¿En qué patologías tiene más efecto positivo la musicoterapia?
Actualmente el campo de aplicación de musicoterapia es muy amplio: enfermedades neurodegenerativas, ámbito escolar – con toda la variedad de población que eso supone – ámbito clínico – enfermos de cáncer, psicosis, esquizofrena… accidentes, catástrofes naturales, guerras… ya que posibilita la expresión de lo que se ha vivido, incluso cuando no se puede hablar para expresarlo– por estar en shock. No puedo decir en qué campo es más positivo, ya que el campo en investigación y trabajo musicoterapeutico es muy amplio. En lo que yo he visto y vivido, ha sido beneficial, ha mejorado la calidad de vida de mis clientes.
¿Y cuál aquella que haya supuesto mayor reto y transformación personal?
En este caso, no fue un proyecto en sí. Al iniciarme en el mundo educativo, comencé dando extra escolares de música y movimiento en una academia de música. Mi manera de trabajar las audiciones, se basaba mucho en la escucha y la representación tanto musical como plástica. En una de las clases, con niños de 4 años, ocurrió algo que cambió mi manera de percibir al niño, y de considerarlo creador de su propio proceso de vida. Me di cuenta de que reciben mucha información, que, a los adultos nos parece que no se dan cuenta, que no sufren….”Va, son críos, qué van a saber”. Todo ocurrió después de la escucha de una audición musical, primero la escuchan y la representan con su cuerpo – movimiento libre - la vuelven a escuchar, y la consigna siguiente es que dibujen lo que para ellos era esos sonidos, jugar con la música, jugar a pintar la música. No era una audición especialmente triste, pero una niña, cogió la pintura negra y comenzó a dibujar un edificio muy alto, con ventanas por todos los lados.
Enseguida me di cuenta de lo que estaba haciendo, me mantuve en silencio y no intervine. Esa niña sintió la necesidad de expresar el horror de lo que, probablemente, había visto en la televisión: los atentados del 11 S. No la interrumpí, ni tampoco le pregunté nada, simplemente la dejé hacer. Gracias a mi formación en musicoterapia, supe gestionar esta situación de una manera diferente; le dejé hacer, era su necesidad. Si a mí no me hubieran formado en esto, probablemente, hubiera actuado de otra manera: le hubiera preguntado directamente, con toda mi buena intención, rompiendo así su momento creador y su expresión de un sentimiento o de una idea.
Y entonces se me puso un nudo en el estómago – estaba dibujando en color negro también, personas tirándose de la ventana. No habló en todo el rato. No me miró. No estaba angustiada. Estaba centrada en su expresión plástica, acompañada de la música que sonaba de fondo. Aquí es donde está lo bueno de la músicoterapia y arteterapia: no es necesario el lenguaje hablado para expresar lo que nos pasa, lo puedo plasmar de otras maneras. Y en niños, esto es genial, porque, algunos, no son capaces de poner palabras a lo que les ocurre. La niña terminó de dibujar, firmó su hoja, se levantó, y me dio su trabajo. Yo le dije que estaba bien, y que era lo que ella había necesitado y sentido en ese momento. Me reprimí darle un abrazo, en modo de consuelo, porque ese era su sentimiento, no el mío. Le dije ¿Qué quieres hacer ahora? Se puso a bailar con otros niños.