La literatura, el arte, la mitología o la historia están repletas de amores imposibles e incluso mortales. Pareciera que el tema, en principio tan dramático, fuera a inundar este espacio nuestro de melancolía o de tristeza, pero comprobará el visitante si sigue leyendo que no va a ser exactamente así por más que el título pueda sugerirlo.
Hoy viajamos al barroco francés; a la Francia de Luis XIV.
Sé que me muero, me muero de amor... Así comienza esta canción que forma parte de la famosa comedia tituladaEl burgues gentilhombre y que fue fruto de una espléndida y poco conocida colaboración entre dos grandes figuras del barroco: Juan Bautista Lully y Juan Bautista Poquelin(Molière). El primero, compositor nacido en Florencia y el segundo, dramaturgo nacido en París. Compartieron curiosamente el mismo nombre de pila además del trabajo en la corte de Luis XIV.
"Les deux Baptiste" trabajaron en la corte del rey sol - de cuya devoción por la música ya tenemos alguna idea-. Durante más de una década Lully, nacionalizado francés, se encargó de poner música a las comedias de Molière y juntos fueron artífices de la llamada comedia-ballet, género mixto en el que la música se inserta en el desarrollo de la acción en forma de cantos, coros y, sobre todo, de danzas. Ejemplos de ello fueronEl matrimonio forzado, El amor médico, George Dandin, El señor de Pourceugnac y, por supuesto, El burgués gentilhombre.
La obra, estrenada en 1670, cuenta la historia de un rico burgués - Monsieur Jourdain - que no escatima medios en su afán por parecerse a los nobles; ello lo conducirá a las más ridículas situaciones. Se trata pues de una sátira social de carácter cómico y amable. En el último de sus cinco actos el protagonista recibe a varios grupos de músicos, franceses, italianos y españoles que amenizarán la velada. Es ahí donde encontramos la canción que nos ocupa; y decimos "canción" porque no se trata de un aria al estilo barroco como podría pensarse; mas bien se aproxima a la forma del villancico que tan de moda estuvo en España desde el siglo XV.
Lo mejor y más curioso de la cuestión es que, aunque el texto de la obra de Molière está escrito en francés, la parte correspondiente a los personajes italianos está escrita en italiano y la de los españoles lo está en castellano; esto es algo muy poco habitual y nos permite, afortunadamente, entenderlo y disfrutarlo sin necesidad de traducciones.
Tampoco deja de sorprender el contraste entre el devenir jocoso de la comedia y este pequeñísimo ejemplo de profundo dramatismo español tan dulce, lírico y sentido. Sin embargo poco durará la tristeza; a continuación los compañeros del cantor le harán una réplica en toda regla rebatiendo sus pesares y llamando a la alegría en un tono festivo y danzable, eso sí, muy "español" musicalmente también.
Ay, qué locura
Con tanto rigor
Quexarse de amor
Del niño bonito
Que todo es dulçura
Ay, qué locura,
Ay, qué locura.
El dolor solicita
El que al dolor se da
Y nadie de amor muere
Sino quien no save amar.
Dulce muerte es el amor
Con correspondencia ygual,
Y si esta gozamos oy,
¿Por qué la quieres turbar?
Alégrese Enamorado
Y tome mi parecer
Que en esto de querer
Todo es allar el vado.
Vaya, vaya de fiestas,
Vaya de vayle,
Alegría, alegría, alegría,
Questo de dolor es fantasía.
Pero volvamos a nuestra canción.
La belleza melódica y el dulce dramatismo de esta pequeña pieza han hecho que se interprete y se grabe independientemente de la obra teatral en más de una ocasión. Ese el caso de la versión que incluimos para cerrar y que debemos a los magníficos Raquel Andueza y La Galanía.
Para quien pueda interesar dejamos la partitura y el texto completo de la obra:
Aria "Corre a la luz" perteneciente a la cantata nº 4 Solcare il mar tranquillo de Rosanna Scalfi
Un año más aprovechamos la celebración del 8 de marzo para presentar aquí a otra de esas estupendas compositoras olvidadas:la veneciana Rosanna Scalfi, más conocida quizás como Rosanna Scalfi Marcello.
Existen dudas tanto sobre su fecha de nacimiento - que sitúan en 1704 o 1705 - como sobre su fecha de defunción (posterior a 1742).
