica.
Esta entrada está dedicada a unos blogueros incipientes a los que esta mañana no he podido ver debido a la gripe: mis alumnos y alumnas de 1ºA y 1ºG.
Actualización (31/01/2011). Muchas gracias a Araceli, que me ha señalado otra versión sorprendente de esta canción, también realizada por una sola persona, aunque en este caso en directo (en TED2010) y sin ayuda tecnológica. Se trata de Jake Shimabukuro, virtuoso del ukelele, quien consigue evocar las voces y los instrumentos de la banda de rock británica sin emplear más recursos que las cuatro cuerdas de ese instrumento hawaiano.
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