La escasa información que encontramos sobre ella cuenta que aún siendo una niña el famoso y noble compositor Benedetto Marcello la escuchó cantar y decidió tomarla como alumna. La relación al parecer fue fructífera en todos los aspectos y en 1728 contrajeron matrimonio secretamente debido a la diferencia de clase social habida entre ambos. Al enviudar en 1739 fue repudiada por la familia Marcello perdiendo su derecho a la herencia y con ello la estabilidad económica, lo que la habría obligado a trabajar de nuevo como cantante.
Como en tantos otros casos que hemos visto ya, sus manuscritos, hoy afortunadamente verificados y catalogados, fueron atribuidos a su esposo Benedetto Marcello durante más de dos siglos.
Autora de la música y de los textos, se le conocen Doce cantatas para alto y bajo continuo en las que puede apreciarse su maestría en el tratamiento de la voz y de la tonalidad. Todas ellas tratan sobre el amor en sus diferentes aspectos y están compuestas al estilo del gran napolitano Alessandro Scarlatti; cada una de ellas consta de dos arias precedidas de sendos recitativos.
Se pueden escuchar todas AQUÍ; espero que las disfruten; son preciosas.
Empiezo a redactar esta entrada sin tener muy claro aún, pese a lo categórico del título, su verdadero tema; por una parte quisiera cumplir el compromiso de unas pinceladas sobre el compositor Hugo Wolf (nunca es más que eso cualquiera de los posts que aquí se publican) pero por otra, no dejo de dar vueltas a ese otro tema al que la búsqueda de material para su elaboración me ha ido conduciendo: el cerebro, la creatividad y la salud mental.
Cuando se habla de Hugo Wolf (1860 - 1903) resulta inevitable referirse al trastorno mental que marcó su existencia y su producción musical. De origen esloveno este compositor que destacó como instrumentista y creador desde muy corta edad (otro niño prodigio), con problemas de adaptación social en la escuela y de carácter rebelde, inestable y depresivo, se ganó la vida como profesor y como crítico musical en Viena, precisamente aquella Viena en la que Sigmund Freud desarrollaría paralelamente sus investigaciones y esa nueva disciplina destinada a un mejor entendimiento de la mente humana: el psicoanálisis.
Declarado admirador de Wagner, es fácil imaginarlo defendiendo con vehemencia su audaz y novedoso estilo frente al formalismo que representaba Brahms, el otro gran protagonista de la escena musical de entonces y al que criticó abiertamente en sus artículos granjeándose no pocas enemistades. (Sobre defensores y detractores del wagnerianismo ya hablamos en Wagner y Tolstoi). También es fácil, en consecuencia, encontrar la influencia del estilo wagneriano en sus obras, especialmente en el lenguaje intensamente expresivo de sus lieder en los que abundan cromatismos y disonancias y en los que, por momentos, llega a desdibujarse la tonalidad. Esta tendencia a la expresividad extremada iría aumentando a lo largo de su vida creativa abandonando paulatinamente el lenguaje romántico heredado de Schubert y Schumann.
Aunque sus altibajos emocionales y mentales - quizás desencadenados o acusados por la sífilis que padeció - interferían con frecuencia en su trabajo, tuvo también momentos de intensa actividad creadora, especialmente entre 1888 y 1889, que lo llevaron a ser el más prolífico de los compositores de lieder. Fue en estas pequeñas formas vocales más íntimas en las que encontró la mejor vía de expresión musical confiriendo a los textos de sus poetas preferidos (Goethe, Mörike o Eichendorf) una trascendencia y una intensidad inusitadas.
"En sus lieder [...] nos muestra un pequeño universo burgués, angustiado, lleno de intuiciones trágicas, en el que apunta siempre cierta desesperación existencial"
Massimo Mila. Breve historia de la música. Península. 1988
Sin embargo su producción no solo se limitó a las canciones; entre sus principales obras destacan la música incidental para Das fest aug solhaug de Ibsen, la Serenata Italiana (1892) para orquesta de cámara o cuarteto, el poema sinfónico Penthesilea, o las óperas El Corregidor (1896) inspirada en el la novela El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón y la inconclusa Manuel Venegas (1897). Estos dos últimos títulos ponen de manifiesto la inclinación de Wolf por los temas españoles tan de moda en la Europa decimonónica y a los que dedicó también un buen número de lieder en los Spanisches Liederbuch, una colección de poemas y textos líricos tradicionales que habían sido publicados en Berlín por Emanuel Geibel y Paul Heyse en 1852. (Sobre este particular incluyo al final los interesantes artículos de Juan José Pastor Comín y Blas Motamoro).
A partir de 1899 no pudo seguir componiendo y tras un intento de suicidio fue ingresado en una institución hasta su muerte. No llegó a cumplir los 43 años.
Un tristísimo y prematuro final para un gran compositor cuyos "vaivenes" se aprecian, por ejemplo, en el diferente tratamiento musical que hace de un mismo tema. Veamos dos interpretaciones de la primavera, la alegre y la melancólica. En ambos casos los versos son de Mörike. Merece la pena escuchar y comparar la expresión musical en cada uno de ellos:
Er ist´s!(¡Es ella!) Puede leerse el texto traducido aquí.
Im Frühling. (En primavera) Puede leerse el texto traducido aquí.
Cabría preguntarse: ¿pudo haber influido esa condición o dolencia en sus intensos periodos creativos? ¿existe relación entre creatividad y enfermedad mental? ¿Qué es realmente la creatividad?
Erik R. Kandel, premio Nobel de Medicina de 2000, nos ofrece algunas respuestas en su libro La nueva biología de la mente, donde explica en qué medida el estudio biológico de la mente está empezando a descifrar los misterios de la creatividad y la conciencia: "Explora lo que nos dicen los trastornos cerebrales, tanto psiquiátricos como neurológicos, acerca de la capacidad creadora".
"Hoy en día sabemos que la creatividad se origina en el cerebro y que tiene una base biológica. También sabemos que, si bien ciertas formas de creatividad surgen juntamente con los trastornos mentales, la capacidad creadora no depende de ninguna enfermedad [...] Los científicos, aunque aún tengan que destapar los mecanismos biológicos de la creatividad, han descubierto algunos de sus precursores, uno de los cuales parece estar despojándonos de inhibiciones, permitiendo que nuestra mente vague con más libertad y busque nuevas conexiones entre las ideas. Esa comunión con el inconsciente la comparten todas las personas creativas, pero llama más la atención cuando estas padecen trastornos mentales".
Eric R.Kandel en 'La nueva biología de la mente. Paidós. 2019
Existen también estudios recientes sobre la relación entre la actividad musical y problemas como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otros diagnósticos relacionados con el estrés. En esta línea trabaja la doctora Laura Wesseldijk que investiga además las influencias potencialmente beneficiosas de la música en la salud mental (Los efectos de tocar música en la salud mental). Todo ello resulta fascinante, pero sobre la capacidad terapéutica de nuestro arte favorito ya hablaremos en otra ocasión.
A estas alturas del tema, si estuviéramos en clase, posiblemente habría comenzado ya el debate con las diferentes aportaciones de los alumnos, con sus ocurrencias, sus experiencias y con la cita de casos conocidos, quizás peregrinos, quizás similares, en todos los ámbitos musicales. Era estupendo. Ya nunca sucederá. A veces lo echo de menos.
Y ahora, por fin, una preciosa y triste despedida; la de Wolf, claro.
Canta el barítono Andrè Morsch acompañado al piano por Marcelo Amaral.
Muchas personas alrededor del mundo tienen la ilusión de aprender a cantar, pero también tienen algunos obstáculos que en ciertos casos les impiden acudir a recibir el aprendizaje presencialmente.
Les nuits d'été es el sugerente título que da nombre a la colección de seis canciones compuestas por Héctor Berlioz en 1841 sobre textos del escritor también francés Théophile Gautier. Las escribió en primer lugar para voz y piano publicando posteriormente la versión para voz y orquesta.
A continuación una de ellas: Ausencia.
Louis-Hector Berlioz. (Wikipedia)
Ausencia
Vuelve, vuelve, amada mía;
como una flor lejos del sol,
la flor de mi vida está cerrada
lejos de tu sonrisa bermeja.
¡Entre nuestros corazones, qué distancia!
¡Tanto espacio entre nuestros besos!
¡Oh, suerte amarga! ¡Oh, dura ausencia!
¡Oh, grandes deseos insatisfechos!.
De aquí y de allá, cuántos campos,
cuántas villas y aldeas,
cuántos valles y montañas,
¡hasta cansar los pies de los caballos!
Y aquí el ciclo completo: una delicia romántica para hacer más llevaderas las sofocantes noches veraniegas.
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